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Amor Obsesivo por Caballero de la Luna

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Notas del fanfic:

Bueno, es un fanfic algo viejito pero decidí volver a publicarlo para que las personas que no lo han leido lo hagan, porque la verdad es muy bueno.

Debo aclarar que no es de mi autoria, y es una forma de homenajear a alguien muy querido.

Notas del capitulo:

Espero que les guste la historia

 Aquel día esperé en donde había acordado con una persona que había conocido por medio del internet. Era un chico llamado Erick, de 20 años. Vivía en la misma ciudad que yo y... ¡No puede ser posible que jamás nos hayamos visto! Ni que la ciudad fuera tan grande, pensé.

                Me senté en una banca de la plaza y veía a la gente pasar mientras esperaba. Creía que era la casualidad más maravillosa del mundo el haber encontrado a un amigo tan... compatible conmigo. Hurgué en mi mochila y saqué su foto, aunque ya me sabía de memoria sus rasgos.

                Él era la única persona con quien me identificaba y con quien sentía una especie de... conexión... por así decirlo. Miré mi reloj y vi que faltaban 5 minutos para la hora pautada. Sí, yo me había ido tiempo antes, por la ansiedad que sentía.

                Sonó mi celular y contesté.

                -¿Rebeca? ¿Qué pasa? Ah...No, no voy a poder ir... Lo siento, te dije que tenía planes. Sí... Prometo compensarte... ¡De verdad! -reí nerviosamente. -Ok, adiós. -terminé la llamada y vi que tenía un mensaje nuevo.

                "Voltea" decía.

                -¿Voltea?- me giré y vi tras de mí, parado en el césped de la plaza, a Erick. Sonrió y me saludó con un gesto de la mano. Me levanté y me le quedé viendo... ¡Era él! ¡Se veía tan diferente en persona!

                -Hola Alex...-me saludó acercándose a mí. -¿Llevas mucho esperando?

                -H-Hola... No, es... llegué antes. -respondí apenado y él sonrió. Recordé la fotografía y lo miré... Era mucho más apuesto en persona y lo creía imposible.

                -Me da mucho gusto conocerte al fin.- dijo con voz suave al tiempo que me palmeaba el hombro.

                -Ah... Y-Yo... ¡También me da mucho gusto! -respondí con el mismo gesto. - ¿A-Adónde vamos a ir?- desvié la mirada. Este chico me empezaba a poner demasiado nervioso.

                -Ah... He pensado que te gustaría ir a tomar un helado y luego a los videojuegos. -contestó y volvió a sonreír. ¡Dios! ¡Esa sonrisa!

                Erick era un chico de 20 años, como ya había dicho. Tenía el cabello castaño oscuro, tez aperlada y unos ojos color miel que a veces se veían un poco verde olivo. Medía alrededor de 1,78 y era de complexión delgada.

                Yo en cambio, tenía 21 años, cabello negro y un poco ondulado, tez acanelada y mis ojos en color café oscuro. Medía 1,72 y me sentía raro de caminar a lado de un chico más alto que yo.

                Entramos a un lindo establecimiento donde vendían postres. Era espacioso y tenía unas pequeñas mesitas blancas con dos a cuatro asientos. Había también una barra, donde estaba la caja registradora y un empleado siempre ahí. Una linda chica, vestida de rosa con delantal blanco, atendía ahí.

                Nos sentamos a una mesa de dos asientos y colgué mi mochila en el respaldo de mi silla al igual que Erick. Lo miré un instante y luego desvié la mirada al encontrarme con la suya.

                -Eh...  ¿Qué pedirás?- pregunté mientras tomaba el menú y hacía como que leía, pero realmente no podía concentrarme.

                -Ah...- tomó su menú y miró la lista de postres y helados. -Creo que...-se quedó pensativo.

                -¡Helado de limón! -dijimos al mismo tiempo y me quedé inmóvil unos segundos.

                -Es mi favorito.- comentó y sonrió, mirándome.

                -Eh... t-también el mío.- sonreí, aunque no pude mirarlo a los ojos. Sonó nuevamente mi teléfono y vi el nombre en la pantalla. Era Rebeca, una de mis amigas de la Universidad.

