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Mi Enfermera Personal por KuroAshi_ZxS

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Notas del fanfic:

Hola a todos! Bueno bueno XD aquí les traigo un pequeño omake de mi fic anterior "Tiempo De Recuperación" ya que cierto hermanito mio me extorsiono XD y bueno, cualquier queja o molestia que vaya a el XD (Nisan, sabes que te quiero XD) y que también me dejo debiéndole un fic (no se como lo hizo xD) así que me tendrán seguramente mañana actualizando mis demás fics o subiendo alguno nuevo ewé

Y bueno, como él fue quien me extorsiono, este omake va dedica a el XD Marimo52 te quiero hermanito! x33

Notas del capitulo:

One Piece es propiedad de Eiichiro Oda, si no quien sabe...

Mil disculpas por las posibles faltas ortograficas y espero les guste n.n

-¡Ashu!-

Ya era la tercera vez en menos de una hora en la que terminaba estornudando, mientras la fiebre cada vez aumentaba, provocándome escalofríos horrorosos. Esto de estar con gripe era un verdadero infierno, más aun si era la primera vez que me resfriaba.

Todo había ocurrido luego de que el cocinero al fin había logrado recuperarse, poco después de que les confesáramos al resto sobre nuestra relación. Había acabado esta vez yo enfermo, extrañamente según me había dicho Sanji, luego de pasar toda una noche durmiendo sin ropa en el piso del baño cuando, tiempo atrás, nada me había pasado cuando había nadado en las aguas congeladas del Grand Line en la isla Drum, antes de conocer a Chopper.

Según el renito, todo había sido por “compartir” saliva con el rubio en cualquiera de nuestros besos.

Intente incorporarme un poco, recordando molesto las cadenas de kairoseki que me mantenían inmóvil, sujeto a la cama. En otras circunstancias me habría sido fácil librarme de ellas, pero ahora, con las fuerzas al mínimo y contando la resistencia de estas, la convertían en una tarea imposible para mí.

Había acabado en estas condiciones luego de mi primer día de encierro, cuando había logrado escaparme a la torre de vigía para un entrenamiento matutino. Con mucho esfuerzo habían logrado devolverme a la enfermería ya que, a pesar de estar debilitado, mi fuerza seguía siendo mayor a la de ellos.

Al ver que había conseguido convencer al capitán de comprarle carne si estaba de mi lado, a la arpía que tenemos por navegante se le había ocurrido la genial idea de utilizar las cadenas de kairoseki que Sanji usaba como trampa en la cocina para lograr inmovilizarme por completo. Y así, justamente había sido como había acabado donde estoy ahora, encerrado en la enfermería del barco sin poder escaparme, con tan solo el permiso de salir un par de veces al baño luego de jurar y perjurar que no me iría cuando ellos bajasen la guardia.

Los chicos sabían cómo chantajearme, usando en mi propia contra mi honor de espadachín, sabiendo a ciencia cierta que si decía algo lo cumpliría hasta sus últimas consecuencias. Pero aun así, los muy malditos no habían tenido la delicadeza de quitar mis cadenas.

Al menos, no todo había sido tan malo como parecía. Durante tres días se habían cambiado los papeles, siendo el cocinero esta vez el que ha estado cuidando de mí.

He tenido a mi cocinero única y exclusivamente para mí, disfrutando nuestras ahora frecuentes conversaciones o cuando se encargaba de darme de comer, besándonos de vez en cuando o alegrándome enormemente por el simple hecho de poder dormir juntos.

Mire nuevamente el reloj, pasaban de las cinco de la tarde. Hace ya más de dos horas que me encontraba solo en la enfermería, con el ciborg en cubierta arreglando los estragos de nuestra última batalla, pero que a pesar de todo pasaba cada media hora a ver cómo me encontraba.

En la mañana habíamos llegado a una nueva isla, y Sanji me había dicho que luego del almuerzo iría al mercado de la cuidad a comprar los víveres. Después de todo, a pesar de cuidarme, aún seguía siendo el cocinero del barco y no podía descuidar sus deberes.

