Bueno Len, me voy, regreso mañana temprano, ¡pórtate bien! – Dijo una joven rubia- ¡Adiós, Kaito! Gracias por cuidar a Len.
-¡Adiós, Rin! –Se despidió un joven casi idéntico a ella- Pero no necesito que me cuiden- añadió con algo de molestia.
Tras esto, Rin cerró la puerta, oyéndose su risa combinada con la de Miku, el motor de su auto, ya nada más. Len ya sabía lo que eso significaba. Oh, vaya que lo sabía.
-Len~kun… -susurró el peli azul con lujuria sazonada con un toque de romanticismo- ¿sabes que tengo ganas de hacer? –preguntó, acercándose al sofá donde se encontraba el rubio.
Len, nervioso, de antemano sabiendo la respuesta, respondió:
-Ammm… ¿tienes hambre?
-Por supuesto que sí –contestó el de la bufanda con una sonrisa libidinosa- Bastante, de hecho.
El rubio, sintiéndose salvado, se aventuró a preguntar:
-¿Ah sí? ¿Qué te gustaría com… -fue interrumpido con sobresalto por Kaito, que se había subido sobre él, aprisionando sus piernas- ¿Qué… que haces? –preguntó con un sonrojo leve.
-Comerte –sentenció el mayor- Voy a comerte entero, lenta, pero salvajemente… -musitó, empezando a besar y mordisquear su cuello.
-E… espera, Kait… ¡Kaito! –Jadeó el menor, pues Kaito acababa de meter una mano bajo su playera- ¡Para!
Eres todo un maestro de la perversión
siento tus manos rozar cerca de mis caderas
abusando estas de mí, con toda perversión
te juro ante ti,
yo moriría
temblando en mi brazos
danzamos exhibiendo nuestros cuerpos
-Esa no es forma de hablarle a tu amo, yo no me detendré, y lo sabes –dijo, con las manos sobre las caderas de su uke- aunque… me gusta oírte decir que pare, pero juguemos a hacer que pidas más.
-No… Kaito… -murmuró el menor- No…
-Eso está mal, muy mal. Terriblemente mal, debería decir. Creo que alguien necesita unas lecciones…
Acto seguido, se desabrochó sus pantalones, bajándoselos con lentitud, mirando seductoramente a Len, para luego acercarse, mirándolo directamente a los ojos.
-¿Y bien? Ya sabes que hacer –Ordenó, sin importarle la cara de Len.
Sí, el pequeño rubio sabía qué hacer. Y sabía lo que pasaría si se negaba. Así, que, sin más preámbulos, se acercó a donde ya se había sentado/recostado su seme, y acercó su cabeza a sus caderas, quitándole suavemente la ropa interior con los dientes, bajándola con lentitud, dejando visible la semi erección de Kaito [sí, este se calienta muy rápido].
Tomó su miembro dócilmente, para empezar a lamerlo desde la base a la punta, deteniéndose un poco en esta, jugueteando con su lengua, describiendo círculos, y volviendo a empezar.
Repitió este proceso unas tres veces, hasta que su mente le ordenó que quería que esos leves gemidos del peli azul se convirtieran en jadeos, obedeciéndose a sí mismo, introdujo todo lo que pudo del miembro del mayor en su boca [Kaito está muuuuy bien proporcionado], subiendo y bajando, a un ritmo acelerado, mientras Kaito lo observaba, jadeando.
-No… no me mires… -replicó Len, sonrojado.
Date prisa y no te burles
solo no puedo hacer mi labor
-Cállate y continúa –Ordenó el mayor- Además, me gusta mirarte, con tus mechones meciéndose en tu frente… mmmhhgghmm…
Un extraño se aparece
con una voz que me susurra
que me satisfaga al comer su plátano
un fruto que es prohibido
“No puedo evitarlo… me gusta, le gusta” –pensó el Kagamine, al retomar su tarea. Kaito, al sentir de nuevo el contacto de su lengua y sus labios, gimió aún más fuerte, no pudiendo contenerse más, tomando la cabeza de su Len, moviéndola el mismo, alternando su ritmo.
Un sucio encuentro en el castillo
se graba en un video voyerista
el pobre niño sufre desconfianza
al ver que está llegando el final
dentro de
la habitación
se derriten
un caballero y un pobre ángel
La cara de Len se sonroja un poco más, al terminar de tragar la esencia de su seme, mientras un pequeño chorro le resbala por la barbilla, aumentando su aspecto de pervertida ternura.
