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No pero No por Yais

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Notas del fanfic:

El día de hoy he cometido un sacrilegio... Sai/Gaara, OMFG.

Fic dedicado a Kaiser, a quien llevaba años prometiéndole esta pareja.

Notas del capitulo:

He ideado varias historias para Gaara y Sai pero jamás me he atrevido a publicar alguna porque ellos tienen un no sé qué que qué sé yo, que nada más no me cuadra...

En fin, me pareció interesante explorar justamente lo que puse en el resumen: "¿Qué ocurre cuando estas en una relación en la que en un inicio prometes dar nada y terminas dándolo todo?" Con el problema del destiempo en la madurez y aceptación de los involucrados ^____________^.

Esto es romance al estilo Yais =].

Prólogo

Desde pequeño Sai se dio cuenta que la única forma en que podía comunicar sus sentimientos era mediante representaciones pictográficas, y por eso, desde que tenía memoria, aquel era su único método de expresión. Sai pintaba sus sentimientos, mediante una compleja conjunción de líneas, colores y relieves.

Su carente respuesta emocional a las situaciones más bellas y caóticas que rodeaban su vida cotidiana lo convirtieron en una persona no convencional y era, justamente, esa falta de mundanidad lo que en su momento capturó la atención de Gaara.

Gaara, al igual que Sai, era una persona que no encajaba. Con la gran diferencia que para él la expresión sentimental, debido a su infancia dañada y su carente habilidad artística, era algo que no practicaba. Su válvula de escape consistía en sentarse en la azotea y mirar por horas el cielo nocturno.

Al darles un vistazo, la conclusión menos concienzuda sobre ellos era que eran indiferentes a la vida, sin embargo aquello no podía estar más alejado de la realidad. Para aquel par, a quienes las emociones los golpean con mayor intensidad, la vida era más llevadera cuando su persona no se expresaba.

 

Como cualquier idilio del siglo XXI, Sai y Gaara se conocieron en una fiesta organizada por su amigo en común Naruto. De hacer una introspectiva a la vida de dicho chico bastaría y sobraría decir que la actitud extrovertida y cálida del muchacho fue la primera mancha en el historial de soledad, malas compañías y conveniencias, a las que ambos jóvenes por años estuvieron acostumbrados a frecuentar.

Antes de Naruto los dos eran personas sin salvación, ahora, a pesar de que acabar con las viejas mañas era difícil, habían demostrado que podían cambiar y lo habían hecho. Gaara ya no era mirado como un posible sociópata y Sai como un depresivo a causa de su evidente anhedonia, sin embargo su cambio, por ser leve y constante, aún no era el suficiente como para que fueran convencionales.

Esa noche el par hizo presencia en la fiesta de Naruto y a pesar de sus expresiones serias, casi aburridas, estaban ahí por gusto y no por obligación moral. Ambos disfrutaban ver al resto bailar mientras bebían y esperaban a que la fiesta llegara a su punto álgido para poder partir.

 

Gaara fue el primero en notar al otro. Lo hizo cuando un chico borracho cayó a un lado del sillón donde ambos estaban sentados y Sai le extendió la mano para ayudarlo a levantarse. Él había visto una infinidad de sonrisas falsas, pero la de Sai se llevó el premio a la hipocresía y eso le causó un debate interno respecto a los motivos de un gesto tan inútil.

La intensidad de su mirada fue tal que inevitablemente Sai reparó en él y al encontrar sus ojos se quedaron en blanco.

Debido a sus carentes habilidades sociales su método más efectivo para interactuar era hacer un molde reflejo de la actitud de su interlocutor, pero como encontraron “nada” en el otro, ambos perdieron la noción de cómo debían actuar y se enfrascaron en una batalla infinita

Gaara sintió algo revolotear en su interior y su vena hedonista lo hizo sentirse atraído al ver un reflejo de sí mismo en su acompañante. Se perdió en aquella visión hasta que recordó que analizar al resto por más de 10 segundos era lo que los intimidaba, así que optó por volver su mirada a la gente bailando.

Sai, por su parte, experimentó la misma sensación que tenía al hacer animalística. Y al momento que Gaara desvió la mirada supo que él, como animal que defiende su territorio, dominaba la situación.

–Te he vencido – le susurró dibujando esa sonrisa falsa que lo caracterizaba, sorprendido de sí mismo porque mientras decía esas palabras su pulso se aceleró.

