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Mano Izquierda por EijiTonks

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Notas del fanfic:

 Bueno ya saben Prince of Tennis no nos pertenece ni a mi ni a Elunest o realmente esto seria muy pervertido oficialmente.

 

Como ya vieron este fic fue un proyecto que Elunest y yo nos dimos la tarea al ver por casualidad que queriamos hacer un fic de la misma idea y bam! lo hicimos juntas, agradezco de antemano el que me permitiera subirlo en mi cuenta ya que aparecera como el fic No. 30.

 

 Ojala les guste y disfruten de nuestra historia no oficial del asunto de los capitanes del Seigaku.

http://i43.tinypic.com/28vt0jk.jpg  

 

Notas del capitulo:

Viva la Strongest Pair!!!!!

Su último trimestre como capitán estaba en curso. Miraba con nostalgia anticipada aquellas redes que eran retiradas por sus novatos de primero, los mismos que llevarían a SEIGAKU a los grandes campeonatos a nivel nacional. Yamato estaba muy seguro de aquello por la dedicación y pasión que los seis muchachos – a su manera – daban a este deporte que él amaba con todas sus fuerzas.

 

¿Cuál era el motivo por el cual luchó un año y medio para ser capitán?

 

Al principio, sintió atracción por aquel puesto por ser catalogado como el máximo premio que un tenista juvenil podría recibir en su escuela. Yamato luchó por esa plaza sin desviar su atención en ayudar a un compañero ni de apoyar a sus senpais en el trabajo en equipo; mucho menos alejarse de su pasión por el tenis que siempre estaba como prioridad en todos sus movimientos dentro del grupo.

 

Pero, con el paso de los años, ese motivo fue cambiando de matiz al ver que sus compañeros de grado no estaban a la misma frecuencia que él, no desarrollaban la misma pasión que él. La mayoría de esos muchachos estaban por no encontrar afinidad en otra actividad extracurricular, porque es obligatorio en la educación elemental de Japón estar inscrito en un Club con el fin de que los alumnos tuvieran un espacio para distraerse sin desviarse del objetivo principal de aprender y cultivar la mente y el espíritu.

 

Fue así cuando decidió que apenas fuera capitán vería – desde aquella privilegiada plaza – a los líderes del futuro, los que en verdad llevaran a SEIGAKU al lugar donde merecía estar. Amaba el Club de Tenis por lo que había aprendido mientras fue cobijado en su seno y quería retribuirlo de una forma que – además – fuera satisfactoria para el mismo Yamato.

 

Una de esas maneras, era encontrar a aquellos muchachos que comandarían y enaltecerían el nombre del Club.

 

Hasta el momento, ya tenía a su sucesor. Tezuka Kunimitsu es un chico de gran potencial, pero que, a su vez, no ha tenido oportunidad de demostrarlo en las canchas de la escuela por no tener un oponente que lo obligue a sacarlo regularmente. La única persona que incitó al chico de lentes mostrar aquel talento, fue Sanada Genichirou quien entró a RIKKAI junto a otro nombre que ha hecho fama: Yukimura Seiichi. Ambos ganaron el Campeonato Nacional de este año.

 

Ese partido fue la prueba física de algo que estaba consumado. Aquel chico seria el próximo pilar de SEIGAKU, pero los pilares deben tener un compañero, un igual para sostener aquel equipo que llevaría el tenis de su escuela a las altas cumbres y esa era la problemática que no abandonaba la mente de Yuudai en la actualidad.

 

La búsqueda no ha sido fácil, pero tampoco quería dejárselo a la profesora Ryuuzaki; quería ser él quien se llevara el crédito del descubrimiento de los grandes líderes de SEIGAKU. Era – recordando para sí mismo – su forma de devolver todo lo aprendido durante los últimos tres años.

 

Sabía que la mujer era una profesional muy competente, pero, para Yamato, ser capitán no es sólo ser el número uno de la escuela en una disciplina determinada ni tampoco dar órdenes para recalcar su autoridad – según lo que ha aprendido en este camino de año y medio como numero uno en el club de tenis –. Es ser un líder formador, un visionario que sea capaz de encontrar entre sus “discípulos” al mejor y entregarle – por meritocrácia – aquella plaza conductora con el fin de llevar al equipo a las cumbres más altas dentro de las competencias nacionales. Ese era su máximo deseo como líder de SEIGAKU.

 

Por supuesto, también aprendió que el capitán no podía solo con esta tarea, que necesitaba la colaboración y el respeto sincero de todos, la confianza absoluta en el otro junto con la clara convicción de que la victoria estaba en el trabajo duro y mancomunado. Sólo con esas tres variables, un equipo sale victorioso en lo que sea y eso podría imaginarlo en Tezuka Kunimitsu, quien se tomaba con mucha seriedad su potencial en el entrenamiento y demostraba responsabilidad por su impecable promedio escolar, lo que despertaba admiración dentro de sus compañeros de grado.