                Sabía por terceras personas que ella estaba enamorada de mí, aunque a mí no me gustaba de ese modo. Ella era bellísima y muchos chicos de la Universidad estaban tras ella, pero ella parecía tener ojos solo para mí. Eso explicaba que me llamara al menos 7 veces al día, a veces solo para saber dónde estaba y qué estaba haciendo.

                Erick me miró y alzó una ceja. Desvié la llamada y apagué mi celular. Este día era para mi amigo, Erick. Él sonrió al verme hacer esto.

                -¿Por qué no contestaste?- inquirió curioso.

                -Eh... es... una amiga, ha estado llamando porque está molesta conmigo, pues no pude ir a su presentación. Es modelo...

                -Oh... modelo... ¿Te gusta?

                -¡¿Eh?!

                -Oh, perdona que pregunte cosas tan... Lo siento.- se disculpó.

                -Descuida. No... Es mi amiga, pero no me gusta. Es muy bonita, pero no.- dije más para mí.

                -Entonces, ¿te gusta alguien?- preguntó sin atisbo de vergüenza.

                -Eh... P-Pues... - ¿Cómo le iba a decir "Me gustas tú"? A penas lo conocía en persona. Además, él no sabía que yo era bisexual, quizá saldría corriendo de ahí en cuanto se diera cuenta.

                Apoyó el codo en la mesita y su mejilla en la palma de su mano, mirándome fijamente.

                ¡Dios!, ¡Debía ser el chico más apuesto que haya visto en mis 21 años de vida! Tenía una sonrisa increíble... Unos ojos increíbles... Un cuerpo increíble... ¡Era increíble!

                -M-Me gusta... -lo vi arquear una ceja, con curiosidad. -B-Bueno, en realidad ahora no hay nadie que me... atraiga mucho...-respondí apenado. -¿Y a ti?

                -Bueno, a mi me...- estaba a punto de decirlo pero llegó la mesera a tomarnos el pedido.

                -Buenas tardes, ¿Qué les trigo?-inquirió sonriente.

                La miré de nueva cuenta, era preciosa. Tenía el cabello largo y lacio, color castaño claro; sus ojos eran color miel, muy claros; su piel era como de porcelana. Llevaba una faldita de holanes color rosa y una blusa blanca además de su mandil, traía puestos unos botines negros y unas cuantas pulseras en sus muñecas.

                Erick notó el escrutinio al que sometí a la chica, pues luego que se fue ella, me preguntó si me parecía linda.

                -Oh, sí, es bastante linda.- respondí. -Pero no es mi tipo.- concluí.

                -¿No es tu tipo?

                -No... Me gustan las chicas lindas, pero... No sé... Creo que me gustan las chicas rudas...-me reí un poco.

                -¿Rudas? -rió suavemente.

                -¿Y a ti? ¿Tienes novia?

                -No... No tengo.- respondió lacónicamente.

                -¡¿Eh?! ¡¿Cómo alguien como tú puede no tener novia?! - incluso me puse en pie de la impresión. Yo esperaba que tuviera una... o dos... ¡o quién sabe cuántas!

                -No, no tengo. Estoy en busca de la persona ideal.- sonrió.

                -No existe algo tal como una persona ideal... ¿o sí?- pregunté y volví a mi asiento.

                -Ya lo creo. Por el momento, tengo a alguien en la mira.- sonrió sesgadamente.

                -¿Ah, sí?- alcé ambas cejas y lo miré por primera vez en varios minutos. Él asintió y sonrió.

                La mesera llegó y puso nuestro pedido en la mesa.

                -Buen provecho.- nos deseó y se retiró.

                -Oh, se ve delicioso.- dijo Erick y comenzó a comer su helado con la pequeña cucharilla que había a lado del platillo. -Está delicioso.- comentó y me miró, como instándome a comerlo.

                Cuando terminamos nuestros helados, él se acercó a la caja y pagó a pesar de que le dije que yo pagaría el mío.

                -Yo invito, ¿va?

                -Está bien, pero la próxima vez invito yo.- respondí resignado.

                Salimos de ahí y al pasar frente al cine, Erick sugirió que entráramos a ver si tenían alguna película que nos gustara. Accedí y fuimos a ver la cartelera.

                -¿Podemos ver esta?- inquirió señalando una película de terror. -¿Sí?- me miró cual niño rogando a su madre que le compre un caramelo.

