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24 de Abril por Carito_d

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Notas del fanfic:

Canu y Carito de nuevo.

Continuacion de 18 de Julio:

http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=99286

ADVERTENCIA: MPREG

Notas del capitulo:

Hemos empezado con este proyecto desde Julio! omg, ha pasado mucho tiempo desde la primera vez que dijimos que haríamos un mpreg, pero por fin llego el día de publicarlo.

IMPORTANTE LEER

Tenemos varias cosas que aclarar:

1.- Como ya muchos saben, esto será una continuación de nuestro fic 18 de Julio (link en las notas del fanfic)

2.- Es mpreg, pero trataremos de hacer un embarazo lo mas normal posible, como si fuera el de una mujer.

3.- No somos expertas en embarazo, Canu estudia arquitectura y yo soy técnico químico, no hemos tenido nunca hijos, no hemos experimentado nunca un embarazo, así que les ruego nos disculpen si encuentran algún error. Tratamos de informarnos lo más posible sobre cosas de bebés y embarazos para hacer un buen fanfic.

4.- Como irán viendo en este primer capítulo, trataremos el embarazo de Taemin semana a semana. Cada semana habrán un par de ideas, para que se enfoquen un poco.

5.- Creo que no hay nada más que decir, solo que disfruten y dejen sus reviews.

Pd: LOS AMOOOO!

Semana uno.

Apenas ve la puerta abrirse, le pega un manotazo a Minho y corre –literalmente- sin siquiera sacarse las zapatillas, sino que teniendo como objetivo la puerta del baño, esa que cada vez parecía más lejana con cada paso que daba. Las náuseas apenas le permiten llegar al w.c., vomitando toda la deliciosa cena que habían tenido hace apenas una hora, en un segundo.

Un maldito segundo que le estaba arruinando su cumpleaños.

Siente unos golpecitos a pesar de que la puerta esté entreabierta, teniendo que decir un adelante sin mucha convicción si tenía la cara contra la taza, buscando algo frío.

Se sentía pésimo. Y esperaba que hubiese sido solo la comida, a pesar de que no creía que fuera así porque desde la mañana se sentía extraño. Le molestaban muchas cosas y no entendía porqué.

-       ¿Qué pasa?

-       Creo que

Y ahí estaba de nuevo. Una nueva náusea que le hace levantarse rápido y expulsar más de lo que hubiese querido frente a Minho. Siente sus manos heladas afirmarle desde la frente, tomándole el cabello y mirándole preocupado.

Era repugnante solo para él como para que incluso su novio tuviera que presenciar eso.

(Y más si venían recién llegando de la celebración de su cumpleaños en un restaurant perfecto, con la comida perfecta y el novio perfecto).

-       Es asqueroso, no veas.

Intenta pegarle un manotazo, pero no lo consigue porque una nueva arcada apenas le deja hablar.

Dios. Maldito vómito.

-       Eres tú, no me da asco.

-       Necesito lavarme los dientes.

Se levanta después de varios segundos, afirmándose en Minho que le miraba como si se fuera a derrumbar en cualquier minuto. Lo que no parecía tan extraño porque nunca se había sentido de esta forma. Y se lava ante su atenta mirada a través del espejo, fijándose en esa camisa blanca que parecía relucir dentro de ese espacio tan pequeño.

Podría decir que incluso estaba un poco mareado.

-       Deberías tomar algo. El vodka te puede haber hecho mal.

-       Pero no me duele nada, hyung.

Minho le hace salir, llevándolo a la cama y dejándole sentado en el borde sin permitirle que se moviera ni un poquito. Le mira hasta que desaparece por la puerta, pensando que él aún tenía la intención de seguirlo a pesar de lo mareado que estaba.

Maldito vodka. Nunca aprenderé a beber alcohol.

Las patitas de Napoleón acompañan las de Minho que se mueven con cuidado cuando aparece con una taza de té en sus manos. La concentración del alto en que no se derramara ni una sola gota incluso le causa gracia, pero se sentía tan raro que solo hace un puchero cuando ve el líquido caliente frente a él.

Había arruinado su propio cumpleaños y se odiaba demasiado por eso. Aunque quedaran dos horas, quería aprovecharlas, no tener que terminarlas bebiendo té.

-       Estás muy pálido, ¿seguro te sientes bien?

Sostiene la taza con cuidado tomando un sorbo y asintiendo sin mucho ánimo.

-       Me duele un poco la cabeza, debe ser por lo que bebimos hoy.

-       Te estás portando como un viejo y apenas cumpliste veintidós.

-       Fue un muy bonito cumpleaños, Minho.

La taza no les impide besarse ni tampoco su cabeza que parecía punzarle con cada movimiento o inclinación de cuello. Quizás era cierto que con la edad se estaba convirtiendo en un viejo, pero Minho ya tenía treinta y tres y se veía mucho mejor de lo que él parecía.

Y eso era injusto, muy injusto.

-       Y aniversario –agrega con una sonrisa-. Felices siete años de conocerme.

-       Siete años son muchos.

-       Han sido…soportables.

Pero todas la palabras fueron en vano cuando siente una nueva arcada y no alcanza a levantarse, vomitando descontroladamente justo sobre los pies de Minho, ensuciando sus pantalones y presenciando la escena más asquerosa que pudo haber vivido.

Ni siquiera quería levantar la cabeza, sino que mirar el piso por horas y que el alto no le mirara con cara de sorpresa porque el rojo de sus mejillas ya era algo sobrenatural.

Cuando ve los pies de Minho retroceder torpes, siente su mano levantarlo desde el mentón, mientras sonreía como si nada. Como si no hubiese arruinado sus perfectos pantalones y calcetines.

Pero no le miraba con asco.

Nunca.

¿Tanto era capaz de soportarle?

-       Lo siento, lo siento –susurra-. Los arruiné.

-       No pasa nada.

Y se va al baño, sintiendo como se quitaba los pantalones y abría el basurero para lanzarlos directo en él sin un mínimo de piedad. Pero Taemin apenas se movía desde la misma posición, sentía que su cabeza estallaría y que todo le daba demasiadas vueltas. Y que si se volvía a levantar, vomitaría comida que ni siquiera había ingerido.

Los pies de Minho vuelven a sonar a su lado, caminando solo con su ropa interior y una camiseta, y un gran paño que le ayudaría a limpiar.

Se sentía tan mal que no era capaz ni de ayudarlo.

