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Forbidden Desire por HaePark

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Notas del fanfic:

¡Buenas tardes!

Aquí les dejo un one-shot que se le ocurrió a mi pervertida mente y no pude resistirme a escribir. Me hubiese gustado que me saliese más largo, pero fue así cómo salió.

Creo que es un PWP, contiene escenas de sexo gráfico, y shota entre alumno y profesor.

¡Espero que les guste!

Notas del capitulo:

Este fanfic está basado en unas fotos de Etude House, donde salía Jonghyun disfrazado de profesor y Key de alumno. 

Les dejo los links de las fotos:

Jonghyun:

http://img824.imageshack.us/img824/1581/tumblrlzfic8e5k41qcl8qx.jpg

Key:

http://daehyunkim.files.wordpress.com/2012/02/20120222_etude_shinee_key.jpg

¡Les dejo leer y espero que les guste!<3

Hoy ha sido un día interesante.

JUEVES 23 DE MAYO, 8:30 AM

Llego por la mañana al instituto en el deportivo de Onew, mi compañero de piso.  

Al salir del auto y despedirme de mi amigo, al primero al que veo es a él, junto con sus amigos, todos estudiantes problema, fumando el cigarrillo de las ocho de la mañana. Ya son ganas, pienso.

Acarreando todos mis libros en el pesado maletín, paso por delante de esa pandilla de jóvenes adolescentes matones, que han elegido colocarse delante de la puerta del  instituto. Ni el mayor de ellos sobrepasa los diecisiete, pero ahí están, como si fuesen los dueños del colegio y del barrio.

Cuando paso frente a ellos, los ignoro olímpicamente y continúo andando hacia la puerta del colegio. Sin embargo, justo cuando iba a cruzarla, algo pringoso silba en el aire y va a estamparse en mi nuca.

Me giro como accionado por un resorte, mientras que con la mano derecha tanteo aquel asqueroso pringue. Me miro las yemas de los dedos después. Barro.

La pandilla de matones se echa a reír. Los fulmino con la mirada a uno por uno, intentando averiguar cuál era el de la bromita. Era él. Tiene las manos manchadas con el mismo barro que ahora me gotea sobre la chaqueta.

Suspiro. Fuera del colegio, no puedo castigarle, pero una vez dentro, me aseguraré de que me pague esta gracia.

 

 

 

 

 

Me llamo Kim Jonghyun, tengo veintiséis años, y este es mi primer año de profesor en la secundaria de Incheon. Enseño biología a los alumnos de séptimo y octavo.

Sé que todos los profesores en sus primeros años aguantan novatadas y burlas de los alumnos por doquier, y yo no iba a ser menos. En el séptimo curso está el grupo de chicos que me encuentro por la mañana, que se encarga de cubrir esa necesidad.

Ese grupo de alumnos problemáticos consta de unos siete chicos de entre quince y dieciséis años. Pese a todos los problemas que me han causado y a todos los partes disciplinarios en su honor que me he visto obligado a abrir,  no recuerdo el nombre de todos, sólo el de por así decirlo, el “líder” del grupo, que es él. Kim Kibum.

Soy consciente, pues no soy idiota, de que prácticamente las tres cuartas partes de los alumnos lo desean, y no puedo culparlos. Su pelo, rubio y perfectamente liso, sus felinos ojos rasgados, a veces denotando inocencia, su piel blanca y lisa, sus piernas delgadas y firmes…me hacen tener hasta a mí, pensamientos que otra gente no consideraría  muy correctos sobre mi alumno.

Su actitud despreocupada y  rebelde sólo consigue reafirmar esa aura entre salvaje y pasional, lo que lo hace lucir más apetecible a mis ojos.

Ese chico es un desafío a la cordura de cualquiera.

 

 

 

 

9:30 AM

A segunda hora, entro en la clase de 7B, la suya. Ya me he quitado esa mierda del pelo, aunque sigo decidido a pillar a Kibum haciendo lo que sea, lo que sea, para tener una excusa para castigarle en el recreo. Llevo mucho tiempo esperando para hacerle lo que he planeado hoy, y de hoy no se me escapará.

-¿Han estudiado la lección de ayer?-les pregunto a los alumnos en cuanto apoyo el libro sobre la mesa. Me ajusto las gafas por la montura y repaso la clase con la mirada. Kibum, sentado en última fila, balancea la silla sosteniéndose por las patas traseras. En la mano derecha tiene un bolígrafo bic, y mordisquea la tapa de una forma que a mí se me antojó incluso obscena. Oh, empezamos bien…

Los alumnos me responden con un vago <<Sí>>, al que yo, debido a hallarme entretenido contemplando otras cosas, no presto mucha atención.