Pero ya habían pasado más de dos horas, y a juzgar por los ruidos de maquinarias en cubierta, podía adivinar que ningún otro de los chicos todavía tampoco habían llegado. Aguce el oído al sentir unos pasos conocidos en cubierta y luego una breve conversación interrumpido por el familiar repiqueteo de un martillo dando contra la madera, hasta que luego escuche a la lejanía un “¡Espero que logres súper recuperarte!” y el barco volvió a quedarse en silencio.

 Intente mantener alerta todos mis sentidos, pudiendo sentir con claridad el sonido de unos zapatos de tacón acercándose hasta donde me encontraba. Suspire más que abatido, seguro se trataría de alguna de las chicas que había llegado antes y seguramente le había dicho a Franky que lo relevaría para que el pudiese ir a dar una vuelta a la cuidad.

Cerré los ojos apesadumbrado, sintiéndome ya mejor al ver que la fiebre había bajado casi en su totalidad. Sentí unos golpes en la puerta, y al ver la hora en el reloj, las seis en punto. Genial, hora de mis medicamentos.

-pase-gruñí molesto de que me molestasen luego de haberme ilusionado, más aun si se trataba por darme esa asquerosa medicina que el renito había preparado-

-no deberías tratar así a tu enfermera personal, marimo. O ya no vendré a cuidarte y te dejare a cargo de Nami san por el resto de la semana- abrí mis ojos sorprendido, volteando mi rostro al ver de dónde venía aquella voz tan familiar-

No podía creer lo que venía, esto era muchísimo mejor que mis sueños más pervertidos. Recostado en el marco de la puerta se encontraba Sanji, sonriéndome coqueto mientras jugueteaba con un cigarrillo entre sus dedos. Pero el verdadero motivo de mi asombro no era más ni menos que su atuendo: un corto vestido de enfermera de color rosa con unas medias a juego, unos zapatos de tacón blancos y una tiara sobre su cabeza.

Sanji se acerco poco a poco a mí, contoneando sus caderas mientras apagaba el cigarrillo que sostenía en su mano; sentándose a mi lado mientras me dejaba ver descaradamente entre su falda lo que, esperaba que fuera, unas bragas de encaje. Los colores se subieron a mi rostro con fuerza, tensando mi cuerpo al no saber que se proponía y, claro está, al verme totalmente inmovilizado y a su merced.

-¿Qué-que crees que haces vestido así, Sanji?-pregunte como pude, tragando saliva al ver lo sexy que estaba-

-pues…si tengo que cuidarte pienso hacerlo de verdad, con vestimenta incluida- me giño su único ojo descubierto, acercándose a mí y rosando mis labios con su lengua- Roronoa san, ¿será un buen paciente y me dejara cuidarle o tendré que castigarle?-me pregunto lujuriosamente, tomando el frasco de mi medicina y sonriendo al ver mi reacción-

-lo lamento enfermera, pero no tengo deseo alguno de tomar ese jarabe- le conteste divertido, viendo como el rubio con su mano libre desataba las cadenas que me mantenían inmovilizado- pero si tiene algún otro medicamento para curarme, le hare caso al pie de la letra-atraje su cuerpo hacia el mío, abrazándolo por la cintura-

-pues tengo una medicina que seguro le hace efecto-acaricio mi rostro con cariño, haciéndome sonreír perversamente al ver que inclusive tenia los labios pintados de color rojo- ¿acepta?-empezó a pasar su mano descaradamente por mi entrepierna, sacándome más de algún jadeo mal contenido-

Sin siquiera esperar una respuesta, se lanzo a mis labios, besándolos furiosamente. Le senté en mis caderas, aprovechando para subir un poco su falta y acariciar sus piernas, ahora cubiertas por aquellas medias que llegaban un poco más arriba de sus muslos.

Abandone su boca, llevando mis labios a su cuello y lamiéndolo, marcándolo en repetidas ocasiones mientras sonreía al escucharle gemir por mis atenciones. Apreté sus nalgas, masajeándolas con algo de fuerza, sintiendo como su entrepierna despertaba y empezaba a frotarse contra mi vientre.

