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Zatión y Zalión. por KeikoHikari

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Notas del fanfic:

Espero que guste ^^

Huyendo de una pelea, salí de la ciudad, me adentré en el denso bosque de Alma, mi ciudad. Cansado y abatido, tropecé y caí al suelo, pensé que me iban a encontrar, me matarían. El motivo de mi huída fue por perder una apuesta, que se trataba de que si ganaba tres partidas de póker ganaría el triple de dinero que había apostado, pero si perdía me lo quitarían todo. Los demás hicieron trampas, y yo no me di cuenta de que ellos tres se habían puesto de acuerdo en ganarme para quitarme todo mi dinero. Al ver que mi partida iba a ser una pérdida total, me levanté y salí a la calle, ya allí comencé a correr como si no hubiera mañana; empezaron a perseguirme.

Tenía una pequeña esperanza en que si me adentraba en el bosque podría perderlos de vista pero eran 8 hombre que querían pegarme, y yo solo uno, un chico como yo de 17 años no podía hacer nada contra ellos, tampoco quería regresar a casa donde mis padres me pegarían o castigarían después de enterarse de aquel problema.

En el suelo, pensé en lo que había hecho y me arrepentí muchísimo de las trampas que había hecho jugando al póker, también sobre las mentiras que les decía a mis padres; la primera vez que estaba tan arrepentido de algo.

Cada vez oía los susurros y  pasos de ellos, los crujidos de las hojas, todo cada vez era más cercano a mí, y yo tenía miedo, no podía moverme, me había hecho daño al caer en la rodilla, lo único que pude hacer fue apoyar mi espalda en el tronco del árbol más cercano y esperar a que todo pasase. Cerré los ojos, comencé a llorar en silencio, deseé ayuda, ya no podía hacer nada, me di por vencido. De repente oí un crujido de hojas en frente de mí y abrí rápidamente los ojos, creí que me habían encontrado y ese sería mi fin, adiós al póker, adiós mamá y papá, adiós estúpida y corta vida. Para mi sorpresa vi un precioso lobo negro delante de mí, sentado, observando cada movimiento que hacía, en aquel momento pensé que me iba a comer, o más bien a atacar. Simplemente se quedó allí parado, sentado; tenía unos ojos azules brillantes y hermosos que podían verse en la oscuridad, también brillaba un símbolo que llevaba en su cuello, que parecía tres anillos enlazados, dos abajo y uno arriba que los unía. Pensé que por el símbolo tendría un amo al que estaría buscando o del que se habría escapado. De pronto se levantó y acercó su cabeza a mí, me olfateó y luego se hechó hacia atrás, después comenzó a dar vueltas alrededor de mí sin quitarme el ojo de encima. Yo decidí que sería mejor que me levantara y así hice pero me sentí mareado, me empezó a doler la rodilla, perdí el equilibrio y caí, pero el lobo hizo de almohada y se puso delante mía para que cayera en su lomo y no en el suelo, después de eso ya no recuerdo más de aquella noche.

A la mañana siguiente desperté, oía los cantos de los pájaros, y me extrañó mucho, en mi casa no los podía escuchar debido al ruido de la calle. Pronto me di cuenta de que no estaba en mi cama y mucho menos en mi casa. Aquel hogar era muy pequeño, tampoco baño, simplemente cuatro ventanas, una en cada pared, en frente de mí la puerta, que estaba abierta, una estantería al lado de la puerta y en medio de aquella pequeña habitación una mesa la cual tenía una sola silla. Curioseé un poco en la estantería, libro de aventuras, de romance y dramas, piedras, collares. Me percaté de un collar más grande que los demás, del cual colgaba dos chapas de metal en las que ponía ‘Zatión’ y en la otra había dibujada una huella de perro. Dejé la estantería y me centré en la mesa, había una foto enmarcada en la que aparecía un hombre y una mujer, y delante de ellos dos niños que parecían gemelos, iguales, con el pelo moreno oscuro y los ojos azules claros, pensé que sería una familia.