 

No obstante, Yamato recuerda que el muchacho no podrá sólo, faltaba un compañero que reforzara esas tres variables con Tezuka y que colaborara con él cuando el equipo lo necesitara, ya sea en las tareas administrativas o en el trato en la cancha cuando estuviera ausente e, incluso, aconsejar a cada uno de sus regulares y miembros cuando estos lo requieran y tengan más “feeling” con él que el capitán mismo.

 

Por ello, la elección debía ser muy cuidadosa.

 

De los cinco chicos que estaban como posibles elegidos resaltaban dos.

 

Oishi Syuichirou era un candidato bien ponderado al tener una gran amistad con Tezuka desde la primaria donde fueron compañeros de aula. Entraron juntos a SEIGAKU por el vinculo que sus padres tenían entre sí, ya que también fueron estudiantes de la misma escuela y son felices por heredarles aquella amistad a sus niños que comparten la pasión por el mismo deporte. Yamato notaba aquello cuando los padres de Oishi y del propio Tezuka se turnaban para alentar a los dos niños como si fueran hermanos, ya que no hacían diferencias en las porras.

 

Syuichirou posee una precisión que resalta de los demás compañeros y mucho tesón. Se esfuerza tanto como el propio Tezuka cuando entrenan en las canchas y en los ejercicios de precalentamiento y resistencia muscular. También, destacaba el carisma y la solidaridad que poseía Oishi cuando se trataba de un compañero; siempre estaba dispuesto a escuchar y ayudar cuando sentía honestidad en esa petición. Aquello, ayudaría mucho en el momento de potenciar la confianza absoluta dentro del equipo.

 

No obstante, Yamato creía que el sub-capitán debía retroalimentar a su compañero de mando en todas las áreas de este deporte, creía que ambos debían potenciar el juego del otro al igual que en las tareas de apoyo con el resto del equipo. Era una condición casi inherente para el capitán en ejercicio.

 

Y ahí entraba el segundo candidato: Fuji Syuusuke.

 

Aquel chico que había llegado de Chiba para entrar a SEIGAKU debido al traslado laboral de sus padres – o era lo que escuchó de la señora Ryuuzaki cuando revisaba las fichas de los nuevos integrantes del equipo –. Fuji demostraba un potencial tan grande como el que ha visto en Tezuka y que se esconde bajo esa sonrisa permanente y hasta carismática; aquella curvatura de labios era ideal cuando se trata de formar un ambiente de contención y cohesión dentro del nuevo equipo que se formaría bajo el comando de ellos, ya que no todos tienen llegada directa a Tezuka por el carácter fuerte y serio que este posee a pesar que aún arrastra rasgos tímidos propios de la niñez que cambiaban cuando al muchacho se le imponía una tarea.

 

También, Yuudai creía que Fuji podría equilibrar la balanza. El mayor pensaba que esa sonrisa no era gratuita; carismática y bonita sí, pero no estaba únicamente “de adorno”. Yamato estaba seguro que Syuusuke tenía un carácter tan fuerte como el de Tezuka, pero era algo más pasivo, le gustaba “juguetear con su presa antes de cazarla”. No obstante, esa fuerza en el carácter pondría el equilibrio adecuado a esa balanza que Kunimitsu llevará en los hombros.

 

Sin embargo, nada estaba definido. Quería que ambos  le dieran la prueba definitiva.

 

Observaba a los muchachos elegidos mientras recordaba la conversación con la profesora Ryuuzaki, quien estaba curiosa por saber los nombres, aunque él quería dárselos cuando estuviera realmente seguro de ello.

 

– ¿Has pensado en algún nombre para los próximo lideres del Club, Yamato-kun? –, preguntó.

 

Sonrió al escuchar esa pregunta. De hecho, encontraba demasiado raro que aun la profesora Ryuuzaki no lo instara a darle los nombres o empezar, al menos, a averiguar para dónde iban los tiros mientras terminaba el último reporte de la semana.

 

– Lo del capitán ambos lo sabemos, Ryuuzaki-sensei –, mirándola fijamente a los ojos. No traía esos lentes hippies con los que acostumbra a estar cuando monitoreaba al equipo en cancha.

– Sí, Tezuka-kun ha demostrado ser un chico de alto potencial y responsabilidad absoluta –, corroboró sin contar que el chico de lentes ópticos era su favorito dentro de los nuevos miembros.

– Ahora, estoy buscando a su compañero –, levantándose para mirar desde el ventanal al equipo que se encontraba en las practicas regulares.

 

Ambos hicieron una pausa mientras observó que la mujer daba una lectura rápida al informe.

 

– ¿Tienes algún nombre? –, mientras guardaba los papeles en su carpeta, muy interesada.

