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Curandonos las heridas por PrincessIce

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El viento agitaba su cabello mientras estaba sentado en aquella banca mirando las hojas caer, solitario como siempre, con un nudo en la garganta por no saber qué hacer, ya su compañía era nula, parecía más bien que eran completos extraños.

Una boina voló hasta sus pies, dándose cuenta de lo sucedido lo tomo entre sus manos, al levantar su cara pudo encontrar al dueño de aquel artículo.

-Muchas gracias por detener su viaje – agradeció un muchacho un poco más mayor que él, era muy hermoso, su cabellera dorada como el sol, sus ojos celestes brillaban de alegría, no como los suyos que eran apagados.

-No tienes por qué agradecer – la voz dulce de Shun se hizo escuchar tras entregarle su boina.

-¿Estas solo?- pregunto el chico rubio –Oh que mal educado, mi nombre es Afrodita – estiró su mano para presentarse formalmente.

-Ahh yo me llamo Shun- le sonrió y más al escuchar su nombre, le parecía nombre de chica -¿Afrodita como la diosa? – pregunto incrédulo

-Mis padres eran fanáticos de la cultura griega – rio bajito por la cara del castaño

-¿No eres de aquí? – preguntó Shun interesándose un poco mas

-Suecia ¿y tu? – preguntó el chico lindo

-De aquí de Japón, ¿Qué te ha traído aquí?- hizo un poco de espacio en la banca para que se acomodara Afrodita.

-Olvidar… - respondiendo soltando un suspiro melancólico

Shun torció un poco la boca, eso le hubiese gustado también, poder largarse lejos a olvidar los gritos, reclamos e insultos de su esposo Hyoga.

-¿Pasa algo? – pregunto preocupado al verle su expresión.

-No es solo, recordé cosas, que también me gustarían olvidar –su respuesta fue con un dejo de tristeza.

-Sabes, quizás no tienes por qué saberlo, pero hui de casa, mi marido… uff – su rostro se tornó frustrado.

-¿Problemas maritales? – preguntó asombrado por la confesión de Afrodita.

-Es un bueno para nada, oh si bueno pero para plantarme los cuernos con las golfas del trabajo, bueno para administrar mi propio sueldo y gastar como si fuese un solterito – las palabras de Afrodita sonaban llenas de resentimiento.

-Pues entonces los maridos insoportables son una plaga que nos atacan – respondió sarcástico Shun.

-¿Eres casado? –Se veía tan jovencito y por la manera de hablar del castaño se notaba que si lo era, Afrodita podía percibir la infelicidad del muchachito.

-No hace mucho y ha sido una pesadilla, una vez casados cambio completamente- le miro con los ojos vidriosos al contestarle al rubio.

-Quizás escogimos mal, yo tengo diez años con Ángelo y siempre me ha culpado de que no funcionaran las cosas- apretó los puños de tan solo pensar en todos los problemas que habían tenido a lo largo de esos diez años.

-¿Tanto tiempo aguantaste sus malos tratos? – Shun no podía creer que hubiera alguien que se atreviera de soportar tanto tiempo la carga de un matrimonio fracasado, y el con tan poco tiempo y se derrumbaba.

-No quiero hablar de cosas tristes, vine aquí a liberarme de esa estúpida carga- de pronto limpió una discreta lágrima, yo ya no quiero estar reprimido por un hombre que no me valora – se levantó de la banca.

-Tú también tienes una vida que adelante, ¿te hundirás como lo hice yo? Tan solo por el que dirán – pregunto queriendo hacerle abrir los ojos – yo daba la vida por él, fue capaz de querer arrancármela por sentirme un estúpido inútil,  Pero no más, quiero ser feliz y si es posible peleare contra todo el mundo – dio un par de pasos , saco de su billetera una tarjeta – me agradaste quizás un día podamos charlar cuando quieras salir del yugo que tú te impones – tomo sus pequeñas manos y las cerro dejando entre ellas la tarjeta con su teléfono.