                -Está bien.- sonreí. Esa parte de él era adorable. Corrió hasta la taquilla y pidió dos entradas, luego corrió a comprar las palomitas y el refresco. Al fin pude alcanzarlo ahí y pedí palomitas y refresco también. -Yo pago.- le dije y estuvo a punto de replicar. -Tú pagaste el helado y las entradas, me toca pagar, ¿sí?

                Él asintió y esperó a que yo recibiera el vuelto y nos fuimos a la sala donde habría de presentarse aquella película.

                Nos sentamos en las butacas del medio y él parecía estar un poco hiperactivo, pues se movía mucho en su asiento y miraba a todos lados.

                -¡Me encantan las películas de terror! -exclamó y yo me reí un poco.

                -Ok, ya, siéntate, pareces un crío.- le sonreí y se estuvo quieto un momento, inmóvil, mirando fijamente la pantalla.

                -¿Te gustan las películas de terror?- inquirió de repente, haciéndome dar un respingo. Asentí y él sonrió. -¿Cuál es tu favorita?

                -Eh... No lo sé, me gustan todas. Quizá... Me gusta SAW, de la 1 a la 6, aunque no es terror, más bien es gore.- respondí.

                -Es mi favorita...-su sonrisa infantil llegó a ser algo siniestra en ese momento en las penumbras. -Me encanta Jigsaw y su forma de ver las cosas. -bebió un sorbo de su refresco.

                -Su ideología es tan... macabramente genial. Es decir, solo cuando estamos frente a frente con la muerte comprendemos y apreciamos el valor de nuestras vidas y las de los que amamos. Si todo el tiempo fuese así, querríamos muchísimo más a nuestras familias y amistades. Solo les extrañamos cuando no sabemos dónde están y si están bien; o cuando les hemos perdido. -contesté.

                -Es exactamente lo que estaba pensando.

                -Aunque no me gusta la idea de tener que sacrificar la vida de una persona a la que no conozco por la de otra a la que quizá conozco... No somos Dios para decidir quién muere o quién no. -continué.

                -No lo sé, hay personas que sí se lo merecen.-comentó algo serio.

                -En eso tienes razón... Las personas que matan a otras... esas sí se lo merecen...Ojalá hubiera una especie de aparato... o que tuviéramos una especie de don para saber quién ha cometido un crimen tan atroz y poder deshacernos de él. El mundo sería un lugar mejor.

                -Lo sería...- se quedó absorto, con la vista perdida en el horizonte.

                -¿En qué piensas?- le toqué el hombro y dio un respingo.

                -Nada...- negó con la cabeza y sonrió. -¿Ya irá a empezar?- miró la pantalla.

                -Yo creo que sí. -miré mi reloj y pronto las luces se apagaron.

                Nos dieron las 8 de la noche en el cine y recién salíamos, con las piernas entumidas y fascinados por aquella película. Erick no paraba de alabar la manera en que el tipo había matado a montones de gente con su motosierra y yo también estaba entusiasmado.

                -Algún día voy a tener una...- dijo en voz baja.

                -¿Una qué?- pregunté.

                -Una motosierra, me gusta su sonido... Quisiera hacer una colección de armas usadas en las películas de terror... Sería genial.

                -Cuando la tengas, avísame para verlas. -repuse y reí un poco.

                -Tenlo por seguro.- sonrió.

                -Ah, mira la hora, ya tengo que irme.- dije al oír sonar la alarma de mi reloj.

                -Te acompaño.- sugirió inmediatamente.

                -¿Seguro? Vivo algo lejos.- le advertí.

                -No importa.- respondió y ambos comenzamos a caminar hacia una parada de autobuses cercana.

                -¿Sabes cómo regresar?- pregunté y él asintió. -Es que no me parece muy seguro que andes por ahí a estas horas... Me preocupa...

                -¿Te preocupa?

                -¿Cómo no? Eres mi amigo, ¿Qué no? -sonreí y él sonrió.

                -Sí, tienes razón, pero a mí me preocupa más que te vayas tú solo. -me palmeó la espalda. -Yo te voy a cuidar.

                Mi madre siempre me dijo que no me confiara de las personas, pero Erick me inspiraba tanta confianza. Llevaba más de un año de conocerlo por internet y ahora lo conocía en persona. Estábamos entre una gran multitud y no me pareció peligroso, más bien temía que a él le pasara algo a su regreso a casa.

