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Conejitos de polvo por lolitasherry

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Notas del capitulo:

los personajes de saint seiya pertenecen a sus creadores, mala suerte para muchas de nosotras.

Capitulo 3

 

 

 

 

--El primero en llegar es el león por ser el más cercano, después le sigue Shaka acompañado de Milo y tras ellos viene Shura, el único que parece que no vendrá es el gemelo mayor.

 

 

 

 

--Parece que Saga al final se arrepintió-- comenta con cierta tristeza el peli azul escorpión.         --Quizás no pudo zafarse de Kanon – comenta  a modo de consuelo el guardián de la cuarta casa—tendremos que comenzar sin el—dando la espalda a la entrada de su templo que es la que lleva a géminis.

 

 

 

 

--¿Quién dijo que no iba a llegar?-- ¡Saga!—dijeron a coro los allí presentes—a poco creían que no vendría, esta bien que mi hermano es difícil de engañar pero no imposible.

 

 

 

 

--¿Qué le dijiste?—cuestiono curioso el de virgo

 

 

 

 

--La verdad—contesto tranquilamente el gemelo mayor, sorprendiendo a todos los presentes.

 

 

 

 

--¿Te atreviste a romper nuestra promesa?—preguntaba un sorprendido e irritado cangrejo.

 

 

 

 

--¡Como crees, no claro que no!, solo omití la parte de investigar el polvo de tu casa, no te enojes crustáceo, sabes que para eso de detectar mentiras mi hermano es todo un experto.

 

 

 

 

--¡Ahora si. Que comience la aventura!—exclamo animado el león.

 

 

 

 

--la noche transcurría tranquila y los caballeros contaban anécdotas de misiones hechas no tan recientemente para pasar el tiempo esperando que pasara algo fuera de lo normal en el cuarto templo, Aioria y Saga estaban muy callados, uno por pensar que había tomado una mala decisión al declinar la oferta de su hermano para ir a la fiesta y quedarse en el santuario con sus compañeros, y el otro por no decidir si contarles o no el bochorno pasado tres noches atrás, aunque nadie le vio caer seguía avergonzándose por lo sucedido. No tenían nada que temer, eran los caballeros mas poderosos de la orden de Atenea y por eso se confiaron, el polvo comenzó a moverse casi imperceptiblemente sustrayendo de las bolsas de los pantalones o las chaquetas, o en alguno que otro caso y mas osados de los cuellos de los mismos objetos muy personales y algo comprometedores para algunos, la noche paso aparentemente sin novedad y al amanecer despuntando el alba todos se despidieron para tomar cada uno rumbo a su hogar. El primero en darse cuenta que le faltaba su reloj de bolsillo fue Shura--¡No!—buscándose y rebuscándose en los bolsillos de su ropa sin encontrarlo, tomando rumbo de nuevo al templo de cáncer fijándose en el piso para ver si no se le había caído.

 

 

 

 

--¿Se te perdió algo cabra?—Shura no respondió, estaba muy concentrado buscando su reloj que no escucho al escorpión--¿Shura?—estaba muy intrigado por el comportamiento de el guardián del decimo templo, a este no le importaba el aparatito en si sino una foto muy especial que llevaba siempre consigo, la foto de la persona que era dueña de su corazón y no quería que nadie se enterara de sus sentimientos.

 

 

 

 

--Cabra ahora también te has vuelto sordo a parte de distraído—pregunto de nuevo su compañero--¿Qué?—eres demasiado despistado cuando estas concentrado en algo, ¿Qué buscas amigo mío? Si me dices tal vez lo podamos encontrar mas rápidamente—No te preocupes Milo tal vez se me quedo en la casa de mascara, mejor me encamino para allá, de todos modos gracias,--Milo ya no le entretuvo mas, era obvio que la cabra no le diría nada, no por lo menos en ese momento.

 

 

 

 

--En la casa de Cáncer un mal humorado peli azul buscaba y rebuscaba por toda la sala un hermoso pañuelo azul marino con el símbolo del signo de su amor bordado con hilos de oro, lo atesoraba como ninguna otra de sus posesiones, pues fue un regalo de él el hombre de su vida, pero jamás le confesaría sus sentimientos pues estaba seguro que no serian correspondidos.

 

 

 

 

--¡No esta, no esta!—repetía en voz baja desesperado--¡pero si estaba en la bolsa de mi chaqueta!, ¡aaauuurrrr!—resoplo molesto por la prenda perdida.

