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Malheur por VampireDark

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Notas del capitulo:

Este fanfic es algo triste, espero lo disfruten y que logren sentir lo que quería trasmitirles :3

 

-Respóndeme algo.

-¿Qué quiere saber?

-¿Por qué lo hiciste?

-¿Hacer qué?

-¡Conmigo no juegues!

-No estoy jugando.

-Entonces responde de una maldita vez.

-No entiendo que quiere que responda.

-¡¿Por qué lo mataste?!

-…

-¡¿No piensas responder?!

-No lo entendería.

 

 

 

 

 

Los días solían ser bastante aburridos en aquel entonces, la brisa surcaba revolviendo sus castaños cabellos, y sus posos azules, artificiales por supuesto, se fundían con absoluta parsimonia con el azul que evocaba el cielo en sus finales de tarde, mientras aquel café que hasta hace solo unos segundos degustaba, se hallaba reposando en aquella mesa caoba perfectamente simétrica, así como todo lo demás que ocupaba aquel café-bar.

-Lamento llegar tarde - la voz de su amigo le saco de sus pensamientos, a lo cual no dudo en voltear a observarle con algo de molestia.

-Ya se te ha vuelto costumbre - miro a su amigo a simple vista mucho más bajo que él, sentarse a su lado, causando un ligero movimiento de sus naranjas cabellos, sus ojos de un violeta artificial con aquella mirada inocente y aquella sonrisa pura y llena de vida, la cual en aquel instante estaba únicamente dedicada a él.

 -¿Para qué me hiciste venir a estas horas Ibuki? - a pesar de aquella voz de reproche, sus gestos tiernos e inocentes no cambiaban en lo más mínimo.

-Todo se va para la mierda Hikaru - aquellas palabras tan duras, dichas de una manera tan tranquila asustaron un poco al más bajo, quien no estaba acostumbrado a aquel tipo de reacciones en su amigo.

-¿De qué hablas? - la confusión se fue incrementando al ver como los ojos de su amigo se iban cristalizando poco a poco

-De todo maldita sea, de todo - el corazón del peli naranja se estremecía cada vez más, al ver el estado en que se encontraba su mejor amigo - me despidieron sabes, el maldito de mi jefe… bueno, el imbécil de Minase me lo dijo apenas llegue esta mañana.

-Vaya… en verdad lo siento - la mirada del menor ahora cambiaba a una de tristeza, realmente le dolía ver a su amigo en aquel estado.

-Ja, ojala eso fuera lo peor - su voz tajante, fría y bastante molesta puso una vez más en alerta al otro.

-¿Qué más paso?

-Fui a hablar con Reika sabes, necesitaba un apoyo en esto, pensé que él lo sería - detuvo su dialogo por unos instantes, mientras suspiraba con pesadez, evitando que su voz se cortara o que las lagrimas le traicionaran - hablamos un rato, me pidió que hablara con Minase, que intentara arreglar las cosas, obviamente me negué, le dije que no volvería arrastrándome ante alguien que solo quería verme humillado - una nueva pausa, solo que esta vez sus orbes se posaron en las violeta del otro, como buscando algo de apoyo para continuar, y a lo que el peli naranja le sonrió con comprensión prosiguió - se enojo conmigo, me dio un ultimátum, tendría que hablar con él, me negué de nuevo, vi su enojo crecer, lo resolvió con gritarme que era un bueno para nada, y que esta relación ya no daba para más - no pudo más, las lagrimas le traicionaron y caían indiscriminadamente en aquel caoba de la mesa, silenciosas, pero sin lugar a dudas bastante dolorosas.

Hikaru no tuvo que pensarlo mucho, se levanto tranquilamente, para no llamar mucho la atención, y tras pagar lo debido por el café, retirarse con su amigo, quien se intentaba tranquilizar para no ser el centro de las miradas del lugar, ya suficiente tenia para terminar agregándole el hacer un show completo y de medio pelo, en pleno lugar público.

Así caminaron por las frías calles de la ciudad, las cuales eran ya iluminadas por la radiante luna llena, y unas cuantas cuadras después, ya se encontraban en el lujoso edificio donde vivía el castaño, saludaron al portero con tranquilidad y subieron hasta el piso indicado, y una vez dentro del apartamento y sin darse cuenta en que instante, ya se encontraban sentados el uno frente al otro, en aquellos sofás individuales negros, de hermoso juego con las paredes blancas del lugar, mientras bebían tranquilamente unas copas de coñac que el castaño tenía en su reserva.

-Me iré de la ciudad - aquella frase dicha por el mayor, alerto al peli-naranja, quien solo atinaba a mirarle confuso, y ya algo ido por el licor ingerido - necesito un cambio sabes, buscare un nuevo empleo, una nueva vida allá, lejos de toda esta mierda.

-Es simplemente una locura - la voz tranquila, pero claramente angustiada del más joven, le hizo voltear a mirar confundido e incluso dolido porque su único y mejor amigo no fuera capaz de apoyarlo en eso.

-No necesito tu apoyo, está decidido - aunque su voz sonaba firme, el menor pudo notar la desilusión en la voz del otro.

-Estas borracho - le dijo como un último intento de hacerle entrar en razón.

-Sé lo que digo, sabes bien que no soy de los que me arrepiento de mis decisiones - y lo comprendió, nada podría hacer para cambiar la decisión de su amigo.