– Dos, pero quiero que me den la prueba definitiva –, sonriendo mientras miraba al equipo.

– Estaré pendiente de eso –, mientras se acercaba a ver si Yamato estaba divisando a los elegidos.

– No sea tan impaciente, Ryuuzaki-san – riendo al descubrir las intenciones de la mujer – seguro que esos dos muchachos no demorarán. Ambos son ideales para ese puesto –.

– No te preocupes, ya sé quienes son. Suerte, Yamato-kun –, luego de observar a Oishi y Fuji, quienes jugaban un partido. Amplió su sonrisa con motivo de alentar a su alumno.

 

Vio a la mujer salir antes de mirar el reloj. Era hora de que el entrenamiento acabara por lo que se colocó su blazer de regular junto con sus anteojos favoritos para bajar y mandar a los miembros a las duchas junto con pedir a los de primero recoger las pelotas e implementos de la cancha.

 

“Cuánto extrañaría este lugar, las canchas… todo”, pensaba para sí mismo mientras veía que Kikumaru se acercaba con la cesta de pelotas para avisarle que estaba todo limpio y ordenado.

 

Pocos días pasaron cuando se reveló a Yamato el nombre del chico quien, según su criterio, debía ser el compañero para Tezuka Kunimitsu en el liderato del equipo de tenis.

 

Caminaba por las canchas cuando vio, precisamente, al futuro capitán con alguien a quien deseaba ver competir contra el muchacho elegido para el puesto de líder.

 

Rogó para que no lo vieran y desplegaran todo su potencial. Ahora era el momento perfecto para observarlo, aunque estaba sorprendido por Kunimitsu, ya que el muchacho era demasiado responsable y, con ello, la impulsividad no iba en esa ecuación cuando Tezuka se encontraba en la cancha de tenis. Pero, apelaba que el castaño de lentes quería descubrir a Fuji como él, aunque no para un puesto de mando si no como tenista, lo que era el paso numero uno para lograr afinidad.

 

El juego había comenzado, Yamato sonrió satisfecho al saber que Tezuka golpeaba – desde el minuto uno – con el brazo izquierdo y no fue el único con esa alegría, ya que Fuji curvó más los labios y relajó las cejas por pocos segundos, los suficientes para que Yamato apreciara aquel sentimiento mientras el castaño de ojos azules ejecutaba el saque.

 

No obstante, Kunimitsu golpeaba la pelota con el máximo esfuerzo y, aun así, el tiro iba sin la fuerza que se necesitaba para jugar de igual con un oponente desconocido como es Fuji para Tezuka en estos momentos. Yamato, desde que vio al castaño de lentes usar su mano izquierda, supo que el chico de primero respetaba mucho a su contendor. No obstante, el capitán observó que el aspirante a líder del Club estaba en la cuenta regresiva, ya que el brazo no aguantaría tanta presión luego de ser lesionado hace pocas horas.

 

– ¿Qué te pasa Tezuka-kun? – preguntaba Fuji después hacer el punto. Creyó escuchar un quejido por parte del castaño de lentes, quien no llegó a la pelota – ¿Te encuentras mal? –, preocupado.

– No ha sido nada. Sigamos –, respondió mientras volvía a tomar la posición característica para restar el próximo saque de Syuusuke.

 

            El juego seguía su curso “normal”. Yuudai valoraba la actitud de Tezuka con respecto a la palabra que seguramente había empeñado para encontrarse con Fuji y jugar aquel partido que ambos deseaban, ya que – de lo contrario – Kunimitsu no habría arriesgado la lesión que fue propinada por un superior enojado. Ese brazo se iba a romper si no detenía el juego – pensaba mientras caminaba a las canchas – además, ambos novatos estaban rompiendo una regla, por lo que el responsable Tezuka estaba corriendo el riesgo de ser expulsado a la próxima falta, ya que jugar lesionado era el segundo error y con tres faltas disciplinarias, cualquier miembro del equipo era sacado del Club. Aunque, en el caso de Tezuka lo invitaría a renunciar para que su prestigio como tenista juvenil no se viera afectado.

 

            No obstante, Fuji se hizo cargo de lo que el capitán debía hacer y aquella acción fue la prueba que Yuudai necesitaba para encontrar al compañero ideal que ayudaría a Tezuka Kunimitsu a llevar el equipo de tenis de SEIGAKU a las altas cumbres, a los torneos más importantes de Japón.

 

            Ambos vieron el rostro lastimero de Kunimitsu, quien soltó la raqueta y cayó de rodillas en la línea de fondo de la cancha mientras se tomaba el codo. Yamato siguió quieto en su posición, quiso esperar a ver si Fuji hacía algo y sintió alivio al ver que el castaño de ojos azules se movió rápidamente hacia la zona donde se encontraba el otro jugador.

