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Zombiestuck por PokeStand

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Dave Strider apoyó la espalda contra la pared. Se encontraba agitado, nervioso y confundido. Apretó el mango de la katana con fuerza, dejando salir un suspiro silencio.

De repente le dieron ganas de vomitar.

Se inclinó y esperó, más ni siquiera eso. Rápidamente se dio cuenta de que era una estupidez.  ¿Qué iba a vomitar? No comía nada hace más de veinte horas.

Se distrajo observando el arma. Le traía recuerdos de su hermano, quien había muerto hace tan poco tiempo que a él todavía no le parecía real. Era extraño. Solo se había sentido un poco conmocionado al verlo muerto en la calle. Su hermano se tiró desde la terraza después de haber perdido la lucha...

Oh, la lucha.

Dave se llenó de orgullo. Se había lanzado con tal de no convertirse en una de esas cosas. Al principio, no lo había entendido. ¡Los había destrozado a todos! ¿Entonces por qué su hermano se había suicidado? Y cuando bajó del edificio, pudo ver las marcas de dientes en su brazo. Lo habían mordido. Y jamás verían a un Strider convertido en uno de ellos, por eso decidió terminar con su vida. Y la fortaleza que había tenido al tomar tal decisión lo alegraba tanto como lo apenaba.

El rubio respiró hondo, ahora sintiéndose un poco más mareado.

Sin embargo, no había tiempo para suspiros o descansos. Tenía que seguir adelante.

Se movió con cuidado y sigilo, asomando la cabeza para ver las calles vacías de toda vida. Y allí fue donde los divisó a ellos.

Ellos.

Los de mirada perdida. Los de piernas rotas. Los que caminan quebrado. Los que segregan sangre contaminada. Los hambrientos. Los que no saben hablar. Los de sonidos horrorosos. Los que te buscan.

Los que no tienen vida.

Ellos.

Dave cambió de idea. No tenía ganas de salir corriendo e ir despedazando con su arma a quien se cruzara. Tampoco tenía la energía suficiente.

Vamos, solo te faltan doce cuadras. Doce malditas cuadras. ¿Corriste todo el camino hasta aquí y te vas a rendir ahora? No podía permitírselo.

Pero... no podía más.

Se dejó caer nuevamente contra la pared. La cabeza le daba vueltas y allí, entre escombros de una casa rota, estaba seguro. Se deslizó hacia el suelo, frustrado. Eran doce malditas cuadras, pero ya no daba más. Su cuerpo le exigía descanso. Llevaba aproximadamente quince horas andando y luchando contra esas cosas caminantes.

Solo quería llegar a la casa de John.

Sabía que ahí se encontraría con todos sus amigos. Después de todo, era 14 de abril, el día después del cumpleaños de su mejor amigo. Dave le había prometido ayer que iría a su casa después de las seis de la tarde, porque a esa hora salía de kendo. Pero jamás llegó a pasar nada de ello.

Tenía la esperanza de que Rose y Jade estuvieran en la casa del Egbert. Deseó que los tres estuvieran sanos y salvos en la casa, juntos. Se imaginó a Rose tratando de organizarlos, a John emocionado y asustado por la similitud de la situación con las películas, y a Jade algo temerosa pero valiente y bien dispuesta a ayudar.

Sus amigos se las arreglarían. Solo faltaba que él fuera hasta allá, para poder protegerlos. Ese pensamiento lo llenó de energía inexistente, por lo que se levantó del suelo con la idea fija en seguir su camino, pero soltó un quejido al sentir el cuerpo pesado.

Volvió el mareo y cayó, golpeándose contra algunos escombros. Se estremeció y se encogió en sí mismo, oyendo el ruido que había hecho y esperando ser el único que hubiera oído tal lio. Intentó reincorporarse nuevamente, pero la cabeza le dolía demasiado. Dejó de intentarlo y cerró los ojos.

Inmediatamente, sonidos alrededor suyo empezaron a resonar, obligándolo a removerse hasta quedar de nuevo pegado contra la pared, atento a los ruidos.

Los escombros empezaron a caerse. Los estaban golpeando desde afuera, tratando de pasar.

r13; ¿Hay alguien ahí?

Dave reconoció la voz enseguida. Logró ponerse de pie y casi gritar:

r13; ¡John!

Luego de hablar, vio como tiraban todo a la mierda y el polvo envolvía el lugar. Dave se tapó la nariz y oyó toser a John.

Ni bien se disipó la nube de polvo y tierra, Dave y John se abrazaron con fuerza. El pelinegro tuvo que sostener la mayor parte del peso, ya que el mayor estaba exhausto.

r13; Mierda John. Puta mierda.

r13; Lo sé. ¡Dave! ¡No sabes la alegría que tengo de saber que estás bien! Estábamos tan preocupados por ti...

