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Una vieja Cancion de Amor por Ciel Phantom

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Notas del fanfic:

Digimon no es de mi propiedad y amo a Tai y a Matt

Notas del capitulo:

Amo digimon apesar de los pocos comentarios que entran, que ya nadie lee...

Atte: Ciel Phantomhive

Una vieja canción de amor

 

Resumen.

Te quiero, te quiero, te quiero
mas no se si puedo, si debo, por miedo
decir que te quiero, te quiero, te quiero
y que no puedo mas vivir sin ti

Capitulo único. Te quiero.

 

Hoy como todos los días lo mire sonreí y aquella mueca de felicidad hizo latir mi corazón, hace tanto que lo admiro de lejos, sin atréveme a dar un paso más cerca  para tomar sus manos entre las mías, hace tanto que me conformo con sus sonrisas y aun entre mis sueños el más preciado es aquel en que me mira solo a mí.

 

—Yama quieres ir a pasear conmigo. —Me pide con aquella mirada chocolate destellando de emoción.

 

Jamás podría negarle nada, es mi persona ideal, aquella que ha logrado derretir este congelado corazón que pensé nunca mas volvería a sentir, que en algún momento di por muerto o solo digno de sentir rencor y dolor, entonces él llego, con sus ojos brillantes cual estrellas y sus labios de un color tan deliciosamente hermoso que incluso las flores palidecen de envidia, en él la niñez y la madurez han encontrado el equilibrio perfecto y el viento sopla únicamente por rosar su piel y sus cabellos.

 

Al cielo le robe una estrella
al prado una rosa tan bella
y al tiempo le pedí un momento
contigo para poderte amar.

Mi guitarra suena y mi voz canta aquellos sentimientos tan arraigados y difíciles de olvidar, porque en el momento de oscuridad mi musa se niega a marcharse y me enternece y atormenta el alma. Y mis canciones son la única forma en que intento de forma desesperada llegar a tocar tu corazón, pero tú eres inmune solo te mantienes ahí tirado en la hierba te miro recostado a un lado de mí, tu respiración es delicada y rítmica, su aliento adictivo y exquisito, aheleando que de alguna forma te des cuenta de lo desesperado que estoy por decir, “te quiero”

 

—Yama, no dejes de cantar. —Siempre accederé a cualquier petición tuya.


Te quiero como nadie te quiso
por miedo es que no te lo digo
y al viento que es mi único amigo
le pedí te lo diga por mí.

Te observo platicar con tantas personas, a todas ellas les sonríe alegrándoles la existencia y yo solo me quedo atrás esperando por que vuelva a recordar que existo y que soy yo quien daría todo por verte feliz, porque me dediques tan solo una de las tantas sonrisas de color sol  para iluminar mi día y mi vida entera.

 

Desearía poder decírtelo, pero cada vez que tengo un poco de valor este se desvanece como el humo que arrastra el viento, algo efímero que no dura, y mi cuerpo tiembla y se estremece de dolor al pensar perderte, prefiero amarte en silencio sin que lo sepas y conservarte a mi lado por siempre, de ese modo cuando estés triste y mis adorados ojos color avellana se llenen de lagrimas tendré el derecho a limpiarlas con todo mi cariño fraternal cargando en mi alma tu dolor, consolándote como tu amigo.

 

—Yama, ¿Por qué estas triste? —Preguntas con la angustia dibujada en tus facciones, ahora entiendo que soy yo quien necesita consuelo quien depende de ti para no llorar amargamente, el que desea egoístamente que le pertenezcas para que sin importar lo que venga pueda ser feliz.

Con delicadeza que muchos dudaran posees me recuestas sobre su regazo, puedo percibir la tibieza de tu piel a través de las telas y tus manos acarician mis cabellos, cierro los ojos y nunca me doy cuenta del momento en que me quedo dormido, aun así aun soñando siento tus brazos rodearme y susurrar quedamente un:

 

—Yama yo estoy aquí.

 

Y solo eso me contenta y me da la tranquilidad necesaria para descansar por completo sin miedos o frio.

 

Te quiero, te quiero, te quiero
mas no sé si puedo, si debo, por miedo
decir que te quiero, te quiero, te quiero
y que no puedo más vivir sin ti.

Hoy lo he decidido algo explotara  en mi pecho si no te lo digo, se que al final la última palabra la tendrás tú y de alguna forma macabra no me molesta que el rumbo de mi destino este entre tus manos, mi vida entera te la entregaría sin dudar, así que ahora te doy la oportunidad de hacerme el hombre más feliz de la tierra o de destruirme por completo.  Sé que serás justo, siempre lo has sido.