-¿Estás seguro de esto? - y un último asentimiento por parte del otro fue todo lo que necesito - entonces cuentas con mi apoyo - y aquella sonrisa sincera volvió a aparecer en sus labios - te diría que te acompaño, pero tengo un empleo y una familia que mantener - y las típicas burlas que al final del día terminaban saliendo de sus labios.

-Gracias - fue lo único que el castaño pudo decir para después lanzarse a abrazar a su amigo, ninguno de los dos suponía que aquel cambio afectaría de una manera tan radical al mayor.

 

 

 

 

 

Dejo de prestarle atención al televisor que se encontraba frente suyo, pasaba ya un mes desde aquel día en que decidió dejar todo atrás, ahora vivía en una nueva ciudad, más tranquila e incluso más acogedora, hablaba con Hikaru casi a diario, aun no conseguía empleo, sin embargo, al menos económicamente, no le afectaba en ningún sentido, aun le quedaba parte del dinero dado por su anterior trabajo, y lo ahorros que bien había guardado en su momento, su única preocupación real era la del contacto humano, ya que, por más que asistiera cada fin de semana a un bar distinto, necesitaba un amigo con el cual poder conversar en cada oportunidad que se le presentara, y no solo compañeros de tragos o de cama de una sola noche.

Observo su reloj, aun era algo temprano, y haciendo caso omiso a los pensamientos que hacían presencia tan solo unos segundos atrás, salió del lugar en busca de un nuevo bar en el cual pasar un rato agradable, y al menos así olvidar un rato la soledad presente.

No tardo mucho conduciendo, cuando uno de los lugares le llamo la atención, no era muy llamativo ni elegante, pero tampoco se veía como un antro de mala muerte, aparentaba ser tranquilo, y con gente no muy refinada, por lo que no dudo mucho en que aquel sería el lugar indicado en aquella noche, bajo del auto y distinguió aquel letrero de luces parpadeantes, sin llegar a ser vulgares, “Besluite” se lograba leer, lo miro detenidamente por unos instantes, para inmediatamente entrar al lugar sin prestar mucha atención a lo demás a su alrededor.

El lugar parecía tranquilo, las decoraciones entre el rojo y el negro, y las ambiguas formas que se mostraban en las paredes, se le hacían, de alguna manera, causantes de que el lugar fuera más acogedor, se acerco a la barra a paso tranquilo, y después de pedir un whisky se limito a observar el lugar, la fauna presente era la típica, padres de familia con sus amigos o conquistas, solteros disfrutando de una noche loca y descabellada, incluso uno que otro estudiante celebrando cualquier estupidez presente, en cuanto al lugar, acogedor como lo pensó desde un primer lugar, y por primera vez, noto una tarima que se mostraba al lado contrario de la barra, y que por el momento permanecía vacía.

Dejo de prestar atención para dedicarse a su bebida, parecía que no había nadie interesante con quien gastar sus energías aquella noche, por lo que tomaría un par de tragos, tal vez esperando que alguien apareciera a hacerle la noche más amena, y si no, se marcharía del lugar, sin ningún inconveniente en realidad, no sería la primera vez que le tocara hacerlo.

-Señoras y señores, perdón por la demora - aquella voz le saco de sus pensamientos, obligándolo a voltear inmediatamente al lugar del que provenía la voz, la tarima - aquí esta lo que todos estaban esperando, nuestra queridísima estrella del lugar, reciban con un fuerte aplauso a Kouki.

El castaño se quedo por unos instantes petrificado, observando como aquel joven subía al escenario con total tranquilidad, bastante alto, se notaba a simple vista, delgado, aunque aquella camiseta negra algo abierta y transparente, permitía observar que era algo atlético, pantalones ajustados blancos e impecables, cabellos rubios, casi dorados, y unos ojos azules intensos que resaltaban en aquel lugar, realmente ante la vista del castaño un chico bastante intrigante y apuesto.

-Buenas noches, gracias por venir, espero lo disfruten - miles de voces habían pasado hasta entonces por los oídos del castaño, pero pudo jurar en aquel instante, en que la voz del joven empezó a soltar aquella bella melodía, que estaba escuchando a un ángel cantar, por más cliché que pudiera sonar, aquel sin duda era el primer pensamiento que su mente había podido soltar.

A cada palabra, a cada movimiento de los labios ajenos, Ibuki no podía evitar sentirse más que atrapado, y cada vez le resultaba más que imposible separar su mirada de la contraria, hasta que el destino, en alguno de sus crueles juegos, permitió que la mirada de aquel chico se encontrara con la suya, unos segundos en los que ambos celestes se fundieron, y una casi imperceptible sonrisa se formo en los labios del rubio, una sonrisa que casi inmediatamente fue borrada, por lo que el castaño, incluso llego a dudar que fuera real.

Y sin darse cuenta y más pronto de lo que esperaba, la ilusión termino, el rubio agradeció y con una reverencia se marcho del lugar, vio pronto como toda la fauna de aquel bar volvía a sus actividades rutinarias, y, sin pensarlo mucho, pago la bebida y se marcho, realmente no se hallaba en condiciones para seguir en aquel lugar, no después de aquella extraña sensación que acababa de experimentar.

 

 

 

 

 

El tiempo paso, consiguió un trabajo muy a su estilo, y con una buena paga, hace poco había recibido una visita de Hikaru, e incluso ahora se podría decir que poseía unos buenos amigos, con los cuales podía compartir algunos de sus ratos, e incluso algunas visitas al bar, porque eso sí, visitar “Besluite” se había vuelto una de sus rutinas intachables, solo o acompañado, pero nunca podía fatal a aquel bar, ni mucho menos, a escuchar a aquel joven que día a día le cautivaba más.