Le acosté en la cama, bajando un poco su traje para empezar a lamer sus pezones, simulando embestidas contra su prieto trasero. Aprovechando que estaba semi desnudo, Sanji me quito los pantalones cortos junto con mi ropa interior, relamiendo sus labios al ver mi erección.

-vaya, si está muy hinchada y caliente-comento de manera morbosa, besando mi mejilla antes de bajar lamiendo mi abdomen hasta llegar a mi pene-habrá que darle un tratamiento especial ¿acaso le duele mucho, Roronoa san?-pregunto en tono inocente, lamiendo la punta con gula-

-sí, un poco-conteste algo contrariado, pero luego me repuse mientras lamia mis dedos- lo dejo todo en sus manos, mi linda enfermera-

El rubio volvió a sonreírme, introduciendo mi miembro en su boca, empezando a chuparlo con rapidez. Gemí abiertamente, de verdad mi cocinero no se andaba con rodeos si se lo proponía.

Lamí mis dedos rápidamente, volteando a Sanji para poder dejar sus caderas sobre mi rostro. Empecé a dilatarle a conciencia, sin siquiera darme el trabajo de quitar su braga ni sus medias, rompiendo sin mediaciones su traje para poder acariciar todo su cuerpo con mayor libertad.

Uno, dos, tres dedos. Tres dedos traviesos irrumpiendo en su intimidad, jugueteando con su punto hasta que se corrió en mi cara, manchando su braga y sus muslos.

Al ver que ya estaba preparado, volví a sentarle sobre mis piernas mientras le penetraba; las ansias desde la primera vez que lo habíamos hecho aun seguían latentes, por lo que de una vez termine embistiéndolo al sentir como gritaba de placer.

Contrario a mis predicciones, fue el propio Sanji el que empezó a penetrarse, sujetándose de mis hombros mientras jadeaba fuertemente. Luego de salir de mi estupor, seguí su ejemplo, moviendo con fuerza mis caderas mientras lo dejaba a cuatro en la cama, aprovechándome de aquella posición para poder masturbarlo a la misma velocidad de mis embestidas.

-¡AHHH!-gritamos ambos al mismo tiempo, al sentir como el tan esperado clímax los alcanzaba, derramando ambos sus semillas mientras le abrazaba con fuerza-

Poco a poco, y mientras calmábamos nuestras respiraciones sentí como Sanji caía dormido en mis brazos. Así que, saliendo con cuidado de su interior, recostándolo en mi pecho y tapándonos a ambos con las mantas.

-¿disfrutando de tu nueva enfermera? ¿eh, Zoro?-dijo una voz desde la puerta, con un todo divertido en ella- tan solo es el primer día y ya la dejas exhausta ahahah-

-ya cállate bruja-bufe al ver a Nami allí, junto a la arqueóloga- ¿se puedo saber que demonios pretenden ustedes dos espiándonos así?-

-¿nosotras? Nada, espadachín san-contesto la morena, sonriendo también- solo queríamos ver si la idea de cocinero san había funcionado, y a decirles que pasaremos la próxima semana en un hotel de la cuidad- comento como si nada, moviendo la mano en señal de saludo mientras cerraba la puerta otra vez-

Suspire contento, quizás Sanji tenía razón y esto de estar enfermo no era tan malo como lo parecía. Y claro, mas aun cuando había sido mi cocinero quien había pasado día y noche cuidándome, mimándome como nunca nadie lo había hecho en mi vida.

Sabía que Sanji era especial, un regalo caído del cielo para mí. Por eso, lo protegería siempre, no lo dejaría estar solo.

Porque el había hecho algo de lo que siempre estaría agradecido: me había dejado entrar en su corazón.

¿The End?

Notas finales:

Espero les haya gustado y sus rew (y espero no molestar a todos los que me envian sus comentarios, pero hago un llamado a aquellos que ultimamente me han dejado rews bastante agresivos, o criticando mis fics, por favor si no les gusta solo no entren y ya)TTuTT nisan, maldito chantajista xD te quedare debiendo un fic XD cuidense mis lectores n.n/

Sayo!!! x33

Kuro-Chan!!!


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