Hasta cuando seguirían las cosas así, hasta cuando seguiría soportando el dolor, era fuerte y frío pero eso era solo una coraza, en el fondo dolía su indiferencia, su orgullo era más fuerte que los sentimientos porque sabía que le quería o al menos lo deseaba. No. Estaba seguro que aquel le quería, lo amaba, estaba seguro, durante las noches, más de una vez se lo había demostrado, le llenaba de besos y dulces caricias, y su melodía favorita eran los gemidos que innumerables veces les acompañaban al contacto de sus cuerpos. Pero, no era así cuando estaban con sus amigos, quería tenerlo cerca pero él buscaba distancia, abrazaba a otros, reía con otros, sonreía con otros y estaba seguro que también había besado a otros, golpeó la pared. Esta vez iba a escucharlo.
Se encontraba abrazando a otro chico, sus brazos rodeaban su cintura, sonreía y bromeaba con los demás, se paró frente a él, lo ignoró, como si no existiera, volteando su mirada hacia los demás, abrazado todavía a aquel chico.
-¡¿Quieres parar de una vez?!-Alzó el volumen de su voz, suficiente para captar su atención. -Himchan deja de actuar como si no me conocieras.
Himchan se volvió, soltó sus manos de aquel chico. Ahora todas las mirabas estaban sobre ellos, pasaban de uno a otro. Himchan se puso inquieto.
-¿Qué cosa?- Sus palabra eran cortantes y rudas.
Yongguk lo supo, no iba a ceder y él tampoco tenía porque seguirle sus caprichos, sus coqueteos, estaba seguro que también tenía su propia lista de pretendientes, mujeres y hombres, qué más daba, si el pelinegro de mirada felina no tenía problemas con ello él tampoco los tendría pero eso sí, le demostraría de lo que se perdería para el resto de su vida. Se acercó más al montículo de personas que rodeaban al menor, el corazón de Himchan se aceleraba, sus amigos retrocedieron, ignoraban lo que realmente pasaba con ellos aunque existían muchos rumores sobre sus noches... Nadie más que ellos sabían que pasaba cuando la puerta se cerraba y daban rienda a la pasión que siempre les consumía al tenerse cerca.
Se miraban, se tenían frente a frente, como se habían visto varias noches, la diferencia es que esta vez tenían ropa y estaban con una multitud… Himchan empezó a sudar, no sabía lo que Yongguk quería hacer, si quería golpearlo que lo hiciera ya, esquivó su mirada. Yongguk estiró su mano y le tomó de la barbilla, le giró la cara para seguir viéndose, su mano libre la colocó sobre uno de sus hombros y lo atrajo hacía sí. Himchan abrió los ojos lo más que pudo. Sabía lo que haría, quería separarse pero estaba petrificado y no puedo accionar ningún músculo.
Sintió los labios del mayor moverse contra los suyos y reaccionó pero no como esperaba, su mente luchaba por separarse pero su cuerpo no obedecía, correspondió el beso con la misma pasión que Yongguk le transmitía, pasó sus brazos por su cuello y con sus manos tomó la cabeza del mayor trayéndolo más hacía a él, profundizando el beso. Sintió su cuerpo jadear, el oxígeno le faltaba y escuchaba el murmullo de los presentes, no le importaba lo que pensaran, quería disfrutar este momento, su momento, el tiempo parecía detenerse t los demás dejaron de existir. Bruscamente Yongguk lo empujó, separándole, Himchan no entendía, el mayor sonrió y pensó que todo estaba bien.
-Esta noche no te quiero en mi casa, ni nunca más. Entendiste.- Soltó Yongguk, quien sin esperar respuesta dio la media vuelta y se marcho terminando con el infierno de un amor medias.
Himchan se dejó caer, quedando sentando en el suelo, silenciosas lágrimas rodaban por sus mejillas chocando contra el suelo, su ropa, su piel, no tenía interés en detenerlas, había sido humillado, había reconocido públicamente lo que sentía por Yongguk, amor, realmente lo amaba y ahora por su actitud infantil lo había perdido, no iba a detenerlo, no lograría nada, su mente sabía que esto era una humillación pero él solo sintió el dolor de haber perdido lo único que era verdaderamente suyo, por juegos y caprichos, por diversión y pasiones pasajeras había perdido el derecho de tener un amor único y leal, eterno y real, lo había perdido.
Yongguk tenía razón, ahora lo entendía cuando una vez antes de empezar esta “relación”le dijo, una noche cuando solo eran amigos.
“-Estás hecho de piedra. Ignoras, no ves, no escuchas, pretendes que todo sea diversión y no asumes las consecuencias, puedes perder todo de la misma manera que lo conseguiste”
Ahora entendía, Yongguk siempre estuvo para él, siempre le hablaba, siempre le escuchaba, cuando escribía una letra de canción, era una confesión de amor. No le costó tener a Yongguk a su lado, se lo advirtió, que podía perderlo de la misma manera tan fácil. No estaría siempre, ahora lo entendía pero que podía esperar si estaba hecho de piedra, insensible y frío, como la roca más pequeña que pudiera existir.
Se levantó y salió del lugar, había aprendido una lección.
*
Yongguk se encontraba en su auto, las lágrimas salían sin piedad, le nublaban la vista, qué más daba. Lo había perdido aunque nunca había sido completamente suyo, dolía de igual manera, culpa tenía él de enamorarse de aquel ser frío que solo se encontraba hecho de piedra.