Aquella era una noche tormentosa, donde las aguas se agitaban bravas y poderosas a la espera de una inminente tormenta. Finas gotas de lluvia se convertían en un fuerte aguacero que atentaba con huir grandes galeones y sumergirlos en sus profundidades, grandes buques tan solo reducidos a pequeños botes en la deriva de ese océano, furioso e incontrolable.
En las lejanías se podía divisar la silueta de un barco, delatado de su procedencia por las calaveras pintadas en sus velas como en una bandera atada al mástil, la cual ondeaba con tal fuerza que amenazaba rasgarse de un momento a otro y perderse en la oscuridad del horizonte.
Rápidas pisadas resonaban en los pasillos y corredores de aquel barco, siendo silenciadas por el fuerte rugido de la tormenta desatada en el exterior. Las respiraciones agitadas e irregulares de aquellos individuos delataban la prisa que llevaban en aquellos momentos, el peligro que les acechaba en cada momento no solo por estar de infiltrados en tierras enemigas, sino más bien el miedo a que el galeón, en cualquier momento se desestabilizara y acabase en las profundidades del océano azul.
Las cinco sombras corrían en dirección a cubierta resguardados por la oscuridad de la noche, proyectando leves sombras cuando la luz de algún farol instalado estratégicamente en algunos puntos del barco los iluminaba levemente.
Lograron desviarse del camino principal y tomar una de las vías alternativas, corriendo lo más rápido en dirección a cubierta antes de que los enemigos que les perseguían les encontrasen y les obligaran a combatir. Su carrera estaba a punto de llegar a su fin, mientras que cada segundo que pasaba les indicaba que su límite establecido entre el triunfo y la derrota, la vida y la muerte, estaba a punto de acabar.
-vamos chicos, quiero salir de aquí ya- les apresuro un chico de cabello rizado y nariz extremadamente larga- para la próxima prefiero que Nami me deje molido a golpes antes de morir ahogado en el fondo del mar con este estúpido barco-
-Jajajaj no sé de qué te quejas, Usopp-le corrigió un chico pelinegro que en aquellos instantes se encontraba en la cabecera del grupo- ¡si esto es una gran aventura!- comento con emoción pero ganándose una poderosa patada de un chico rubio que se encontraba corriendo detrás suyo-
Siguieron su carrera por un par de minutos más, tratando de avanzar lo más rápido posible gracias a las enormes bolsas que todos cargaban
-“Ya casi llegamos a cubierta, y Nami Swan dijo que se quedaría a bordo de Sunny Go pendiente de nuestra llegada. Después de todo, ella es la navegante y es la única que nos puede sacar vivos de esta tempestad”-pensó el chico rubio, sonriendo un poco y apresurando aún más el paso al ver que se había retrasado-“al menos pudimos encontrar el tesoro que mi pelirroja quería, después de todo ella nunca se queda tranquila hasta conseguir cada riqueza que ve y menos se quedaría de brazos cruzados cuando el tesoro que traemos cargando se lo robaron cuando nos encontrábamos en la mañana recorriendo la cuidad de la última isla que visitamos”-rio levemente ante sus pensamientos, hasta que su cara se transformó en una mueca de terror y frustración-“momento, momento. Allá adelante a la cabecera esta Luffy, y a mi lado viene Usopp. Atrás mío esta Robin Chan, jeje no podría confundir su perfume por nada. Y estoy seguro que a su lado se encuentra Brook, apenas siento sus pasos. Entonces… ¡Donde demonios se metió el marimo!”-
Horrorizado con su descubrimiento e intentando visualizar el momento exacto en que su compañero se había separado del grupo, se dio cuenta de que este había desaparecido luego de que lograsen rescatar los tesoros de la navegante en una de las numerosas bodegas del barco.
Una mueca de desagrado se formó en el rostro del rubio ante tal pronóstico más, no tuvo tiempo de seguir pensando. La helada lluvia empapaba su cuerpo, mientras que los salvajes movimientos de aquel galeón lo habían desestabilizado un par de veces y que, por culpa de la humedad del suelo, casi hubiese caído fuera del barco.
