-Quiero pedirte un favor ¿Esta bien? – Su negro cabello le caía alborotado sobre la frente, haciéndome imposible verle el rostro. Así que nunca pude saber la cara que tenía en ese momento.

-Lo que me pidas. – Conteste dándole un sorbo al jugo de naranja que sostenía entre mis manos. Cuando hube terminado, mordisquee la pajilla casi como si fuera un dulce, y  luego aplaste la caja entre mis manos.

-No te enamores de mí ¿De acuerdo?

La caja se resbalo de entre mis dedos, y fue a dar contra el piso con un ruido que ni siquiera percibí ¿Era necesario hacerme eso?

Sonreí y le di una palmadita en el hombro, y, tragándome esas ganas que tenía de abofetearlo y llorar, dije con tono burlón.

-Como si fuera a hacer algo tan estúpido como enamorarme de ti.

¡Al fin! Después de tanto tiempo, Azusa acepta que sus sentimientos, antes tomados como simple "cariño entre hermanos", es mucho más que eso. Y, ahora, con ayuda de Natsume, su hermano mayor, tendrá que ver la forma de acercarse y cuidar de su hermano gemelo, Tsubaki, sin arruinar las cosas entre ellos y sin meterle un gran problema a su tan unida familia ¿Qué sentirá Tsubaki por él? ¿Le corresponderá? ¿Lo odiara por sus tan raros sentimientos? ¿Habrá alguna forma posible de que estén juntos?

Para explicar la relación de estos dos, tenemos que imaginarnos el siguiente escenario. Metamos a un perro rabioso que no ha comido en días a una jaula húmeda, fría y solitaria; luego provoquemos al perro golpeando la jaula y haciéndole enfadar hasta que gruña y suelte mordidas al aire. Cuando este lo suficientemente furioso, arrojemos al interior de la jaula a un gato enfermizo, en pleno tiempo de celo. Hagamos que el gato arañe, jale, torture y juegue a su capricho con el perro hasta desquiciarlo y hacerlo sacar espuma por la boca, y dejémoslos a los dos el tiempo que sea necesario hasta que esa ira de ambos se trasforme en algo diferente. Dejemos que el ambiente se cocine en una receta inesperada.