 

Te he dado una invitación especial para el concierto te suplico que no falte porque tengo algo importante que darte, te veo algo nervioso ante mi insistencia pero ya no puedo dar marcha atrás. Tú asientes y prometes no faltar.

 

—Si tan importante es para ti Yama, claro que estaré ahí, aunque me cueste la vida. —Me aseguras antes enredar tus brazos en mi cuello y darme un abrazo cálido.

 

— “Siempre tan extremista”. —Contesto antes de responder el gesto envolviéndote por la cintura y pegándote más a mi cuerpo, después de la noche del concierto puede que te pierda y que este sea la última vez que te tengo entre mis brazos.

 

Y al tiempo le pedí un momento
contigo para poderte amar

El murmullo de las personas en el recinto por primera vez no me afectan, sin embargo, el verlo ahí, esperando expectante por aquel regalo que le he prometido me intimida, él no lo sabe, pero es la única persona que hoy es indispensable me escuche cantar. 

 

Las primeras canciones son las de rigor, nada especial, sin darme cuenta llegamos al final, todos esperan ansiosos por el cierre, tomo el micrófono y sin titubear digo el nombre de la canción.

 

—Una vieja canción de amor. —Escucho el suspiro de las mujeres. —Este es mi regalo para ti. —Digo mirándote a los ojos  pero con discreción, lo que menos deseo es que al terminar el concierto mi club de fans locas le ataque



Te quiero, te quiero, te quiero
mas no se si puedo, si debo, por miedo
decir que te quiero, te quiero, te quiero
y que no puedo mas vivir sin ti

Al cielo le robe una estrella
al prado una rosa tan bella
y al tiempo le pedí un momento
contigo para poderte amar

Te quiero como nadie te quiso
por miedo es que no te lo digo

 

 

Te observo estas completamente asombrado incluso creo que no respiras, la respuesta no pude ser más obvia. Con el corazón destrozado salgo del escenario.  Tu no has venido a verme, confirmando mi suposición, me odias, y yo no tengo cara para pedirte perdón, aunque tampoco pienso que deba disculparme, esto que siento no es malo, no te ofende ni te lastima.

 

Salgo por fin del lugar, todos ya se han marchado y la noche ya es absoluta.

 

—Al fin sales. —Me giro para mirarte, llevas una bufanda anudada al cuello intentando protegerte del frio, tus manos se restriegan entre ellas intentando ganar calor.

 

—Tai.

 

—Hace mucho que no me llamabas así. —Dices frunciendo el seño. —Prefiero el seudo cariñoso.

 

Yo asiento mecánicamente sin saber que esperar.

 

—Tu canción. —Comienzas tú al ver que yo no sé qué decir. —Tu canción fue linda, más que eso fue increíble.

 

—Te gusto? —No puede evitar preguntar.

 

—Por supuesto siempre me han gustado tus canciones pero con esta te sacaste un diez.

 

—Tuve una buena fuente de inspiración. —Lo dije sin pensar, tus mejillas están rojas y no es precisamente por el clima.

 

—Y bien, estoy esperando. —Yo no sé qué hacer. —Yama dímelo a la cara, porque hasta que  no lo hagas yo no…

 

Y lo bese, lo bese tan desesperadamente que lo deje sin aliento, mi lengua se adueño de su boca y danzo con la otra, ¡Dios! Era estar en el cielo, deseaba hacerlo sentir todo el amor y la angustia, el temor y la lujuria que me inspiraba.

 

Lo soltaría, lo dejaría ir, porque él no respondía solo estaba ahí parado con las manos en alto como si yo fuera un ladrón que le había tomado desprevenido y de cierta forma así era.

 

—Y eso es todo. —Pregunto. Nuevamente me quede sin habla.  —Yama eso no es un beso, esto es un beso.

 

Y me beso, demandante, sicaptico, sensual y tierno, una mezcla que nunca experimente y que me estaba volviendo loco. Una parte de mi vibro y se estremeció al punto de sentirme deseoso con solo ese contacto. Si eso era un beso no quería ni imaginarme como seria el sexo, no mentira, si deseaba imaginarlo, es mas deseaba sentirlo, vivirlo.

 

—Vamos a tu casa. —Una nueva duda apareció en mi rostro. —Tú padre trabajo hoy y llega mañana en la tarde ¿no? —Yo asentir. —Tenemos toda la noche.

 

Y di gracias que si yo solo era un poeta que construía castillos en el aire, Taichi era de los que derrumbaban quimeras para construir edificios indestructibles sobre la tierra, ahí en la realidad.

 

Fin.

 

 

 


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