 

– ¡Tezuka-kun! – corrió con todas sus fuerzas al ver que Kunimitsu se quejaba con los ojos cerrados – ¡Te pasó algo, lo sabia! –, agregó afligido mientras pensaba en qué podía hacer para ayudarlo.

– Me has dado una paliza –, dijo tajante mientras relajaba el rostro y lo subía para mirar fijo a su oponente.

– ¿Por qué te has esforzado tanto? ¿Por qué no tratas de cuidarte más? –, regañándolo, aunque más estaba asustado por sentir había comprometido más la dolencia de Tezuka.

– Porque te lo había prometido – levantándose, colocando su seriedad característica en el rostro – y yo también tenía ganas de jugar contra ti –, agregó haciendo énfasis en que su palabra valía en verdad y tomaba mayor fuerza cuando sus deseos iban en la misma dirección.

 

            Yamato se sorprendió completamente al ver que Fuji estaba sobrepasado en su molestia y, por consecuencia, tomó a Tezuka – quien se asustó por aquel movimiento – de la remera y lo acercó a hacia sí mismo. Yuudai tenia que arriesgarse a dejar correr las aguas, aunque si Syuusuke golpeaba a Kunimitsu, ambos adolescentes estarían fuera del club, lo cual sería totalmente desafortunado si se pensaba en el potencial tenístico de ambos muchachos y se complicaría todo, incluso, el formato de salida para los dos tenistas, sobretodo el de lentes debido a la fama estricta de su familia.

 

– ¡Pues, quiero que sepas que no estoy nada contento, aunque hayas cumplido tu promesa! –, expresó furioso sin dejar de agarrar fuerte la polera de Tezuka. Gruñó alto con los ojos cerrados mientras bajaba el rostro.

– Lo siento mucho…. –, apenado.

 

            El capitán en ejercicio sintió un alivio casi celestial cuando observó que el castaño de lentes fue liberado del agarre. Escuchó a Fuji decirle a Tezuka que caminaran juntos a la enfermería para que revisaran el brazo de Kunimitsu, quien – en el camino – reveló la causa por la cual tiene el codo tan afectado.

 

            Luego de esconderse, cubriendo su cuerpo en el pequeño muro que estaba bajo las redes de alambre que cercaban las canchas, esperó que los novatos se alejaran. Corrió a decirle a la mujer que ya había encontrado al sub-capitán del equipo de tenis. Sonreía mientras llegaba a los camarines donde sabía que se encontraba Ryuuzaki-sensei a estas horas hablando con el albañil, quien hizo la mantención de los grifos de los lavabos y las duchas antes que comenzara el entrenamiento general.

 

– ¡Yamato-kun! – estaba completamente sorprendida y también preocupada al verlo llegar de sopetón al camarín – ¿Qué te pasó? –, preguntó al ver que su alumno parecía querer decirle algo con urgencia desde el marco de la puerta.

 

            Observó que Ryuuzaki tenía debajo del brazo unas pruebas de matemática que – seguramente – tomó en el periodo anterior. No pudo evitar sonreír al recordar que él también pasó por esos exámenes tan difíciles que la mujer confeccionaba cada año. Ninguna prueba de Sumire era igual y los alumnos que no estudiaban lo suficiente, pues sufrían y dedicaban palabras poco amables para la mujer, quien era tan estricta en el aula y en las canchas de tenis.

 

– Cualquier cosa, puede llamarme, Ryuuzaki-san – interrumpió el albañil – ¿Necesita alguna otra reparación en otro sector? –, preguntó.

– No, muchas gracias por venir tan deprisa, Nanami-kun –, a modo de despedida hacia el joven.

– Con su permiso –, se retiraba silencioso al ver que el muchacho que llegó necesitaba hablar a solas con la señora.

 

            No obstante, Yuudai tenía otro asunto que tratar y si no decía algo ahora mismo, la mujer podría darle con esas mismas pruebas en la cabeza, porque – además – Ryuuzaki tenía un genio muy corto y complicado por demás cuando la hacían esperar.

 

– Fuji Syuusuke… –, respondió mientras entraba acercándose a la mujer.

– ¿Qué pasa con Fuji-kun? ¡Habla de una vez! – exigió afligida pensando que el chico sufrió algún accidente – ¿Dónde está? –, volvió a preguntar aunque algo más comedida.

 

            Bastante tenía con la lesión de Kunimitsu – pensaba Sumire mientras esperaba la respuesta de Yamato – y aquello la tenía sensible a todo lo relacionado con los novatos del club, quienes eran mucho más talentosos y apasionados que la mayoría de los miembros de mayor data. Ryuuzaki temía que Kunimitsu – quién aun figuraba como novato – presentara problemas mayores o, incluso, que perdiera interés por este deporte a pesar de saber del amor que el pequeño Tezuka sentía por el tenis. Ahora, deseaba que Yuudai no llegara diciéndole que Fuji estaba tan lesionado como el castaño de lentes.

