Esto es una confesión muy terrible para mí: Creo que he desarrollado una adicción.
Mi nombre es Alonso Fernández y soy un chico bastante "normal". Del típico que anda entre el 5.0 y el 5.9 en las notas, de esos que le encanta jugar video juegos, como Pokémon y esas cosas, me encanta leer, no tiendo a hacer mucho ejercicio ni nada por el estilo... con suerte corro hasta mi colegio cuando voy atrasado...
Mi familia es bonita y muy feliz... no, no es cierto. Mi madre (Carolina) siempre está trabajando y es una mujer muy exigente en lo respecta a los estudios, por eso siempre tiene problemas con mi hermano, que es... un poco... "relajado" en ese aspecto. Mi padre, al que llamo por su nombre: Marco, ya no vive en casa, pero hace algunos esfuerzos por estar "más presente" y esa es una de las razones por las que es el ayudante del entrenador del equipo de futbol de mi hermano... He hablado mucho de mi hermano, él se llama Fabián y yo verdaderamente lo admiro, a sus 17 años de edad pareciera que lo único que quiere hacer en la vida es ser deportista... él es todo lo contrario a mí, es un fiestero, el goza su vida como si cada día de ella fuera el último, él trata de relajarse ante todas las cosas. Y es por eso que lo admiro.
Además, Fabián me enseño muchas cosas, pero bueno, inevitablemente me gustan los hombres y no puedo hacer nada contra eso... de mi familia el único que sabe es mi hermano, pero parece que a veces se le olvida.
Siempre voy a ver los partidos de futbol de mi hermano, pero es porque mi madre dice que vaya y lo vigile para que no haga nada indebido, siempre le respondo “¿Qué va a hacer de malo un joven en un partido de futbol?” “¿Qué sé yo? Es hombre” me responde siempre mi madre. En fin, no la entiendo bien.
Bueno, uno de esos días, fui a ver un partido y luego fueron a la casa de Clark para poder festejar la victoria que habían tenido; al final, como siempre, fueron sólo los titulares. Como solo tengo 15 años y el futbol no es para nada mi estilo, luego de un rato comencé a aburrirme.
- ¡Uy! ya está el hijito de mami haciendo show por todo, ¡ni que fueras niña! -molestó Clark, que el arquero oficial del equipo, era grande, verdaderamente grande.
- ¡No soy una niña! - dije enojado, ese tipo siempre me estaba molestando.
- Clark, no lo molestes -comenzó mi hermano.
-"¿ya te acordaste por qué no me gustan tus amigotes?" pensé en protesta.
- Pero si mírenlo ¿no es una niña?
Disimuladamente me miré... "bueno, no sé que me encontrará para parecerle una niña" pensé, estaba usando mi polera favorita de Iron Maiden (lml.) y un blackjeans un tanto ajustado, además de tener la chasquilla hasta a la altura de mis mejillas y el resto del pelo tomado en una coleta.
- Ya déjalo Clark -me defendió Javier, un defensa lateral.
- ¡JA! -sonreí satisfecho cruzándome de brazos, en un acto de infantilismo propio de mi edad.
- Eres igual que un niño de ocho años -dijo Thomas, un defensa central, sacudiéndome el cabello y yo me sonrojé.
Desde que mi hermano había entrado al equipo, yo me había sentido atraído por Thomas, era alto, de espalda ancha, con unos ojos cafés hermosos, una sonrisa que no quitaba nunca de su rostro, y siempre estaba haciendo bromas que a nadie caían bien, menos a mí, porque yo, me reía por todo cuando él estaba cerca.
- N-no es cierto.
- Uy si se sonroja -me molestó ahora Damián, un delantero lateral... ¬¬!
- Ya, basta. No molestes a la niña -siguió Patrick, un defensa, mirando a Damián divertido.
- Oigan ya es suficiente, ¿qué les ha dado hoy con molestar a mi hermano?
- Tiene la pinta justa para ser molestado. -aportó Mike, un volante derecho.
- Sí, tiene razón -aseguró Gaspar, delantero (o extremo) derecho.
- Cállate Blue... ¿qué hablas?- empujó Bruce el Mediocampista haciendo al otro tambalear.
- Oigan, ustedes, cálmense… - replicó Davide, sonriendo.
Y ahí se pusieron a bromear y me dejaron de molestar.