Me fuerzo a apartar la vista de ese chico demonio, que me empieza a mirar burlonamente. Abro el libro de texto por el tema por el que vamos, el aparato locomotor y circulatorio.

Tras media hora de aburrida clase, se me ocurre sacar a preguntar a algunos alumnos.

-Bien, empezaremos por…-ni me lo tengo que pensar, igualmente finjo que lo hago.- Kim Kibum.

Todos le miran, y el mencionado suspira, se levanta del asiento, camina hacia el estrado y se para frente a mí de brazos cruzados, con un aire desafiante, que a mí, personalmente, me encanta.

-Indícame dónde están los serratos mayores.-comienzo.

Me recuesto en la silla, mirándole con interés por encima de mis gafas.

Él titubea un momento antes de colocar la mano sobre sus abdominales, moviéndola de arriba abajo para abarcar toda la superficie de los mismos.

-¿Y el aductor mayor?-inquiero ahora, provocador.

Frunce el ceño, pensativo, antes de llevarse la mano al interior del muslo, tan cerca de su entrepierna, en un gesto que se me antoja completamente incitador.

-Indícame ahora el pectíneo.-pido, intento controlar mi tono de voz. ¿Enserio hacía falta tan poca cosa para excitarme?

Me mira como sorprendido y oigo algunas risitas mal disimuladas entre la clase, que ignoro, más concentrado observando la entrepierna de mi alumno.

Su mano sube lenta y sinuosamente a la misma. Se me desorbitan los ojos y comienzo instintivamente a hiperventilar. Desgraciadamente, creo que se da cuenta.

-Lo he dicho bien, ¿No? ¿Me puedo ir ya a sentar?

Me obligo a subir la mirada hasta el rostro de mi alumno y respondo rápidamente, intentando disimular el tono acalorado de mi voz.

-Sí, sí, claro.

Se apresura a bajar hasta su sitio.

-Bien.-digo retomando el control de mi cordura.- Ahora, que suba la señorita Soo Jung al estrado.

Tras preguntar a cuatro alumnos más y ponerles deberes para el día siguiente, se acaba la hora. Me levanto del asiento, me despido de los chicos con una inclinación, como es costumbre,  y salgo de la clase.

Justo cuando franqueo la puerta, algo me golpea en la nuca por segunda vez en el día.  Me giro rápidamente, el proyectil está en el suelo. Una goma de la marca Milán.

Todos los alumnos de la clase me miran, callados y como estancados en el sitio, aunque se oyen algunas carcajadas silenciadas.

-¿Quién ha sido?-pregunto con toda la tranquilidad que me es posible adoptar.

Los chicos se miran unos a otros como buscando al culpable, un gesto bastante ridículo si tenemos en cuenta que todos le deben de haber visto tirar la puta gomita.

-Yo.-dice él, levantándose.

El enfado se me pasa instantáneamente, como es evidente.

Me sonrío. Él lo ha querido.

-Muy bien, Kim Kibum. Castigado en el recreo. Espérame cuando acabe la cuarta hora.

 

 

 

 

12:30 AM

Las dos siguientes horas de clase pasan rápida y distraídamente. Por fin, suena el timbre que indica el comienzo del recreo y salgo disparado de la clase en la que estaba.

Tras ir al baño, me encamino, razonablemente impaciente, a la clase de 7B, donde está Kibum, sólo, esperándome.

Está sentado en su mesa en última fila. Cuando cierro la puerta tras mí, solamente alza la cabeza y me mira sin interés.

-Veo que me has hecho caso y me has esperado después de clase.-comento, acercándome a su mesa.

Él asiente.

-No tenía opción.

Me siento en la silla que está situada delante de su mesa y coloco el codo derecho sobre la mesa, para luego apoyar la barbilla sobre la mano.

Nuestros rostros quedan a escasos centímetros, y aprovecho para grabar bien todos sus hermosos rasgos en mi mente, sus mejillas ligeramente coloradas, su respiración entrecortada, expulsando a cada expiración un aroma fresco y agradable en su aliento…

-¿Sabes? Tenía muchas ganas de pillarte en algo por lo de esta mañana…

Me acerco más a él. Kibum, que mantenía la mirada fija en su mesa, la despega momentáneamente. Al encontrarme tan cerca, sus mejillas se tiñen de un rojo más intenso, y sus ojos muestran una expresión tierna y avergonzada que jamás había visto en él, siempre tan desafiante y descarado.