 

– Fuji-kun es el compañero que debe estar al lado de Tezuka-kun el próximo año –, sonrió.

 

            La señora quedo mirándolo perpleja, pestañeó un par de veces antes de explotar nuevamente.

 

– ¡No vuelvas a presentarte así frente a mí!–, regañándolo. Fingiendo que iba a golpearlo con el montón de exámenes que había tomado, pero vuelve a colocarlos debajo de su brazo – ¡Hazlo otra vez y me dará un infarto, Yuudai! –, enojada.

– Lo siento, Ryuuzaki-san – cubriéndose por las dudas, sin dejar de sonreír – es que la emoción me hizo correr y decirle inmediatamente –, apartando lentamente los brazos que tenía por sobre su cabeza que volvía a erguirse con cautela para mirar fijamente a los ojos de la mujer.

– Eso no es propio de ti, Yamato-kun –, bufando rendida mientras se sienta en una de las bancas e invita al muchacho a hacer lo mismo junto a ella.

– Lo sé – quitándose sus lentes favoritos – pero, me he tomado enserio esta búsqueda, ya que creo que esta es mi misión real como capitán de SEIGAKU –, sentándose finalmente al lado de Sumire.

– Fuji-kun es un chico interesante, de gran potencial – retomando el tema inicial del encuentro – pero, ¿Por qué lo has elegido antes que Oishi-kun? El gran compañerismo que tiene con Tezuka lo hace un candidato casi natural para acompañar al líder y no sólo Kunimitsu, si no que a cualquiera –, preguntó muy curiosa.

– Estoy de acuerdo con usted, Ryuuzaki-san – asintiendo con la cabeza – pero, ya que el líder será Tezuka, pues Oishi es un buen chico, alguien que reforzaría a Kunimitsu como capitán – llevando una mano a su mentón y seleccionando, en silencio, las palabras adecuadas para sustentar su argumento – De hecho, el carisma que tiene Syuichirou-kun completaría la confianza que despierta Tezuka con su talento, ya que los miembros más tímidos sentirían el apoyo de Oishi-kun en caso de tener inquietudes y eso aunaría las fuerzas para alcanzar la victoria – sonrió al imaginarse al chico de ojos verdes ayudando a algún miembro – además, él también es muy esforzado, cree en el trabajo duro y mancomunado como Tezuka. La amistad entre ellos dos es muy importante, tienen códigos en común y eso ayudaría mucho a la cohesión del equipo… –, dijo antes de quedarse absorto en sus pensamientos.

 

Sumire sonrió orgullosa de su alumno.

 

Cuando ella eligió a Yamato como capitán, tuvo el presentimiento tácito que él sería el precursor que devolvería la fama y el prestigio que SEIGAKU mantenía con mucha dificultad por no pasar del torneo prefectural como era en tiempos casi pretéritos. Ryuuzaki vio crecer el potencial y la madures que Yamato adquirió en esos tres años; se sentía completamente satisfecha al observar que su instinto sigue invicto, ya que no se equivocó cuando dijo que Yuudai sería quien vería a los líderes que llevarían a SEIGAKU a la gloria.

 

– ¿Pero? –, al ver que su alumno hizo una pausa.

– El carisma y la empatía de Oishi-kun no es suficiente para igualar y hasta doblegar al líder –, respondió tajante.

 

            Ryuuzaki levantó las cejas sorprendida por la respuesta de Yamato.

 

– Oishi-kun siempre hará la voluntad de Tezuka-kun, Ryuuzaki-san – continuó al ver de soslayo la sorpresa de su entrenadora – Kunimitsu-kun es un tenista talentoso, pero es joven aun –, sentenció mirando un punto muerto sin dejar de tener su mano dominante debajo del mentón.

– Fuji también lo es, Yamato –, sonrió relajada.

– Nuevamente estamos de acuerdo – correspondió esa sonrisa – pero sé que Fuji Syuusuke posee una confianza absoluta en sí mismo, no teme de decir lo que siente cuando es meritorio y eso ayudará mucho a Tezuka en este camino – recordando lo vivido antes de llegar a los camarines – sin contar con que ambos muchachos tiene un potencial muy parecido, casi igual y aquello los retroalimentará a los dos – sus ojos volvieron a mirar fijo los de Sumire para dar fuerza a su posición – puede que los dos sean igual de jóvenes, pero la confianza, la sinceridad y seguridad de Fuji iluminará el camino de Tezuka cuando este parezca oscurecerse ante las vicisitudes que sé que estarán a la vuelta de la esquina en el momento en que comience la competencia con las otras escuelas… –.

– Muy interesante, Yamato – sincera – aunque ahora te haré la pregunta del millón, ¿Cómo supiste todo esto? ¿Cómo fue que llegaste a esa conclusión? –, preguntó curiosa.