Siento correr esta maravillosa y caliente
sensación
-No quiero esperar más – Murmura el adicto al helado- Quiero tenerte, ya. ¿O debería castigarte por tu insolencia? ¿Debería dejarte, así, cómo estás? –sonrió con ironía.
¿Será este el final?
¿Desearía continuar?
Mi amo solo dice Buenas Noches
al cerrar el la puerta antes de poder salir
me aferro a sus prendas que trae de vestir
presiono sus labios
contra los míos
Por supuesto, Len no dejaría que eso pasara. Se aferraba a Kaito, como si de eso dependiera su vida, aunque, de alguna forma, así era. Lo besó, de manera salvaje y pasional. Kaito, mitad sorprendido, mitad satisfecho, murmuró a su oído:
-Ya sabía que querías. Eres avariciosa, princesa. Descuida, yo podré complacerte… -Finalizó su oración poniendo a su uke en cuatro- ¿estás lista?
Kaito llevó una mano hasta la boca de Len, haciendo que lamiera sus dedos, mientras que con la otra estimulaba uno de sus pezones.
Len gemía, quedamente, por lo que Kaito no estaba enteramente a gusto. Así que dejó el pezón del rubio, y bajo la mano hasta su short, del que se deshizo fácilmente, metiendo la mano bajo su ropa interior, masajeando el ya despierto miembro de Len.
-Ahhhghh – gimoteó- Kaito… “¿Qué es esto, Kaito? ¿Puedes decirme?”
¿De donde viene lo que siento?
Sus gemidos resonaban por la sala, el joven trataba de acallarlos, sin mucho éxito, pues el mayor le ordena destaparse la boca:
-Lenny… déjame escucharte… no te reprimas…
Incluso si cubro mi boca mis gemidos
se escuchan muy fuertes
Kaito empieza a introducir uno de sus dedos en la entrada de Len, lentamente. El menor se queja un poco, pero el dolor se disipa un poco con el placer que Kaito le daba con su otra mano. Y así, uno a uno, hasta que tres dedos se movían al interior del rubio.
Len ya está preparado. Su impaciente amo, comienza con su parte del trabajo. Introduce su hombría, por entero, ignorando los clamores de su uke, que se convierten en jadeos demandantes.
-Kaito… ya…
-¿Ya que, princesa? –pregunta el opuesto, a pesar de saber la petición de Len.
-Hazlo… muévete… -susurra, sonrojado.
Me siento más que excitado
mi princesa se que eres traviesa
y te gusta mucho el poder jugar
El mayor sólo sonríe, atendiendo solícitamente la súplica de su uke, con estocadas sutiles pero nada fallidas, todas en el punto perfecto, donde Len se sentía desfallecer. Al movimiento implacable de sus caderas, lo acompañaban los ascendentes y descendentes de su mano sobre la virilidad de Len, haciendo una armonía de gemidos cargados de lujuria.
En el momento en que mi amo me escucha gemir
me va arrastrando a su profundo sueño
Con una toalla llenamos nuestras fantasías
antes de perder la conciencia
-“Su voz, su voz grave, murmura mi nombre, y yo, con mi voz tremendamente suave, gimo el suyo, lo paladeo y lo exhalo, a él le gusta que yo haga eso… y a mí me gusta hacerlo”
Su voz ronca
arranca mis prendas y le provocan excitación
como un fuego que aparece lentamente
y nos enciende en llamas
Siguiendo este juego, donde el placer se funde entre las emociones y las revuelve, Len jadea y acompaña el ritmo de sus caderas con las de Kaito, sintiendo besos en su cuello y parte de su peso en la espalda, una lamida en su oreja, una caricia extra en su miembro.
Tu libre cuerpo y postura
esta salpicando con mi encanto
y mis intenciones no son solo placer
pero quien sabrá las que tú tienes
-“Sí, me he enamorado de ti. Demasiado, aunque creo que para ti sólo sirvo para esto. No me importa, si con eso puedo hacerte feliz…” –Piensa, o intenta pensar el menor, mientras se somete al fatal e impúdico placer que Kaito le ofrece.