Esa mirada me incita a dar un paso más y acerco mis labios a su oído de repente, rozando su oreja a cada palabra:

-…y que de esa manera nos pudiésemos quedar a solas.

Se estremece y su sonrojo se hace más evidente.

-¿Qué…qué dices?

Sonrío y le doy un corto mordisco al lóbulo de la oreja, lo que le hace sacudirse de arriba abajo.

-Creo que ya sabes a lo que me refiero.

Desvía la mirada, completamente rojo. Sus gestos de vergüenza y sumisión son como alabanzas a mi orgullo de macho, me siento más seguro y no puedo evitar incitarle.

-¿Por qué estás tan rojo, Kibum? Tú que siempre eres tan descarado, tan pagado de ti mismo…supongo que sólo eres tan valiente cuando están tus amiguitos cerca.

No responde, pero aprieta los puños a los costados de su cuerpo.

Me atrevo a bajar mis labios hasta su cuello y comenzar a hacer pequeñas succiones sobre el mismo.

-Cuando no estás bajo su protección, sólo eres un pequeño maricón.

Me mira con los ojos abiertos de par en par, refulgiendo de ira por el insulto. Me separo de la lisa piel de su cuello y le correspondo con una sonrisa sardónica.

-¿Por qué no me follas de una vez, y acabamos antes?-se le ocurre soltar.

Soy ahora yo quien se sorprende, y tengo que retractarme de cuando dije que no era tan descarado sin sus amigos cerca. ¿Acaso él…también lo deseaba?

-¿Es eso lo que quieres?-respondo, echando una ojeada por encima del hombro a la puerta de la clase, para asegurarme de que está bien cerrada. Lo está.

-Si eres lo suficiente macho para ello…-dice Kibum, devolviéndome el juego.

Sonrío, eso es algo que nunca debería haber dicho.

-Voy a hacer que te arrepientas, Kibum…te voy a enseñar cómo lo hacemos los mayores…te adelanto que si mañana consigues levantarte, podrás darte por satisfecho.

Él se une a mi sonrisa desafiante. ¿A dónde se ha ido el chico que hace nada se sonrojaba por mi simple roce?

-Tal vez el que mañana no pueda levantarse seas tú.-me reta.

Me levanto, le agarro por las muñecas y le estampo contra la pared.

-Comprobémoslo.-le sugiero, antes de lanzarme a unir sus labios con los míos en un beso pasional, salvaje, casi bestial. En cuanto nuestras bocas se juntan, abro la mía y me asombra comprobar que él hace lo mismo, sin quedarse atrás. Nuestras lenguas comienzan a lamerse la una a la otra, a jugar en el interior de nuestras bocas en una lucha encarnizada por dominar la del contrario.

Aún le tengo agarrado por las muñecas, y entre el beso, Kibum forcejea para soltarse de mi agarre. No le dejo. Que comprenda quién manda aquí.

Cuando finaliza el beso por falta de aire, mis labios bajan a encargarse de su cuerpo. Comienzo a succionarlo, dejando grandes marcas rojas de labios sobre el mismo. Oigo sus ligeros suspiros y noto su erección dentro de los pantalones, contra la mía.

 Aquí comienza el juego.

Le tomo y le lanzo contra el suelo sin mucho cuidado, posicionándome luego yo de horcajadas encima suya.

Jadea cuando nuestras bocas se vuelven a encontrar. Qué boca tiene aquel niño, jodidamente dulce, y caliente…su lengua, hábil y flexible, parece que está en todos los lados, siempre dispuesta para jugar con la mía. Más y más placer es enviado a mi abdomen, que me grita que lo tome ya. Ya. Ahora.

Y por supuesto, es lo que pienso hacer.

Le tomo de la camiseta escolar con fuerza para quitársela. La tiro por ahí. A ese gesto le acompaña su rostro horrorizado, más que evidente que no se esperaba estar expuesto ante mí tan pronto.

-¡Jonghyun!-exclama, y vuelven a empezar los forcejeos.

Agarro sus muñecas con la misma mano y las coloco por encima de la cabeza, lo cual me deja una mano libre para explorar más a fondo ese cuerpo delicioso.

