The true reason for the dimples of Lay.
En este mundo, hay cosas con las que nacemos y otras con las que no. Tan simple como un talento, una marca especial; Incluso, una cosa de la que puedas sentirte único. Con eso, crees que eres uno de los tantos que son destinados para grandes cosas.
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Aquella persona que es especial para ti. Tu mundo entero. Aquel que amas con locura pero no te atreves a decirle tus sentimientos por una simple razón. Se sabe bien que él busca una persona con características muy exactas. Puede que tú tengas casi todo lo que él busca en alguien; pero, nunca es suficiente. Nunca podrás tener lo que a él más le encanta en una persona. Una cosa especial la cual tú no posees.
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Al principio, tratabas de sonreír más; creyendo que así podría aparecer como por arte de magia pero, que equivocado estabas. Envidiabas eternamente a esas personas que lo tenían desde que habían nacido. ¿Por qué ellos y tu no?
Habías buscado por todas partes un método que pudiera ayudarte pero no había ayuda por ningún lado. En todo lugar donde consultabas decía siempre lo mismo “De nacimiento” y tú, no hacías más que maldecir.
Aquella tarde, donde te encontrabas leyendo un libro para tu siguiente clase, el alto, rubio y guapo chico que te gusta se sienta a unas mesas de distancia de la tuya. ¿Qué hacer? Pensabas una y otra vez. Sacando coraje y valor de quien sabe dónde, decides hablarle a aquel chico que a tus ojos parece inalcanzable.
Comienzas con un tranquilo “Hola” pero por dentro tus tripas estaban todas revueltas. Un intercambio de palabras breves que más que ponerte feliz, te ha dejado claro que podrías ser amigo de aquel hermoso y amable chico. A medida de que va pasando la tarde lo conoces más. Sus palabras son como música para tus oídos y te sientes feliz de que sean solo para ti. El día termina y con eso la plática. Con tu “Nuevo amigo” salen del lugar y ambos felices se despiden y parten por caminos diferentes.
Pronto todo iba a cambiar.
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En una de tus horas libres, mientras estás hablando con tu mejor amigo, al ver a uno de tus compañeros, una idea algo siniestra y retorcida pasa por tu cabeza.
“¿Enserio no podré tener...? Eso ya lo veremos” Una sonrisa macabra surge de tus rosados labios.
Las clases y el resto del día pasan con lenta normalidad. No haces más que pensar en aquel extraño plan que acabaste por trazar cuidadosamente paso por paso, estás más que emocionado por tu brillante idea.
Al finalizar la jornada, sales disparado hacía tu casa. No esperaras ni un segundo más; tienes que poner tu plan en marcha lo antes posible. Un poco agitado llegas a tu casa *en donde por suerte* no se encuentra nadie en esos momentos.
Dejas tus cosas botadas en algún lugar de la entrada. A paso veloz te diriges al cuarto de herramientas y cosas viejas que ya no son de utilidad. Buscas por todas partes aquel artefacto que posiblemente te ayudará a cumplir con lo que deseas pero; no lo encuentras. Rebuscas por todas partes hasta que lo ves tirado en el rincón de un viejo cajón. Lo coges rápidamente y sales disparado al baño del piso de arriba donde te das cuenta que desafortunadamente no tiene baterías. Vas a la habitación de tus padres con aquel artefacto en mano y haces un rápido cambio de baterías entre este y el control remoto.
Sonríes victorioso frente al espejo buscando la mejor posición para empezar. Analizas una y otra vez tu rostro ¿Será Izquierda? O ¿Mejor derecha? Consumido por las ansias escoges la derecha.
Una vez enciendes el pequeño aparato todo se transforma en un dolor insoportable pero a la vez satisfactorio. Una vez que ves la sangre recorrer por tu mandíbula te sientes mas aliviado y con tu pulgar retiras gran parte de ella pasándola por tus labios; disfrutando de tu propio sabor. Cuando crees que es suficiente te detienes. Admiras tu nueva adquisición que aún sigue sangrando y no puedes evitar soltar una risa alegre ya que al fin tenias *más o menos* lo que querías.
Limpias todo el reguero que causaste y sales directo a tu habitación a cubrir con algo aquello que acabas de hacer en tu rostro.
