Taeyeon, se revolvía entre las sabanas obtusamente; se retorcía del dolor que ejercían desmesuradamente sus músculos contraídos por las pesadillas que la hacían enloquecer en ese día oscuro, helado, nítido y sobretodo, lúgubre.
Esto es realmente delirante, no puedo mas
Una ligera caricia recorría todo su cuerpo desde sus tobillos hasta sus hombros, pero era inútil, ella seguía agonizando.
“Abre tus ojos”
Misteriosamente ella los abrió de par en par. Sus labios temblaban, percibía frio imponderable, las cobijas estaban al pie de la cama, solo una sabana la cubría. Comenzaba a ver borroso, su imagen paulatinamente se fue aclarando, cada vez mas límpida, esa blanquecina piel fina y tersa, unos ojos resplandecientes como un diamante. Una mirada punzante, al grado que le provocaba admiración, percibía misterio, sobre todo deleite. Esa fina sonrisa; en fin, un exquisito agasajo.
Apenas pudo articular palabra, de manera torpe.
-¿Q-Quien eres?-Balbuceo ante esa irreal imagen que permanecía frente a ella.
-No temas.-La extraña fluctuó su posición, recostándose a su lado, y posando su cabeza de manera sugerente en el pecho de Taeyon.
-¿Cómo te llamas?
-Mi nombre no importa, pero puedes llamarme Tiffany.-Ella miro a Taeyeon hacia arriba, sonriendo cálidamente, con pesar en la mirada; estaba cansada.
-¿Estoy soñando?-Mascullo ligeramente, acariciando sus cabellos y aspirando ese dulce y frenético aroma que desprendía con el mas diligente roce. –No puedo verte claramente.
-Tranquila, romperé esta oscuridad, para que me puedas ver. Pero faltara mucho para que me logres reconocer.
-¿De que hablas?-Taeyeon frunció el ceño azorada por el exceso de confianza que se tomaba esa mujer, esa cercanía que compartía junto a ella, le brindaba un calor especial, muy dulce.
-¿No has notado que puedes sentir lo que pienso?
-¿En que piensas?
-Concéntrate.-Taeyeon cerro los ojos y se visualizo a ella misma, caminando cerca de la tienda de golosinas a la que solía ir de pequeña. Siempre llegando a la misma hora, pero ¿Qué significaba eso?-Mira a tu izquierda. -Taeyeon sin abrir los ojos, dentro de aquella sutil visión, logro divisar a una niña castaña, que la miraba escondida detrás del mostrador.
-¿Esa eres tu?
-Tu que piensas.-Contesto con una voz que apenas y lograba ser captada por su oídos.
-Eres tu.-Continuo segura.-¿Por qué nunca te acercaste a hablar conmigo?
-No podía… algo me lo impedía, o bien alguien…
-Pero… ¿Por qué no le arrostraste defendiendo tu ideal?
-¿Dejarías que una serpiente te mordiera dos veces?
-A decir verdad… es probable que si.
-Eso te hace humana.-Tiffany se levanto y se sentó junto a ella, acariciando parsimoniosamente sus cabellos, mirando a la ventana. Taeyeon la miraba silbando entre dientes, eterna a la ensenada creada en ese ambiente donde se sumergía en una inquietante serenidad.
-Prométeme que vendrás a hablar conmigo, yo no puedo, pero no quiere decir que no lo desee.-Taeyeon se incorporo sentándose cerca de ella.
-Mph.-Taeyeon carraspeo chisteando con elocuencia.-Yo ya no he vuelto a aquel lugar en años.-Respondió tajante con tés firme.
-Pero podrías hacerlo por mi.-Tiffany volteo a verla con los ojos cerrados, meditando cada latido que lograba captar del corazón de su acompañante. Se acerco levemente y le beso la frente, y recargo su barbilla contra la frente de ella. Taeyeon la miraba escéptica ante tal caótica escena de la cual ella misma era participe. Tiffany la recostó nuevamente en la cama y le acaricio la mejilla. Taeyeon sentía sus mejillas encenderse al máximo, su rostro ardía como nunca.
-Mañana es mi cumpleaños, el mejor regalo que podrías darme seria venir a visitarme.
-Pero…-Taeyeon fue acallada por un ligero y efímero beso para sellar la promesa por parte de su inquilina. Tiffany se recostó sobre de ella mirándola a los ojos.- ¿Es una promesa?