Aquella noche en especial, una semana después de que Hikaru se marchara del lugar, ocurrió algo inesperado para él, y el inicio de una situación que poco esperaba en aquel instante.

Se dirigía con calma, al igual que todos los sábados en la noche, a aquel lugar de la ciudad en que sabia podía escuchar a aquel rubio cantar, sus pasos eran tranquilos, y pausados, no tenía prisa en realidad, después de todo, el bar no quedaba a más de quince minutos del lugar en que se hallaba, y por el horario mental que había logrado hacer, el rubio no cantaba sino hasta media hora después.

Había escogido una calle poco transitada, y bastante oscura, por algún motivo siempre había preferido aquello, antes que el molesto bullicio que presentaba Japón en sus noches, y por eso fue que se sorprendió al oír unos pasos a gran velocidad acercándose por su espalda, no alcanzo a reaccionar, o al menos no con la suficiente agilidad, ya que, en el instante en que volteo para encarar de frente a aquel que llegaba, sintió como el cuerpo ajeno golpeaba de lleno con el suyo, haciendo que ambos cayeran al suelo, aquel extraño por desgracia, encima suyo.

-Maldita vida, no puede tener un poco más de cuidado - Ibuki grito con toda la ira a flor de piel, ira que desapareció al momento en que abrió los ojos, y ver aquellos ojos celestes, mirarle con algo de confusión, miedo e incluso reflejando la suplica - ¿K-Kouki? - el aludido sonrió al ver sobre quien había caído, y aun más al captar que este le había reconocido, sin embargo, su dicha no duro demasiado, debido a que escucho varios pasos acercándose al lugar con agilidad.

Y una vez más, el castaño se vio sin tiempo de reaccionar, antes de que pudiera darse cuenta, el blondo le había tomado de un brazo, y lo arrastraba a una de esas casuchas abandonadas y casi destruidas, de las que se encontraban en aquella calle, para una vez dentro, empotrarlo en una de las paredes y cubrirle la boca evitando que el mayor soltara cualquier tipo de sonido.

La cercanía en aquel instante le mataba, quiso alejarse y empujo con suavidad al rubio, pero el agarre era firme, y aunque quisiera volver a alejarle, con algo más de fuerza, desistió al escuchar unos pasos secos y firmes pasar al lado del  lugar en que se hallaban escondidos, por la cantidad de pasos Ibuki podría jurar que eran como mínimo unos tres, y al juzgar por la cara del más alto, no eran precisamente personas con las que deberían encontrarse.

-¿Dónde carajos se metió? - la voz de uno de los hombres causo que ambos pegaran un brinco de la impresión.

-Debió seguir cuesta arriba, seguramente hacia el bar, no tiene ningún otro camino.

-Ahora que sabemos el lugar donde labora, no le podemos volver a dejar escapar - y la voz de un tercero, más seca y tenebrosa retumbo en la calle, causando que unas cuantas lágrimas salieran de los celestes artificiales del rubio.

-Sigamos cuesta arriba, no debe ir muy lejos - y sin más escucharon aquellos pasos alejarse con una rapidez casi inhumana.

Por unos segundos todo se mantuvo en silencio entre ellos, pero una vez se sintieron seguros, el rubio no pudo evitar caer al suelo de rodillas y llorar, llorar con una agonía tan desgarradora, que partió el corazón de Ibuki en aquel instante, y no pudo hacer más que agacharse y abrazar fuertemente al otro, intentando relajarlo.

El rubio, por su parte, al sentir los brazos del otro rodear su cuero, no pudo evitar llorar aun más fuerte, la necesidad de desahogarse y el calor agradable, y la calma que le trasmitía aquel cuerpo, le hizo inevitable contenerse.

-Todo estará bien, ya tranquilízate - y aquellas palabras, susurradas con ternura en su oído, fueron las que terminaron de desarmar a Kouki, ¿Hace cuanto no recibía un abrazo, o una palabra de apoyo de alguien?

-Gra-gracias - su voz entrecortada y una sonrisa sincera, mientras alguna lágrimas recorrían con delicadeza las facciones de su rostro, fue lo que encontró el castaño al momento en que el rubio levanto su mirada y la enfrento con la suya.

-Vámonos de acá, antes de que regresen y nos encuentren - y lo único que pudo recibir como respuesta, fue una mirada de asombro, un tímido asentimiento y una sonrisa sincera.

 

 

 

 

 

Sin duda, llego a ser muy traumático, el enterarse que el rubio no tenía a donde ir, pero más traumático fue, el que sin él mismo darse cuenta, ya le estaba ofreciendo un techo a aquel extraño que no conocía más allá de la música.

Todo llego a ser extraño en un principio, la convivencia era difícil, y generaba uno que otro resultado caótico, no lograban entenderse en su totalidad, y sumando el hecho de que el rubio no había vuelto a aquel bar, y por ende andaba desempleado,  solo lograba poner más pesada la situación.

Respecto a porque el más alto estaba huyendo aquel día, aunque Ibuki muchas veces quiso indagar al respecto, solo consiguió miradas indignadas, e incluso una actitud bastante fría por parte del otro por varios días.