Suspiro algo ya más tranquilo al ver al peliverde allí, de pie en cubierta, luchando con algunos de los enemigos y ya herido levemente. Su corazón comenzó a latir con fuerza inusitada, más que nada al darse cuenta de lo pegado que llevaba su ropa producto a la fuerte lluvia. Marcando sus entrenados abdominales.
Sacudió su cabeza con fuerza, regañándose mentalmente ante sus pensamientos en un momento así; sobre todo cuando la tripulación completa se encontraba batallando contra los enemigos y el espadachín, en particular, llevaba quizás cuanto tiempo luchando contra aquellos piratas ya que su cuerpo se encontraba lleno de cortes y heridas superficiales.
Más, su momentáneo alivio le duro poco. El rostro de Sanji se tiño de horror, al ver que una ola gigante, de fácilmente unos quince metros de altura, se alzaba amenazante sobre sus cabezas; sumiéndoles en la oscuridad previa a la muerte.
Rápidamente le aviso a sus nakama de la inminente amenaza, sujetándose el mismo también a la barandilla del barco, esperando el inminente choque y rezando porque ninguno de los chicos acabase por soltarse. Vio como Usopp sujetaba a Luffy contra el mástil del barco, mientras que Robin y Brook habían alcanzado a entrar nuevamente a la cabina principal.
Al ver a todos los usuarios ya fuera de riesgo, su vista se centró en el espadachín de la tripulación quien, por estar más atento a su batalla que al verdadero peligro, había trastabillado cuando el barco, azotado por las múltiples olas había perdido el equilibrio, y se había golpeado con fuerza contra la barandilla; expulsando bruscamente todo el aire de sus pulmones y quedando inconsciente casi al instante, cayendo precipitadamente a las aguas heladas del Nuevo Mundo.
Sanji, al darse cuenta de la situación, corrió sin dudarlo un instante tras su nakama. Salto sin pensarlo tras él, sin escuchar los gritos horrorizados de sus amigos mientras la enorme ola se cernía sobre el galeón pirata.
Mientras el rubio buceaba en el océano en busca de su amigo, el Thousand Sunny se acercaba imponente hacia el barco enemigo, derrotándolos con facilidad. Los chicos subieron a cubierta como pudieron, siendo ayudados por el Ciborg y el renito al ver lo desgastados que todos estaban, sobre todo los martillos, producto del agua de mar.
Nami, al verlos a salvo, empezó a darles órdenes sin fijarse en los rostros de sus amigos hasta que, de sopetón, se dio cuenta de la presencia faltante de dos de sus compañeros.
-¿Dónde están Zoro y Sanji kun?-pregunto la pelirroja aterrada, sobre todo al ver que el galeón pirata que hasta instantes atrás era su enemigo, ahora se hundía en las profundidades del océano-
-Zoro san quedo inconsciente durante la pelea y cayó al agua-contesto el esqueleto como pudo, asomado en la barandilla de estribor en busca de algún atisbo de sus amigos- pero antes de que pudiésemos hacer algo, Sanji san se lanzó tras el-
Horrorizados ante tal descubrimiento, tanto la navegante como el carpintero y el renito se asomaron en la barandilla al igual que el esqueleto, tratando de contener las furtivas lagrimas que luchaban por escapar de sus ojos ante aquel escenario tan desolador.
Repentinamente, el renito grito con fuerza, señalando en la lejanía algo que los demás conocían demasiado bien. Todos abrieron los ojos aterrados, sin poder creer lo que veían, dejando por primera vez luego de enterarse de aquella nefasta noticia, que sus lágrimas escapasen con total libertad.
-¡¡Zoro!! ¡¡Sanji kun!!-grito la navegante sin ya poder contenerse al ver flotando allí, en medio del océano, Wadou Ichimonji, la espada predilecta del peliverde, y el encendedor del cocinero-
Tsusuku (o tal vez no XD)