Seung Hyun tenía una mueca de desaprobación pintada en el rostro. Su queridísimo novio, Kwon Ji Yong, era perfecto. Contaba con un talento maravilloso para el ámbito artístico, una belleza envidiable y una personalidad y carácter que simplemente le parecían hechos para él… pero si tenía que escoger un defecto de su amante, sería la responsabilidad. Es demasiado para una persona. Ya bastante tenía su pequeño Yongie con los solos y el próximo álbum de la banda como para preocuparse de un grupo de adolescentes. Odiaba, odiaba con toda su alma, al CEO en esta ocasión. Y cómo no, si ahora que la empresa contaba con un programa de supervivencia artística le había encomendado al líder ser quien preparara al team B en la primera batalla. Bueno, quizá hubiera exagerado un poco si solo se tratara de eso; pero su enojo más bien se debía a las circunstancias.
Era tarde cuando llegaron a la villa del Choi después de una grandiosa cena juntos. Ji vestía genial, como de costumbre, con unos jeans azules al cuerpo y una camiseta blanca suelta que dejaban a la vista aquellos tatuajes que había delineado mil y una veces con su lengua cuando hacían el amor. Sus cabellos lucían algo despeinado y rubio, perlado por gotitas de agua fresca recientemente pasada.
Se pusieron cómodos en el sofá y disfrutaron de un programa de tv cuando su pequeño conejito pegó un salto y se le acomodó entre las piernas… ¿cómo negarse a esa carita, a ese traserito insistente? No pudo, como cualquier ser viviente con un lado salvaje. Le mordió el labio inferior y lo atrajo más a su cuerpo. El menor aprovechó para dar una oleada de besos sobre la piel que recubría al cuello del más alto. Su pelvis no tardó en moverse sobre su pareja y así comenzar con un juego que no terminaría simplemente, o eso creía.
Seung Hyun disfrutaba de desabrocharle el pantalón, colar sus manos por la playera que no podía ser mejor para la ocasión ya que brindaba una vista placentera del par de botoncitos de chocolate erectos y ansiosos por ser probados pero en ese momento un sonido sobresaltó a su menor…
- — ¿CEO? ¿Eh, un episodio? — dijo agitado el dragón, atrapando el teléfono con sus manos temblorosas — Vale, estoy en… media hora. Sí, todavía me quedo en la villa, es por eso que demoraré más. Sí, prometo estar en media hora para grabar.
Tras colgar, Hyun se sintió incómodo. Ji se acomodó los pantalones, se calzó una chaqueta y, tras una última mirada a su figura en el espejo y una mirada triste al mayor, salió de la casa.
Habían pasado ya cuatro días de aquello. Cuando su amado no tenía que grabar, debía ver los videos que los chicos le mandaban, asistir a los ensayos e incluso se hacía un tiempo para retar a Taeyang por teléfono, pero parecía haber olvidado de que tenía un novio. Eso fue la detonante. El Choi estaba decidido. Lo habían llamado para ser jurado y él votaría al team A.
¿Cómo perdonarle aquello a su pareja?, oh mejor dicho, ¿cómo lo castigaría?