– Secreto profesional, Ryuuzaki-sensei –, respondió curvando medio labio hacia arriba formando una sonrisa jactanciosa.

– La confianza con el maestro es clave para la formación del alumno, Yamato-kun –, rió presionándolo.

– ¡Eso es chantaje vocacional, Sumire-san! –, cruzándose de brazos, fingiendo estar ofendido.

– Vamos, muchacho. Si has madurado, es por la confianza que nos tenemos, ¿Verdad? –, dando la estocada final.

– Es cierto – bufó rendido, reconocía cuando la señora tenía razón – pero, ¿Promete no revelarlo? ¿Ni siquiera a Tezuka ni a Fuji? –, comprometiendo completamente a la mujer, quien sonrió asintiendo.

– Está bien – agregó – después de todo, estoy segura que no lo descubriste por una pelea a puño limpio – manteniendo la mirada en su alumno – Tezuka y Fuji no son ese tipo de chicos –.

 

            Yamato sonrió divertido por aquel comentario tan seguro por parte de la mujer, quien – pensó el muchacho – no se imaginaría que Fuji estuvo en punto de dar un puñetazo a Tezuka y que, a juzgar por la cara que tenia el chico de ojos azules, pues Yuudai aun ignora la razón real por la cual Syuusuke no terminó por golpear al de lentes. El capitán en ejercicio imaginaba que podría ser por la profunda admiración deportiva que siente Fuji por Kunimitsu, quien lo más probable – agregó en sus pensamientos – está reprochándose a sí mismo su impulsividad por jugar con esa lesión ganada injustamente en el entrenamiento matutino que estaba planificado para los titulares, pero – desafortunadamente – Tezuka fue autorizado para entrenar junto a otros miembros quienes estaban recuperando horas que justificaron correctamente a Ryuuzaki y que estaban obligados a cubrir si ellos no querían reprobar el año.

 

– Ambos se juntaron a escondidas y jugaron un partido hace pocos minutos – respondió, aunque quiso hacer una pausa por si la mujer quería comentar al respecto, pero al ver que Sumire seguía absorta en su impresión, continuó – No tengo pruebas sobre quien convenció al otro realmente, pero conozco la sagacidad de Fuji y creo que por ahí se dio ese encuentro –.

– Demasiada para lograr que Tezuka cometa una falta y eso no es algo de lo cual me sienta orgullosa – con leve preocupación, diciendo parte de sus pensamientos en voz alta – al contrario, eso es un arma que si Fuji no disciplina bien, pues tendremos problemas –.

– Ambos son jóvenes. Pero, tienen la materia prima necesaria para conducir el equipo juntos –, levanta el rostro hacia arriba, sonriente. Convencido de sus propias palabras.

– Continúa – mirando a su alumno – sé que no me has contado toda la historia –.

 

            Los dos ignoraban que Oishi había llegado más temprano de lo habitual. En su salón salieron antes por rendir un examen de historia nacional.

 

Syuichirou, quien debe pasar primero por el sector de almacenaje del Club para llegar a los camarines, se sorprendió al ver que la puerta de la bodega donde se encontraban los implementos deportivos de su respectivo grupo estaba abierta cuando – normalmente – no era así y debía pedir las llaves a la entrenadora o al capitán Yamato para sacar las cestas con pelotas y las redes. Sin embargo, como se había cambiado el uniforme en el baño y quería llegar a los camarines sólo para dejar sus pertenencias, caminó hasta allá con una cesta de pelotas. Fue allí donde encontró al capitán y a la profesora Ryuuzaki.

 

El chico de ojos esmeralda quería avisarles lo de la puerta, ya que el picaporte parecía desoldado, pero los vio conversando tan preocupadamente que quiso saber lo que ocurría. No entendía mucho, pero al leer de los labios de ambas personas los apellidos “Tezuka” y “Fuji” sintió mayor curiosidad y se quedó quieto aprovechando la distracción de Yamato y Ryuuzaki.

 

Perplejo quedó el menor cuando se enteró que sus dos compañeros jugaron un partido en secreto, lo cual era impropio en Kunimitsu a quien conocía mucho más que a Syuusuke, ya que sabía lo apegado que era Tezuka a las reglas. Deseaba saber el marcador, pero con la acústica nula que tenía desde el exterior su propósito se dificultaba, la distorsión la información era casi absoluta; apenas escucha algo de “conducción” y “problemas”.

 

– ¡Oishi! –, lo llamaban.

 

            Syuichirou escuchó la voz de Kikumaru muy a lo lejos. Estaba contrariado por la aparición del pelirrojo, pero aun tenía valiosos segundos para saber más información, ya que sólo escuchaba la voz de Eiji, quien todavía no se acercaba a él. Dejó la cesta con pelotas en el suelo y esconderse en el marco de la ventana para saber más sin que lo descubrieran.