Permítanme hablarles del Equipo de Fútbol de mi hermano: Clark, es el arquero, es grande como ya lo había dicho, tiene un genio que nadie aguanta pero hace muy bien su trabajo como para dejarlo en la banca, así es que cuando hacen fiestas y esas cosas, aunque no quieran lo invitan de todos modos. De Defensas Centrales están Thomas (por la izquierda) y mi hermano (por la derecha), que a todo esto, tiene un físico muy similar a Thomas, aunque un poco más estrecho de hombros. El Defensa Lateral Derecho es Javier, es más alto que mi hermano (1,80 aprox.), rubio, y grande, Tom suele decir que se parece al personaje principal (Robert Park) de "Los Increíbles" (Película de Disney Pixar). Al otro lado, el Defensa Lateral Izquierdo, es Patrick, muy moreno y tan alto como Javier, tiene un cuerpo muy formado, incluso más que Thomas porque aparte de ir al gimnasio, practica el Salto con Garrocha. Por el mismo lado, en el Mediocampo Defensivo Izquierdo (Volante Izquierdo) encontramos a Vicente, es alto pero no se nota tanto porque siempre está encorvado, camina como si le diera flojera moverse pero en cuanto tiene el balón entre las piernas no hay nadie que lo detenga, tiene un piercing en la oreja izquierda porque dice que así recuerda su posición en la cancha. Al otro lado, frente Fabián, está el Mediocampo Defensivo Derecho (Volante Derecho) Mike, dicen que se parece a un turco, porque tiene la nariz similar a los de ese sector del mundo. En el Mediocentro está Bruce, parece un tiburón, y de hecho todo el mundo le dice así, es bajo en comparación con los defensas, pero es al menos unos cinco centímetros más alto que yo, tiene el cuerpo formado como Patrick con una espalda como la de Thomas; pese a eso es muy tímido y sin duda alguna, es el más tierno de todo el equipo. Gaspar es el Delantero (o Extremo) Derecho, él es un poco más alto que Bruce, pero aún más bajo que cualquiera de los defensas, tiene las piernas muy trabajadas y trata de hacer pesas para equilibrar, cosa que le sale bastante bien; usa ropa deportiva, pero tiene el pelo azul como un recuerdo de haber sido otaku, dice... él es todo un misterio, nunca dice mucho, aunque lo que habla es para decir algo que deja callados al resto del grupo, pese a eso es muy tranquilo, pero me da esa sensación de que si lo hacen enojar de verdad, se muestra como en la cancha: Feroz; es increíble ver ese cambio, como si se desquitara con el balón, los del equipo le dicen “Lobo Azul”, ya se imaginarán por qué. Por el otro lado está Damián (¬¬) es delgado y moreno, pero no tanto como Patrick, es un poco más alto que yo, incluso que Bruce, es lo que se podría decir, un "Mujeriego", cada par de meses tiene una pareja nueva... aunque cuando van a las fiestas Gaspar suele tener más suerte que él… bueno, como sea. Por último se encuentra Davide; es el Delantero Central, el Goleador del Equipo, es muy blanco y un poco más grueso que Damián, tiene rasgos orientales un tanto marcados, al principio lo molestaban mucho diciendo que tendría que abrir mucho los ojos para poder ver el arco, pero luego de unos cuantos partidos, concluyeron que era bueno en lo que hacía, porque era “Japonés” y ahora, ese es su apodo. Ese es el equipo de mi hermano. Ellos se formaron como equipo en el liceo de hombres al que todos asisten. Ahora, volvamos a la historia.
Esa noche molesté tanto a mi hermano que terminamos yendo a casa, sin embargo Davide y Damián nos acompañaron y se quedaron allí.
Normalmente, cuando hay mucha gente, tiendo a prestar mi habitación para que se queden allí, porque tengo un colchón bajo mi cama que la hace parecer cama nido pobre y yo dormía en la habitación de mi madre, que como nunca estaba su habitación siempre estaba disponible para cualquier familiar. Como esta vez no eran tantos yo dormiría en mi habitación y Fabián se llevaría el colchón de debajo de mi cama a su pieza para poder dormir, pero ellos no pensaron así. Me estaba acostando cuando llegó Fabián:
- ¿Hermano?
- ¿Puedo dormir contigo? Es que ellos quieren seguir despiertos hasta más rato y yo quiero dormir nada más.
- Puedes dormir en el colchón de abajo aquí en mi pieza… -alcancé a decir antes que…
- Fabi~! –dijo Damián entrando a MI habitación de pronto.
- Vayan a mi pieza ustedes, yo dormiré aquí.
- Eh?! ¿Por qué, Fabi~? ¿Me dejarás dormir con este japonés así como si nada? –Nota: Damián siempre bromea con mi hermano como si fueran pareja, es que Fabián no soporta mucho a los homosexuales (incluso conmigo trata de no tocar el tema y de tratarme como si no supiera, razón por la que generalmente lo olvida), y Damián, que lo sabe (no lo mío, lo de Fabián) le encanta molestarlo por eso.
- Duerme con quien se te de la regalada gana. No me importa. –dijo mi hermano.
- ¿Dónde vamos a dormir? –preguntó Davide.
- aquí. –dijo Damián, sorprendiéndonos a los hermanos.
- ¡¿Qué?! –gritamos los hermanos- No, por supuesto que no -seguí.