Mi mano recorre todo su torso, acaricio su abdomen y lo araño superficialmente con las uñas, sin hacerle mucho daño, haciéndole vibrar de excitación contenida.  Subo hasta sus pezones, y comienzo a describir círculos justo alrededor de los mismos, apretando y de vez en cuando pasando los dedos por el interior. Kibum gime, jadea y se retuerce, frotando inconscientemente su cada vez más erguida erección contra la mía.

Me decido a dar un paso más y tomo con los dientes el pezón derecho, mientras que estimulo al otro arañándole, provocando a su dueño escalofríos y latigazos de placer. Su cuerpo tiembla bajo el mío, y la sola imagen de su rostro totalmente sonrojado, con los ojos cerrados y los labios completamente rojos y entreabiertos, emitiendo suspiros y gemidos a cada acción, me pone muchísimo.

Dejo de estimular sus pezones y levanto la mano con la cual lo sujetaba contra el suelo. Inmediatamente intenta hacerse con el control sobre mí, empujándome por los hombros, pero rebato esa acción tomando su erección por fuera de los pantalones, haciéndole de nuevo caer al suelo, totalmente rendido al placer que siente de pronto.

-¡Joder, Jonghyun!-arquea la espalda y emite ese grito delicioso. Creo que me va a explotar la polla de lo dura que la tengo, joder.

-¿Te gusta, pequeño?-pregunto con la voz cargada de libido. Desabrocho sus pantalones, impaciente por poder masajear su miembro directamente contra su piel.

-Sí, ¡Sí! Agh…¡Joder!-empiezo a masturbarle expertamente, con las dos manos. Masajeo el tronco, doy toquecitos a los testículos con los dedos, aprieto sobre el glande…más y más gemidos salen de su boquita de ángel. Arquea la espalda, mantiene los puños cerrados a ambos lados de su cuerpo, retorciéndose de placer…su pre-semen no tarda en salpicar mis manos, gesto que me pone cachondísimo, cabe decir.

-Amh…Para…Jonghyun…-jadea.

-¿Por qué?-interrogo, sin parar.

-Quiero…agh…hacértelo…yo a ti…

Decido parar, me gusta la idea, y además mi polla ya empieza a dolerme. Me yergo, me desabrocho los pantalones y me bajo los calzoncillos, liberando mi miembro. Me lo acaricio con una mano, y con la otra agarro el pelo de Kibum, obligándole a acercar su cabeza a mi erección.

-Cómetela.-ordeno.

 Se sonroja de nuevo y mira directamente a mi miembro con aprensión.

Suelto una corta carcajada.

-¿No querías jugar, Kibummie?

Separa sus ojos de mi erección y me mira a mí, con rabia, ira y ese aire de desafío que ya os he contado que me encanta.

Acto seguido, acepta el desafío y engulle mi erección a toda prisa.

El primer contacto de mi miembro con su garganta es calurosísimo, abrasador. Siento como da una corta arcada al chocar mi miembro con el fondo de su garganta y lo saca rápidamente.

Le da unos cortos lengüetazos al glande que me hacen morir de placer. Por si fuese poco, vuelve a meter mi erección en su boca, más lentamente que la primera vez, y comienza a masturbarla con los labios.

-Joder, Kibum…-gimo. La boquita de ese niño, de tan sumisa y obscena, es como un paraíso.

Le agarro del pelo con brusquedad y marco un ritmo más rápido de embestidas contra su garganta. Mi miembro choca contra las paredes de la misma, la lengua de ese chico lame toda la extensión, mis testículos chocan contra sus labios a cada entrada…

Libero mi pre-semen en el interior de la garganta del chico, y antes de correrme del todo, saco mi erección de la misma. Quiero terminar en el interior de Kibum, en ese culo angelical y bien formado que tiene.

Me termino de desvestir, me quito la chaqueta y la camiseta y las tiro al suelo.

De nuevo tomo a Kibum de las muñecas y lo obligo a levantarse. Me mira interrogante con una cara de susto que me resulta, de tan tierna, excitante.

Le apoyo contra la mesa que está al lado, y le tumbo sobre la misma boca abajo. Le quito los pantalones y los calzoncillos de un tirón, y estos van a hacer compañía a mi ropa en el suelo.

Se estremece al quedar totalmente expuesto.

-¡No, Jonghyun!

Le doy un azote con la mano abierta sobre el trasero, que tiembla bajo mi contacto.

-Te dije que mañana no podrías levantarte…-le separo las piernas bruscamente y me introduzco entre ellas. Me echo hacia delante para susurrarle en la oreja.- Llevo queriendo hacerte esto desde principio de curso, Kibummie. Me parece que ya era hora de darte un buen castigo.