 

            Yamato giró su cabeza hacia la derecha para encontrarse con los ojos de su maestra, quien esperaba en silencio saber lo que restaba de aquel encuentro. Yuudai sintió, por primera vez, temor sobre las conclusiones que sacaría la señora después de revelarle el episodio de furia por parte de Fuji, porque realmente él quería que ese muchacho condujera con Tezuka el equipo. Yamato pensó que debía ser cuidadoso, pero sin restarle sinceridad en el relato que tocaba decirle a su profesora.

 

– El partido lo ganó Fuji-kun sin problemas… – tomó la opción de contarle primero lo objetivo de la historia – aunque ambos sabemos Syuusuke no tuvo complicaciones dentro del juego debido a la lesión de su oponente, quien decidió jugar contra él a pesar de tener una dolencia en su brazo izquierdo –.

– Justo lo que pensaba – comentó – Tezuka iría con todo por tratar de descubrir a Fuji, siempre noté el interés que tenía en el otro muchacho, el cual era recíproco; aunque, ellos juran que no me doy cuenta de ello – rió jactanciosa – como también sé que Kunimitsu es zurdo y que se volvió ambidiestro para no herir a sus compañeros de club jugando con la derecha –, “hasta que Takesue lo dañó”, concluyó para si misma.

– Así es, la juventud de Tezuka aun no abandona los pensamientos que tienen los niños. Normal a su edad, ya que está en plena fase de cambio –, compartiendo la opinión de la mujer.

 

            “¿Qué?”, se preguntó cayendo más profundo en su perplejidad. “¿Tezuka perdió el partido sin problemas?”, volvió a cuestionarse sin poder acreditar las palabras de su capitán mientras se escondía en el marco de la ventana.

 

– ¿Qué pasa, Oishí? – zarandeando su hombro – ¿Por qué no me contestabas? ¿Qué miras, nya? –, demasiado ansioso por saber que es lo que ocurría al ver absorto a su compañero de equipo.

– N-nada – respondió rápido – ayúdame a traer las redes y el resto de las pelotas, por favor –, nervioso mientras tomó de la mano a Eiji y corrió hasta la bodega para alejar a ambos de la mirada de Yamato y Ryuuzaki. Dejó olvidada la cesta de pelotas que había dejado a las afueras del camarín.

– ¡Claro, nya! Siempre te ayudaré, Oishi –, entusiasmado sin ocultar su sonrojo ante el contacto de su compañero mientras llegaban al cuarto donde se encontraban las redes y las pelotas.

 

            Kikumaru se sorprendió tanto por el gesto tan próximo de Syuichirou que no se dio cuenta del ensimismamiento del chico de ojos verdes, quien no dejaba de pensar en lo escuchado mientras daba dos rollos de redes al pelirrojo. Caminaron juntos hacia las canchas nuevamente para colocar las redes.

 

            Oishi le preguntaría a Yamato, aunque no tenía muchas expectativas.

 

El capitán era discreto.

 

– ¿Y? – invitándolo a continuar – ¿Cómo fue el partido? –, preguntó Sumire.

 

            Respiró profundo, ya no podía echar marcha atrás. Se colocó de pie para tomar valor y decirle lo que había pasado sin omitir nada. Yamato apelaba mucho al criterio de la maestra que lo ayudó durante tres años a formar su temple y mejorar su tenis. Ryuuzaki imitó el gestó, aunque no para tomar valor si no para recordarle al joven la confianza brindada desde que Yuudai entró a Club y que  se completó cuando hizo a Yamato capitán, cosa que la enorgullece totalmente.

 

– Tezuka-kun no aguantó el dolor del codo y en el resto final de Fuji, Kunimitsu cayó de rodillas tomándose el codo – recordando con el mayor detalle posible mientras se llevaba una mano al mentón – por más que quiso guardarse el dolor para sí mismo, su rostro evidenciaba la intensidad de esa dolencia – observando de soslayo a Sumire, quien se mantenía atenta y en silencio al relato – Fuji corrió asustado a su lado y dijo a Tezuka que estaba seguro que le pasaba algo. Kunimitsu se limitó a decir que la victoria era para Syuusuke. Fuji le reclamó su irresponsabilidad por no cuidarse aquella lesión, por no haber confiado en él, pero Tezuka argumentó que lo hizo porque quería jugar contra él y porque se lo había prometido –, relató.

–… – bufó, no sabía si reprender o dejar pasar la actitud cabezota del chico de lentes, aunque estaba acostumbrada a tener alumnos tercos en su grupo – Me parece muy extraño escuchar que Tezuka dijo aquello, pero no imposible… –, opinó casi absorta en sus pensamientos.

– Fuji no se contentó con esa respuesta y agarró a Tezuka de la remera, furioso –, aprovechó aquel porcentaje absorto de la  mujer para lanzar el final de la historia.