Después me asomé a la puerta, anduve hasta que no hubo más tablado que pisar, miré hacia abajo y había como unos 5 metros de altura, no había nada a lo que pudiera agarrarme para no caerme, simplemente me tumbé en el suelo y miré hacia abajo agarrado al filo de las tablas. Vi a algo que se movía de un lado a otro, corriendo sin parar, pensé que podían ser los que me buscaban ayer o más probable el lobo que no recuerdo al final lo que pasó con él, y menos cómo había llegado yo a aquella mini casa.

-         Será mejor que encuentre alguna forma de bajar de aquí... – dije mirando hacia abajo con un poco de miedo.

-         Veo que te has despertado, hazte a un lado, por favor – advirtió una voz que no sabía de donde venía. Yo me levanté en seguida y me pegué a la pared de la casa asustado.

-         ¿Q-Quién eres? Y mejor dicho, ¿¡dónde estás!? ¡Déjate verte! – exclamé, pensé que me estaba volviendo loco, solo escuchaba esa extraña voz en mi cabeza. De repente el lobo apareció ante mí, de un salto había subido los 5 metros. Me di cuenta de que aquel lobo era más grande y con una melena más larga que los lobos normales, era casi como yo de alto, pero aun así le sacaba unos 20 cm. – ¡Tú otra vez! ¿C-Cómo has subido? – tartamudeé nervioso. Y después de mirarme un rato, delante de mí, cambió su aspecto y se transformó en un humano como yo, llevaba pantalones, pero estaban rajados por todos los lados, ni llevaba camiseta ni zapatos. Al no llevar camiseta me percaté de que aquel símbolo lo llevaba arriba del pectoral izquierdo.

-         Encantado, me llamo Zatión, ¿y tú? – preguntó sonriendo y ofreciéndome su mano. Increíble, un lobo más raro que los habituales, que se había transformado en humano y que aún encima hablaba.

-         Y-Yo... – balbuceé. No sabía que decir, sentía un poco de miedo. – S-Soy... Esto... Yo soy...

-         ¿Me vas a decir tu nombre? Si quieres te pongo yo uno...

-         ¡Yo ya tengo nombre!

-         Y, ¿me lo vas a decir? – Tomé aire y me dispuse a hablar.

-         M-Me llamo Rayne Tomome...

-         Que nombre más raro – dijo burlándose aquel chico. – Pareces de mi edad, supongo que tendrás 16 o 17 años, ¿verdad? Yo tengo 18 años. – preguntó interesado; yo asentí. – Pero eres muy débil para tener la edad que tienes... Que desastre...

-         ¡O-Oye! No me gusta ir al gimnasio y ya está... No soy alguien tan chulo como tú. – afirmé.

-         ¿Cómo me has llamado?

-         Nada, me voy a casa... P-Pero, ¿cómo bajo de aquí? No hay escaleras, tampoco una cuerda, ¡no puedo saltar 5 metros! – exclamé desconcertado.

-         En ese caso tendrás que quedarte aquí. Yo no te pienso bajar tengo mejores cosas... – paró en seco y me hizo callar a mí. Se transformó en lobo y bajó de un salto al suelo, habían algo o alguien por allí. Pronto vi que eran los que ayer me buscaban, aquellas ocho personas que no me dejaban vivir.

 

Zatión se quedó plantado allí, cuando aquellos hombres se le acercaron, empezaron a reírse de Zatión y la marca que llevaba en el cuello empezó a iluminarse, era una luz azul que iluminó a los hombres que de repente se pararon en seco. Zatión enseñó los colmillos y les gruñó lo que les hizo salir corriendo. Volvió a subir a la casa, me cogió por detrás de la camiseta con los colmillos y me bajó, me dejó en el suelo y se fue sin despedirse, y eso me molestó. Pero seguía con las mismas, no sabía por donde ir, Zatión tampoco me había indicado el camino, simplemente me había dejado la camiseta llena de babas, y eso me cabreó.

Notas finales:

¿Qué os ha parecido?


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