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Ángel Guardián por InfernalxAikyo

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Notas del fanfic:

En esta historia existen dos narradores: Uno escribe con letra normal (Asderel) mientras que otro escribe con negrita (Eliot) Deben tener esto en cuenta o si no no entenderan nada, de todas formas copiaré esta información en todos los capítulos, para que no se les olvide n_n

Gracias por leer.

Notas del capitulo:

IMPORTANTE: En esta historia existen dos narradores: Uno escribe con letra normal (Asderel) mientras que otro escribe con negrita (Eliot) 


Aquí el primer capítulo n_n Espero que les guste! Cualquier error ortográfico POR FAVOR háganmelo saber para yo corregirlo.

Gracias por su atención <3

Capítulo 1: Despertar





¿Sabes lo hermoso que te ves bajo la luz de la luna? Aquellos ojos grises que tristemente miran hacia la lejanía, tu cabello claro, casi anaranjado, tu piel blanca y cálida. ¡Todo brilla mientras estás bajo ella! , todo en ti vive mientras eres iluminado por esa pequeña y bella esfera pálida.

Estás llorando de nuevo. No puedo consolarte, no puedo tocarte, no puedo abrazarte, no puedo tomar tus pequeñas manos entre las mías ¡Si solo pudiera hacerlo!, si así fuera yo sería el ser más feliz

Si solo pudieras verme…

- ¿Por cuánto tiempo estarás observándole, Asderel? – La voz de Gabriel entraba en mí, fuerte y clara despertándome de mí sueño.

- Solo estoy haciendo mi trabajo – Contesté perezosamente mientras refregaba mis ojos

- ¡El pequeño Eliot! – Rió mientras se sentaba a mi lado. – ¿Está triste otra vez? – Se encogió de hombros.

El trabajo de un ángel no es fácil. La mayoría de nosotros nunca llega a preocuparse demasiado por sus protegidos, la vida en la tierra es cada vez más cómoda  y la labor de los guardianes ya casi perdió toda su importancia. Pero aún existen aquellos que viven para cuidar al que está a su cargo, yo soy uno de ellos.

Él es Eliot Frost, mi protegido. Huérfano, sus padres murieron cuando él tenía apenas cinco años, vive en un orfanato y su vida no ha sido de lo más cómoda.

A sus cortos diecisiete años ha tenido que vivir lo que ningún joven debería vivir a esa edad, ha visto cosas que ningún joven debería ver. Es un desafortunado, lo sé, yo solo le observo y le cuido desde aquí arriba ¡Como me gustaría ir allá abajo y poder abrazarle! Pero los ángeles guardianes no podemos hacer eso.

- No te rías, Gabriel-  Suspiré.




- ¿Qué te preocupa, Asderel? – Los ojos celestes de mi compañero me miraban con dulzura, su piel suave y casi transparente parecía no ser molestada por los intensos rayos del sol que hoy estaban casi tan brillantes como su dorado cabello. Los ángeles guerreros son realmente hermosos.
 Pero yo soy un poco diferente a ellos.

- Es solo que…- Mis ojos se clavaron en la figura de Eliot, me entristecía no poder estar con el.

-¡Oh no, Asderel! - Exclamó sorprendido. – Sabes bien que no puedes intervenir en la vida de un humano – Lo sabía perfectamente, se nos esta estrictamente prohibido interrumpir el ciclo de los humanos, pero… si solo pudiera consolarle.

- Al menos tu puedes ir y hablar con ellos – Dije dirigiendo la mirada hacía mi amigo.

Soy un ángel, nunca antes me había sentido triste, nunca había sentido la agonía de no poder estar con el ser amado. Es que tú no lo entiendes, Gabriel, yo siento tanto como él, vivo sus miedos y frustraciones al igual que él. Aquella conexión es algo que tú nunca comprenderás.

- ¿Y eso qué? – Suspiró. – ¡Los humanos son tan molestos! Detesto tener que hablarles, al menos tú te quedas aquí sentado, mirándoles -

- No sabes cómo me gustaría estar en tu lugar – Murmuré tristemente. Los ojos de Gabriel de pronto se abrieron considerablemente, cómo si hubiese recordado algo. Acercó su rostro al mío, tanto que pude sentir su respiración confundirse con la mía en un jadeo tranquilo. Puso uno de sus dedos sobre sus labios.