- ¡Yo duermo aquí! –gritó a su vez Damián ignorándome, saltando en mi cama.
- Oye! esa es mi cama! tú duerme ahí abajo.
- Bien, como sea, con tal de dormir… -dijo el Japo y se tiró en el colchón de abajo.
- Eres muy inquieto para dormir? –preguntó Fabián a Davide.
- No, como una estatua.
- Bien, yo dormiré aquí. –dijo mi hermano echándose también en el colchón dejándome desorientado- ustedes se arreglarán allí..
- Pero hermano…- comencé pero se hizo el dormido y no me respondió.
Miré a Damián que me sonrió y con una mano golpeó MI cama.
- Ven aquí. –me dijo, bromeando.
- Tú eres de mi hermano, no debes engañarlo… -dije sonriendo.
- No haré nada malo… -
- Pobre de ti haces algo malo conmigo.
- No me interesan los hombres, chico, tranquilo. Eres el hermano de un amigo, no podría meterme contigo, aunque si fueras mujer… -me miró lascivamente y yo me sonrojé, pero me crucé de brazos y miré hacia otro lado para disimularlo- Pero como eres hombre, -continuó- te veo casi como mi hermano menor.
- Entonces no hay problema con dormir aquí –dije con una personalidad que no sé de donde salió y me acosté a su lado, pero mirándole.
- Además, -bostezó- estoy cansado…
- Bueno entonces duerme.
- Sí, sí, dormiré. –dijo y se volteó.- buenas noches…
- buenas…
Traté de dormir, pero su cuerpo desprendía demasiado calor. En medio de la noche, lo sentí sacarse la polera. Me puse demasiado nervioso, pero era porque nunca había dormido al lado de un hombre que no fuera Fabián, y desde que se enteró, dejó de hacerlo. Más calor…
- Podrías alejarte un poco, traspiro contigo tan cerca.-susurré, pensando que dormía.
- Lo siento, mi cuerpo en la noche siempre desprende más calor del normal.
- ¿Estas despierto? –pregunté desconcertado, luego caí en la cuenta lo ridículo que pudo sonar eso.
- Sí. -me respondió extrañado volteándose a verme.
Hubo un silencio en que él cerró los ojos y pude ver lo largas que eran sus pestañas “que lindo… Bah! que estoy pensando…”. Él, se puso de espalda, y sacó los brazos fuera de las sábanas, intranquilo.
- Agh! ¿Te molesta si me destapo? –me miró, su voz… sonaba más profunda de lo normal…
- N-no, hace calor. –dije entre sorprendido y nervioso.
Tiró las sábanas hacia su cintura y sacó una pierna fuera de las frazadas. Abrió los ojos y me miró, yo estaba con el pijama puesto, y un poco encogido.
- ¿Si tienes calor, por qué no te desabrigas un poco?
- N-no… -dije de pronto nervioso “¿Pero qué carajos me está pasando?” pensé.- no me gusta.
- Ah bueno, pero, entonces destápate, de otro modo seguirás traspirando, la noche está calurosa.
- Es que tengo que sentir peso sobre mi cuerpo para poder dormir bien… -entonces caí que eso se oía bastante mal. –dijo, me refiero a las sábanas…
- Si… bueno, entonces muere de calor, yo creo que así estoy bien.
- Si te molesta puedes quitarte los pantalones… -dije y agradecí que la oscuridad no delatara mi sonrojo “¿por qué dije algo así?”
- No –dijo sonriendo- no me molesta… pero si quieres me los quito para ti…
- N-no, ¿Qué dices? Yo lo decía porque a veces molesta la hebilla del cinturón, pero si no te molesta…
- Tienes razón… me quitaré el cinturón, gracias.
- S-sí, no me agradezcas.
- Entonces, buenas noches. –me dijo, acostándose de espaldas.
- Buenas… -
Ahora, no sentía calor en el cuerpo, excepto en la cara. Y es que no podía dormir, tenía los ojos abiertos como huevos fritos y lo único que podía mirar era el rostro de Damián.
Es que se había quedado dormido sumamente rápido, y su rostro se veía tan tranquilo que me parecía desconcertante para un hombre que no paraba ni de hablar ni de moverse. Sus pestañas… eran tan largas que le daban un toque especial a su cara, incluso su nariz, que yo siempre había encontrado grande, con la poca luz que entraba a mi habitación pasaba casi como un detalle de adorno, sus cejas un poco más gruesas que las mías se ayudaban a dar una forma gatuna a sus facciones, las mejillas, delgadas terminaban de darle forma a su cara… en su frente un mechón de pelo se había pegado producto del calor… “es… hermoso…” “si tan solo pudiera despertar todos los días frente a un rostro como el suyo…” y pensando eso, me dormí...
Supongo que allí, comenzó todo…