Sin embargo, el castaño se veía incapaz de echar al otro de su hogar, y menos de abandonarlo a su suerte, y el rubio, siempre agradecido por todo lo que el otro había hecho, y aun hacía, le ayudaba en todo lo que podía referente al hogar, e incluso pudo decir, que sus atributos culinarios, mejoraron irremediablemente, y aunque las peleas eran constantes, se habían vuelto más una rutina que un hecho de discusión real.

Un día en particular, todo cambio para estos dos, sin esperárselo realmente, era un día libre en el trabajo, por lo que Ibuki se hallaba tranquilamente en la comodidad de su sala, frente a aquella grande y hermosa ventana, mirando hacia la nada con un cigarro en sus labios, fumando con una tranquilidad casi mágica; sin darse cuenta en que instante, se hallo sin el tabaco en sus labios, y al poder percatarse de la ubicación de este, ya el rubio lo andaba botando por la ventana, sin ningún pudor ni inconveniente. El castaño estaba dispuesto a reclamar, sin embargo al ver la mirada llena de furia que le dedicaba el otro se contuvo.

-Ese maldito vicio te va a terminar matando algún día - voz fría y cortante, y sin embargo, el castaño pudo entender la preocupación que hacia trasfondo a aquel reclamo.

-No es mi culpa, no he conseguido un vicio mejor - se encogió de hombros divertido, había descubierto que uno de sus pasatiempos favoritos era, sin duda, hacer enfadar al rubio.

-Existen muchos y mejores, al menos que no le hagan daño a tu salud - el castaño le miro divertido, alzando una ceja, mientras el rubio se enojaba más y más, no era de Kouki gritar, ya lo había aprendido, pero también había aprendido a leer sus gestos, y sin duda, ese era un serio gesto de molestia.

-Dime uno solo - se hallaba divertido frente a la situación, no iba a negarlo, y el ver como la cara del más alto se iba tornando más y más roja, según él, por la ira, solo lograba divertirlo más; sin embargo, fue él quien se quedo en blanco, en el instante en que el rubio se acerco a él y en un rápido movimiento, junto sus labios con los suyos, fue un simple roce, que no duro más que unos rápidos segundos, pero que descolocaron inmediatamente al mayor. Un nuevo acercamiento, esta vez más real, con la ternura pasmada en cada uno de los movimientos de los labios ajenos, y sin darse cuenta en que instante, los labios del castaño ya se hallaban correspondiendo el acto, con la misma ternura, mientras sus brazos, abrazaban con ternura la cintura ajena, y sentaba al rubio en sus piernas, sin romper el contacto, y este mientras tanto pasaba sus brazos alrededor del cuello del mayor, enredando sus dedos en los castaños ajenos.

-Este por ejemplo - la voz del rubio, una vez se separaron del beso, aunque sin alejarse más que unos cuantos centímetros, salió con ternura - esta es una bonita adicción - y esta vez, fueron los labios del castaño los que se acercaron, y atacaron la boca ajena, en un beso mucho más pasional y exquisito, mientras sus manos se colaban debajo de la camisa ajena, acariciando la piel que encontraba a su paso, y, sin embargo, fue esto lo que le permitió reaccionar al rubio, quien bruscamente se separo del mayor, y corrió hacia su habitación, encerrándose en ella, dejando a un castaño confundido e impresionado por lo que acababa de pasar.

 

 

 

 

 

Ya habían pasado al menos unos tres meses desde que Kouki se hospedaba en aquel lugar, y unas dos semanas desde aquel día en que sus labios se juntaron, y desde ello las cosas se habían vuelto algo tensas entre ellos, Ibuki nunca sabia como debía reaccionar frente al más alto, el cual simplemente evitaba lo más posible al castaño, y aunque ambos querían aclarar la situación, el tema resultaba bastante molesto para ambos.

Era domingo, Ibuki aquellos días no trabajaba, y sin embargo en aquel instante no se encontraba, ya hacía dos horas aproximadamente que se había marchado, y no daba señales de querer aparecer, Kouki por su parte, se hallaba sentado en el lugar que solía ocupar el castaño, lo extrañaba, claro que lo hacía, y además encontraba insólito el hecho de que no se encontrara, conociendo bien que no era una actitud típica del otro, sin embargo, cuando iba a salir, su orgullo y su  timidez le impidió preguntar algo; y ahora se hallaba solo, aburrido, preocupado y pensativo, definitivamente estaba dispuesto a arreglar aquella situación, sin importar que, la verdad la dolía la situación que estaba viviendo, y estaría dispuesto a tragarse incluso su propio orgullo e incluso sus propios sentimientos, con tal de que todo volviera a estar bien con el otro.

En esos pensamientos se hallaba cuando escucho el ruido del cerrojo de la puerta principal, se quedo observando con tranquilidad, esperando a que la figura del castaño se hiciera presente, pero se impresiono al ver, que aquella figura no se encontraba sola, sino que aparecía con un peli naranja, que descaradamente se hallaba colgado del cuello del mayor.

-Ibuki, por favor, por favor, por favor - la voz del más pequeño resonó por todo el lugar, y por alguna razón que no supo entender, se le antojo terriblemente fastidiosa al rubio.

-Ya te dije que no Hikaru, por favor suéltame de una buena vez - la voz del mayor, más que molesta, sonaba divertida, y eso se le antojo de un muy mal sabor al más alto.