Minho le levanta los pies, hincado frente a él, limpiando todo índice de vómito, mientras él solo se dejaba estar, viendo como caminaba hacia el baño y volvía con un nuevo paño. Ninguna arcada de su parte, ningún reto. Siempre el mismo Minho que estaba dispuesto a soportarle todo.

A veces creía que era una persona demasiado buena para ser solo de él.

-       Levanta los brazos, hay que quitarte esto.

Acata, sonriendo como puede y Minho le quita la camiseta sin ninguna dificultad.

-       ¿Qué me vas a hacer?

-       Desvestirte.

-       ¿Celebraremos de ese modo también?

Una sonrisa pícara que queda solo en el sentimiento porque cuando le mira sonriendo divertido, sabe que no será lo mejor para ambos si no quiere volver a humillarse una vez más y en una situación mucho más incómoda.

-       ¿Quieres seguir celebrando? –le pregunta atónito-. ¿No tuviste suficiente?

-       Nunca es suficiente cuando se trata de mi cumpleaños, hyung.

-       Yo solo te quería poner el pijama, Taemin.

Y lamentablemente, eso es lo único que hace.

Minho le viste con cuidado, quitando sus pantalones y volviendo a caminar al baño para limpiar manchas que él mismo había provocado. Le limpia el rostro con cuidado con una toalla, mientras Taemin solo apoyaba su frente contra su abdomen, dejándose tocar.

Inevitablemente, se relajaba cada vez que Minho le ponía un dedo encima. Era como una terapia.

Y no suficiente con eso, el alto le deja acostado en la cama, yendo a buscar una taza de agua de hierbas con una pastilla que le haría sentir mejor.

Todo por iniciativa propia, todo haciéndolo ver como el novio más perfecto existente.

**

Semana dos.

Deja caer las llaves en la mesa de la entrada, gritando a viva voz que había llegado, pero como solía ser durante esa última semana, todo estaba en silencio. La televisión no estaba prendida ni tampoco el computador que había en la mesa del comedor, solo habían un montón de dibujos desparramados junto a unos lápices a los que ni siquiera se habían dado el tiempo de volver a tapar.

Un mínimo desorden, pero que le hacía saber que Taemin sí estaba ahí.

Suelta el nudo de su corbata mientras camina, viendo a Napoleón durmiendo la décima siesta del día sobre el sillón, apenas abriendo medio ojo para verle.

Maldito perro traidor.

Si no era Taemin el que entraba a la casa, no se levantaba ni tampoco haría el más mínimo esfuerzo por moverse.

Empuja la puerta de su habitación soltando un bostezo y sonriendo apenas ve a Taemin acostado boca abajo a lo largo de toda la cama. Tenía las piernas de tal forma que ocupaban todo el colchón de dos plazas y los labios entreabiertos mientras su cabello caía sobre su rostro, dándole un aspecto algo desordenado.

Y lo peor es que estaba usando su camiseta con la que dormía, tapando apenas hasta un poco más arriba de donde se terminaba su ropa interior.

(Y la idea era demasiado tentadora para simplemente dejarla pasar).

Minho se saca la chaqueta y la deja en un perchero y comienza a desabrochar un par de botones de su camisa antes de acercarse con mucho cuidado a la cama y comenzar a besar desde el tobillo de Taemin hacia arriba, de una forma lenta y placentera.

Cuando iba cerca de la rodilla, el menor encoge la pierna rápido, soltando un sonido extraño y dejando a Minho con demasiadas ganas de seguir besando. Con demasiada piel sin tocar, demasiadas sensaciones que no podía controlar solo. Sube una pierna sobre la cama, quedando hincado y volviendo a alcanzar la pierna que se había escapado de él, solo que cuando le besa por dentro del muslo, rozando la tela de su bóxer, el sonido que suelta Taemin es más claro, llegando a ser obvio su gemido de placer.

(Y aún ni siquiera abría los ojos, solo se estaba dejando estar).

Minho continúa besando cada trozo de piel, siguiendo con la otra pierna, pero notando como Taemin hundía más la cabeza en la almohada y levantaba inevitablemente sus caderas –aunque fuera casi imperceptible- del colchón. Lo que solo le sirvió para alentarlo más.

-       Minnnnnho.

-       Hola bebé.

Se había separado apenas un par de centímetros para saludarlo cuando la piel desnuda de Taemin ya buscaba el roce de sus labios una vez más.

-       No pares.

-       No lo haré.

Un susurro que choca contra su piel desnuda y que saca un nuevo gemido más gutural en Taemin, que solo se encargaba de levantar y bajar la pelvis, mientras enterraba con más énfasis la cabeza en la almohada.

Si Minho seguía con esa lentitud y pulcritud en lo que hacía, no demoraría mucho en correrse, a pesar de que lo había hecho en ese mismo lugar y hace no tantas horas, antes de que el alto se fuera a trabajar.

O tenían un problema o estaban aprendiendo a disfrutar más que nunca.

Taemin siente como su piel se eriza con cada nuevo roce y como la camiseta que no le pertenecía específicamente a él, se empezaba a levantar por su espalda, atrapando la cabeza de Minho bajo ella, mientras le besaba a lo largo de su columna. Vertebra por vertebra, hueso por hueso.

Placer por placer.

El sueño lo abandona por completo, mientras él no atina a nada más que aferrar las manos a las sábanas, sintiendo el contacto de los botones de la camisa de Minho que rozaban su piel cada vez que descendía para seguir el recorrido de lamidas, mordidas y besos. Por separado y juntas a la vez.

Esta era sin duda una de las mejores formas que le podían despertar de una siesta.

Pero cuando se voltea para poder ser más útil en esto que ya había comenzado, todo su esfuerzo de movimiento fue en vano porque Minho seguía con la cabeza metida bajo la camiseta, ahora besándole desde abajo del ombligo hasta su cuello, tomándose más del tiempo debido en las zona de sus pezones y de los huesos que más parecían sobresalir.

Mordidas que le hacen gemir y enredar los dedos en su cabello, mientras Minho no mostraba ni la más mínima gana de querer salir de ahí.

(De hecho lo hizo mucho después, cuando Taemin ya estaba a punto de morir de la desesperación).

-       Hyunnnnng.

Gime cerca de sus labios, chocándolos y besándolo al fin después de demasiado tiempo. Ni siquiera sabía que hora era, solo que se sentía muy cansado y que el cansancio con esto, desaparecería por completo.