                -Bien, ahí viene el nuestro.- algunas personas le hicieron una seña para que se detuviera y pronto estábamos ya en el autobús. No había ya asientos libres así que tuvimos que sostenernos de los asientos o de los pasamanos. Yo me sujeté de un asiento y él del pasamanos, quedando detrás de mí.

                Me sentí algo nervioso de tenerlo tan cerca, pero mi nerviosismo aumentó cuando se sujetó también del mismo respaldo que yo, con su mano tan cerca de la mía y prácticamente rodeándome con su brazo.

                Nos movimos hacia la parte trasera luego de unos minutos, pues ya casi llegábamos a mi casa.

                Yo vivía entonces en una habitación que rentaba cerca de la Universidad. Era muy cómoda y espaciosa aunque estaba en una zona alejada del centro. Había otra habitación a lado y la rentaba un chico que casi siempre llegaba en la madrugada, así que ahora estaría solo el lugar.

                Bajamos del autobús y caminamos media cuadra para llegar a la casa, entonces Erick llamó a su hermano para que fuera por él pero tardaría al menos dos horas en llegar, pues aún no salía de trabajar. Saqué mis llaves y abrí la puerta.

                -Pasa.-pedí y me hice a un lado para dejarlo pasar y luego entrar.

                -Gracias. - sonrió            

-Espero tener algo bueno en el refrigerador. -musité y fui a la cocina que compartía con aquel chico, donde todo estaba marcado con el nombre correspondiente.

                -Qué bonito lugar.- comenzó a curiosear.

                -La de la izquierda es mi habitación, la otra es de Germán, mi compañero de piso. -le dije antes de que quisiera entrar al azar.

                -¿No está?

                -Llega más tarde.- saqué del refrigerador dos refrescos en lata. -Tengo pizza...- le comenté mientras sacaba una pizza pequeña, congelada.

                -Ok...- se acercó a mí. -¿Necesitarás una mano?

                -Nah...-fui a abrir mi habitación. -Pasa, yo en seguida voy, siéntete como en casa.- regresé a la cocina en cuanto él entró a la habitación.

                -¿Sabes una cosa? Es la primera vez que me lo paso tan bien con alguien.- comentó desde la habitación.

                -¿En serio? -metí la pizza al horno.

                -Sí... Siempre que he salido con amigos... Siento que no encajo... Pero contigo fue tan diferente... Me sentí tan a gusto. Gracias.-

                -También es la primera vez que me lo paso tan genial... -respondí entrando a la habitación. -Eres una persona única...

                -¿En serio?

                -Sí... Es muy divertido estar contigo, creo que... Si todos mis días fueran así, ¡yo sería feliz!- aseguré y encendí la televisión. Él se sentó en mi cama y noté que sonreía infantilmente y se había quedado absorto, con la mirada perdida. -¿Quieres ver algo en especial?- pregunté mientras cambiaba de canal.

                -¿Ah?

                -¿Te gusta Detectives Médicos? -pregunté al notar que en un canal estaban pasando la serie.

                -¡Claro!

                -Excelente, iré por la pizza.- dejé el control a su lado y fui a la cocina, pues ya había sonado la campanilla del microondas.

                Pronto entré a la habitación con dos platos con pizza y los refrescos, todo en una charola.

                -Yo siempre he querido ser detective.- comenté.

                -¿Sí? Entonces, ¿por qué estudias diseño?

                -Porque... También me gusta, pero... Ah, es que aquí no hay oportunidades para ser detective. De hecho, ya no hay para casi nada. -refunfuñé y él se rió un poco por mi reacción.

                -Tienes razón. Pero ya verás, algún día lo vas a hacer.- me palmeó el hombro.

                -Ah, ojalá. -exhalé sonoramente.

                Continuamos viendo el programa y cuando se terminó, me levanté para dejar los trastos en la cocina y al volver a la habitación, Erick se hallaba en el piso.

                -¿Erick? -me acerqué a él y lo miré. -¿Estás jugando? -le palmeé el rostro suavemente y no se movió, entonces me incliné para poner mi oído sobre su pecho pero antes de que lo hiciera, Erick me sujetó la cara con ambas manos y se incorporó un poco, uniendo sus labios a los míos.

                Una hermosa sensación de cosquilleo en el estómago me invadió y sentí mis mejillas arder. Sus labios eran tan suaves y cálidos... Sus frías manos sobre mis mejillas se sentían tan bien...