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Después de pensar mucho, la escusa más decente y creíble que pudiste inventar fue la de que tienes gripa y por eso te ves obligado a usar un tapabocas ya que no quieres contagiar a nadie.
Y así, van pasando los días en donde crees que tienes la mejor suerte del mundo ya que todo te está yendo mucho mejor. Has podido establecer una gran amistad con el chico rubio protagonista de cada uno de tus sueños.
Afortunadamente para ti, el tiempo pasa demasiado rápido y para tu fortuna ya es hora de descubrir si tu pequeño experimento en realidad funciono o simplemente tu cara se arruinó para siempre. Cuando llegas de la escuela tus nervios están a flor de piel, simplemente no te puedes controlar y subes corriendo a tu habitación en la cual, se encuentra un espejo suficientemente grande para ocupar media pared. Te quedas mirando fijamente meditando si quitarte el maldito tapabocas o no. Cierras tus ojos fuertemente y de un fuerte tirón lo sacas a volar; tienes miedo y no quieres abrir los ojos ¿Por qué ahora? ¿Acaso te arrepientes por lo que hiciste? En cualquier caso siempre es así, nos arrepentimos de cosas que hacemos y luego no las podemos remediar por más que queremos.
Medio abres los ojos y te das cuenta del resultado: Gritas como nunca antes en la vida. Paralizado te quedas sin poder decir o hacer algo más… Simplemente no te lo esperabas.
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Podríamos decir que muchas cosas en la vida no son como las esperábamos, pero a veces hay pequeñas recompensas que hacen que olvides todo lo malo; que sonrías y sigas adelante.
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En la mañana, caminabas por los pasillos con suma tranquilidad esperando poder encontrar a tu “Querido amigo” el cual, deseabas ver desesperadamente en esos momentos. Como si de brujería se tratase, al doblar la esquina para bajar las escaleras te lo encuentras en el primer piso, pegas una pequeña carrera y lo saludas con un alegre “¡Buenos días!” él se voltea y te observa con una pequeña sonrisa: “Buenos días, ¿Cómo sigues? ¿Ya estás mejor? Sonríes como nunca “Estoy bien gracias, mejor que nunca” ahí es cuando él se da cuenta… ¡Hay algo nuevo en tu cara! ¿Siempre había estado ahí?
“Xing… Ese hoyuelo… ¿Siempre lo has tenido?” No puedes evitar soltar una pequeña risa ¡Por supuesto que no! pero, él no debía saberlo.
“Claro que si, acaso… ¿No lo habías notado?” Pones cara de perro triste pero a la vez, estás feliz de saber que se había tomado su tiempo detallando algunos centímetros de tu rostro.
“Oh, ¿Enserio? Me creerías si te dijera que antes no lo había visto” Frunces el seño tratando de parecer enojado pero por la otra misma parte seguías estando feliz. “Eres malo Fan, como no te diste cuenta antes” haces un puchero; siguiendo con tu brillante actuación. Él no hace más que apretarte las mejillas y darte un abrazo. “Aún así, te ves hermoso, Xing… Más que de costumbre” Sientes que todo da vueltas, no puedes creer lo que te está diciendo. Lo miras a los ojos. “¿Es cierto eso Fan?” Él solo sonríe “Claro que sí, ¿Acaso lo dudas?” ambos se quedan mirando sin decir una palabra. Aquello, ¿Era una señal? Si era así, sin duda alguna tenias que aprovechar. Lo abrazaste pasando tus brazos por su cuello y fuiste acercándote lentamente como si quisieras ver la reacción que tendría pero al ver que no se apartaba fuiste acelerando tu acercamiento.
Sin duda alguna ese beso había sido el mejor de la vida. Fue tan lindo y mágico que crees que nunca lo podrás olvidar y ¿Cómo hacerlo? si fue perfecto con tu persona perfecta.
A partir de ese día pudiste considerarte la persona más afortunada y feliz del planeta tierra. Tenías por novio a aquel chico que siempre quisiste en secreto pero que ahora él y todo el mundo lo sabe. ¿Qué más podrías pedir? Creo que nada.
A fin de cuentas, uno nunca sabe lo que se oculta detrás de una sonrisa.