Gaara no supo cómo reaccionar ante lo que escuchó. Cuando pequeño jamás jugó a sostener la mirada y, la verdad, incluso hubiese jugado siempre habría triunfado. Así que aceptando el reto volvió a mirarlo y esta vez procuró ganar.

Chocaron sus pupilas verde y ónix por el simple gusto de hacerlo, sabiendo que no tenían nada mejor que hacer y que aquello era mucho más cómodo que sostener una conversación o soportar el monólogo de cualquiera. Ambos se dieron cuenta que la conexión y la atracción entre ellos era intensa pero nada emocional, simplemente física, natural, casi animal.

Después de dos eternos minutos Sai, sabiendo que ya había visto lo suficiente y que le gustaba el territorio, se deslizó a un lado de su contrincante para, en un susurro, preguntar con lentitud – ¿quieres dormir conmigo?

Su pregunta viajó por el aire hasta llegar a los oídos de Gaara, quien no mostró reacción alguna después de escucharlo, casi como si la pregunta no fuese para él. En vez de responder se mantuvo inmóvil varios segundos antes de levantarse e irse.

Al verlo partir Sai inmediatamente fue detrás de él. –Es algo confuso – le dijo tan pronto lo alcanzó, aunque su rostro no mostraba duda alguna –eso es un sí o un no – generalmente, cuando hacía esa pregunta, obtenía muchas reacciones y todo tipo de respuestas pero “nada” era inclasificable.

Gaara se detuvo y lo miró de reojo –un no – contestó con lentitud.

Su interlocutor casi suspiró al sentir como la voz grave, lenta y suave, le acarició los oídos –¡oh! ya veo – su voz plana falló al intentar imprimirle tristeza –es un lástima – fingía tan fatal que Gaara pensó que se estaba burlando de él. – Me hubiese gustado quitarte la ropa y tocarte por todos lados.

Su interlocutor se estremeció ligeramente de sólo imaginar a alguien invadiendo su espacio personal de esa manera. –Detesto que me toquen – contestó en voz muy baja y siguió su camino.

El pintor ya no se molestó en seguirlo, era una lástima que aquel chico lo abandonara porque de verdad le habían dado ganas de tener sexo con él y sobre todo, ahora que lo veía alejarse, de pintarlo.

 

–Detesto que me toquen – Gaara repitió esa frase en voz baja mientras caminaba lo más lejos posible de Sai. No estaba enojado, ni ofendido, pero tampoco feliz o alagado.

No entendía qué le pasó. Sólo sabía que lo habían acosado y que durante ese tiempo escuchó esa vocecita,  martilleando en su cerebro, diciéndole que golpeara a aquel chico. ¿Por qué?, porque lo hizo querer decir sí sin considerar. Por una milésima de segundo había amenazado su equilibrio interno y el no tener control de sí mismo lo aterraba.

 

 

Cuando la fiesta estaba en su cenit la mayoría de los invitados entonaban a gritos canciones de su época de adolescentes y un grupo, ese que incluía a los amigos más cercanos de Naruto, aplaudían la imitación que el anfitrión y su evidentemente borracho mejor amigo, Sasuke, hacían de Girls’ Generation. La mayoría de los invitados tenían su celular fuera y grababan mientras reían como pocas veces lo hacían.

–Mañana pasaremos un buen momento a costa de Uchiha – Sai habló a un lado de Gaara haciendo que éste se sorprendiera al darse cuenta de que se había acercado por su costado derecho sin que lo notara.

Ahora estaban en un rincón, detrás de la mesa de bebidas. Gaara había optado por pararse ahí pues eso le permitía observar el panorama haciéndolo parecer accesible pero, a la vez, separado del resto gracias a la madera y el alto volumen de la música.

– ¿Quieres? – el pintor tomó el vaso más cercano y se sirvió algo de bebida.

Como respuesta su interlocutor negó –no me gusta beber.

– ¿Temes perder el control? – Sai se llevó su vaso a la boca mientras señalaba a Naruto. Él sabía que bebido o no era incapaz de expresarse, por eso no le preocupaba empinarse lo que se le antojaba.

Para la pregunta anterior Gaara no emitió respuesta a pesar de que ésta era un simple "sí". Dada su aversión a no poder manipular su entorno, jamás introducía a su organismo sustancias que  pudieran alterar su funcionamiento normal.