-       ¿Me extrañaste?

Pero Taemin ni siquiera se toma el tiempo para pensarlo, solo asiente rápido, tomándolo desde el cuello para no dejarlo ir.

-       ¿Mucho? –insiste.

-       Mucho.

Sin embargo, sus manos no lo sostenían para acercarlo y besarlo, sino que para comenzar a bajar lentamente y aprovecharse de ese par de botones abiertos, y comenzar a desabrochar su camisa con una habilidad digna de hacer sonrojar y avergonzar a su madre. Los delgados dedos de Taemin no se demoran mucho en comenzar a descender la camisa por sus hombros desnudos, mientras sus ojos se deleitaban de lo que tanto le gustaba ver –y porqué no, tocar-. Una de sus manos se desliza por su perfecto abdomen junto a la de Minho que le acorralaba contra la almohada, besándolo demasiado fuerte y succionando de tal forma que sus labios dolían.

Pero no se quería detener. Y no lo hizo.

Se quita el mismo la camiseta de Minho, ya sin miedo al rechazo por su delgado y frágil cuerpo; entretanto éste, se desabrochaba ágilmente su pantalón y se levantaba un poco para quitarlo y quedarse solo con su ropa interior que no estaba dejando mucho que imaginar. A pesar de que fuese de una tela negra, eso no alcanza a ocultar lo que estaba pasando ahí.

-       Hyuuuuuunnnnnnng–vuelve a gemir.

-       ¿Mmmh?

Aunque Taemin no respondió. Solo tomó ambas manos del mayor y las encaminó a su cuerpo, delineándolo y obligándolo a que lo tocara hasta llegar a la tela de su bóxer, que pedía a gritos ser quitado. Solo que los dedos ágiles de Minho le tocan sobre su ropa interior, acariciándolo y sacando gemidos entre sus labios mientras le besaba.

Mientras le violaba la boca y le mordía partes que no se deberían morder porque debían ser pecado.

Odiaba que supiera sus puntos débiles. Que supiera cómo eran las caricias perfectas, las que le incomodaban y las que le hacían delirar.

Siete años sonaban demasiado para estar juntos, pero a pesar de eso, cada vez que estaban en silencio sin nada más que sus cuerpos encontrándose y chocando, pidiendo por más, siempre había algo nuevo que les hacía sonreír.

Como las cosquillas que provocaba el cabello de Minho cuando pasaba por su cuerpo o los escalofríos que soltaba cuando su aliento chocaba contra su piel desnuda.

Taemin gime cuando Minho desciende poco a poco, bajando su ropa interior al mismo tiempo que le besaba cada nuevo trozo de piel desnuda hasta llegar más abajo –demasiado abajo- regalándole una lamida que le hace encogerse y gritar su nombre una y otra vez, apretando sus manos con las sábanas, arrugándolas solo de la desesperación.

Tenía veintidós años apenas y sentía que tenía una vida sexual que mucha gente podría envidiar.

-       Si quieres me puedo detener…

Cada palabra que susurra, Minho la hace más placentera, alargando las sílabas y besando al interior de sus piernas pálidas y delgadas, a la vez que le tocaba con las manos.

-       No, hyung, no.

(Aunque más que un no, suena como un nnnnnngnnho).

Tira sus bóxers hasta quitarlos de sus piernas, dejándolo completamente desnudo, para tomarlo de sus talones y jalarlo un poco más abajo, casi pegado a su pelvis. Taemin ríe de nerviosismo y él se muerde el labio porque no soporta que sea tan bonito y tan perfecto.

Tan él.

Cuando se vuelve a inclinar para besarlo, ya no lo hace con lujuria, sino que lo hace lento, disfrutando y sintiendo sus tímidas manos, tirándole desde el elástico de su ropa interior hacia abajo, tocándole sobre el trasero desnudo, pero sin despegarse de su boca ni sin dejar de sonreír.

A pesar de que tuviera veintidós, seguía siendo el adolescente de quince años que le daba vergüenza tocar piel que la gente no tenía derecho a ver. Ya fuera el abdomen desnudo de Minho o directamente, zonas más privadas.

Y cuando Taemin enrolla las piernas alrededor de su cuerpo desnudo, Minho le prepara antes de embestir. Le toca con cuidado; un dedo primero y dos después, teniendo la precaución de que el rostro del menor fuera de placer y sus gemidos que ya casi parecían gruñidos, fueran nada más porque lo quería dentro y ya.

-       Te voy a mat…

Y lo embiste. Taemin se come sus palabras, se muerde el labio y le entierra los dedos en la espalda y Minho sale y lo vuelve a embestir. Al principio, siempre de forma lenta, adaptándose, para seguir de una manera que siempre parecía más exigente ante los ojos de Taemin. Ante los ojos y su cuerpo.

Los dedos se clavan más fuertes en los huesos de su espalda, contorneándolo y enterrándole las uñas porque era imposible que se fuera a acostumbrar alguna vez al placer de tener a Minho dentro de él.

Sí. Lo decía y lo pensaba en su cabeza porque a pesar de que seguía siendo un infantil, había sido capaz de madurar y decir las cosas como eran. O como estaban siendo.

-       Minho…yo me voy a…ya, yo…hyunnnnng.

Pero no le dejaba en paz.

Minho le hace aguantar y tensar músculos que creía inexistentes y que le hacen encogerse sobre la cama cuando el ritmo es más rápido, moviéndole casi de forma rítmica. Los gemidos del mayor comienzan a ser algo que le gustaba oír, especialmente ese que suelta cuando está llegando casi a su punto culmine, sonando más ronco que lo usual, gruñendo cerca de su oído, por no decir dentro, diciendo su nombre una y otra vez hasta lograr que de una forma u otra se gastara.

El último Taemin que grita es desde el fondo de su garganta, terminando dentro de él y cayendo sobre su cuerpo que ya combinaba los fluidos de ambos de una manera que hacía sonrojar al menor de vez en cuando.

Y siempre era lo mismo. Se quedaban en silencio un par de minutos, intentando regularizar su respiración, hasta que Minho sentía la pequeña mano de Taemin sobre su cabeza, acariciándolo con cuidado, como si quisiera decirle “no te preocupes, estoy bien”.

