Son las 3 de la mañana y yo me encuentro aquí acostada en una cama, que no conozco después de una borrachera que no quisiera repetir, pero que de una manera tan extraña me da un gran alivio, todo indica que es el cuarto de una chica las paredes son de un color lila y todo sus muebles son blancos y todo esta exageradamente ordenado. Se a la perfección que este no es el cuarto de mi compañera de piso ya que ella, la Señorita Hermione es todo lo contrario a lo que este cuarto aparenta, con un poco de dolor en todo el cuerpo me levanto de la cama y me dirijo hacia la cocina a ver quien fue la persona amable que me ayudo la noche anterior, no recuerdo nada más que cuando ella llego.
- Valla, parece que as despertado Joy, ¿gustarías desayunar conmigo?
- ¿¡Sh…Sharo!?
Y ahí me encontraba yo, parada justo enfrente de esta bella mujer –espera un momento, ella sabe mi nombre– de la cual estoy enamorada desde que la vi por primera vez, de sus ojos verdes que logran dejarte enganchado a ellos, de su largo cabello color negro azabache y de su cuerpo perfectamente formado. Se para del comedor y camina lenta y tortuosamente hacia mí.
- Vamos parece que has visto un fantasma, y sí, soy Sharo, pero no me has contestado si desayunarías conmigo.
- No, ya tengo que irme, lamento las molestias que puede haber ocasionado.
- No, al contrario, pero insisto quédate a desayunar no me gusta desayunar sola.
- Está bien.
No sé cómo salir de esta situación, su presencia tan cerca de mí me pone nerviosa, y no soy capaz de coordinarme, me señala una silla que está al lado de ella y con una voz de autoridad habla al aire pidiendo otro palto de comida, y en unos poco minutos aparece una chica bajita con un uniforme de ama de llaves y me da un plato con hotcakes, tocino y vaso de jugo de naranja.
- Si está bien esto o gustas otra cosa.
- No, esto está perfecto, gracias.
Comenzamos a desayunar en un enorme silencio que se pone incomodo hasta que decido hacerle una pregunta.
- Sharo, ¿te puedo hacer una pregunta?
- Ya lo has hecho, pero adelante, cuál es tu pregunta.
- ¿Por qué estoy en tu casa después de la fiesta de anoche?
- Valla no me sorprende que no lo recuerdes, estabas tan borracha y perdida, tu amiga de cuarto ya se habían retirado por que unos amigos supongo le recomendaron que se fuera a descansar y tu su linda amiga – sonríe y toma un poco de aire – fuiste olvidada en la fiesta y como yo no sé dónde vives y no estabas en las mejores condiciones para que regresaras a tu casa decidí traerte a la mía a que descansaras, esto contesto a su pregunta.
- Si, y de nuevo gracias por el desayuno y por ayudarme en la noche.
- Joy querida, después de lo que me dijiste anoche no pienso dejar de ayudarte nunca más.
Mierda, mierda, mierda. Que es lo abre dicho en mi estado anoche, ¿me le habré confesado? No, nada de eso no soy tan tonta como para haberlo dicho anoche y con tanta gente. Oh Dios que estupidez habré cometido. Ya no soy capaz de seguir en este lugar, así que me para lo más rápido posible, tomo mi plato y con rapidez me levanto de la mesa, cuando siento su mano sujetar con firmeza mi brazo y me gira rápidamente atrapándome entre sus brazos.
- Oh Joy querida, no sabes lo mucho que espere para que llegara esta día, en el que te pudiera tener entre mis brazos así sin que nadie más nos viera.
- ¿Qué? Como, a que te refieres, o entiendo nada.
- Ven vamos te invito a comer y ahí te explicare todo lo que quieras.
Me quedo petrificada entre sus brazos, escuchando a Sharo en mi oreja decirme esto en un tono que logra que toda mi cara se ponga de color rojo y que mi respiración se acelere y me cueste tragar la saliva. Yo, salir a comer con esta impresionante mujer, no me lo puedo imaginar.
- Está bien, nos vemos en el café que está enfrente de la universidad ¿te parece?
- Por mi está bien Joy, el lugar es lo de menos, solo quiero hablar contigo, ¿te parece a las 3?
- S…sí.
Llego a mi casa con el corazón latiendo a mil por hora –no puedo creer que tenga una cita con Sharo– y no sé que ponerme que este a la altura de ella, reviso mi armario con una gran duda de por medio y me decido por un short corto vintage, con una blusa blanca de manga tres cuartos, sobre un suéter rojo con estampados azules y dorados, junto con mis infalibles converse rojos para que hagan juego con mi cabello del mismo color y me lo dejo suelto para que me caiga sobre los hombros.
