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Por tu Amor por Kitta

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Notas del fanfic:

La canción es perteneciente al cantautor argentino Roberto Sánchez Ocampo, más conocido como Sandro. Los derechos seguramente están en posesión de sus herederos.


 


Los personajes de YYH son exclusividad de su creador Yoshihiro Togashi. ¡Mi Fan fic no será en vano! xD

Notas del capitulo:

Kitta: Espero que les guste este pequeño Fan Fic. La verdad que no pude contenerme de hacerlo perteneciente a Pecado Mortal, porque quedaba justo con la pobre situación de Lucy.

Eleo: Ojalá lo disfruten... Muajajaja

Por tu Amor

 

Lucifer se paseaba por los corredores del infierno. Aquel asqueroso lugar era su nuevo “hogar” hace tan solo unos pocos años. Había perdido a Kuramel, y le había jurado venganza a Dios. ¡Estúpido Dios! Todavía tenía el descaro de decir que podía volver a su lado si se redimía. ¡Dios era quien debía redimirse! No él. Él sólo estaba sufriendo. Sufriendo por no tener a Kuramel. Sufriendo por su amor. ¡Por todos los demonios! Estaba tan enfadado y sentía tan injusto todo, que no podía ver más allá de todo su odio. Su odio era todo lo que tenía ahora y no iba a perderlo ni abandonarlo. Iba a odiar. Odiar por siempre. Por la memoria de su amor hacia Kuramel iba a odiar. Su corazón dolía por esa simple afirmación y cada vez que la repetía en su cabeza podía ver los intensos ojos de Kuramel. Sin embargo, no podía definir bien que era lo que esos ojos transmitían. Él quería pensar que amor. Amor hacia él. Pero cuando se quedaba pensando un rato más en esos intensos ojos dorados no podía evitar pensar que en realidad estaban transmitiendo pena. Pena por su futuro. Pena por su odio. Pena por él.

 

Hacía pocos años, Dios había creado nuevos ángeles para su Reino Celestial. Já, ingenuo. Si pensaba que Lucifer no se daría cuenta que los creó por miedo a él, estaba equivocado. Pero eso a Lucifer no le importó, gracias a eso, ahora tenía una pequeña milicia en su adorado Infierno. Adorado. A quién engañaba. Nada era adorado sin Kuramel. Y otra vez pensaba en él. Tenía que calmarse si no quería volver a destruir otra habitación del infierno. Cada vez sus ataques iban de mal en peor. La última vez casi mata a uno de sus demonios. No es que le importase matar a uno de esos asquerosos ex-ángeles, pero no quería tampoco perder la lealtad de los otros. Por  ahora solo la mantenía a base de miedo y poder. Odiaba decirlo, pero aquella arcángel, Mukuro, desde que se había unido a él, había sido su sustento. Sólo por esa razón la había convertido en su mano derecha. Sin embargo, si pensaba que lograría que Lucifer se enamorase de ella, estaba enormemente equivocada. Lucifer no amaba. No más. Nunca más. Él estaba solo para siempre. Solo él y su pena.

 

Por tu amor yo viví desolado, 
por tu amor yo no supe entender. 
El amor tiene un algo sagrado, 
algo inigualado que yo no supe ver, 
por tu amor. 

Convencer a aquellos tontos ángeles de unírsele había sido tan fácil. Tal vez, desde un principio, Dios lo había creado para mentir, manipular, robar, profanar… odiar. Quizá ese había sido su plan desde un principio. ¿Esa era su misión después de todo? ¿Era la misión que tan locamente Kuramel quería saber? No estaba seguro de que Kuramel estuviera feliz de la misión de su “bonito Hiei”. Convertirse en Lucifer y enseñar al mundo todos los pecados posibles a existir. Sí, definitivamente su adorado “fiel a Dios” Kuramel, no estaría para nada feliz de su misión. Él seguramente estaría pensando en algo como encargarse eternamente de que la decoración del Reino fuese la adecuada y no estuviese gastada. Ó, en el futuro de los humanos, ser sus condenados ángeles de la guarda. Já. Que ingenuo. Pero que hermoso. No importaba nada, no podía dejar de amar a Kuramel. Jamás. Ni aún después de muerto. Ni aunque pensase en todas las cosas que haría por ese estúpido Dios. Ni aunque supiese que Kuramel era capaz de clavarle una daga en la espalda con tal de salvar la vida de ese asqueroso ser. No podía. Simplemente no podía dejar de amarlo. Y cuanto más lo amaba, más odiaba. Odiaba a Dios, al tiempo, al espacio. Odiaba a todo y a todos. Su odio crecía a medida que crecía su amor por Kuramel. ¡Y cuán grande era su odio en este momento!

