Veía pasar los coches desde la ventanilla del autobús. Había aprovado lo exámenes de acceso a la universidad. Me había costado sudor y lágrimas conseguir entrar en la mis falcultad que mis amigas. Tenia pocas, dos para ser exacto, y no quería perderlas por nada del mundo. No me gustaba salir de fiesta, no me gustaba beber o ir a las discotecas... Resumiendo,mi vida social era inexistente. Prefrería quedarme en casa leyendo o viendo peliculas. La voz de Sara me sacó de mis pensamientos.
-Tierra llamando a Alex, ¡Alex despierta!- dijo mientras chasqueaba lo dedos- Estamos a punto de llegar al campus, ¿no estas emocionado?-
-Imagínatelo...-dijo Crista con voz soñadora- La universidad estara llena de chicos... ¡Chicos Alex! ¡Nos vamos a poner las botas!- y las dos se pusieron a gritar como un par de crias.
A mi no me hacía mucha ilusión eso del amor. Siempre me había mostrado escéptico con ese tema. Las "relaciones" que había tenido habían sido horriblemente malas. Al final me había dado por vencido y había aceptado que nunca encontraría a mi media naranja. Estos pensamientos me deprimemieron bastastante,pero el entusiasmo de mis amigas era contagioso y al final acabe riendo con ellas.
Cuando llegamos al campus ya era tarde. El sol empezaba a esconderse por el horizonte. Recogimos nuestras maletas y no dirigimos a la zona de viviendas. Me llevé una gran decepción cuando me enteré de que las chicas y los chicos dormian en bloques separados. No me quedo más remedio que despedirme de ellas y entrar al bloque masculino yo solo. Para mi consuelo no tenía que comapartir habitación con nadie. Mi cuarto era pequeño. Solo había en ella una cama, un escritorio y un armario. Saqué las cosas de mi maleta y las guarde en el armario. Cuando terminé me dejé caer en la cama. Miré mi reloj de pulsera. Eran las 9.00 de la noche y todavía tenía tiempo de dar una vuelta por el campus.
Corría una fresca y agradable brisa. El campus era precioso, rodeado de jardines y altos pinos, justo como o lo habia imaginado. De repente oí a alguien gritar mi nombre. Eran Sara y Crista, venían corriendo hacia a mi muy emocionadas.
- Alex, Alex...- dijo jadeando Crista- Hay una fiesta impresionante en el gimnasio, ¡tienes que venir!- lanzó una sonrisa complice a Sara.
- Tienes que venir Alex, por fiiii- dijo Sara poniendo esa cara de cordero degollado del la que sabia muy bien que no puedía resistir.
-Esta bien... - dije a regañadientes.
-¡Toma ya! te dije que no podria resistir mi cara de gatito abandonado- le dijo a Crista- ¡Vamos, la fiesta nos espera!-
El gimnasio estaba abarrotado .Me sentia muy pequeño y agobiado entre tanta gente. Sara y Crista empezaron a bailar como si no hubiese una mañana, mientras yo iba a por algo de beber. No habia mucho donde elegir, cerveza o agua. Al final me decantè por coger un vaso de agua y me sentè en una baqueta alejada de la gente y el bullicio. Miraba como mis amigas bailaban y una sonrisa se dibujo en mis labios. Ahí estaban ellas, dandolo todo mientras yo etsba aqui aburrido. ¡MALDITA SEA! ¡TENÍA 17 AÑOS Y PARECÍA UN VIEJO DE 80! Escondí la cara entre las manos frotandomela y al quitarlas me quede embobado. Un chico, alto, rubio y ojos verdes estaba justo en medio de la pista. No bailaba, parecía estar observando el panorama. Parecía aburrido y movía la cabeza de un lado a otro como si buscase a alguien. Las chicas lo miraban fascinadas y cuchicheaban entre ellas. El rubio las ignoraba mientras seguía en busca de algo, cuando de repente nuestras miradas se encontraron. Me quede paralizado, no sabía que hacer. Mis mejillas se encendieron y aparte la mirada. Lo mire de reojo y una sonrisa pícara se formo en su rostro. Se dió la vuelta y se perdió entre la multitud. ¿Quién era el? ¿Por qué había sonreido asi? No sabía si sentirme alagado o molesto, la cabeza me daba vueltas. La música retumbaba en en mis oidos, tenia que salir de allí. Fui a donde estaban Sara y Crista.
-Chicas, yo me voy ya-
-¡¿Que?!, no pudes irte todavía- dijeron a unísono.