Llega la hora de encontrarnos en el café y ella luce despampánate con un pantalón café entallado, un suéter color camel y unos zapatos tipo Oxford a tono y su hermoso cabello negro recogido con una cola de caballo.
- Llegas a tiempo, como siempre, no esperaba menos de ti querida, por cierto, luces preciosa… como siempre.
- Gracias, tu también luces muy linda.
- Ven vamos a sentarnos en aquella mesa del fondo.
- Si está bien.
No puedo más con la intriga de saber qué es lo que le e confesado anoche, la poco luz que hay en el fondo del café hace que por suerte Sharo no note lo sonrojada que estoy, después de un silencio incomodo me dice.
- ¿Y bien cuáles son tus dudas, querida?
- Primero que nada quiero saber qué es lo que te dije anoche.
- Solo me dijiste que estabas muy feliz de estar conmigo, que hacía bastante que no te sentías así.
- Valla nada mas eso –pensaba que había dicho algo de más–, pero porque tú me ayudaste, ¿Por qué tú de tantas personas?
- Fácil, yo sé ser amable con las personas, por cierto omití algo de lo que dijiste anoche.
- Ah sí, me podrías decir que es.
- Solo te daré una pista para que recuerdes. Tu cara estaba tan roja como tu flamante cabello
- ¡No me digas que te dije parte de mis sentimientos!
Oh no, ahora si estoy segura de que me le he declarado en mi peor estado. Mi vergüenza me supera y giro mi cabeza para que no pueda verme más.
Ya no se que mas preguntar, no sé qué peguntar para que mi sonrojo baje un poco de mi rostro y pueda seguir con la plática, cuando siento su mano tomar mi mentón y girarme la cabeza hacia ella, con la poca luz que existía en ese lugar logre ver en sus ojos una excitación palpable, deseo besarla pero me contengo al notar que sus ojos pasan de la excitación a la desesperación, no sé qué hice mal, no quiero saber que hice mal solo quiero que sus labios rocen los míos, cuando me dice en nuestra cercanía
- Querida, me tengo que ir, toma esto –me dice, dándome un sobre con cara de placer–, esto tal vez aclare tus dudas.
Algo había cambiado en su rostro en este escaso minuto, algo que a ella le causaba demasiado placer pero a mí me causaba un enorme miedo. No quiero ver el sobre –debo ver el sobre– no quiero, no quiero, no quiero. Después de que Sharo lleva unos cinco minutos de haberse ido yo me armo de valor y abro el sobre, no puedo creer lo que veo
- ¿Cómo es que ella tiene una foto de aquella chica?
La foto es de una chica de cabello negro corto, lentes, braquets, gordita. A esta chica yo la conozco de la secundaria, porque yo a ella la rechace, ella se armo de valor y me declaro sus sentimientos pero yo no quería ser la amante de ella no. Un momento la foto tiene una carta…. No, no, no, ¡NO!, Sharo no puede ser aquella chica de lentes, me levanto en llanto y dejo la carta en la mesa y me voy del lugar sabiendo que nunca más la veré y que me lo merezco.
CARTA:
Antes que nada querida Joy, quiero que recuerdes la secundaria, el día en que una chica de lentes, braquets, cabello corto se te declaro, recuerda sus palabras y por si no las recuerdas te las cito: “Pero algún día nos volveremos a ver y las cosas van a cambiar”. Y bueno el día a llegado, me presento de nuevo, mucho gusto Señorita Joy, soy la chica que le declaro sus sentimientos en la secundaria y a la cual rechazaste, jure que las cosas cambiarían un día, y hoy es el día en el que te diré todo, me cambie de escuela para poder cambiar y que tú no te enteraras de mi cambio para que mi regreso pasara por desapercibido. Cambie mi aspecto para que tú te pidieras enamorar de mi y, mira lo logre, logre que te enamoraras de aquella niña “insignificante” por la que ahora me doy cuenta que babeas amor, mi plan inicial era convertirme en tu pareja y cuando estuviera más segura de que eras solo mía decirte la verdad y alejare para siempre, pero yo no soy tan cruel. Así que solo decidí enamorarte y decirte la verdad, sin hacerte sufrir mucho. Espero y con esta “lección” sepas que no todo siempre sale de la mejor manera y que siempre se te puedes regresar las cosas. Te deseo lo mejor y solo tengo una cosa más que agregar, nunca te deje de querer. Oh mi querida Joy. Se feliz.
Atte. Sharo.