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Detestably unstable por Ornela

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Notas del fanfic:

Como primera cosa, quiero advertir que este es mi primer fanfic publicado; sí, el primero.~ así que, se podría decir que soy totalmente novata en esto, y estoy nerviosa por ende. Espero que mis escritos lleguen a agradarles. Gracias. 

Notas del capitulo:

¡He aquí el capítulo de introducción! Le va muy bien la categoría porque precisamente eso busco que haga: los introduzca a la realidad inicial en que se hallan estos dos chicos. 

Espero disfruten y lean con gusto ¡A leer!

El sonido del vidrio quebrándose en cien se reproducía cien veces en sus oídos, retumbando con cierto dolor punzante e interno, llegando a calar incluso en los recovecos de su mente.

Oyéndose como el más grande estruendo al crepúsculo -incluso cubriendo perfectamente como el escándalo de la semana, que parecía haber haber estado hsata entonces en solemne calma-, el incidente no habría pasado por alto por nadie, seguramente porque a todos en Wammy's House el intenso estruendo uno a uno les había tocado desprevenidos.

Así, se entendía que no sólo retumbaban sus propios oídos, éstos ocultos por la hilera de cabellos que caían en un brillante ocre, que habrían sido los más afectados por ser él el causante mismo de tal desastre, si no también en los de cada niño que rondaba desafortunadamente cerca del alboroto que habían ocasionado apena en segundos. En efecto, una frase correcta en plural, siendo Near también protagonista allí junto a él; porque, de algún u otro modo, se había involucrado de igual manera. Algo por lo demás inusual, debido al innegable hecho de la nula participación de Near en escándalos colectivos.

O casi nula.

Él, que como cualquier persona tomaría lugar en la sala común, en esta ocasión lo estaría haciendo -como rutina, sentado allí en las valdosas frias- aquel día también, sin consciencia alguna de que, por más inteligente fuese, segundos más tarde el balón de fútbol con el que jugaban simultáneamente en el patio del edificio, atravesaría la ventana más cercana a su posición; atravesando bruscamente el vidrio de ésta: desparramando cada pedazo duro y cristalino por doquier, marcas que el balón había dejado a su paso donde había tenido la suerte de caer, justo ahí, la única ventana que Mello esperó no impactar: la del sala común.

Por aquel masciso muro; cara posterior de la casa Wammy's, no era aquel el único ventanal existente. Habían, incrustados, una hilera de ellos por todo el muro que conectaban dichoso patio con la casa. Algunas de aquellas tantas ventanas daba incluso con otras salas adyacentes. Entonces, de ser así se preguntaba Mello, por qué esa ventana en especial.

En el momento justo en que oyó el estruendo, comprendió que no significaba algo venidero. No precisamente por el hito irrefutable de que Roger le haría pagar con trabajos simples como fregar losa o barrer, si no más bien porque ese incidente estaba especialmente hecho para burlarse de él, porque sentía que algo superior -como los diferentes Dioses habidos y por haber, por ejemplo- se estaban riendo de las desgracias que le hacían pasar justo ahora.

Qué tan aburridos estarían, como para crear encuentros para unirlos; para hacerlos encarar el uno al otro a base, incluso, de aparentes accidentes. Todo en base a un descuido poco grave por parte del rubio, que no había logrado bloquear el tiro tan alto que había disparado uno de los chicos. Porque, claro, de repente el peor pateador del grupo desarrollaba la habilidad de patear tan alto como ni siquiera él lo había hecho antes. Increíble sentido tenía esto, por su puesto.


Entre estos pensamientos, se lamió los labios resecos con cierto nerviosismo, notando de inmediato como la boca le sabía a algo amargo, un amargor metálico y quizá algo ácido que se esparcía con lentitud a través de su saliva por toda su boca. Se sentía como morder hierro, o peor aún, comer directamente hierro. Notando poco luego, al pasar el dorso de la mano por sus labios, la hilera de sangre que le ocasionaba la fuerte presión de sus dientes sobre sus labios. En momentos de íntima exaltación, salían a flote todos aquellos ticks que velaban por mantenerlo tranquilo.

Él mismo se conocía: en ningun otro contexto perdía la calma tan rápido. Tan rápido como a su vez perdía las ilusiones de salir sin un castigo de esta.

Ahora, fuera de sus propios pensamientos, sólo se esforzaba por mantener a raya los niveles de adrenalina en su cuerpo, mas al exterior parecia sostener una mirada que pareciese que a propósito la hacía amenazante.

Batía, de vez en cuando, las pestañas cuando sus azulados ojos se secaban de mirar con tanta intensidad a través del ventanal roto al chico dentro del salón, tomándolo a él, a pesar de no ser el culpable directo, como el culpable de todas sus desgracias, incluyendo esta. 