El silencio entre ellos se volvió a hacer.

 

Era casi común que Gaara se viera perseguido por algún desconocido, pero era la primera vez que su acosador llamaba su atención, así que no pensó en apartarse o amenazarlo para que se alejara. En cambio quiso fingir que ya no estaba a su lado pero, inevitablemente, lo volvió a mirar y al hacerlo se dio cuenta de que el otro usaba sus hipnotizantes ojos negros para detallarlo con descaro. Como si antes no lo hubiera mirando lo suficiente.

 

Gaara era pelirrojo, su cabello tenía un aspecto desalineado pero no era desagradable sino sexy, su nariz era pequeña y sus labios rosa pálido estaban resecos. Su mentón se perfilaba perfectamente con su cuello y sus hombros eran delgados, ligeramente alzados porque tenía los brazos cruzados, de manera que formaba una barrera invisible entre él y el resto. Sus ropas no permitían ver mucho de su piel nacarada, pero al ser holgadas se le escurrían dejando ver una silueta delgada y estilizada. Era entre 3 y 5 cm más bajo que Sai.

El pintor tenía una piel pálida que parecía más blanca a causa del contraste que hacía con su cabello negro azabache. Sus ojos no eran muy grandes pero sí su boca, aquella era tan pálida como el resto de su piel. También era delgado pero se podían ver perfectamente sus músculos debido a que su ropa era ceñida, incitante y ligeramente vulgar. Su postura indicaba que no le molestaba en absoluto mostrar lo que podía ofrecer, a la vez que dejaba claro la indiferencia con la que entregaría y tomaría lo que obtuviera. Cosa que hizo que Gaara, por segunda vez en la noche, no supiera si estaba cómodo o incomodo con eso.

–¿Eres virgen? – Sai dejó el vaso de vuelta en la mesa mientras hacía aquella pregunta y al ver que seguiría sin obtener respuesta continuó hablando. –Eso explicaría la forma en que huiste y sería congruente con el hecho de que no te gusta que te toquen. Con una cara tan bonita y para los gustos de la mayoría, no creo que esa sea la mejor manera de alejar a alguien que quiere dormir contigo… decirle que eres virgen – siguió con su sonrisa fingida.

Gaara entrecerró ligeramente los ojos –no significa eso – él sí tenía experiencia sexual, solamente no era su actividad favorita. No sólo porque implicaba contacto físico sino porque, generalmente, implicaba sentimientos y los detestaba.

–¿Entonces?

–No me gusta que me toquen, no que nunca permita que me toquen – no era virgen pero unas veces, contadas con los dedos, tampoco lo clasificaban como un experto.

–Ya veo – el pelinegro se llevó una mano a la barbilla –habría sido bueno que lo fueras, así no hubiera tenido problemas en aceptar tu negativa. A la mayoría le gustan las primeras veces pero para mi es un fastidio tener que cuidar de alguien después de una noche, habría desistido de mis intenciones contigo.

El pelirrojo aun escuchaba esa vocecita que le gritara que golpeara a Sai, pero también seguía aquella que deseaba tenerlo. La idea de pasar una noche sin aspiraciones a generar una relación futura se le antojaba, hacía de Sai una persona más apetecible –¿Eso significa que seguirás molestándome?

–En lo que encuentro alguien que llamé mi atención más que tú – a pesar de que Sai entendió perfectamente que su compañero no gustaba del contacto, alargó la mano y tocó su mejilla, acariciándolo lentamente –aunque no sé qué le ganará a mis ganas de ver tu expresión cuando llegues al clímax.

El pelinegro tenía una manía con el sexo, admiraba la forma en que todos lograban expresarse con facilidad mientras lo practicaban, quería ver como también el inexpresivo pelirrojo lo hacía. Darse cuenta de que no era como él.

Gaara, quien afirmaba sin dudar, que detestaba ser tocado permitió al pintor acariciarlo. Le resultaba excitante la idea de no esperar algo, saber que tampoco esperaban algo de él. Sai lo convenció de que no deseaba más que una noche.

–Yo también – dijo Gaara atrapando su mano y apartándola de su rostro –detesto los compromisos – y entonces lo arrastró consigo a la habitación de Naruto.

 

 

 

 ..::TBC::..


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