Kaito sigue arremetiendo contra el confundido Len, ahogando sus roncos resuellos en el ángulo entre el cuello y la oreja de éste, sonrojándolo, arrancándole gemidos de sus delgados labios sonrosados, ignorando completamente el hecho de que es otro estaba a punto de romper en llanto.
El tiempo deja de avanzar
Mientras tú y yo nos abrazamos
Nuestros impulsos no dejan actuar
Y juntos ellos se fusionan
Sigues cayendo dentro de mi
Atacándome con mucha fuerza
Y va aumentando con cada embestida
Y, vamos, finalizamos juntos.
Kaito aumenta la velocidad de su mano, haciendo jadear aún más a su uke, mientras sus caderas toman un ritmo propio y ambos se sienten a las puertas del orgasmo, sensación que hace que Len estreche aún más sus paredes, sacándole a su amo un ronco y completamente gutural gemido, que fue el que precedió a su inminente éxtasis, corriéndose en el interior del rubio, y éste en la mano de su amante, que se apresuró a lamerla con avidez.
-Kaito –susurró Len- Kai... –fue interrumpido por un beso forzado por el mayor, que fue extendiéndose por su cuello.
Al subir, y encontrarse con los ojos de Len, ligeramente más claros, cubiertos por una suave capa de ¿lágrimas? No continuó.
-¿Len? ¿Lenny? ¿Estás bien? [De maravilla, me acabas de violar :no me digas:] –preguntó el peli azul.
Len se limitó a bajar la cabeza con melancolía, aún con las mejillas ardiendo. Kaito lo tomó de la barbilla, obligando a Len a verlo a los ojos.
-Len…
-Kaito… yo… tú… a mí… ¡me gustas! –declaró/gritó el menor- Só… sólo quería que lo supieses… no es necesario que intentes quererme… me conformo con esto… -esta vez su interrupción se debió al precipitado abrazo que Kaito le dio.
-Len… Lenny, ¿de verdad no te habías dado cuenta? Vaya que eres distraído… dime, ¿esto fue sólo sexo? No, mi Len. Yo no sólo tengo sexo contigo. Yo te hago el amor. –afirmó con una sonrisa que radiaba ternura.
-¿Es… es eso en serio? –preguntó, con unos ojos incrédulamente interrogantes.
-¿Necesitas más explicación que esto? –lo besó cariñosamente en la frente- ¿O esto? –beso en la nariz – ¿O esto? –ahora en la mejilla.
Por toda respuesta, Len atrajo a Kaito hacia sí, diciéndole, con la voz más encantadoramente sexy que pudiese existir en el mundo:
-Mejor así.
Y lo besó profundamente, pasionalmente, con esos aún infantiles labios, como si quisiera comérselo.
-Princesa, te has vuelto demasiado salvaje –se burla Kaito- Aparte, querida, las pequeñas deben dormirse a las 8:00, y ya son más de las 12:00…
-Cállate y bésame –fue la demanda del menor.
-Yes, your majesty! –cumplió la orden de la más seductora manera que pudo.
Siguieron besándose, por un largo rato, hasta que Kaito observó el color que habían tomado los labios de Len.
-Por Dios, si Rin llega a darse cuenta de esto va a asesinarme –Dijo el adicto al helado, al observar las marcas del cuello y los labios de Len.
-¿Matarte? Mejor mata a Gakupo, si descubro unas en el cuello de Rin… -dijo con cara de psicópata.
-Hey soo –lo interrumpió- Tú no eres ningún inocente, ¿me equivoco?
-Yo no me pervertí por arte de magia… -susurró.
-Pero te gusta, ¿no es así? –preguntó, con cara lujuriosa.
-Sabes que sí –se sonrojó- Pero a ti te gusta más –sonrió- Buenas noches, amo –se puso de puntillas y lo besó, empezando a alejarse.
-¿Adonde crees que vas? –Jaló a Len del brazo- Tú te duermes conmigo –afirmó, llevándoselo como novia.
-¿Qué… que me vas a hacer? Si intentas algo raro te mato –dijo el rubio.
-¿Te atreverías? Ja, no lo creo –rió- ¿No aguantas una segunda ronda, princesa? –iba a añadir algo más, cuando advirtió que Len se había dormido en sus brazos- Bueno, otro día será –murmuró, llevando a Len a su cama y arropándolo- Dulces sueños, mi princesa.