-Es increíble - y por fin aquel pegote humano, soltó al castaño, y se quedo mirándole fijamente ya de pie en la sala - vengo a visitarte desde tan lejos, y así es como me tratas, que mal amigo eres - ante eso simplemente una risita del castaño, quien se había dirigido a la cocina por unas bebidas - ¿Quién es él? - y solo en ese instante fue que Kouki se dio cuenta que el molesto peli naranja tenía su mirada fija en él.

-Me llamo Kouki, un placer - intento sonar lo más cortes posible, y si embargo, la mirada que le dedico el otro le molesto bastante.

-¿Y que se supone que haces aquí Kouki? ¿Quién carajos eres?- aquellas preguntas fueron pronunciadas de una manera fría y cortante, y sin embargo, bastante suave, de seguro para que Ibuki no las escuchara, o al menos eso fue lo que cruzo la mente del rubio.

-Eso debería preguntarlo yo - dijo con el mismo tono despectivo - después de todo yo vivo aquí - y la malicia con la que soltó esas palabras, aunque impropias de él, se le antojaron bastante dulces, y la cara de desprecio que puso el más bajo, le permitió sentirse aun más satisfecho.

-Veo que ya se conocieron - la voz del castaño retumbo en el lugar, justo a tiempo para detener lo que fuera que el peli naranja fuera a decir, el cual simplemente volteo a sonreír al castaño, de una manera que se le atojo bastante falsa al más alto.

-Si - la falsa emoción con la que lo pronuncio le resulto totalmente repulsiva a Kouki - pero aun no entiendo ¿Quién es?

-Es el chico del que te he estado hablando - el castaño dijo con simpleza, dejando algo impresionado a Kouki ¿Había estado hablando de él?

-¡¿Es él?! - la clara impresión que tomo la cara de Hikaru, causo una risita por parte del castaño, y una extraña mueca de asombro en el rubio, quien no entendía que pasaba, y menos entendió cuando el peli naranja se le lanzo encima dándole un gran abrazo, dejándolo sumamente descolocado - discúlpame, discúlpame, discúlpame, si hubiera sabido nunca te hubiera tratado así - y Kouki no sabía cómo reaccionar, vaya que ese chico era extraño, observo a Ibuki quien solo tenía una sonrisa mientras observaba la escena con bastante ternura.

-Ya Hikaru, déjalo en paz - y la voz del castaño termino salvándolo, realmente no sabía cómo reaccionar.

-Pero… - el más pequeño se alejo entre una mueca de tristeza, desilusión, vergüenza y arrepentimiento, en verdad se notaba mal por lo ocurrido, a pesar de no haber sido nada grave realmente.

-Tranquilo, no ocurrió nada - y la voz del rubio descoloco a los otros dos presentes, aunque casi instantáneamente tenía una vez más al menor encima suyo, con un abrazo de absoluto agradecimiento, acompañado, claro está, por esos “gracias” constantes que no paraban de sonar en su oído, mientras Ibuki solo sonreía con agradecimiento y felicidad.

La tarde por demasía transcurrió tranquila, e incluso para el momento en que Hikaru se marcho camino a su hotel, parecía que los otros dos se habían olvidado completamente del ambiente incomodo que se venía presentando últimamente, e incluso se hallaban riendo, y divirtiéndose sin ningún inconveniente, pero lógicamente, Kouki no podría dejar pasar de largo la duda que tenía su mente en aquel instante.

-¿Hikaru, él… él es tu novio? - y la pregunta quedo dicha, y un silencio, que el rubio sintió eterno, se hiso presente, a pesar de que no fueron más de unos pocos segundos.

-No lo es - contesto al fin - somos solo mejores amigos, desde que somos niños - y de nuevo un silencio algo incomodo, y sin embargo el castaño volvió a hablar, considero necesario decirlo - perdón si su actitud al principio no fue muy buena, es bastante sobreprotector y celoso cuando se trata de sus amigos, pero en el fondo es una muy buena persona, además se noto que después de superada la confusión, le caíste bastante bien - y le sonrió, de aquella manera tan hermosa, que causo que el rubio le sonriera de vuelta.

-Lo comprendo, no te preocupes, después de todo a mí también me pareció una persona agradable - y el silencio volvió a reinar, y aunque a Kouki se le paso por la mente la idea de que por fin podrían hablar de aquel día en que se besaron, prefirió esperar un poco más, después de todo le gano el temor, y despidiéndose tranquilamente se dirigió a su habitación, sin siquiera esperar una respuesta del castaño.

 

 

 

 

 

…¡Mira! Yo pedí el pájaro azul, para darte la bienvenida

Me desprendí de nuestras manos unidas…

 

El día de trabajo había sido especialmente pesado aquel día, había perdido un negocio demasiado importante, y había tenido una buena discusión con su jefe, al respecto y frente a otros temas igualmente “importantes”, por lo que lo único que deseaba era llegar a su casa y dormir todo lo que quedaba  de semana, por suerte era viernes y el sábado era su día libre, por lo que tendría todo el fin de semana para relajarse.

Al llegar al departamento, alcanzo a escuchar por detrás de la puerta aquellos dos versos siendo cantados por la ya conocida voz del rubio, ¿Pájaro azul, eh? No dudo en entrar, como normalmente haría, y al llegar a la habitación del rubio, se encontró con que este se hallaba concentrado tranquilamente en su trabajo, con la guitarra del castaño en mano, y una pequeña libreta, al parecer anotando los pequeños versos según se le iba ocurriendo.