 

Tiró con furia las cosas de su escritorio. Kuramel, Kuramel, Kuramel. ¿Por qué no podía dejar de pensar en él un rato? Lo odiaba, ¡Se odiaba! Cuanto lo odiaba. Ya no podía resistirlo más. Sabía que la venganza llevaría mucho tiempo, pero esperaba poder soportarlo. Sin embargo, cada día que pasaba lo alejaba más de Kuramel y eso estaba matándolo. Ya no quería seguir tolerándolo más. Quería unirse con él en la nada. Quería morir. Lo amaba tanto. Deseaba poder quitarse el corazón y lanzarlo bien lejos. Su venganza. Su venganza. Se repetía una y otra vez intentando calmar su ansiado corazón. ¡Él no necesitaba eso! Necesitaba pensar en frío. Ser cruel. Necesitaba el odio. Tenía que alimentarse de eso para poder sobrevivir. Odio. Odio. Pensaba mientras se sostenía la cabeza con ambas manos sentado en su silla. De repente, unos brazos lo rodearon desde su espalda y un peso extra se apoyó en su cabeza mientras sentía como un aliento que no era el suyo sacudía sus cabellos negros como la noche. Respiró profundo intentando calmarse y cerró sus ojos resignadamente. Otra vez aquello…


Por tu amor yo mentí tantas veces, 
por tu amor casi llego a robar. 
Y al final he pagado con creces, 
el dolor que en mi alma 
hoy no puedo aguantar, por tu amor 
por tu amor. 

Estaba en lo profundo de la penumbra de su habitación. Acostado, como tantas otras veces. Inerte en la cama. Llorando, como de costumbre. Las lágrimas de sangre salían de sus ojos y vagaban por sus mejillas y cuello hasta descansar en sus sábanas blancas. Sí, blancas. Como las hermosas alas de Kuramel. Otra vez él. Ahí. En su cabeza. Parecía no querer abandonarla nunca. La pena lo estaba consumiendo de a poco. Sentía como sus fuerzas flaqueaban en ese momento. Quería matarse. Quería morir de una buena vez. Pero no. Allí estaba de nuevo. Esa palabra tan deseada y a la vez tan odiada y rechazada: venganza. Era lo único que lo mantenía con vida. Y por eso lo odiaba. Con todo su ser.

 

Respiró hondo y abrió los ojos con lentitud. A pesar del rojo oscuro no estaban opacos, estaban brillosos, como si el dolor se mostrara en ellos a través de eso. Rió con amargura y se pasó una mano por su cara. Se levantó lentamente de la cama volviendo a manchar las sábanas con sangre al apoyar su mano en el colchón y se dirigió a la sala de aseo. Dejó que el agua le cayera sobre la cabeza mientras apoyaba una mano en la pared y continuaba con su llanto silencioso. Levantó el rostro y dejó que, una vez más, el agua se llevara su pena y la sangre de sus lágrimas. Mukuro había querido “animarlo”, pero él, como siempre, la había rechazado. No tenía ánimos para existir mucho menos para disfrutar de los placeres carnales de la vida. De hecho, cuanto más desolado se sentía, más odiaba esos placeres. Porque recordaba que Kuramel no estaba ahí para ayudarlo a saciarlos. Nunca. Jamás. Ni siquiera había podido llegar a disfrutarlo una noche. Hubiera deseado poder probarlo aunque fuese una sola vez, así, podría recordarlo eternamente. Aunque eso seguramente haría que ahora él estuviese sufriendo más. Porque estaba solo, como siempre.