Dave miró por detrás del hombro del chico. Vio a Rose y Jade con expresión de alivio. Él les sonrió levemente y trató de separarse del abrazo para ir a saludarlas.

r13; Wow, qué cumpleaños, ¿No John?

r13; No es momento de burlarte, Dave, hay que salir de aquí cuanto antes. Está lleno de zombies...

r13; Dave, hay que buscar un lugar seguro. r13;Habló Rose, tomando a Jade del brazo, quien parecía que el alivio se le había pasado y ahora se veía muy asustada.

r13; ¿No trajeron provisiones? ¿Armas, nada? r13;Inquirió Dave, preocupado por ellos.

r13; No. r13; Respondió Jade con tono molesto y le echó una mirada acusadora a John.

r13; ¡Ya dije que lo sentía! r13;Replicó él con algo de vergüenza.

r13; ¿Qué pasó?

Rose sonrió.

r13; Lo que pasó es que Egbert salió corriendo a buscarte sin tomar ninguna precaución. Nosotras tuvimos que ir tras él. r13;Le explicó ella.

Dave frunció el ceño. Estuvo a punto de reprocharle a John lo idiota que había sido y lo imprudente e impulsivo de su acción, pero en el fondo se sentía agradecido y no pudo regañarlo. Suspiró de nuevo y quiso proponer alguna idea de a dónde podían ir a partir de ahora, mas todo se volvió borroso ante sus ojos y se desmayó antes de darse cuenta de nada.

 

r13;...por los pies.

r13; No es mala idea.

r13; Pero en caso de un enfrentamiento contra los muertos vivientes, estaríamos en peligro.

r13; No veo otra opción, Rose.

r13; Jade tiene razón. Tenemos que irnos.

r13; No estoy muy segura de que arrastrar a Dave sea la solución...

Dave escuchó parte de la conversación que tenía lugar a su lado, entre susurros. Poco a poco fue recobrando la conciencia y entendiendo mejor lo que decían. Cuando estuvo completamente consiente, no abrió los ojos. Se quedó en silencio, haciéndose el dormido mientras ideaba su propio plan. Trató de hacer un plano mental de dónde se encontraba y hacia donde podía ir. Un lugar seguro. No, ni siquiera eso. Un lugar cualquiera en donde pudieran permanecer con vida durante uno o dos días. ¿Cuál era el lugar que había pensado anteriormente?

r13; McDonal's. r13;Soltó de repente, abriendo los ojos.

Sus tres amigos lo observaron extrañados.

r13; ¿Eh?

r13; Que podemos ir a McDonal's. Siempre hay uno cerca y habrá comida y bebida, aunque no sea la mejor. Podemos descansar ahí y salir mañana a buscar otro lugar.

John le sonrió y le estiró la mano. Dave la estrechó y tiró de ella, ayudándose a sentarse junto a ellos.

r13; Detesto las cadenas de comida rápida. Pero bien pensado, Dave. r13;Lo felicitó Rose.

r13; Dave, ¿Estás bien? r13;Preguntó su amigo.

r13; Sí. Estaba muy cansado, pero ahora estoy mucho mejor. ¿Vamos?

r13; ¿Ya? r13;Jade se abrazó las piernas, algo anonada y apenada.

r13; Sí. Cuanto antes mejor.

Ella asintió y se puso de pie. Los demás la imitaron.

Dave volvió a sostener la katana y otra vez volvió a recordar a su hermano. No obstante, no dejó que sus sentimientos se notaran. No había tiempo para la nostalgia.

r13; Vamos.

Localizar al dichoso lugar no había sido difícil. Lograron llegar sin el menor problema: el verdadero desafío estaba adentro.

Dave soltó una maldición al ver que había varias personas que en algún momento habían estado comiendo allí y ahora no eran más que cadáveres que deambulaban por el lugar. Hallaron más de los esperados, ya que al ser un lugar muy concurrido, antes había estado lleno de gente.

r13; Yo me encargo.

r13; Espera, Dave, tú no puedes...

r13; He recorrido todo el camino desde mi casa hasta aquí r13;Lo interrumpiór13; puedo con esto, John.

r13; ¿No podemos ayudarte? r13;Preguntó Rose.

r13; ¿Tienen algún arma?

r13; No.

r13; Entonces espérenme.

Dave entró.

En la planta baja como diez. Fue silencioso y acabó con los dos primeros rápidamente, aunque le regresaron las nauseas.

El olor a muerte... Olía un poco a metal oxidado y a carne podrida, y a eso se le sumó el aroma de la sangre. Estaba por todas partes. Casi nublaba sus sentidos, haciéndole temer por lo que podía ocurrirle. Retrocedió un poco y lo notaron, por lo que dejó de simular que no estaba y empezó a luchar de verdad.

Pero eran demasiados.

Dave retrocedió hacia la salida, chocándose contra una pared. La palpó con desesperación mientras veía como lo iba acorralando y oía los gritos de sus amigos.

Empuñó la espada, dispuesto a suicidarse si era necesario, antes de caer en manos de todos esos zombies.


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