Y luego venía esa risita nerviosa que nunca supo entender porqué aparecía, ni tampoco como hacerla terminar. Solo consistía en que el pecho de Taemin comenzaba a moverse despacio, para después a comenzar a escuchar unas suaves risas que le hacían levantar la cabeza y mirarle sin entender ni sin ganas de rechistar. Solo de mirarle mucho rato hasta cansarse y hasta terminar sonriendo y moviéndose a un lado para no asfixiarlo.

-       ¿Quieres algo para comer?

Taemin se voltea sonriendo, pasándole una pierna por sobre su cuerpo desnudo y un brazo por encima de su abdomen.

-       Ya comí el mejor postre, no hay necesidad de comer más, Minho.

-       Si hablamos con respecto a eso, estás más que lleno –le desordena el cabello, burlándose-. Lee Taemin, el pervertido sexual.

Intenta no sonrojarse, pero lo hace de todas formas por muy desvergonzado que estuviese siendo en ese momento. Incluso esconde el rostro en su pecho para que no le vea.

-       Nunca lo habíamos hecho después de que llegaras del trabajo –susurra suave solo para molestarlo-. Fue porque estaba con tu camiseta, ¿verdad hyung?

Ojalá hubiese sido simplemente eso. O que solo pudiera usar una excusa tonta para no decir que no necesitaba algo para querer estar con él. Sino que era el simple hecho de verlo, de saber que era de él y de nadie más.

Minho le acaricia un poco el cabello y le empuja, levantándose de repente.

-       No puedo creer que hayas dormido todo el día.

Y él no pueda creer que sea tan malo cuando se trata de cambiar temas.

-       Estaba muy cansado.

El alto se sienta en el borde de la cama y recoge su ropa interior, colocándosela ante la atenta mirada de Taemin, que incluso se levanta con él cuando le ve caminar. Pero cuando se voltea y lo ve en el medio del pasillo como Dios lo mandó al mundo, le dan ganas de reírse y de burlarse de él por no creer que ya apenas quedaban rasgos del Taemin que se tapaba hasta el más mínimo centímetro de piel.

(Y no se demora ni treinta segundos en mandarlo a vestirse porque no quería que los vecinos fueran a tener una vista privilegiada de algo que solo él podía ver. Y a pesar de que el edificio más cercano tuviera 35 pisos y el de él 40. Era solo precaución. Una posesiva precaución).

Minho se coloca la camiseta en el momento exacto en que la puerta de su departamento suena, encontrándose con el fiel repartidor de comida que ya incluso les conocía. Hablan un par de minutos sobre un partido de fútbol reciente y luego se despide, abriendo de inmediato las cajitas de comida, que con solo el olor, hicieron que Taemin apareciera más rápido.

-       ¿Qué pediste? Tengo mucha hambre.

-       Comida tailandesa. Es de tu lugar favorito así que no te quejes.

Taemin se sienta en su usual puesto sin parar de decir “me encanta, me encanta”, mientras Minho colocaba la mesa sin siquiera quejarse de que no le ayudara.

Era su culpa de tenerlo así de consentido. No podía hacer nada contra eso.

-       Me preocupa que estés durmiendo tanto.

-       Estoy bien –toma los palillos y sonríe, intentando parecer la persona más sana existente en el planeta-. Debe ser el cansancio acumulado de los días de universidad.

Hace un par de meses se había titulado con honores, quizás demasiados para no presumir de ellos, que era lo que solía hacer Minho con cada persona que le preguntaba sobre Taemin. Pero ahora que había terminado, no se había tomado ni un par de días de descanso, sino que aprovechó cada oferta que tuvo, sobreexplotándose incluso en las noches, que era cuando más se sentía capaz de dibujar.

Y Minho odiaba dormir solo. Le molestaba mucho descansar sabiendo que él estaba trabajando.

(Y por eso habían días que se quedaba dormido sobre el escritorio porque se quedaba hasta las cuatro de la mañana, solo estando en el sillón, mirándolo y conversándole sobre cosas que a esa hora ya no tenían sentido).

-       Deberías dejar de trabajar tanto. No es necesario que lo hagas si con mi sueldo podemos vivir más de dos personas más que cómodamente.

-       Pero me aburro durante el día sin hacer nada.

Un nuevo bostezo que ahoga las palabras y que hace que Minho se preocupe más aún. Sabía que algo le pasaba, solo esperaba que no fuera grave o se mataría a si mismo por no haberse preocupado lo suficiente.

-       Deberías ir al doctor solo por precaución, él podría darte vitaminas o algo que te haga sentir mejor.

-       No, Minho –le dice seco, con los palitos sostenidos en el aire-. Estoy bien, en serio.

-       No soy tonto, Taemin, anoche te escuché vomitar de nuevo.

Maldición.

Taemin le mira con las cejas un poco fruncidas, mientras Minho solo comía sin dejar de mirarle.

No había sido solo en la noche, había sido más de una vez al día y cada vez eran más insoportables, solo que no le decía porque sabía cuanto podía exagerar una enfermedad que se quitaría con una simple pastilla.

La excusa de que la cena le había hecho mal ya no era algo que Minho podía tragarse fácilmente; de hecho, ya no lo hacía. Cada vez que usaba esa excusa le miraba irónico, con una ceja levantada, esperando una nueva mentira que él no se creería.

-       Le diré a Min Young que te pida una hora al médico lo más pronto posible.

No, por favor su secretaria no. El solo hecho de escuchar su nombre ya lo ponía celoso.

Minho sigue comiendo, sin fijarse que él ya no lo hacía, sino que solo le miraba esperando algo más en sus palabras. Como un “yo iré contigo” o un “llegaré más temprano para acompañarte”.

Pero nada de eso pasó.

-       Iré solo si me acompañas.

Y desde que levantó una ceja y comenzó a masticar lento, supo que no iría porque el trabajo y blablablá. Lo mismo de siempre.

Odiaba su trabajo. Junto a su secretaria. Ambos juntos.

-       No quiero ir solo, Minho.

-       Tu mamá a lo mejor puede acompañarte, dudo que se niegue.

-       No estará en la ciudad esta semana, tienes que ser tú.

-       Ni siquiera puedo almorzar contigo, me desocuparé muy tarde –la mano de Minho busca la suya sobre la mesa y le acaricia con su pulgar, sabiendo que el hecho de ir solo ya le molestaba más aún. Solo había que mirarlo para darse cuenta que no estaba feliz-. ¿Quieres que intente con Kibum? Él iría feliz e inventaría planes extras.