Se alejó pensando que igual y no volvería encontrar con el muchachito triste, visitaba museos, iba a reservas naturales, a caminar por la ciudad, al teatro, a tomar el café, solo pero sin presiones …

En una de esas tardes recibió la llamada de Shun, su voz era quebrada, se alarmo al oírlo asi - ¿Eres Shun? – pregunto a la bocina con mucha preocupación.

-Discutimos y no aguante mas explote contra el, he tomado mis cosas y estoy en el parque donde nos conocimos- se apresuró a contarle.

-Voy para allá por favor tranquilo – nerviosamente termino la llamada y salió lo más rápido, el había pasado ya por aquello y su desenlace por la depresión estuvo a punto de ser fatal.

El taxi iba veloz, aunque el quería que volara para encontrarle, pago el viaje y corrió por todo el parque hasta divisar aquella melena castaña.

-Hey pequeño ¿estás bien?- la voz suave de Afrodita lo saco de sus pensamientos, Shun solo respondió con un abrazo buscando consuelo…

Varios minutos permanecieron así hasta que el menor conto a detalle lo ocurrido, el rubio a cada momento movía la cabeza con desaprobación -¿Te seguirás lamentando mientras a él le importa un comino tu sentir?- preguntó Afrodita.

-Siento que no puedo seguir Afrodita – las manos de Shun temblaban al responderle.

-¡Claro que puedes, si yo puedo tu puedes!- le grito frustrado el rubio, lo cogió de la mano para sacarlo del parque.

-¿Qué haces a donde me llevas? – preguntó Shun sin entender.

-A donde podamos ser libres- contesto con una sonrisa Afrodita, soltándose a correr sin soltarle hasta llegar a la orilla del lago.

-¡YO SOY LIBRE Y VOY A SER FELIZ!- gritó con emoción Afrodita sin importarle las miradas de las personas que paseaban en el lugar.

Shun lo miró como si el rubio estuviese loco, se quedó parado junto a él, hasta que lo vio correr como chiquillo persiguiendo las palomas.

Afrodita volteó a ver a Shun sin percatarse de una piedra con la que resbaló dándose tremendo culazo, aquello desato una risa en el pequeño castaño.

-No te burles y ayúdame- le recrimino el mayor con una sonrisa.

-Ya voy , es que te viste gracioso – volvió a reír dándole la mano al mayor.

-Oh dios reíste- la risa de Shun la considero tan deliciosa y contagiosa que pronto comenzó a reir igual.

-Ya parecemos Nelson-  Dijo entre risas Shun.

-¿Cuál Nelson?- pregunto Afrodita sin saber a quien se referia.

-Al bobo que sale en los Simpson- respondió Shun terminando de levantar al mayor.

-Já ese jeje – rio Afrodita acordándose de aquel personaje peculiar – Tsk.. el último en llegar al heladero paga – corrió cual chiquillo, notando la carrera del otro.

-Eres un tramposo ya verás- contesto Shun imprimiéndole velocidad llegando a la par para comprar helados.

-Yo quiero de chocolate- se apresuró a decir Afrodita.

-Oh mira de sabor Baileys- dijo eufórico Shun pidiendo su cono doble y con chocolate liquido encima, y chispas de colores.

-¿Me das?- pregunto el antojadizo de Dita.

El castaño acepto a cambio de probar el helado del mayor, caminaron inmersos en conversaciones triviales, Shun se sentía más animados, tenía tanto tiempo apartado de todo que ya ni amigos tenia, pero Afrodita lo hacía sentir bien, cómodo, contento.

-Te invito al cine, ¿Qué dices? – pregunto entusiasmado Afrodita, pues si bien había estado paseando esas semanas solo y tranquilo, la buena compañía de Shun lo hacía sentirse más vital.

-Si tiene tiempo no veo una película en el cine – respondió bastante animado Shun.