Comienzo a azotarle, con la palma de la mano, primero en la nalga derecha, luego en la izquierda, luego en la derecha…aumentando de intensidad a cada golpe. El pequeño se estremece, jadea, y se sacude sobre la mesa a cada azote. Adoro su reacción, y adoro cómo se sonroja la blanquísima piel de su trasero tras el “castigo”.

No puedo contenerme y le separo las piernas aún más si es posible, dejando a la vista el pequeñísimo orificio que conforma su entrada. Joder, sólo de verlo me enloquece. Mi erección no va a caber ahí…el simple hecho de imaginarme entrando, forzando esas paredes, me hace ponerme más duro de lo que ya estaba.

Me inclino hacia ese agujerito y lo chupo por el exterior. Kibum jadea y se encoje, intenta cerrar las piernas. Yo, que estoy entre las mismas, no le dejo hacerlo.

Ese pequeño círculo de músculos sabe bien…deseando probar más, lo tiento y meto la punta de la lengua en el mismo.

-¡Joder, Jonghyun!-grita Kibum.

Introduzco del todo la lengua en el mismo para provocarlo, comprobando que sí, está jodidamente estrecho. Lamo todo su recto, sacando y metiendo la lengua.

-Agh…No lo aguanto…ah…¡Jonghyun! Ahm…¡PARA!

Sin dejar de chupar con verdadera fruición, le doy otro azote para que se calle.

Después de ensalivar completamente el agujerito, saco mi lengua del mismo y muerdo la nalga derecha del muchacho, muy cerca de su entrada. Me concede un nuevo gemido por esa acción.

-Bien, Kibum, voy a entrar.-le anuncio. Mi voz suena estrangulada por la excitación y el deseo.

-¡Prepárame primero, joder!-me grita.

Acepto, después de todo es un niño, y a juzgar por lo estrecho que se está ahí adentro, esta es su primera vez. Pero como prepararle yo sin más no sería tan divertido, le digo:

-Prepárate tú. Quiero verte haciéndolo.

Se lo piensa unos momentos, pero finalmente, al encontrarse entre esa opción o que le pegue la estocada sin más y le parta el culo, accede a hacerlo él.

Desde mi privilegiada posición, contemplo cómo se lleva tres dedos a la boca y los chupa uno por uno, metiéndoselos y sacándolos de la misma, como momentos antes hizo con mi polla, la cual por cierto, al ver esa incitadora escena, comienza a doler.

Se lleva la mano atrás, con el índice erguido, y la posa sobre su trasero.

-Indícame dónde está el sitio.-suplica, con voz temblorosa.

Tomo su mano por la muñeca y la llevo justo hasta el agujerito, donde alineo el índice con el mismo.

-Ahí.-digo, empujando un poco su mano, haciendo de esa forma que introduzca la uña en su interior.

Aún temblando como una hoja (definitivamente, sí era su primera vez), comienza a introducir el índice muy, muy lentamente, soltando un grito de dolor a cada hundida en el minúsculo orificio. Contemplo extasiado como su entrada se va “tragando” su dedo, como desaparece su falange en el interior de su cuerpo… Mi erección palpita de nuevo, reclamándome atención, y comienzo a tocármela con suavidad, imaginándome de nuevo lo estrecho que debe estar para que dé esos gritos.

Consigue meter el dedo hasta la mitad, donde no se atreve a introducirlo más y me suplica, con la voz llorosa:

-Ayúdame…

Suspiro,  pero acepto a ayudarle. Con una mano comienzo de nuevo a masturbarle, suelta un gemido por la sorpresa, y con la otra le ayudo a seguir introduciéndose. Sus gritos me suenan a música celestial, y lamento haber dejado mi polla olvidada, porque me vuelve a doler.

Una vez ha conseguido introducir el primer dedo, el segundo es un poco más fácil porque su entrada se dilata a causa del placer.

Con dos dedos dentro, es más entretenido. Le digo que los abra todo lo que pueda, que expanda las paredes de su recto… cada acción suya es acompañada con un grito de Kibum, que yo no sabría definir muy bien si es de dolor o de placer, creo que una mezcla de ambos.

-Introduce un tercero.-le obligo, al final.

Esta vez, le dejo a solas intentando meter los tres dedos en su estrechísimo orificio. ¡Joder! La vista que tengo, situado entre sus piernas, es celestial. La imagen de Kibum, tumbado sobre la mesa de uno de sus compañeros de clase, completamente desnudo, agarrándose con una mano al borde de la mesa para no caerse y con la otra intentando auto penetrarse con tres dedos, es lo más excitante que haya visto nunca, películas porno de calidad incluidas.  Y si a eso le añadimos todos sus jadeos, gemidos y gritos, sería realmente para grabarlo.