Asiente porque no tiene otra opción y porque las náuseas ya estaban a punto de hacerlo correr al baño una vez más. Come sin tanto ánimo como en un principio y sin tantas ganas de sonreír como antes, solo se sentía extraño. Casi hormonal, como si tuviera constantes vaivenes en sus emociones.

Se deja caer sobre el wc en mitad de la noche, expulsando más de lo que había comido en todo el día y sintiendo unos pasos que iban a verlo en la peor posición posible. Las manos de Minho le afirman el cabello, procurando que no se manchara y susurrando palabras de consuelo, intentando hacerlo sentir mejor.

Ya era hora de asumir que algo no andaba bien en su cuerpo.

Algo como lo que nunca esperaría en su vida.

**

Semana Tres.

Los pies de Taemin chocan con los pies de la silla, causando un molesto sonido que hacía que Key le mirara a cada segundo con una mirada de “detente, Taemin” que él se dedicaba a ignorar.

El hombre que tenía en frente estaba llenando un par de papeles con sus datos básicos, mientras él no encontraba nada mejor que ponerse más nervioso aún. Más ansioso y más desesperado por tomarse un helado lleno de crema que no paraba de aparecer en su mente.

Necesitaba algo dulce ya.

(Algo dulce que probablemente vomitaría cuando llegara a casa, pero eso daba igual).

-       ¿A qué se debe su visita, Joven… -el hombre mira la fecha y lee su apellido rápido-…Joven Lee?

Hasta que al fin logra dejar de mover los pies. Key ya se cree capaz de sonreír.

-       Eh… bueno, hace unos días estoy teniendo muchos vómitos y… y me siento muy cansado.

-       ¿Algún tipo de dolor? ¿jaqueca?

-       Solo un poco.

En verdad, ni siquiera está seguro. Solo se siente muy nervioso de tener que exponerse ante a alguien que no conocía como solía pasarle cuando era menor. Por mucho que fuera capaz de tener una relación con Minho, aún se le hacía difícil sociabilizar con los demás. Incluso con los más cercanos. Siempre se ponía nervioso cuando estaba en una situación en la que tendría que hablar.

-       Le haré un par de preguntas rutinarias que nos permitirán descartar posibles enfermedades.

No. Por favor, no.

Primero partió preguntándole que comió. Le preguntó sobre ingredientes extraños o cosas así y él casi terminó contándole sobre todo su cumpleaños cuando comió cantidades industriales de sushi con Minho. Pero cuando el doctor apoyó sus brazos sobre la mesa y dejó los papeles de lado, Taemin temió porque sabía que a veces los doctores preguntaban cosas incómodas que le harían avergonzarse y querer esconderse en algún lugar. Especialmente ahora que andaba con Key.

(Y no estuvo tan equivocado porque con la primera pregunta ya sentía sus mejillas enrojecer).

-       ¿Desde hace cuánto está con su pareja?

-       Cuatro años.

-       ¿Sexualmente activo?

¿Por qué le pasaban esas cosas justo a él?

Se tapa las mejillas de inmediato con sus manos, sintiendo desde ya el calor que irradiaban a través de sus poros solo a causa de la vergüenza. Siente a Key moverse incómodo a su lado, mirándole de reojo como si quisiera decirle que le respondiera porque el hombre ya le miraba extraño.

-       No entiendo porqué me hace este tipo de preguntas, doctor –susurra, casi inaudiblemente.

-       Son rutinarias, es para descartar algún tipo de enfermedad de transmisión sexual y cosas por el estilo.

-       Ah…entonces, sí… sí lo soy.

-       ¿Desde que edad? –insiste sin importarle su notoria timidez-.¿Ha sufrido algún tipo de enfermedad de transmisión sexual usted o su novio alguna vez?

Esto no se acabaría nunca. Solo quería levantarse, caminar y decirle que todo estaba bien, que podría sobrevivir a los vómitos porque solo necesitaba un maldito helado, pero no lo hace. Se queda ahí, sentado, enrojecido hasta las orejas y volviendo a mover los pies de forma más rápida e intermitente, muriéndose de la vergüenza.

Ojalá de la forma literal.

-       Creo que… desde los dieciocho –susurra, avergonzándose del solo hecho que incluso pudo haber sido antes-. Y no hemos tenido ninguna enfermedad…nunca.

-       Es mejor que lo revise. Quítese la camiseta y los pantalones, y súbase a la camilla por favor.

Vergüenza tras vergüenza.

Key se ofrece a sostenerle su chaleco y él solo atina a quitárselo desde ya con mucha timidez, enrojeciendo cuando se quita la chaqueta y más aún con los pantalones. Solo ruega internamente que no tenga marcas indecentes en su pecho o su piel tomará un color anormal solo de vergüenza. Cuando se ve en el reflejo de un vidrio y solo se encuentra con su frágil cuerpo demasiado delgado para si mismo, suspira, intentando tranquilizarse.

No había nada malo en él, solo el doctor le pesa y le dice que está bajo los niveles de una persona normal, casi rozando en lo esquelético.

Ya estaba acostumbrado, no era algo que le preocupara en ese momento.

Pero cuando se acuesta en la camilla y sus manos tibias empiezan a tocarle sobre el abdomen, le duele mucho. Incluso, al límite de ser demasiado. Se queja en cada parte que hunde los dedos, quizás exagerando y asustando al rubio que le miraba preocupado desde la silla.

Si lo pensaba ahora, era mejor que no hubiese ido con Minho o ya hubiese estado diciéndole algo al doctor sobre lo torpe que era con él o sobre el poco cuidado que tenía cuando él le decía que le dolía.

Maldito Minho sobreprotector.

-       Le pediré un par de exámenes que necesito que me traiga en una próxima consulta.

-       ¿Qué tengo?

-       ¿Es algo muy grave? –interviene Key.

Pero cuando el doctor vuelve a su silla y Taemin comienza a vestirse rápido, le ve negar la cabeza y casi sonreír como si algo bueno hubiese pasado por su mente.

Inevitablemente se asusta.

Ahora le dan ganas de que Minho sí esté ahí.

-       No puedo dar un diagnóstico certero, pero no es nada grave, estoy seguro de eso. Solo le recomendaría dejar de tomar todo tipo de medicamento que haya intentado probar para aliviar el dolor, eso resultará peor.

-       Pero ya no soporto los vómitos, son desagradables.

Un puchero que saca una sonrisa en el mayor y que a él lo hace enrojecer por sentirse menor, casi infantil. Era un maldito problema que a veces se le olvidara que tenía veintidós y no quince años.