 

            Ryuusaki abrió los ojos completamente perpleja ante el testimonio de Yamato. Miró incrédula al joven quien asintió con la cabeza como sabiendo la interrogante que se hizo la mujer en silencio.

 

– ¿Dónde quedó el chico tranquilo de la eterna sonrisa? –, enojada y decepcionada de Syuusuke.

 

            Ahora sí que estaba complicada: un talento lesionado y el otro prodigio lejos de sus cabales. Cada día, los alumnos estaban más cabezotas – pensaba molesta – pero esperó la explicación de su alumno, quien está a favor de Fuji. Apelaba que el argumento de Yamato fuera lo suficientemente bueno para no penalizar tan duro a Syuusuke por lo hecho, ya que ella no aguantaba ningún gesto amenazante o de pleito en sus canchas de tenis.

 

– Fuji estaba asustado, Ryuuzaki-san – defendiéndolo – él admira el tenis de Tezuka-kun y teme ser el causante de comprometer aun más la lesión del codo. Fue una guerra de nervios, son niños… –.

– Me dejas en una posición complicada, Yamato. Como maestra debo disciplinarlos a ambos, no puedo darme el lujo de dejar pasar esto. Por el bienestar de ellos no lo puedo permitirlo – contrariada – Sé que te prometí no mencionarlo, pero el escenario es diferente y tengo que hacer algo. Oishi no haría esto, definitivamente –, sentenció tajante, dejando claro al capitán en ejercicio su negativa ante la idea de poner a Fuji como compañero de Tezuka.

– Entiendo su posición, Ryuuzaki-san – intentando un contrataque que devolviera a Syuusuke la chance de ser el sub-capitán del próximo equipo de SEIGAKU – pero quisiera que viera lo positivo de todo esto y es que Fuji fue franco al decirle que no estaba de acuerdo con la actitud de Tezuka –.

 

            No obstante, aquel argumento ni siquiera le hizo cosquillas a Sumire, quien se mantenía en su posición. Entendía lo que quería decirle Yuudai, pero estaba inquieta ante la actitud de Fuji. No quería provocar un incendio, pero tampoco podía dejarlo pasar, ya que iba contra su ética profesional.

 

– La franqueza se puede demostrar de otras formas y tú lo sabes –, dijo como respuesta al contrataque que hizo su regular de tercero.

– Confío en Fuji-kun – manteniendo su posición – sé que no es su forma común de actuar y que sólo fue una pasada de cuenta por su juventud, ya que si fuera una conducta normal en él, pues habría golpeado a Tezuka-kun, pero no lo hizo. Me gustaría que lo reconsiderara, Ryuuzaki-san –.

– No puedo darte una respuesta clara por ahora –, manifestó sincera. Debía meditar tranquila al respecto.

– Oishi es un gran jugador y compañero, pero su misma personalidad no será capaz de enfrentar a Tezuka en los momentos en que el capitán vaya por un camino errado. Un líder necesita tener la certeza que puede confiar plenamente en el otro, en alguien que no tema decirle las cosas aun cuando no exista consenso. Sé que no fue la actitud correcta por parte de Fuji-kun al agarrarle la remera a Tezuka-kun, pero son niños y sé que al lado de Ryuuzaki-sensei junto con la vida misma, los ayudarán a encontrar ese temple que viene con la madurez –, expresó sabiendo que era lo último que podría decir a favor de su elegido por ahora.

– Doy por finalizada esta conversación, los chicos de primero no demorarán en llegar –, tomando los exámenes de matemática para luego retirarse del camarín.

 

            Yamato creía que la mujer escucharía su petición después de aclarar las cosas con los dos muchachos involucrados.

 

            Mientras salía de los camarines siguiendo a su maestra – quien se dirigía a las canchas para dar curso al entrenamiento – pensó en lo triste que era perderse el crecimiento de Tezuka Kunimitsu y Fuji Syuusuke, porque no sólo dejaría el cargo de capitán si no que también la escuela, ya que SEIGAKU no tenía cursos superiores dentro de la mismo campus, pero eran las trampas de la vida y, seguramente, haría llamadas periódicas a la profesora para matar su curiosidad y enterarse de cómo van esos novatos que son superiores a él dentro del circuito tenístico y que figuran como novatos sólo por defecto curricular.

 

            Observó a ambos muchachos formarse juntos frente a la mujer, quien daba las primeras instrucciones que consistían en un trote alrededor de las canchas para calentar músculos.

 

            En fin – suspiró – disfrutaría lo que quedaba del trimestre como líder mientras gestiona, con toda la cautela del mundo, la candidatura de Fuji como sub-capitán ante la profesora Ryuuzaki.

 

            Era su último deseo.

Notas finales:

 Pues esta es solo la introduccion, ya saben todos los comentarios son bienvenidos, esperamos lo disfruten y nos vemos en la actualizacion.


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