Por tu amor, padecí de rodillas, 
por tu amor yo lloré sin razón.

Y al final hoy no estas a mi lado 
vivo desesperado, 
pero al fin sin tu amor, 
sin tu amor.

 

Despertó lentamente y lanzó un suspiro al aire. Desde que Kuramel había caído en su “sueño” en la tina blanca y roja cada vez que cerraba sus ojos solo podía recordar esos días funestos en que pensó que jamás volvería a tener a Kuramel. Sentía que estaba comenzando a volverse loco una vez más. No podía seguir pensando en aquello. Kuramel no se había ido. Él lo sabía, lo sentía. Kuramel solo esta durmiendo. Sólo que se estaba retrasando un poco más de lo normal en despertar. Sólo eso. Golpeó fuertemente su cabeza con sus manos, pretendiendo que con ese gesto su dolor, dudas y recuerdos se fuesen de su cabeza. Se levantó de la cama con un movimiento perezoso, miró en dirección de la tina y con un nuevo suspiro de derrota giró su rostro y comenzó a caminar hacia la sala de aseo como había hecho en sus recuerdos. Salió de ella con un atuendo nuevo y limpio. Era el cuarto día que Kuramel pasaría en aquella asquerosa tina que no lograba sanarlo. Como deseaba que en ese momento sucediese un “milagro”. Odiaba tanto a Dios. Lo odiaba porque a pesar de todo, en ese momento, deseaba que pudiera estar ahí. Con Kuramel. Tal vez él, y sólo él, podría despertarlo al fin. Cuanto odiaba esa triste verdad.


Y al final hoy no estas a mi lado 
vivo desesperado, 
pero al fin sin tu amor, 
sin tu amor, sin tu amor, sin tu amor, 
pero al fin sin tu amor, sin tu amor, 
sin tu amor, sin tu amor.

 

Se sentó en el borde de la cama y miró el rostro de Kuramel. Se lo veía calmado y relajado. Parecía que todas aquellas atrocidades que le habían provocado no habían hecho mella en él. Todas las heridas corporales habían sido sanadas por esa sangre maldita sin embargo, parecía que no era suficiente para despertar al ángel. ¿Qué era lo que faltaba? ¿Qué necesitaba Kuramel para despertar? ¡Tenía que despertar! ¡Debía hacerlo! Porque Lucifer sabía que no estaba muerto. Por más que no tuviese pulso, por más que no respirase, Kuramel tenía que estar vivo. ¡Debía estar vivo! Respiró hondo para calmarse y volvió a dirigir su mirada roja hacia su calmado rostro. Otra vez estaba solo. Otra vez había perdido a Kuramel. Otra vez se quedaba solo, con odio, y sin amor. Otra vez. Eso parecía ser obra del destino que lo maltrataba por sus acciones y decisiones pasadas. Ya no quería soportarlo más. Si Kuramel estaba muerto, él quería morir también. Ya no más. Se decía una y otra vez en su cabeza. Ya no más. Le decía a su ajetreado corazón. Ya no más. Repetía hasta calarse esas palabras en sus huesos.

 

-Ya no más Kuramel. Ya no más.

 

 

Owari

Notas finales:

Helio: Creo que podría haber sido un poco mejor, pero no se me ocurría mucho, a demás que en la historia Lucy va a seguir sufriendo.

Kitta: Si creen que podría ser mejorado, (y tienen alguna idea), soy toda oídos. :D

Eleo: Recuerden que los otros Song Fics son:

Porque yo te amo - YYH (KuramaxHiei)

Me amas y me dejas- YYH (HieixKurama)

Noche de Amantes/Querida- Inuyasha (SesshoumaruxInuyasha)

Penumbras- Death Note (LightxL)

Ave de Paso- Naruto (SasukexNaruto)

Así- Naruto (ItachixSasuke)

La Vida Sigue Igual- Harry Potter (VoldemortxHarry)

Mi Amor, Mi Gran Locura- Harry Potter (VoldemortxHarry)


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