-       Solo descansa, te hará bien. Dormir no te hará mal, solo te recomiendo comer sano y equilibrado, estás bastante más bajo del peso normal –de pronto deja de escribir y la sonrisa desaparece cuando le mira-. Había olvidado algo, ¿usted toma algún tipo de medicamento anticonceptivo o algo por el estilo?

-       No, nada de eso.

-       ¿Por qué hace esa pregunta? –interrumpe el rubio-. ¿Pasó algo?

Pasaba mucho. Pasaba tanto que Taemin si hubiese sabido que lo que estaban a punto de decirle sería así de importante o así de extraño, habría pensado las cosas dos veces y no habría ido con Key, habría ido con Minho, como fuese. Lo habría esperado, le habría insistido e incluso habría llorado porque ahora eso se le daba muy fácil.

Porque cuando las palabras salen de la boca del doctor, él las oye lentas, como si estuviera viviendo justo en ese instante dentro de una burbuja de agua.

-       Joven Lee, ¿ha considerado alguna vez la idea de quedar esperando un hijo?

Los papeles suenan demasiado fuertes cuando el doctor vuelve a dejarlos en su lugar original, mientras él sentía como su corazón iba palpitando cada vez más rápido. Estaba seguro que podían oírse los bombeos de su sangre en toda la sala.

-       No lo había pensado –miente en un leve susurro-. ¿Por qué me dice eso?

(Sí lo había hecho. Muchas veces. Cada vez que veía una familia y le era inevitable querer ponerse en su lugar e imaginar lo grande que sería la sonrisa de Minho con un niño en sus brazos. O con más de uno. Con uno con los ojos tan grandes y bonitos como los tenía él).

-       Es una opción que tiene altas posibilidades en este momento. Quizás hasta debería tenerlo conversado con su novio antes de que salgan los resultados de sus exámenes.

Pero eso si que no se lo esperaba. No tan pronto.

Siente un suspiro ahogado de Key a su lado, mientras él no podía dejar de pestañear tupido, como si eso le fuera a ayudar en asimilar la información.

Papá, él. Él y Minho.

Era demasiado fantasioso para ser cierto.

Cuando Taemin se voltea intentando buscar algún tipo de apoyo en el rubio, todo se vuelve peor y los bombeos de su corazón parecen acelerarse. No le ayuda verlo con las manos sobre su rostro, tapándose y evitando soltar un gritito de entre sorpresa y miedo.

Nadie lo esperaba. Ni siquiera en un tiempo muy lejano.

-       No pensé…no sabía, yo…esto es muy inesperado.

-       Pero no es una mala noticia. Un bebé nunca lo es.

Taemin y Key no hablaron hasta salir y caminar dos cuadras desde el edificio. El rubio no sabía como partir y el menor no sabía como se hablaba o como se pronunciaban las palabras. Solo escuchaba la voz del doctor una y otra vez en su cabeza y la vibración de su celular en su bolsillo, seguramente con un emisor ya más que conocido.

Pero no le contestó. Minho no fue capaz de escuchar sus sollozos de miedo ni de sorpresa cuando se dejó caer sobre una banca al lado de un árbol. No escuchó cuando Key le consoló y le abrazó mientras él le decía que tenía miedo. Mucho miedo.

Tanto que incluso, no tenía ni la más mínima idea de cómo decirle eso.

***

 

Coloca los platos con cuidado en la mesa, mientras Minho le hablaba de un tema del que él por primera vez no tenía tanto interés como solía ser siempre. Se concentra en Napoleón que no paraba de jalarle la orilla del pantalón, pidiendo comida o como si estuviera dándole ánimos para decirle de una vez lo que pasaba. Lo que le habían dicho que debía advertir a Minho.

 

Estar embarazado.

 

Mierda, era algo a lo que aún no era capaz de acostumbrarse. Ni siquiera al término.

 

Sabía que había sido cobarde al no tocar el tema en ningún sentido, excusándose con una simple anemia cuando el alto le preguntó que había dicho el doctor, pero el hecho de decirle en medio de una conversación “Minho, hay probabilidades y muy altas, de que seamos padres” era algo que no sabía como encajar. No era un tema que fuera muy fácil de sacar a la luz o algo que tendría una fácil continuación al hablar.

 

Era difícil. Especialmente si le daban ganas de decirle cuando despertaban o cuando estaban a punto de irse a dormir o cuando se bañaban juntos como hacían todos los días.

 

Incluso pensó en decirle después del sexo, pero asertivamente fue la primera idea que desechó.

 

Taemin deja las copas a un lado, caminando hacia Minho, mientras este se inclinaba un poco a oler la comida que acababan de comprar. Olía exquisito, pero odiaba tener asumido que en dos horas más su estómago lo expulsaría como hacía todos los días.

 

Maldito vómito. Nunca había vomitado tanto en toda su vida.

 

Le cruza las manos por sobre el abdomen y el alto suspira, diciéndole algo inentendible que él solo se encarga de callar con un beso sobre su hombro, encima de su pulcra camisa.

 

No supo cuando, pero ahora le encantaba besarlo. Mirarlo por largos momentos –incluso más que antes- y tocarlo hasta el punto en que Minho se quejara y riera porque le daba vergüenza.

 

Sentía que su cuerpo expelía cariño y él no sabía como controlarlo, solo se dejaba estar.

 

-       Hoy fue Jonghyun a la oficina –Minho le empuja desde la cintura, hasta dejarlo sentado en su silla-. Fue a buscarme para que almorzáramos juntos.

-       ¿Sí? ¿y cómo está?

-       Bien, no sé, estaba angustiado por hablar con alguien.

Minho se sienta frente a él y abre el vino, ofreciéndole y frunciendo el ceño cuando él se niega. No podía beber. Le era inevitable desde ya haberse comenzado a cuidar.

-       ¿Le pasó algo?

-       No, pero su relación con Key está extraña –bebe un trago de vino y levanta los palillos, mostrando su típica cara extasiada cuando tenía mucha hambre-. ¿Has hablado con Kibum?

-       No, desde que fuimos al médico…tengo que contarte algo sobre eso.

Era ahora o nunca.

Minho mastica lento, levantando la vista encima de su plato y esperándole a que hablara, solo que a él las palabras parecen atascársele y quedar solo en el medio de su garganta.

Mierda, ni siquiera sabía como debía partir.