-Acepto.-Taeyeon miraba al techo con una sonrisa idílica, mientras sentía poco a poco desvanecerse el peso que Tiffany ejercía sobre ella. Poco a poco su sonrisa se fue matizando, hasta caer rendida en un sueño profundo.
Cuando despertó, ya era de mañana, el canturrear de los pájaros se escuchaba amenazando que era la hora de continuar y romper la rutina, tenia algo pendiente.
La luz del sol se colaba por la ventana, provocando que ella abriera sus ojos tardíamente. Cuando dilucido que se encontraba sola, y no había nada mas, se paro abruptamente de la cama y corrió hasta la puerta de su apartamento, aun tenia el seguro puesto.
-Pero…-Mascullo ligeramente, examinando detalladamente cada centímetro de su departamento.-Entonces…
…Fue un sueño…
Se cambio, y salió presurosa a la librería, tenia pendientes por arreglar, y antes de abandonar por completo el lugar, se paro frente a un estante donde un libro en particular llamo su atención. Decidió comprarlo y meterlo en su bolsa. Al salir del establecimiento, decidió dar un paseo por detrás del lugar, encontrándose con la vieja dulcería a la que solía ir antes de mudarse. Ahora que había vuelto, sintió que no era mala idea echar un leve vistazo a la remodelación del lugar.
Al pararse frente a ella, noto un cambio oportuno, ya no quedaba nada del estilo campirano que tanto le agradaba, tan acogedor que era, ahora bien, solo era plástico. Algo en su interior le pedía a gritos que entrara, pero su mente le decía que no valía la pena. Camino apresuradamente, ya en la puerta, escucho esa dulce voz, esa melodiosa y mágica música para sus oídos. ¿Pero, acaso era real?
“Olvidar que ya no estas, no volverás, regresa.”
Meneo la cabeza decidida a darse por vencida, no recordaba lo que había soñado, pero si a una hermosa sonrisa, la mas divina que podía su subconsciente crear.
-No puedo dejar que el pasado me alcance.-Gimoteo absorta en su ensimismamiento, hasta que volvió una ultima mirada al lugar.
-Gracias.-Asintió una pequeña niña, recibiendo su cambio, saliendo de la tienda. La puerta quedaba abierta, pero en instantes volvió a su lugar. Mordiéndose el labio, decida empujo la puerta, siendo recibida por una resplandeciente luz.
Desilusión, no había nadie.
Una bruma de lagrimas empaño sus ojos, nublando su vista por completo, algo estaba esperando pero no se había encontrado nada, al darse la vuelta un libro cayo en su cabeza, desplomándose inconsciente en el suelo.
Al abrirlos nuevamente, era de nuevo aquella pequeña que aun gozaba de disfrutar de los dulces artesanales que se vendían ahí, y girando su cabeza hacia la izquierda, ahí estaba ella, esa pequeña niña que siempre la miraba, pero jamás se animaba a hablarle.
-Eres tu…-Sonrió con una ultima lagrima escaparse por sus mejillas.-Te compre un libro…-Miro a sus costados, pero su bolsa había desaparecido.
-Eso no importa.-Contesto la niña.-Viniste.-La abrazo vivazmente, mientras su visión se volvía a cegar, esta vez acompañándole con una gran jaqueca.
-Mi cabeza…
-¿Te encuentras bien?
-Yo…
-Ay Taeyeon, tu siempre tan distraída.
-¿Ti-Tiffany?-Pregunto confusa, sobándose las cienes.
-Si, ¿Por qué? ¿No me reconoces? Debemos continuar, ponte tu mandil.-Continuo extendiéndole la prenda gentilmente.
-Pe-pero…-Taeyeon al levantar el rostro, estaba completamente diferente a como ella se recordaba, su pelo lo traía recogido en una coleta,otra ropa portaba ella y al parecer ella y Tiffany ya se tenían mas confianza, ella por su parte permanecía recargada en el mostrador.-¿Trabajo aquí?
-Claro que si, ¿Qué esperabas?-Soltó con ironía la muchacha. Taeyeon la miraba crispada por el dolor de cabeza. Al parecer por fin había terminado con la incertidumbre.
-Feliz cumpleaños.-Prosiguió hastiada del olor a chocolate que llegaba hasta sus pulmones.
-Lo recordaste.-Tiffany sonrió, una imagen apetecible, fuera de su monotonía rutinaria, ¿Era real? No interesaba. Su vida realmente era tediosa, tenerla frente a ella con esa magnética mirada, la obligaba a no querer seguirse cuestionando.
Si estoy soñando no quiero despertar.