…Antes de la meta me di la vuelta, espero que estés allí

Y luego me regreso al cielo…

El pelinegro, quien tenía su vista fija en los movimientos que realizaban los labios del rubio, la separo buscando aquellos orbes, encontrándose esta vez, con aquella mirada celeste fija en él, casi como si aquella letra estuviera dedicada a él, al igual que pudo notar cómo las lágrimas salían indiscriminadamente por aquellos ojos que tanto le gustaban.

No lo dudo, o mejor dicho, ni siquiera lo pensó, cuando menos se dio cuenta ya la guitarra se encontraba a un lado totalmente perdida, y él se encontraba limpiando, con su legua, aquellas gotitas cristalinas que caían por los ojos ajenos, mientras el otro, se encontraba prácticamente paralizado por la impresión y la sorpresa.

Poco a poco, su lengua fue bajando, hasta toparse con aquellos suaves y gruesos labios, con los que nos tardo mucho en fundirse, con ternura, intentando que las lagrimas del otro desaparecieran en su totalidad, para el momento en que la sorpresa paso y el beso fue correspondido, su lengua volvió a tomar protagonismo, cuando aun en medio del beso, empezó a pasarla delicadamente por los labios ajenos, buscando entrar en aquella bella cavidad que, a los pocos instantes le dio el tan esperado paso.

…Puedo sentirlo siempre

Yo debería haber sido entendido.

Se separaron sin quererlo, mirándose a los ojos directamente, diciendo en esta acción, todo lo que sus bocas no se atrevían a decir, y de nuevo se besaron, notando como el cuerpo contrario se estremecía contra el propio, en un acto de cariño y de pasión absoluta, Ibuki sentía como si con él, su vida, por primera vez, cobrara un verdadero sentido, y definitivamente no lo dejaría escapar, no, a él no.

Le pego más a su cuerpo, sintiendo como Kouki cruzaba sus brazos detrás de su cuello, con cariño, con un mimo especial que nunca nadie le había proporcionado, y así mismo el paso sus brazos por la cintura del rubio, acariciando por debajo de la tela de la camisa cada parte de piel ajena que se cruzaba en su camino, sintiéndola, guardándola en su mente, como si fuera la última vez que la podría tocar.

La ropa rápidamente empezó a estorbar, y se impresiono al ver que era el más alto quien tomaba la iniciativa, quitando con delicadeza su camisa, acariciándole, sintiendo cada tramo de su piel, e incluso atreviéndose a dar uno que otro beso, cariñoso, mimoso y delicado, y así como ocurrió con aquella camisa, poco a poco ocurrió con cada una de las prendas, permitiéndose tocar mutuamente sin ningún tipo de impedimento.

Ibuki poco aguantaba más, quería aligerar las cosas, quería sentir al otro de una vez, que se entregaran por completo mutuamente, y sin pensarlo mucho, dirigió su mano a la entrepierna del contrario, para ágilmente procurarle unas caricias abrumadoras y deseosas, fue un asombro para él, el hecho de que, a pesar de que sus caricias eran correspondidas por unos fuertes gemidos salidos de los labios contrarios, este le detuvo, y al mirarle a los ojos buscando una explicación, fue que se dio cuenta de la suplica que irradiaba en los ojos del menor, una súplica que no supo identificar.

…Me di cuenta que las cosas lejanas están

Cerca de las cosas que no sé donde están…

El rubio sin pensarlo mucho, volvió a acercarse al rostro ajeno, para besarlo con ternura, con cariño, con un aprecio tan irradiante, que simplemente descolocaba totalmente al castaño, quien solo podía lanzar algunos suspiros satisfechos, al sentir las manos del otro acariciar cada parte de su anatomía, casi como si fuera una muñeca de porcelana, que al más mínimo toque se podría romper.

Los besos no tardaron en pasar al cuello donde el rubio se entretuvo, besando y lamiendo a su antojo, incluso una que otra mordida, pero todo de una manera tan delicada, e incluso tan inocente, que destilaba, por todos los poros, el cariño más sincero que cualquiera de los dos hubiera tenido la facilidad de ver antes.

Y antes de que pudiera reaccionar, la boca del menor ya se hallaba acariciando uno de sus pezones el cual lamia y mordía con delicadeza, estimulando con mimo causando que cada vez los suspiros e incluso gemidos fueran en aumento en la boca contraria.

No tardo mucho en cambiar de posiciones y consentir con la misma delicadeza al rubio, quien se dejaba hacer gustoso, por fin Ibuki había entendido, Kouki quería algo delicado, algo sincero, que mostrara de la manera más cariñosa, el amor que se reflejaban mutuamente, dejando de lado la lujuria por un instante, y dejándose llevar únicamente por los más bellos sentimientos que embarcaban su alma.

Poco a poco se fueron dejando llevar, poco a poco el cuerpo del otro se encontraba más a su merced, y el miembro de ambos, exigía prontamente una atención inmediata, y sin embargo, parecía que ninguno de los dos era capaz de pasar esa barrera, era como si quisieran, alargar aquel instante el mayor tiempo posible, fue cuando el castaño se decidió, que con delicadeza paso su mano por el falo ajeno, apenas y alcanzándolo a rozar, y un sonoro gemido hizo acto de aparición , dándole toda la confianza para continuar.

…Palabras indiferentes

Y los dos encajan entre sí como parte de la confirmación…

Su mano fue rápidamente reemplazada con su boca, la cual más que estimular, para consentir aquel miembro que palpitaba gustoso ante las caricias dadas, mientras recibía como respuesta los más exquisitos gemidos que, en toda su vida había escuchado, sin embargo, al momento en que sintió aquel miembro estremecerse, propio de la cercanía al orgasmo se alejo, recibiendo un pequeño suspiro de molestia, con el que no pudo evitar soltar una sonrisa.