                Se separó de mí y me miró a los ojos, con una tímida sonrisa.

                Lo miré a los ojos y...

                -¡Idiota! -exclamé enojado. -¡Creí que te había pasado algo! ¡Me asustaste! -le reclamé y me giré para que no viera mi enrojecido rostro.

                -Lo siento... Es... No soy muy bueno con las ideas... Fue lo único que se me ocurrió para tenerte tan cerca...- soltó desanimado. -Lo siento...

                -Menos mal que no te pasó nada...- susurré y me giré. -¿Verdad? -inquirí.

                -Descuida, estoy bien... Aunque estaría mejor si me dijeras si... te gustó...

                -¿Me gustó qué?- me hice el desentendido.

                -Que te besara... Creí que me ibas a reclamar eso...-se encogió de hombros.

                -P-Pues... S-Sí... me gustó... Pero... Me asustaste... Eso no se vale.- hice un puchero.

                Él se acercó un poco a mí y me volvió a tomar el rostro. Sonrió y me abrazó, acariciando mis cabellos y luego se separó un poco para verme a los ojos.

                -Te prometo que no lo vuelvo a hacer, ¿sí?

                -Más te vale...-desvié la mirada. Él se inclinó un poco y buscó mis labios nuevamente aunque me resistí un poco pero terminé cediendo. Pronto estábamos enfrascados en una guerra de besos y caricias que darían paso a un intenso forcejeo sobre el suelo, buscando acariciar y marcar con ligeras mordidas la piel ajena. Nuestras prendas comenzaron a volar por la habitación y pronto nos hallábamos como Dios nos trajo al mundo.

                Erick comenzó a besarme el cuello y a descender, dejando pequeñas marcas rojas a su paso. Llegó hasta mi pecho y se entretuvo un rato en mis pezones, lamiéndolos y mordisqueándolos mientras una de sus manos seguía descendiendo y tomaba firmemente mi miembro para empezar a acariciarlo.

                Pronto sentí mi pene erecto y Erick dejó mis pezones para continuar besando mi abdomen y bajar hasta mi vientre. Comenzó a besar la cara interna de mis muslos suavemente y a acariciar mis testículos con una mano, luego tomó con la diestra mi sexo y acercó su boca a éste. Su lengua lamió la punta de mi glande y otro escalofrío me recorrió la espalda, haciéndome arquearla un poco. Aquella cálida lengua continuó explorando toda la extensión de mi pene y luego su boca lo cubrió por completo.

                ¡Era lo más placentero que había sentido en mi vida! Llevé mis manos a su cabeza y tiré suavemente de sus cabellos entre cada arcada de placer. Él parecía experto en esos quehaceres, pues me provocaba tan intenso placer que sentía por momentos que me iba a desvanecer.

                Comencé a sentir que estaba a punto de venirme y se lo dije, pero se mantuvo lamiendo y succionando suavemente, esperando que mi esencia se vaciara en su boca. La degustó con placer y se relamió los labios. Se levantó y me ofreció su mano para luego meternos ambos a la cama y comenzar él a besarme de nuevo.

                Se colocó entre mis piernas y las puso alrededor de su cintura. Me alzó un poco las caderas y buscó mi entrada con la diestra. Acarició aquella sensible zona con sus dedos y posteriormente introdujo el índice para comenzar a moverlo dentro y ensancharla. Le siguió otro dedo y luego otro, y cuando creyó conveniente, tomó su rígido miembro con una mano y lo estimuló un poco para que aquel líquido pre seminal hiciera las veces de lubricante.

                -¿Me va a doler?- pregunté cohibido.

                -¿Nunca lo has hecho?- inquirió y llevó su mano a mi mejilla para acariciarla.

                -No...-me cubrí la cara con ambas manos, avergonzado. Se inclinó y me abrazó por unos segundos, como si temiera perderme y yo lo abracé con la misma fuerza, como deseando tenerlo así para siempre.

                -¿Puedo tener el honor de ser el primero?- susurró antes de continuar, a lo que yo asentí enérgicamente. Vi una gran sonrisa de felicidad en su rostro y me sonrojé aún más.

                Me alzó un poco las caderas y llevó su pene hasta mi entrada donde, de un empujón, introdujo una parte y esperó a que mi gesto de dolor se fuera. Otra estocada y aquella columna entró casi hasta la mitad. Erick se mantuvo quieto un instante, tanto por esperar a que mi expresión dolorosa se calmara, y porque su miembro se encontraba atrapado en mi estrecho interior que apenas le permitía entrar.            