- Voy a contarte un secreto…- Dijo con una pequeña sonrisa. Me incliné y me acerqué un poco más para poder oírle mejor.

- Hay una forma de que te comuniques con él- Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. ¡Era posible! Al fin podría hablarle, al fin podría sentirlo. Solo quería correr hacía él y guiarle hacía la paz que él ha estado buscando tanto.

- ¿C-Cómo? – Tartamudeé un poco, estaba nervioso.

-¡Tienes que lograr que él crea en ti! – Dijo con una pequeña carcajada asomando de sus labios. Eso era difícil. Desde hace mucho que la gente había perdido su fe en Dios, y mucho más en los ángeles ¿Cómo lo haría entonces?

- Yo… - Dije tristemente. – No sé como…-

- ¡Anda! –
Fui interrumpido por la voz de Gabriel mientras este se ponía de pie y abría sus alas extensas, blancas y brillantes como el sol, con leves resplandores azules que salían desde sus plumas, definitivamente las más perfectas.

- ¡Eres el ángel de la noche, de la luna y de los sueños! – Dijo mientras daba una palmada en mi espalda. – Tú sabrás bien que hacer, Asderel – Y entonces hizo un pequeño gesto de despedida y se lanzó al vacío, dejándome perplejo.

Volví mi mirada hacía Eliot.

¿Hacía dónde te diriges ahora? Comienzo a ver borroso tu interior ¿Es que pensamientos impuros perturban tu cabeza?

Simplemente no lo entiendo, ¿Para qué sirve todo esto? El solo hecho de ver a toda esta basura caminar me produce repugnancia. La sucia ciudad, la gente corrupta, hipócrita.

 

No hay nada de luz a mí alrededor.

 

Los árboles secos, las flores incoloras, el cielo sombrío, frío, las nubes hoscas cubriendo toda la ciudad, el viento cortante, desgarrador. Todo lo que está cerca de mí me parece oscuro, todo lo que tocó se marchita. Estoy maldito.

 

Sigo el sendero de las calles grises. Aquí no hay pájaros que me alegren con su dulce melodía, solo el sonido de las bocinas, el ruido de vidrios rompiéndose, gritos de niños y vehículos acelerando. El veloz caminar de la gente comienza a desesperarme, rápidos, cabeza agacha, como un montón de hormigas dignas de aplastar, como un rebaño de obedientes ovejas que corren tras su pastor.

 

Y yo soy la oveja negra.


De todas estas personas yo soy la peor. La más hipócrita, la más mentirosa, la más insensible, la más corrupta. Soy el primero en merecer ser aplastado.

Las sucias escaleras de este edificio abandonado serán mi salida hoy, mi escape por fin podrá concretarse. La oscuridad se irá, el frío ya no se sentirá, el viento no volverá a cortar mi rostro nunca más.

El silencio por fin se apagará.

Los pequeños cuervos de los nidos instalados en el techo de la construcción será lo último que escucharé ¡Nunca había oído el cantar de un ave! , este es el único y el más hermoso canto para mí.

La luna se asoma tímida de entre las nubes y su luz deslumbra toda la azotea. Este será el último resplandor que veré.

¿Por qué estoy llorando? Es como si no pudiera controlarlo, las lágrimas recorren mis mejillas y bajan como suaves manantiales, es como si estuviera dejando algo muy querido. Pero no sé lo que es.

Un par de pasos más hacia el final de mi existencia. Un par de pasos y podré escuchar las más lindas aves susurrar en mi oído, solo unos pasos más y podré oler las flores en una pradera multicolor, podré sentir la brisa suave acariciar mi piel, la ansiada paz llegará

Solo un paso más.

¿Qué se supone que debo hacer ahora?  ¿Acaso no podré evitarlo? Tus suaves pies se van deslizando juguetones hacía el abismo. ¿Acaso solo podré observarlo? ¡No puede ser!, no puede acabar así, eres mi protegido.

Y yo debo cumplir con mi deber de resguardarte.

Me levanté del sitio donde había estado sentado toda mi vida sin tomar partido en nada. Ahora abría torpemente mis oscuras y brillantes alas. Nunca las había visto así, en todo su esplendor, definitivamente no se parecen a las de los demás ángeles. Las plumas azuladas destellan un resplandor blanco, tan puro cómo el primer día  de su existencia. Nunca antes he volado, estoy asustado.