-Lo siento pero si sigo aquí la cabeza me va a explotar- y sin dar más explicaciones me fui.
Cerre la puerta de mi habitación y me sente en la cama. No podía pensar con claridad, necesitaba una ducha urgentemente. Cogí ropa interior limpia y me dirigí a las duchas. Me quede un buen rato bajo el chorro de agua de la ducha. Sentia las gotas de agua cayendo y rozando cada parte de mi cuerpo. ¿Como podía existir un ser tan perfecto? ¿ Acaso habia sido una ilusión? ¿Había ángeles caminado entre nosotros?
Salí de la ducha para coger la toalla, pero iba tan distraido que no vi el escalón y me caì con toda la cara en el suelo. Un dolor agudo recorriò todo mi cuerpo. Me levantè y me miré en el espejo. Me habìa roto el labio. Limpié la sangre de mi cara y salí en busca de la enfermería a todo correr. Recorrí los pasillos casi a ciegas cuando de renpente choqué contra algo.
-¡AHHH!- grité al notar presión sobre la herida de mi boca.
Las lágrimas empezaron a caer por mis mejillas. Levanté la cara enfadado para arremeter contra lo que habia chocado y me quedé sin respiración. Era él, el chico de de la fiesta.
-Y..Yo..Yo...- solo pude balbucear.
Sin decir palabra me cogió la barbilla y levantó mi cara a la altura de la suya. Se acercó hasta quedar a escasos centímetros de mi. Mis mejillas se volvieron a encender.
-¿Dónde te has hecho esto?- preguntó.
Su voz era deliciosa, grave, clara y muy muy sensual.
-Estaba en las duchas... Me caí y había mucha sangre... Yo... Yo ... Buscaba la enfermería- las palabras salian pesadas de mi boca.
Él solto mi cara y me cogió de la mano.
-Ven- y me llevo directo a la enfermería.
Allí no había nadie y mi labio iba a peor, se había inchado y se estaba empezando a poner morado. Estaba muy nervioso, el labo me dolía mucho y no habia nadie para curarmelo. Él sin embargo parecia muy tanquilo. Se acercó al botiquín y sacó unas cuantas gasas y agua oxigenada.
-Por favor, sientate- dijo señalando una pequeña banqueta.
-Pe...Pero,¿ me vas a curar tu?-
-Sí ¿no te fias de mi?- dijo y la misma sonrisa pícara de la ultima vez aparecio en su rostro.
-Claro que sí-
Cogió una gasa y la humedeció con agua oxigenada. Luego se acercó a mi y empezó a limpiarme la herida. Lo hizo con mucha delicadeza pero a pesar de ello no pude evitar quejarme.
-Ay...- deje espacar un pequeño gemido.
-Lo siento, he sido un poco brusco-
-No... No pasa nada- aparte la mirada hasta que el acabó.
-Bueno, esto ya esta- guardo el agua oxigena y las gasas sobrantes- Ahora, ¿puedo preguntarte tu nombre?-
-Alex... Esto... Gracias por curarme-
-De nada- sonrió- No podóa dejar unos labios tan bonitos en ese estado-
Mis mejillas comenzaron a arder de nuevo.
-Y tu, ¿como te llamas?-
-Leo, ¿quieres que te acompañe a tu habitación?-
Asentí con la cabeza.
Caminamos hasta mi habitación.
-Bueno,este es mi cuarto- dije señalando la puerta- Un placer conocerte-
Abrí la puerta de mi cuarto pero la mano de Leo tiró de mi.
-Espera...- dijo en tono suplicante.
Cogió mi barbilla y la levantó. Se fue acercando lentamente como si inspeccionara la herida y de pronto me besó. Mi primer beso. Fue un beso calido, suave y lleno de ternura. Un calor insoportable se apoderó de mi cuerpo.
-Así cicatrizará mejor. Chao Alex ya nos veremos- y se fue.
Yo me quedé en la misma posición intentado asimilar lo que habia pasado. Entre a mi cuarto y me dejé caer sobre la cama. Me rocé los labios recordando el sueve tacto de los de Leo. Al pricipio me había enfadado porque el me había robado mi primer beso, pero luego una inmensa felicidad llenó todo mi cuerpo. El corazón me latia desbocado. Todavía no podía creerlo. ¿Acaso todo había sido una pesada broma para luego burlarse de mi? No lo sabía. Me metí en la cama y todavía con esa pregunta en la cabeza me dormí.