                Un tercer empujón y el miembro quedó por completo instalado en mí. El dolor era agudo y estuve a punto de claudicar, sin embargo, él tomó mi mano y calmé mi ansiedad. Cuando mi expresión se relajó, él vio el momento oportuno y comenzó a menearse dentro de mí, haciéndome sentir más el placer y aquel dolor iba desapareciendo.

                Fuimos, entonces, presas del más inexorable placer. Sentía como si mi espina dorsal fuese recorrida por una descarga eléctrica. Sus muslos golpeaban con suavidad mis nalgas y hacían un chasquido extraño. Pronto los embates fueron más rápidos y más fuertes, haciéndome sacudirme entero y gemir más y más. Él jadeaba cada vez más y se sujetaba de mis caderas dejando las huellas de sus dedos en mi piel.

                Pronto toda su esencia se descargó en mi interior y proferimos ambos un gemido ronco para luego quedar tumbados en la cama, él sobre mí. Se incorporó a los pocos minutos y se recostó a mi lado mientras me acariciaba el rostro y el pecho, mirándome a los ojos y sonriendo.

                -¿Te ha gustado?

                -Me encantó...- contesté aún sin fuerzas y sonreí.

                -A mi también... Me encantas...- se inclinó y me besó con suavidad. Yo correspondí el beso y enredé mis brazos alrededor de su cuello.

                Escuchamos el claxon de un auto y él se incorporó de repente, al parecer lo había reconocido como el de su hermano. Se puso la ropa rápidamente y salió a ver por la ventana para luego abrir la puerta y pedirle que esperara un par de minutos.

                Erick volvió a la habitación, yo aún trataba de vestirme y se me aceró, me tomó la cara con ambas manos y nos perdimos unos segundos en un intenso beso. Sin duda se había establecido una relación, pero yo ocupaba que me lo dijera verbalmente.

                -Y después de esto... -traté de articular, él sonrió y me dio un fugaz beso.

                -Eres mío, ¿qué no? Yo todo tuyo...- me acarició la mejilla y tomó su mochila. -Nos vemos mañana, ¿sí? Envíame un mensaje para que me digas dónde quieres que nos veamos.

                -C-Claro... Cuídate mucho...

                -Tú también, amor. -me abrazó rápidamente y al oír el claxon, se apresuró a salir.

                -Amor...-sonreí. Sentí un cosquilleo en mis labios de solo pronunciar aquella palabra dicha por él. No podía creer que apenas lo había conocido en persona y ya me había hecho suyo...

Yo todo tuyo... Recordé sus palabras y me sentí totalmente embriagado por esa sensación extraña que quizá pueda definir como enamoramiento.

                Me vestí y fui hasta la puerta. Ya estaba cerrada y él ya se había ido. Germán volvería luego y él tenía su propia llave. Resolví irme a dormir y al llegar a mi habitación me tiré en la cama y aspiré el aroma de la sábana donde ambos estuvimos tendidos... Olía tanto a él...

                Encendí mi celular y de inmediato me llegó un mensaje.

                Me encantas, te quiero. Duerme bien amor.

                Inmediatamente me dispuse a escribir una contestación, emocionado, con una sonrisa de oreja a oreja.

                También me encantas y te quiero. Nunca creí que me iba a pasar algo así, pero es lo mejor que me ha sucedido en la vida. Descansa y ten dulces sueños amor.

                Presioné la tecla indicada y el texto se envió. ¿Había sido muy cursi? No lo sé, pero... me sentía tan atontado, feliz...

                Soñaré contigo, sueña conmigo.

                Me puse entonces a responder el mensaje recién llegado.

                Ya sueño contigo.

                Me quedé dormido en algún momento y desperté hasta el amanecer. Definitivamente había sido el mejor día de mi vida, y a lado de Erick, esperaba que en adelante mi vida fuera realmente feliz.

 

                Pero el destino... Oh, cruel destino... Oí en algún lado la frase:

Destino es aquello que nos sucede mientras nosotros tenemos otros planes

Notas finales:

Espero todos sus comentarios, creanme que son muy importantes, tanto para mi como para la persona que escribió el fic.

Nos Vemos.


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