Sin pensarlo demasiado extiendo mis alas y me lanzó a lo más profundo del abismo. ¿Tú también lo has hecho ya? Aún puedo observarte mientras caes, el viento corta suavemente tus mejillas, como una delicada navaja. Puedo sentirlo yo también, la brisa metiéndose entre mis ropas y cortando mi piel, duele.

Solo son treinta pisos de altura ¿Podré llegar a tiempo? Claro que sí, el batir de mis alas empieza a hacerse cada vez más rápido, me estoy acostumbrando, ahora puedo manejar el viento a mi voluntad y danzo ágilmente entre las nubes mientras voy cayendo libremente. Tal como tú lo estás haciendo.
Ya estoy aquí, logro verte cerca de mí. Estás muy cerca del suelo, vuelo junto a ti un par de segundos. Intento tomarte pero mis  manos no pueden rosarte y mis dedos no logran atraparte, aún no crees en mí. ¿Qué puedo hacer para salvarte entonces? Un último esfuerzo.

Tan cerca del suelo…

He de rescatarte de alguna forma, me adelantó a ti antes de que llegues al suelo, entonces, cuando estás a punto de estrellarte…

Ya estoy tan cerca…solo pocos metros me separan de la felicidad. La muerte se ve segura desde aquí. No tengo nada que repasar en mi vida, desde siempre ha sido tan plana y vacía. No extrañare a nadie y nadie me extrañara a mí, incluso esto no tiene sentido.

Llegó antes que tú al suelo, entonces, antes de que roces el pavimento sacudo mis alas lo más fuerte que puedo. Si yo no puedo tocarte entonces el viento que despega de mis alas lo hará por mí.

¡Di en el blanco!

¿Qué es esto? De pronto, un fuerte torbellino salió de la nada y me atrapó en sus garras, elevándome y dejándome caer suavemente. Aterricé sobre un contenedor de basura, creo que me golpee en la cabeza. Hoy hay luna llena, ¡Qué bella esta!, esa pequeña esfera brillante ha sido la única cosa hermosa que no se ha manchado.

 Desperté en aquellas praderas multicolores que tanto desee, las flores me encantan con sus más deliciosos olores y la brisa corre tenue y suave, sin causar molestia alguna. La luna sigue ahí, radiante y lúcida, ninguna nube esta vez tapa su grandeza y las estrellas danzan felices a su lado, logro divisar astros más grandes, otros planetas quizás.

El viento sacude el césped y lo refresca con un dócil rocío que llega desde una gran cascada. Grandes aves vuelan entre los árboles y pequeñas mariposas de colores iluminan el cielo oscuro. ¿Ya estoy muerto?

De pronto, algo se acerca hacía mí, mucha luz le rodea así que no logro divisarlo bien, una luz blanca y a su vez rodeada por un resplandor oscuro. Al parecer un hombre se aproxima. Pero no es cualquier hombre.

Puedo verlo más de cerca, nunca había visto a nadie así. Alto, con caminar calmado y sereno, un cabello oscuro y suave, sus ojos dorados como el sol del atardecer, inocentes y puros como los de un niño me miran con afecto, su piel limpia y radiante, llena de energía. Me extiende sus brazos, aquellas manos fuertes y firmes me prometen seguridad, me juran salvación. Una fuerte atracción me conecta con él, me acerco cómo si estuviese hechizado o drogado por el más fuerte veneno. Llego frente a él y tomo sus manos entre las mías, las beso apasionadamente, gentilmente rosando mis labios con su piel, causando un escalofrío en todo mi cuerpo. Luego le abrazo, entre sus brazos me siento cálido y seguro, ya nada podrá dañarme.


Suavemente me toma entre sus manos y me aparta de él, se dirige a mi frente y la besa cortésmente, bendiciéndome.

Por un momento, me pareció ver cómo hermosas alas oscuras azuladas asomaban de su espalda, sus plumas pequeñas y suaves destilaban un olor delicioso, similar al de las rosas en primavera. ¿Un ángel?

Un molesto ruido me desconcentró. De pronto me vi atrapado nuevamente por la realidad. El incómodo sonido de los gritos de los médicos, el temblar de las ventanas, aquellas blancas paredes frías y monótonas me hacían volver del sueño más bello que jamás haya tenido. Pero no parecía un sueño, todo lo que había visto me parecía tan real, aquel ser, esa criatura semejante a un ángel, sus ojos, sus manos, su piel cálida y suave. Todo ello no podía ser parte de mi imaginación. Se supone que los ángeles son un mito…Pero.

