PROLOGO:
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Uchiha Sasuke miro durante un largo rato los fríos rasgos de la mujer muerta. Su hermana pequeña. Solo tenía veinticuatro años y toda una vida por delante. Pero ya no. Esa vida se había apagado en un terrible accidente de coche y el había llegado demasiado tarde para evitarlo, para protegerla.
Debería haber seguido sus instintos y haberle insistido en que volviera a casa una semana antes... Si lo hubiera hecho, se habría dado cuenta del peligro en que se encontraba su hermana.
Ese pensamiento le hizo apretar los puños mientras el dolor y la culpabilidad lo invadía. Lucho por mantener el control, tenía que calmarse y llevarse a su hermana a casa. Su padre y el lloraría allí, y no en ese frio país donde la habían seducido aprovechándose de su inocencia, marcando así el oscuro camino que la había conducido a ese trágico final. Alargo una temblorosa mano y deslizo un dedo sobre la mejilla helada. Eso casi lo hundió.
El accidente no le había marcado la cara y eso hacía que fuera más difícil de soportar todavía, porque le parecía que su hermana volvía a tener ocho años, cuando se aferraba con fuerza a su mano. Haciendo acopio de todo su control, se inclinó hacia delante y la beso en su húmeda frente sin vida.
Se giró bruscamente y, con una voz ronca por el dolor, dijo:
- Si. Es mi hermana. Hinata Uchiha - una parte de él no podía creer que estuviera pronunciando esas palabras, que no se tratara de una terrible pesadilla. Se apartó a un lado para dejar que el empleado de la morgue subiera la cremallera de la funda que envolvía el cuerpo.
Murmuro algo y salió de la sala embargado por una claustrofóbica sensación para dirigirse al hospital, deseando respirar algo de aire fresco.
Aunque era una estupidez porque el hospital se encontraba exactamente en la mitad de un Londres cargado de humo.
Una vez afuera, respiro hondo, ignorando las miradas que atraía con su cuerpo alto, esbelto y su magnífico físico.
No veía nada más que el dolor que sentía por dentro. El doctor lo había descrito como un trágico accidente, pero él sabía que había sido mucho más que eso. Dos personas habían muerto en el coche: su hermana, su bella, querida Hinata, y su amante, Deidara Uzumaki. El hombre que la había seducido premeditadamente, con una mano puesta sobre su fortuna y con la otra evitando que la familia Uchiha interfiriera. La rabia volvía a arder en su interior. No había presentido lo que Deidara tramaba hasta que ya había sido demasiado tarde y ahora lo sabía todo, pero esa información ya no suponía nada porque no servía para traer de vuelta a su hermanita.
Pero una persona había sobrevivido al choque. Una persona había salido de ese hospital justo una hora después de que la hubieran atendido la noche anterior. Recordó las palabras de doctor:
“no tiene ni el más mínimo rasguño en su cuerpo, es realmente increíble. Era el único que llevaba el cinturón de seguridad y no hay duda de que eso le salvo la vida. Es un doncel muy afortunado"
Un doncel afortunado. Naruto Uzumaki. El hermano de Deidara. Los informes decían que era Deidara el que conducía, pero eso no hacía que Naruto Uzumaki fuera menos responsable.
Sasuke apretó los puños con más fuerza, tenía la mandíbula tan tensa que se estaba haciendo daño. Había tenido que enfrentarse al desmoralizador momento en que el médico le había informado de que su hermana tenía altos niveles de drogas y alcohol en el organismo.
Cuando su conductor se detuvo frente a las escaleras del hospital, se obligó a moverse y se sentó en el asiento trasero. Según se alejaban de ese nefasto lugar, tuvo un momento de pánico en el que sintió la necesidad de decirle al chofer que se detuviera y volver para ver a Hinata una última vez; como si tuviera que asegurarse de que estaba realmente muerta, de que se había marchado para siempre.
Pero no lo hizo y controlo ese momento de pánico. Estaba muerta y su cuerpo era lo único que yacía allí. Era consciente de que esa había sido la única vez en años que algo lo había golpeado a través del alto muro de hierro que había levantado para proteger sus emociones... y su corazón. Desde ese momento se había vuelto más fuerte e impermeable y a hora tenía que hacer uso de esa fuerza. Sobre todo por el bien de su padre. Tras conocer la muerte de su única y amada hija, había sufrido un leve infarto y seguía en el hospital.
Atrapados en la hora punta londinense, su mente volvió a sentarse en el doncel que había tenido mucho que ver en ese terrible y trágico día. El hermano de ese doncel estaba muerto, pero los dos eran igual de culpables por lo que habían planeado juntos. Eran un equipo y Sasuke sabía que no descansaría hasta que lo obligara a sentir parte del dolor que él estaba sintiendo ahora. El hecho de que el Uzumaki hubiera salido del hospital tan poco tiempo después del choque, hacía que ese amargo sentimiento fuera más fuerte todavía. Había salido ileso e impune.
Ahora tenía que esperar antes de poder llevarse a casa el cuerpo de su hermana, donde la enterraría con sus antepasados mucho antes de lo que debería haber sido.
Observo las concurridas calles por las que pasaban personas centradas en sus asuntos y a las que no les importaba el resto del mundo. Naruto Uzumaki era una de esas personas.
Y en ese mismo momento, Sasuke supo que haría todo lo posible por encontrarlo y hacerle enfrentarse a todo lo que merecía.
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