Por otro lado, ajeno al tiro mal recibido, a Mello y a los demás muchachos, estaba Near en algún plano en todo aquello, y en su plano lo estaba esperando a él, quien lo miraba con irracional aborrecimiento desde el patio.

Estático y mal erguido desde dentro de la sala; e inclusive algo alzado cerca del filo de los vidrios que aún permanecían unidos al marco de la ventana, esperaba con las manos ocupadas por balón que estaba devolviendo, éste mismo ligeramente embarrado de lodo y césped.

Lo estaba esperando a él. A que se acercase y se llevara lo que había hecho entrar por la fuerza. 

La poca diferencia de altura entre el piso de cerámica pulcra de la sala común y el natural suelo de tierra del campo de fútbol les hacía ver como en la famosa escena del balcón de Romeo y Julieta, la diferencia radicando con claridad en la carecía de sentimientos amorosos de por medio, y de diálogo también.

Y aunque el sol les brindara la misma luz que los focos de los escenarios, y el campestre panorama simulaba el jardín, todo carecía de romanticismo alguno. Se podría decir que Nate, fuera de cualquier asimilación a la nombrada escena, y de vuelta a la realidad, esperaba los movimientos de su contrincante, ásperos y crudos como siempre.

Esperaba que le arrebatara el balón de las manos que le estaba ofreciendo de vuelta, más nunca equivocó una suposición y esta no sería la excepción. Así mismo, al momento en que inclinó su menuda figura, y Mello se preparaba sudoroso para recibirlo, la brusquedad ajena no tardó en raspar sus manos. 

Fue mera casualidad aquel pequeño roce, mas no impidió que ambos hicieran como si nunca se hubiesen siquiera alcanzado a topar, acordando casi por convención mutua que no había sucedido nada de por medio; que nunca sintieron ese chispazo que los conectó brevemente. Pero era verdad decir que los mismos dedos que se hacían puño para golpear al genio de vez en cuando, habían rozado sin intención piel y carne ajena.

Por una fracción casi inexistente de segundos, ambos pudieron percibir con viveza cómo el panorama se tornaba para ambos, multicolor: Se trataba de las ventanas estilo mosaico de la iglesia. Era algo fúnebre, porque más allá del viento que abrazaba y mecía sus cuerpos, nada más existía. Ni siquiera el tiempo en esa burbuja hecha únicamente para dos podía caber allí.

Esto ocurría ocasionalmente en algunos de sus pocos encuentros deparados por el destino.

Era como si ambas mentes se fundiesen sin voluntad para crear tal escenario que ambos podían claramente experimentar, como una proyección cinematográfica. Algo en extremo peculiar sin duda. E incluso, aveces, podían sentir un campanazo, dos, tres seguidos; anunciando algo, algo que preferían ignorar, como ahora.


-¡Mello, qué esperas!

Pese a que miraban la escena con disimulo, las palabras impacientes de todos los chicos le hacían recordar al público bullicioso y exigente de los coliseos romanos: todos gritando y chillando, exclamándole. Pero él, de actitud despectiva y ciertamente hiriente, no movía un músculo, porque Near tampoco lo hacía, a pesar de ya haberle entregado el balón que debía entregarle. Sólo continuaban inmersos en las miradas que clavaban como estacas en las pupilas del otro, como si se tratase de una especie de batalla.


En ello, y en un movimiento desprevenido; fugaz, el balón había desaparecido de las manos de Mello- el cual había estado enterrando las uñas en su blanca superficie plástica- interrumpiendo con brusquedad nadie más si no Matt, quien se consideraba el único en atreverse a irrumpir en ese campo de batalla casi impenetrable que se creaba ambos sucesores.

Bueno, quizás se permitía aquello porque él era el tercero, no significaba nada pero en algo debía influenciar, más si tenía confianza con el rubio, o las suficientes agallas que un idiota tendría. Un idiota con generosos grados de valentía, por cierto.

Así, sólo tomó la pelota embarrada que en la cancha de juego hacía falta, y esbozó una sonrisa sin grandes ánimos, quizás sólo por inercia misma, o quizás por no querer recibir un golpe en la cara.



-El segundo tiempo aún no termina -Anunció, antes de marcharse por donde vino. Terminando su trabajo obligado como el vocero de todos. 


Mello sólo giró su cuerpo sobre sus talones, sin mirar atrás. Podía de cualquier modo sentir aún de espaldas la mirada atenta de Near enterrandose en él, y simplemente volvió a la cancha.

Por un momento se formó una sonrisa colectiva en todo su grupo, que justo después de nacer con tanto resplandor se borró como si nunca hubiera existido. Todo con las palabras que les vino a todos como agua fría.

-No cuenten conmigo  -Y sencillamente se marchó. Limpiándose el sudor de la perlada frente con el antebrazo.

Sólo se perdió en los adentros de la casa por el resto de esa tarde.