Se acerco a su boca y con algo de lujuria, pero sin dejar aquella dulce ternura de lado, le beso, le beso como nunca había besado a alguien, y en aquel beso le trasmitió todos aquellos sentimientos a Kouki, y para el momento en que se separo, pudo observar aquellos celestes, mirándole fijamente, totalmente anegados en lagrimas que se negaban en caer, junto con la rabia y la impotencia presentes en ellos.

-Lo siento - fue lo único que pronuncio el rubio, antes de volver a besar al castaño, con tanto cariño y pasión unidas, que inmediatamente le obligo a olvidar lo que acababa de ocurrir.

…Mi corazón llora y ríe volátil

Tanto que me duele…

Al separarse de aquel beso, llevo tres de sus dedos a la boca del más alto, quien sin dudarlo empezó a lamerlos, de una manera erótica e inocente a la vez ¿Cómo era posible? Tal vez, solo era porque era él quien lo hacía.

Alejo los dedos cuando lo considero prudente, y una vez más sus lenguas se vieron fundidas en una danza tan exquisita, que parecían hechas la una para la otra, y mientras le preparaba, le susurraba las palabras más hermosas y complacientes, entre besos caricias, y la pasión enredada en el ambiente, para cuando menos se dio cuenta, su miembro ya estaba entrando cautelosamente en el interior del rubio, quien se aferro a él con fuerza, intentando así disminuir un poco el dolor que se hacía presente.

Fue Kouki quien empezó a moverse cuando ya se sintió preparado, y de ahí en más todo fue una faena exquisita, llena de caricias y besos delicados, acompañados con unas embestidas fuertes, mientras más jadeos salían, más unidos se sentían, y mientras su mano, se aferraba en los castaños del otro, y las embestidas del castaño eran sutilmente acompañadas por los fuertes movimientos de su mano en el falo del rubio, se permitieron el llegar juntos al clímax, de una manera tan exquisita y tan única, que por primera vez ambos se sintieron completos, tanto así que al momento de salir del rubio y aferrarlo a sus brazos en un dulce abrazo, poco tardaron en ambos quedar profundamente dormidos.

…¡Mira! Un pájaro azul debería existir siempre

Yo solo te quiero a ti.

 

 

 

 

 

Despertó con la luz del sol golpeándole directamente en su rostro, gruño con molestia para luego levantarse con pesar y la pereza irradiando en su expresión, sin embargo, una sonrisa se formo en su rostro al recordar la noche anterior, busco con la mirada al rubio, sin embargo, en aquella habitación blanca, con negro, y algunos toques algo contemporáneos, no se hallaba ningún rastro de este.

Un pequeño ruido en la cocina logro alertarle lo suficiente, se levanto aun con pereza, pero con la alegría de saber que aquel día, en su totalidad, podría pasarlo con aquel chico que, sin pensarlo se había adueñado de su corazón, sin embargo, la escena con la que se encontró fue, la última que se esperaba y sin dudar la menos placentera.

Kouki, su Kouki, se hallaba tirado en el suelo, con las lagrimas empañando sus ojos, su muñeca totalmente ensangrentada, y un cuchillo en mano, mientras lentamente se causaba otra cortada, cercana a la anterior, quiso reaccionar, pero se encontraba paralizado, y por más que quería correr a detenerlo, se encontraba incapaz de moverse.

¿Tomé la nube oscura verdad?

Lo que me parece probable cuando estoy contigo…

Cuando al fin logro reaccionar, con las lágrimas ya siendo participes, corrió hacía el rubio, justo cuando otra cortada iba a formarse en su nívea piel, y le arrebato el cuchillo con una rabia reflejada claramente en sus ojos, y reaccionando a sus instintos, solo opto por darle un golpe al rubio, un golpe de desahogo, ¿Por qué? ¿Por qué tenía que hacer eso?

-Lo siento - aquellas palabras del rubio, hicieron que su atención se volviera a fijar en él, parecía incapaz de mirarle a los ojos, y las lágrimas marcaban más y más caminos en sus mejillas.

-¿Por qué? - fue lo único que pronuncio, mientras se levantaba por algo que le ayudara a detener la hemorragia.

-Lo siento, pero en verdad, ya no puedo - su voz se quebraba, y con mucho esfuerzo, por fin puso su mirada fija en los orbes del castaño - ya no ´puedo seguir viviendo con lo mismo, te amo, te amo demasiado, y por eso no puedo permitir que sufras a mi lado, no puedo, ya no puedo seguir yo mismo aguantando mi propio dolor, y si tú me amaras me ayudarías a acabar con mi agonía, me ayudarías a acabar de una vez con mi dolor - esas palabras tan sufridas y tan directas, fueron un golpe directo a su corazón, el cual se partió en trozos casi inmediatamente, o al menos, así lo sintió él.

-La única manera de librarte de tus problemas no es morir - la voz del castaño intentaba sonar firme, pero la verdad es que se estaba quebrando completamente, y el rubio no pudo evitar sonreírle con ternura, mientras negaba con la cabeza.