Estando en la sala del cine una inquietud le movió al rubio – ¿Dónde te quedarás? ¿o piensas regresar a casa? – la verdad estaba preocupado que de nuevo cayera su nuevo amigo en la misma vida.

-No se – susurró en el oído de Dita

-Puedes quedarte conmigo si quieres – ofreció con la mejor de las intenciones al menor.

-¿Enserio? – Shun estaba tan agradecido por su ofrecimiento, pues con los millones que le daba Hyoga no le alcanzaría a pagar el alquiler de un cuarto.

Al término de la función de cine, Afrodita lo llevó al hotel donde se hospedaba, le cedió su cama mientras acondicionaba el sofá-cama para descansar el mismo.

-¿ahí dormirás Dita? – pregunto Shun llamándole con más confianza

-Sí, tú necesitas descansar bien – le sonrió amablemente el rubio.

La convivencia entre ambos muchachos pasaron a ser semanas enteras, paseando, olvidándose del mundo, de sus carceleros o maridos, tan solo brindándose cada dia una sonrisa especial, curando sus heridas con un amor puro que comenzaba a surgir, nada pasional, nada carnal, tan solo un amor sincero..

Las semanas de convivencia unieron más a Shun y a Afrodita, pero las vacaciones terminarían para el mayor, debía volver a su trabajo habitual, asi que la despedida era inminente.

-Shun, debo volver a mi país, el trabajo me espera, sino que como, de que me visto – trataba de explicar el rubio..

-Oh bueno, sin nada también te verias lindo – se llevo rápidamente las manos a la boca sonrojándose por completo.

-Shun que cosas dices- el sonrojo acompaño también al mayor.

La distancia se acortó entre ellos para unirse en un abrazo por demás emotivo –Pequeño sabes que aunque este lejos te voy a querer mucho porque te has encargado de albergarte aquí – señalo Dita a su pecho.

-Te voy a extrañar  como no tienes idea – susurró al oído del rubio.

-Yo también, pero tienes mi teléfono, mi correo electrónico, te prometo todos los días sacarte una sonrisa aunque sea de lejos- sonrió el mayor tratando de evitar llorar.

-Dioses somos un par de llorones- se limpió las primeras lagrimitas Shun entre risas.

Afrodita tomó aire y valor, para cogerle de las mejillas y darle un beso por demás suave y tierno.

-Te quiero… -  le declaro Dita aun con sus alientos chocando – Yo volveré por ti- se separó dejando mudo a su amigo, cogió sus maletas y salió del lugar.

Como habían prometido, no rompieron sus lazos afectivos, se comunicaban a diario, ya fuera por mensaje de texto o llamadas, contándose las novedades, anécdotas y lo mucho que se extrañaban…

Tiempo después llego un sobre al departamento de Shun, en el que solo estaba una nota…    “Cumplo mis promesas, asómate a la ventana”, Shun dejó caer el papel para correr a la ventana, frente a él estaba con una gran sonrisa Afrodita, no fue mucho tiempo el que tardo el menor en bajar corriendo por el mundo de escaleras para llegar a donde su amigo al que rodeo del cuello sin pretender soltarle aupándose a su cintura, estaba totalmente eufórico, beso sus mejillas con desespero.

-Te quiero te quiero te quiero – repetía una y otra vez.

-yo también te extrañe-  le dijo sin borrar su sonrisa entregándole una rosa blanca – esto es el símbolo de mi lealtad, mi cariño y mi amor puro – le recitó Afrodita.

-Siempre supe que tú no me dejarías, porque somos almas gemelas, sufrimos y nos entendimos- acaricio Shun la mejilla del rubio – me enseñaste que la alegría de la amistad sincera cura cualquier herida del alma, es por eso que aprendí amarte- termino de decir el castaño fundiéndose en un beso sincero y lleno de paz…

 

“En mis pensamientos siempre estas, aunque no podamos vernos siempre de mí nunca faltara apoyo sincero , compartir nuestras penas y alegrías…”


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