No podía ser mentira.

- Ha tenido un accidente – Sugirió el médico. ¿Un accidente? ¡Claro que no! Estaban equivocados ¡Yo había intentado acabar con mi vida! Había intentado desaparecer y no volver más. No fue un accidente, o quizás si, un accidente producto de mi propia estupidez.

¿En qué había estado pensando?

De pronto recordé a aquel joven de mi sueño. Aquellos ojos dulces me hicieron sentir tan amado, como jamás nadie podrá amarme en la tierra.

Definitivamente no podía ser un sueño. La luna, los olores, las sensaciones, el roce suave con el césped húmedo, el calor de su piel fundiéndose con el mío, su beso incandescente en mi rostro, sus manos sujetándome firmemente. Todo aquello era real, de alguna forma yo viví todo eso. No es una ilusión.

¿Qué es esto? Una pequeña aguja es inyectada en mi brazo. Poco a poco comienzo a sentirme víctima del cansancio, mis párpados comienzan a cerrarse lentamente, sin que yo pueda controlarlo. Si he de dormir ahora, me gustaría volver a soñar con aquella persona.


Veo como poco a poco comienzas a creer en mí. Pero no es suficiente. Intento rozar tu piel pero no provoco más que una leve brisa sobre tu rostro cansado. Tus ojos tristes me anhelan, lo sé. Pero no puedo llegar a ti, no me ves, no me sientes porque no crees en mí.

Solo yo puedo sentir lo que tú sientes, solo yo puedo entender lo que esta en lo más profundo de tu ser. ¡Debes de creer! Lo seguiré intentando hasta que te des cuenta que estoy aquí.

 Si solo pudieras escuchar mi voz...

¡Eso es! Hasta ahora me había mantenido en silencio acompañándote, hasta ahora me había entregado por completo a la afonía que significa ser solo un observador, pero he decidido tomar partido, he decidido ampararte y cuidarte como jamás nadie ha podido hacerlo. Si puedes escuchar el murmullo de la brisa cantando en tu oído, entones podrás escuchar mi grito agónico llamándote.

Despierta!- Te ordeno alzando la voz. No funcionará, la droga que te han inyectado es muy fuerte, te hará dormir por horas.

- ¡Despierta!– Grito más fuerte. No pareces inmutarte ¿Acaso no puedes oírme?

Creo que esto no funcionará.

 Me pongo de pie y dispongo a marcharme de vuelta a casa, extiendo mis alas y cuando estoy a punto de emprender el vuelo un sentimiento arrasador, que nunca antes había sentido pega como imanes mis pies a la tierra, vuelvo la cabeza hacía ti como esperando una señal que diga que me estás oyendo. No te mueves.


Me acercó a ti, acaricio tu cabello y rozo tu piel con la yema de mis dedos. Aunque sé que no puedes sentirlo, el tacto con tu piel me electriza. Acerco mi rostro a tu pecho, siento el palpitar suave de tu corazón, como si se estuviese apagando. Aproximo mis labios a uno de tus oídos mientras con uno de mis dedos juego con un mechón de tu cabello. No sé muy bien lo que estoy haciendo, mi mano tiembla.

Un intenso sentimiento me invade de pronto. Las ganas de verte libre de las cadenas que llevas puestas, yo prometo zafarte de todas ellas, yo prometo protegerte. ¿Acaso no lo sientes? Mi cuerpo no lo puede soportar, es el amor que desprende de mí y trata desesperadamente de llegar hasta ti.

Sé que muy dentro de ti puedes sentirlo también.

- Despierta Eliot- Susurro suavemente en tu oído.

 Escucho a tu corazón acelerarse, veo tus párpados moviéndose lánguidamente, tu mano izquierda oprime fuertemente una de las sábanas de la cama, siento un respirar profundo, vivo. Hasta que por fin aquellas esferas se abren lentamente, dejando relucir todo su brillo, toda la ternura escondida detrás de ese color grisáceo aguado parece aflorar ahora, tus ojos parecen más claros, más resplandecientes, más celestiales.

Ya has despertado.






Notas finales:

Ojala les haya gustado :3 

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