-Me estoy muriendo, no me queda mucho tiempo de vida, y lo que más odio, es que la vida de los que están cerca a mi también están en riesgo, prefiero morir por mis propios medios, sin tanto sufrimiento, y antes de hacerte daño - ahora el que negaba era el castaño, tenía que ser mentira, aquellas palabras tenían que ser una cruel mentira.

…Una brecha se abrió en mi corazón

La gente es tan fuerte

De alguna manera me parece que dejaría

Que en mi destino alquiles el resto…

-No, no quiero dejarte ir ¡No quiero! - Ibuki dejándose llevar por la ira, boto cada objeto que se encontraba a su alcance, generando un gran alboroto, por unos cuantos minutos, y después dirigirse con bastante ira hacia el rubio - ¡¿Por qué nunca me dijiste nada?! - y otros objetos más al suelo, escucharon la puerta y la voz de la vecina, preguntando si todo se hallaba bien, pero le ignoraron, y mientras el castaño buscaba más cosas que lanzar, más cosas con que desquitarse, al tenerlo al alcance l rubio, con la mano ilesa, le jalo con ternura, para besarle en los labios.

-Hazlo - le dijo una vez se separaron del beso, estando aun bastante cercanos sus labios de los ajenos - ¡Hazlo! - y el castaño pensando en él, y únicamente en él, y en su sufrimiento, hundió aquel cuchillo en el torso de su amado, justo en el corazón, para que así pudiera morir rápido, pudiera morir sin sufrir.

Y para el instante en que el cuchillo fue clavado, la puerta de entrada fue tumbada, permitiendo la entrada de dos policías, acompañados por la impactada vecina, que quedo totalmente horrorizada con aquella escena.

¡Mira! He encontrado el pájaro azul junto a ti

La cigarra y la lluvia hacen eco indistintamente…

 

 

 

 

 

El paisaje de aquel día se mostraba hermoso, bastante bello, tal cual y como le gustaban a él, más de una mañana le había descubierto mirando aquellos días a través de la ventana, con una dulce sonrisa, y definitivamente aquellas mañanas que Kouki observaba, eran bastantes similares a la de aquel día.

…Miro el paisaje por la mañana, no sé

Pero te encanta…

-Respóndeme algo - la voz de aquel oficial sonaba seca, fría, seria, y logro sacarle de sus bellos pensamientos, logro sacarle de los pensamientos de él.

-¿Qué quiere saber? - su voz sonó fría, aunque ahora que lo pensaba con más detenimiento, así solía ser desde la muerte del rubio, es como si con él, se hubiera llevado también todos sus sentimientos, dejando vivo únicamente, el amor por él.

-¿Por qué lo hiciste? - en verdad que aquella voz podía ser desesperante, aunque realmente no le daba importancia.

-¿Hacer qué? - sabía perfectamente de lo que hablaba el oficial, pero ¿Qué ganaría con explicarse? Después de todo jamás lo entenderían.

-¡Conmigo no juegues! - normalmente eso le abría asustado, después de todo, solía ser una persona pacifista, pero en aquel momento simplemente, fue como si ese grito hubiese sido lo mismo que un susurro, realmente y ahora si lo podía confirmar, se encontraba vació por dentro.

-No estoy jugando - lo dijo con sinceridad, en verdad que si, no era su problema que aquel hombre lo viera como una burla.

-Entonces responde de una maldita vez - ¿Qué quería que respondiera? ¿Qué estaba loco? ¿Qué lo había traicionado? ¿Qué lo había aburrido? Pff, a veces los policías llegaban a ser bastante patéticos.

-No entiendo que quiere que responda - y de nuevo esquivando el tema, realmente aunque ahora fuera tan frío, Kouki era una fibra sensible, y aquel día era algo que no quería recordar.

-¡¿Por qué lo mataste?! - y, aquello fue como si mil puñaladas se hubieran clavado en su corazón a la vez, no, eso abría dolido menos.

-…

-¡¿No piensas responder?! - ya estaba desesperado, se levanto de su silla, y golpeo la mesa con furia, quería respuestas, y aquel imbécil le estaba desesperando.

-No lo entendería - e ingenuamente creería que con eso lo dejarían en paz.

-¿Qué no entendería? - su tono de voz salió un poco más tranquilo, tal vez por ver que estaba empezando a colaborar.

-Por amor - y lo dijo, aun a sabiendas de que no le creerían.

-¿Qué? - un idiota, al menos esa era la mejor manera en que Ibuki podría describir la expresión del policía en aquel instante.

-Ya lo dije, lo mate por amor.

-Estás loco - y sin más el policía salió con un portazo, al parecer lo tomo como una broma, lo sabía después de todo, no lo entenderían. Pero algo llamo su atención, en esa última frase, lo logro entender... aquella voz, aquella voz era aquella misma voz gruesa y seca que aquel día, perseguia a Kouki, el mismo que había jurado no lo volveria a dejar escapar.

…¡Mira! Yo pedí el pájaro azul, para darte la bienvenida

Me desprendí de nuestras manos unidas…

Notas finales:

Bien espero que lo disfrutaran, el lemon fue algo ¿triste? eso espero, igualmente espero haber podido trasmitir todo lo que quise trasmitir, y lo que sentí al escribirlo, gracias a los que llegaron hasta acá, y espero poder contar con sus reviews.

Espero leer sus comentarios y sugerencias, hasta pronto

Lo que se encuentra en cursiva y centrado son pedazos de la canción Aoi Tori de D=Out los fragmentos valga decirlo, no siguen el orden real, simplemente los acomode según considere conveniente x3

Sayo♥


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