Comienzo a masturbarme con esa imagen, para aliviar el dolor, y pronto mis gemidos se unen a los de mi alumno.

-Estoy…estoy listo, Jonghyun…-jadea.

-Saca los dedos.

Obedece y se agarra con las dos manos al borde de la mesa.

Contemplo como su pequeño orificio está completamente rojo y palpitante. Joder, estoy cachondísimo…

-Voy a partirte, Kibum.-aviso. Me agarro con ambas manos a sus caderas y alineo mi miembro con su entrada.

-Ten cuidado, por favor, Jonghyun.-gimotea el pequeño.

En acto de solidaridad, me escupo sobre la mano y utilizo esa saliva para lubricar un poco mi miembro.

Hago eso justo antes de acercarme a su entrada, meter la cabeza de champiñón de mi miembro dentro…y…

…Empalarle con fuerza, de una sola estocada. Su grito, desgarrador, corta el aire.

-¡¡AHH!! ¡Bestia!

Por mi parte, me siento morir de placer. Tan estrecho está que todos sus músculos rechazan la intrusión y se ciñen alrededor de mi erección, formando una caliente y enloquecedora prisión.

-Ah…Jonghyun, duele…-gime con lágrimas en los ojos.

-Espera…agh…ahora se te pasará…

Muevo mi miembro en su interior buscando más contacto. Mientras tanto, comienzo a masturbar, otra vez, al pequeño, para distraerle del dolor.

Retrocedo para volver a empalarme en él, y así una vez y otra, hasta alcanzar el conocido punto G del pequeño (punto erogéneo o próstata, N/A), haciendo que el nuevo grito que emite salga distorsionado por el placer.

-¡Sí, Jonghyun! ¡Hazmelo así!

Acompaño mi próximo impacto contra su próstata con un fuerte azote a su trasero, y así una vez, y otra, haciendo coincidir los impactos placenteros del pequeño con impactos dolorosos. Más gritos.

Kibum se estremece, se sacude bajo mi cuerpo, y acerca inocentemente sus caderitas a las mías para encontrar más contacto.

-Joder…Kibum…

Qué culo tiene aquel niño…que afortunado soy yo de ser el primero que lo rompa.

-¡Agh! ¡Jonghyun! Creo que…creo que…ahg…me voy a correr…

Muevo rápidamente mi polla dentro de él, rozando con más fuerza su bomba de placer, e invitándole a ello.

Finalmente, con un estruendoso grito que debió de oírse por toda la escuela, noto cómo su caliente semen resbala desde su miembro hasta mis dedos, y cómo los músculos de su entrada se contraen, apresando mi erección, apretándola con caliente y abrumadora fuerza. Me quedo ciego de placer, prácticamente. Y con otro grito ronco, me corro en el interior de Kibum.

El orgasmo es potentísimo, jamás he estado en un culo más delicioso. Saco mi polla del interior del niño y me dejo caer al suelo de rodillas, esperando a que mi respiración se normalice.

Me chupo los dedos uno por uno, que están pringados con el semen de Kibum. No es muy espeso, ya que mi alumno no es muy mayor, pero sí es muy, muy dulce. Delicioso, como todo lo demás en él.

Él, en cambio, se queda tumbado sobre la mesa, aún abierto de piernas y jadeando pesadamente.

Me acerco por detrás suya, tambaleante aún por los efectos de la devastadora descarga de placer, y lamo mi propio semen, que se escurre de entre sus nalgas. También chupo de nuevo su entrada, que ha quedado maltratada, totalmente roja y palpitante.

-Agh, eso fue increíble…-comento, mientras termino de “limpiar” de semen el trasero de Kibum.

Este contesta con voz agotada:

-Creo que tenías razón y mañana no podré caminar…

Notas finales:

¡Espero que les haya gustado! Si es así, déjenme algún review con su amor, y si no, alguno con sugerencias para mejorar para futuros fics. 

¡Los amo!<33

 

 

PD: Los serratos mayores, el aductor mayor y el pectíneo, son músculos. Los serratos mayores son lo que vienen siendo los abdominales, y el aductor mayor y el pectíneo se encuentran en el interior del muslo, muy cerca de...de...bueno, ya ustedes saben.

 


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