Todas las palabras parecían imprecisas cuando se trataba de hablar sobre algo que le cambiaría la vida a ambos. Y mucho.

-       ¿Qué? –le insiste-. ¿Cuándo tienes que ir a buscar los exámenes? Si es esta semana, lo siento, pero no puedo ir, la oficina está hecha un caos.

-       No, la próxima, pero puedo ir con Kibumhyung si no puedes.

-       Haré lo imposible por ir contigo –le guiña un ojo mientras traga y él cree sentirse más nervioso aún-. Lo prometo.

-       Sí, hyung, sobre eso…

-       ¿Qué?

No podía. No podía. No podía.

Taemin intenta tragar un pedazo de carne, pero ni siquiera eso era capaz de digerir su cuerpo. Estaba seguro que ni siquiera respiraba.

Tenía tanto miedo de arruinar todo que solo se echa más arroz a la boca, mientras Minho seguía con sus ojos clavados en él, esperando.

-       Nada –sonríe-. ¿Qué pasó con Jonghyun hyung?

Justo en ese momento le hubiese gustado que Minho insista de esa forma que le hace volverse terco, pero no lo hace, sino que solo toma un largo trago de vino y se limpia los labios con una servilleta que incluso es capaz de ponerlo nervioso.

No podía comer. Le estaba molestando incluso el olor. Había ajo en alguna parte y a su cuerpo le causaba repulsión.

O quizás simplemente eran los nervios.

Sí, Taemin, son los nervios, relájate.

-       Me dijo que Kibum está extraño, anda con ideas raras en la cabeza.

-       ¿Ideas raras? No encontré nada raro en él la última vez que lo vi.

-       Le dijo a Jonghyun que quería tener un hijo. Adoptar o él mismo, algo así.

Algo así.

Algo así.

Pero Minho no deja de comer ni un solo segundo, sin subir la vista hacia él o dar una explicación a ese tono que parecía repeler el tema. Era tan idiota que no nota que él ya no comía sino que solo tenía la vista fija en él, pidiéndole una explicación que no entendía de qué se trataría, pero que necesitaba.

Porque sentía su estómago volcarse y no era una buena señal.

-       Sería fantástico –le dice dándose el ánimo de volver a tomar los cubiertos-. ¿O hay algo malo en eso?

-       No sé, es raro.

-       ¿Por qué? Yo lo encuentro maravilloso.

Pero claramente Minho no. Porque cuando recuerda que había algo más en la sala que su plato de comida, no le mira con una sonrisa de felicidad ni de satisfacción, sino que incluso le mira con el ceño fruncido. Como si algo de la comida le hubiese molestado.

Aunque ambos sabían, que no había nada malo en la comida.

-       No sé si me gustaría tener un hijo. Entiendo que Jonghyun esté complicado e incómodo con el tema, supongo que yo estaría igual. O peor.

Inexplicablemente le dieron unas ganas de llorar increíbles. Como si sus ojos estuvieran conectados a las palabras del alto.

-       Un hijo es una bendición, Minho.

-       Supongo –bufa volviendo a comer-. Pobre Jonghyun, Kibum lo está matando psicológicamente.

-       No me gusta que pienses así.

-       ¿Así cómo? –Minho toma un sorbo desde su copa de vino y le mira con el ceño algo fruncido-. ¿Te gustaría tener un hijo?

-       ¿Y a ti no?

Pero Minho le mira sin ser capaz de creer sus palabras, mientras Taemin evitaba su mirada y seguía comiendo tranquilo como si nada pasara. Aunque sabía que pasaba algo. No andaba extraño simplemente porque sí.

No era que se quejara de su excesivo amor repentino o de sus atenciones extrañas cuando llegaba al departamento después del trabajo, sino que era… extraño. Por no decir sospechoso.

-       No sabía que apenas con veintidós años hubieras pensado en eso.

-       Y yo no puedo creer que con treinta y tres años todavía no pienses en eso –se levanta y empuja su plato, enfureciéndose de forma repentina-. Se me quitó el hambre. Voy a dormir.

Como todos los días, como hacía durante todo el último tiempo.

-       Pero Tae –le grita sin levantarse-. Bebé.

Sin embargo, el castaño no lo mira. No se da vuelta ni le ayuda a levantar la mesa ni a decirle lo rico que estaba la comida, sino que solo se lava los dientes y se acuesta casi al borde de la cama sin querer ni siquiera rozar su piel.

Lo odiaba. Sentía que lo quería menos que antes.

Porque después de un rato, cuando siente el colchón hundirse con el peso de Minho, Taemin no se acerca ni busca sus brazos para que le abracen, duerme tan al borde de la cama que está seguro que en cualquier momento se caerá.

Esa noche, fue la primera noche que Taemin se tocó la panza con cuidado. Casi seguro de lo que pasaba y asumiendo ya, que quizás iban a dejar de ser simplemente dos.

**

Semana cuatro.

Estaba nervioso desde que despertó. Durmió poco, vomitó a las dos de la madrugada –revisó el reloj cuando volvió a acostarse- y evitó que Minho fuera con él porque simplemente no tenía ganas de que estuviera ahí.

Incluso estaba seguro que había comenzado a evitarlo desde la última –por no decir casi única- pelea que habían tenido hace un par de días.

Le había hecho sentir muy triste. Por no decir, demasiado.

Ya no mueve los pies cuando está en la silla ni enrojece porque tiene que hacer intercambio de palabras con alguien desconocido, sino que solo aprieta las manos contra la silla, hasta tal punto en que sus nudillos se vuelven blancos.

Los papeles suenan cuando el doctor cambia la hoja, subiendo los lentes por el tabique de su nariz y colocándolo más nervioso con cada minuto que pasaba. A él y a Key, que no paraba de apretar su pierna como si eso le sirviera de ayuda.

-       ¿Qué pasa, doctor? –interrumpe sin poder aguantarse más-. ¿Estoy bien?

-       Hay unos índices que están más bajo de lo normal, pero es una anemia tratable, no hay de que preocuparse.

-       ¿Solo es eso, doctor? –ahora es Key el que le interroga-. ¿Hay algo más?

-       Sí, que ambos están bien. Felicitaciones, tienes un mes, Taemin.

No puede ser.

Siente un gritito de emoción a su lado y una suave carcajada de parte del doctor que no le quitaba la vista de encima, mientras él…él solo tenía la cabeza gacha porque quería llorar, pero no ahora.

Quería llorar tanto que se le hace difícil incluso intentar no hacerlo.