 

 

 

 

--Una casa mas abajo, el mayor de los gemelos se tocaba incrédulo su cuello, ¡no estaba! ¿Cómo pudo habérsele caído?, en la soledad de su cuarto se quito todas sus prendas para buscar tan valioso objeto, aun recordaba el sonrojo de las mejillas en ese precioso rostro y el temblor en su voz al dirigirse a el.  

 

-----------------------------------flash back------------------------------------------------

 

 

--Feliz cumpleaños, es solo un pequeño detalle, espero que te guste—regalándole una preciosa sonrisa.     -----------------------------------------fin de flash back-----------------------------------

 

 

 

 

--Alguien mas que se daba cuenta que le faltaba un objeto muy personal era el mas cercano a buda, estaba sorprendido y a la vez triste, había prometido jamás separarse de ese pequeño presente y acababa de romper esa promesa con la perdida del mismo.

 

 

 

 

--Mientras todo eso sucedía en las distintas casas tres finos polvos de paseaban jugueteando y mezclándose entre si  en el salón principal tomando distintas formas y pequeñas risillas inundaban el lugar, jamás se habían atrevido a dar señales de su existencia al dueño de esa casa, pero eso estaba por cambiar.     --el plan era sencillo,  unir al dueño de la casa de cáncer con el amor de su vida, y hablando del rey de roma este venia entrando a la sala buscando muy disimuladamente el objeto que estaba seguro se encontraba en algún lugar de la misma, ¿Cómo hacer que su amor no se enterara? Le daba miedo ser rechazado, si al menos intuyera que el guardián de la cuarta casa también estaba loquito por él.         --Aioria ni tiempo había tenido de extrañar el objeto que le sustrajeron esas pequeñas bolas de polvo, su hermano bajo muy temprano a su templo para desayunar con él y de paso le contara que tanto hicieron en su pequeña reunión, claro muy disimuladamente pues no quería parecer ante los ojos del león como un hermano entrometido.         --Hermano, te vez algo cansado—comento lo obvio el arquero         --Solo un poco Aioros, la velada estuvo entretenida y la plática de Saga fue exquisita pero no más que el vino que Death nos dio a beber mientras conversábamos.         --Mientras los hermanos desayunaban en el templo de leo, Milo paso por allí como un suspiro, ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Si el peli azul de ojos verdes se lo obsequio cuando el brasileño sin querer le rompió el labio durante un entrenamiento, desde entonces siempre lo traía con él.         --En el templo de cáncer, el recién llegado y el dueño de la casa no pudieron cruzar palabra puesto que un tercero corto el silencio de la sala—buenos días de nuevo Death-- saludo Saga—del otro lado de la sala otro saludo se dejaba escuchar—buenos días mascara—llegaba en ese momento Milo—y todo movimiento del polvo en el lugar ceso no sin antes ser notado por los allí presentes.

 

 

 

 

--¿lo notaron caballeros?-- ingresando por donde había llegado Milo el más cercano a buda—si lo notamos contesto el dueño de la casa—supongo que ustedes están aquí por la misma razón que yo me encuentro en la sala.

 

 

 

 

--Eso depende—contesto algo dudoso el escorpión.

 

 

 

 

--Yo diría que si—contesto Shura—se me perdió mi reloj de bolsillo.

 

 

 

 

--A mí un dije—no comento más Saga         --Pues a mí un pañuelo bordado a mano—comento guardián de la cuarta casa

 

 

 

 

--A mí se me extravió un llavero de cristal con una flor de loto tallada—comento muy incómodo el vecino de la casa del león dorado.

 

 

 

 

--Y hablando del susodicho este era el último en ingresar al templo del cangrejo-- ¿A ustedes también se les perdió algo?—si ¿Qué se te perdió a ti?—pregunto curioso Milo sin revelar  el objeto que se le perdió a él.

 

 

 

 

--Un pequeño pastillero-- un poco sonrojado e incómodo.

 

 

 

 

--La cosa se estaba poniendo interesante, ellos, seis caballeros de oro burlados por unas pequeñas bolas de polvo que ni siquiera habían visto y que les pusieron en ridículo entre si, ahora era por orgullo propio debían averiguar qué era lo que pasaba en el templo de cáncer.

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer.


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