Hundió una pieza de losa en agua, posteriormente al haber enjabonado el plato sucio que sostenía, algo asqueado.

Este era uno más de lo tantos que había fregado esa noche que comenzaba a hacerse infinita, tras la cena. Pronto marcarían la diez, y aunque por más impulsos de tirar la platería al piso le comenzaban a nacer desde la rabia, se contuvo de hacerlo, y, con el fregador en una mano, continuó lavando.

Se había, en algún momento antes de comenzar a lavar, arremangado las mangas de la playera negra que llevaba, pues no le apetecía además mojarse innecesariamente. Ahora, intentaba subirlas con los dientes cuando éstas se bajaban, mientras amontonaba a su vez las piezas limpias. Y amontonaba la desesperación también.

De vez en cuando algún niño se le acercaba a entregarle los servicios y el plato en donde en algunos casos quedaban sobras que tenía que, además, depositar en una bolsa, y más de una vez, fuera de ese detalle, quiso a regañadientes regañar a los mañosos que dejaban hasta trozos considerables de comida, como las verduras cocidas. Y más ahora, que él no había cenado aún y no lo haría hasta terminar su castigo, o peor, quizás ni siquiera eso.


"-Swish, swish, swish, swish, swish"



El último plato rechinó de limpieza, reflejando en su superficie su rostro algo distorsionado en él. Se miró un poco más; un poco como para percatarse del espanto en que estaba convertido. El cabello con algunos pelos en desencaje, y los ojos ligeramente irritados por el jabón y la espuma que en más de una vez le salpicaban dentro, pero lo peor no era nada de eso, si no más bien era esa cara de moribundo hambriento que la tenía bien pegada en el rostro, eso si era lo de más.

-Estoy del asco... -Murmuró solo, mirándose desde distintos ángulos del plato.

...


El silencio de pronto le vino encima.

Planeó dar un largo bufido para rellenar, también estirarse un poco y hasta quizás sentarse a descansar un poco ahora que parecía no haber nadie, más parecía haber quedado atascado en lo primero en su lista, incluso antes de dar el bufido.

"Grandioso."


La puerta se había abierto nueva y lentamente, dándole a sus oídos el molesto rechinar. Definitivamente, a estas alturas ya no quería lavar más platos de nadie más.


-...Mello.-

Por un momento, sintió cómo se tensaba su cuerpo ante aquella voz tan mierdamente familiar, aunque quisiera no conocerla en muchos sentidos.

La monotonía de su única palabra azotó sus oídos con esa su maldita voz. Era como oír a una mujer hablar, cualquiera lo diría, pero para convivir con esta persona a diario ya era capaz de identificarlo en cualquier situación. Al menos para él, Mello, le era imposible confundirlo.

Despegó los ojos de la vajilla, sintiendo el desprecio subirle por la garganta.

No planeaba decirle nada y ni siquiera volteó a verlo. Únicamente esperaría a que dejara la losa que seguramente venía a dejarle y se fuera lo antes posible, después de todo no tenía porqué hablar con él. Si por el contrario no venía a dejarle nada para lavar, significaba abiertamente que Roger le había mandado a decir que dejara ya lo que estaba haciendo, era predecible que se diese ese caso también.

Por otro lado, Near no abrió la boca para nada más durante ese lapso de tiempo, depositándole únicamente un plato en la mesa menuda de madera donde la cocinera se acomodaba a leer el diario y donde él había querido sentarse momentos antes.

Mello gruñó por lo bajo, destacando el molestar que pronto comenzaba a hacerse audible.

Su expresión corporal hacía denotar sin escrúpulos ni amabilidad la molestia por lo que consideraba una falta irrespetuosa que Near cometía, pues al parecer creía poder dejar las cosas donde se le diese la regalada gana, irrumpiendo de paso su orden, y, antes de emitir cualquier queja en palabras, oyó primero las palabras del chico con esa parcimonia inquietante; demasiado inquietante. 


-Buen provecho, Mello

 

No comprendió aquello último a primeras, y en instante sólo pensó en que odiaba oír su nombre en su voz, pero aquella noche, a pesar de no volver a ver a Near, sí quedó en su recuerdo el rostro con expresión vacía de quién le había cediendo la cena.

Azotó la misma mesa con la mano hecha puño, sin perdonarse el recibir algún servicio de Near por más orden de Roger que fuera. Roger era un grandísimo maldito, y Near el peor. De cualquier modo, qué buena le supo la cena esa noche en especial.

Notas finales:

Como primera cosa, esta es una edición del primer capítulo. Antes, en estas notas, había comentado que esperaba que se entendiese lo que quería explicar, y ahora con los arreglos espero que sea realmente mucho más claro.

Bueno! como ven, por ahora mis dos genios apenas se hablan, supongo que cree este capítulo para que vayan viendo bien el progreso que tendrán durante toda la historia.~ 

De antemano, muchas gracias por leer.


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