Siente una mano cargándose de su espalda y un peso que empieza a bajar desde el principio de su garganta hasta el fondo de su estómago. Un nudo que le cuesta tragar y que le hace difícil el trabajo cuando levanta la cabeza y mira a los lados, intentando darse cuenta que esto no era un sueño sino que era real.

Que realmente había alguien dentro de él.

Viviendo gracias a él.

-       ¡Taeminnie, tendrás un bebé!

-       Sí, ya escuché, hyung.

Su tono no suena alegre como se espera ni brillante como solía ser, sino que está apagado, asustado y sobretodo con un pánico que no sabía como soportar. El doctor lo asimila de inmediato, porque no era el primer paciente que le ocurría, mientras Key le mira tan preocupado que le toma de las mejillas para saber si estaba bien.

Y no lo estaba. Se notaba en sus ojos que solo querían comenzar a derramar lágrimas sin parar.

-       Ahora las cosas tendrán que cambiar y tendrás que buscar un médico que te guíe mes a mes –la voz del doctor le hace mirarle, notando lo confundido que estaba-. Como también dejar de comer algunas cosas y cuidarte más porque tu cuerpo se comenzará a comportar de una manera distinta. ¿Tienes alguna duda? Pareciera que aún no lo crees.

-       Hay algo que no entiendo.

No titubea ni se avergüenza de mirarlo. Lo hace de una vez, de frente y creyendo que con solo un par de palabras se había obligado a si mismo a madurar de una forma que no se creía capaz.

Si se enrojecía en ese momento, ni siquiera le importaría.

-       Con mi novio estamos teniendo relaciones sexuales hace cua…cuatro años, ¿por qué ahora y antes no?

-       Puede que tu novio haya estado tomando algún medicamente que le dejase infértil como efecto secundario durante el período que lo consumió. Quizás ni él lo sabía, son cosas que suelen suceder. ¿No sabes si hace poco dejó de tomar algún remedio importante?

Le gustaría decir que no, que fue otro error, pero recuerda todos los días cuando Minho se tomaba una pastilla y se quejaba de tener que depender de eso.

Mierda. Mierda. Doble mierda.

-       Sí –murmura-. Tomaba unas pastillas para el estrés, pero las dejó hace casi seis meses.

-       Probablemente en esos seis meses su cuerpo se limpió y volvió a estar en su estado natural, y por eso sucedió esto. ¿Más dudas?

-       ¿Qué debo hacer, doctor?

-       ¿Con respecto a qué?

-       A todo.

A su vida. A su modo de vida en específico. A su mal hábito al dormir y al comer solo cosas que le gustaban. A su maldita costumbre de pasar todo el día acostado con Napoleón en el piso, comiendo o dibujando mientras llegaba Minho.

Y él. Principalmente que debía hacer con él.

Con Minho.

Cómo debía decirle, qué debía decirle y dónde. Cómo debía ser con él. Cómo sería esperar un bebé de él.

-       Tienes que contar con el apoyo de tu novio en este momento, es fundamental. Así que ve con él y cuéntale. Luego de eso vendrán detalles menores de organización, pero es lo primero que se recomienda cuando se sabe este tipo de noticia.

-       ¿Tendré que dejar de comer algunas cosas?

-       Lo esencial. Cafeína y comida que contenga cosas crudas como el sushi. Supongo que el alcohol y el cigarrillo está de más decirlo.

-       ¿Y qué hay del sexo?

La peor interrupción junto a la peor pregunta.

Taemin le mira sin poder creer que haya dicho eso y Key solo se encoge de hombros, como queriendo decirle que se había quedado mucho rato en silencio como para no intervenir.

Aparte era algo que probablemente después le agradecería.

-       Hyung, no era necesario que lo preguntes.

-       No hay de qué preocuparse –interviene el doctor, quitándole peso al asunto-. Puede que tus hormonas en un par de meses más se alboroten y realmente llegue a importarte este tema, pero al bebé no le pasará nada. Incluso en el último trimestre no habría riesgo de algo, sino que el problema principal será tu panza. Ese será el único impedimento que te puedo asegurar.

-       Entiendo.

Y desde ahí, Taemin dejó de prestar atención.

Ve los labios del doctor sin parar de moverse y la cabeza de Key asintiendo ante cada frase que decía, sin quitar esa sonrisa de felicidad de sus labios. Esa que en ningún momento había aparecido en él.

Le escucha hablar sobre unas pastillas que le ayudarán a sentirse menos cansado y otras para la anemia, y algo también sobre un ginecólogo. Y que no le conviene ir solo si no quiere quedar con un trauma. Pero él no piensa ni asume lo que escucha, sino que solo se queda sentado y asiente cuando Key le llama y lo levanta del brazo.

Las palabras flotan en su cerebro y no dice ninguna, solo se inclina, se despide y se va. Todo un acto mecánico.

Todo exactamente igual a la de un robot.

Un robot que no era capaz de asimilar lo que estaba viviendo.

**

Taemin contiene las lágrimas incluso cuando camina. Cuando está en silencio y siente la mirada de Key pegada en su rostro mientras avanzan a un lugar que él no tiene claro. Solo camina. Camina porque no quiere llegar al departamento y verlo, y porque dios, necesitaba hacer algo o moriría de los nervios. No se sentía capaz de quedarse quieto en un lugar y no morir ahí mismo, tenía que hacer algo con su cuerpo, moverlo como fuese.

-       Tae… ¿hay algo que quieras decirme?

No se detienen cuando le habla y él agradece mucho eso porque o sino se derrumbaría ahí mismo, delante de mucha gente.

(Y no lo mira cuando le responde. Ni una sola vez).

-       No sé como decirle a Minho.

-       ¿No sabe que habían posibilidades de que esto ocurriera?

-       Traté de decírselo hyung, te lo juro.

Si esa última frase no le hubiese sonado tan desesperada, Key no le hubiese sentado por obligación ni le hubiese mirado así de preocupado. Él simplemente se deja caer en una banca y se tapa la cara con ambas manos sin poder asumir nada. Sin asumir la razón de los vómitos ni la razón de su malestar.

La razón quizás más hermosa que podía haber y que él no era capaz de disfrutar.

-       Idiota –murmura a punto de colocarse a llorar-. Idiota Choi Minho, eres un idiota.

-       Cariño, no te enojes ahora, es lo que menos debes hacer–se sienta a su lado y le abraza por sobre los hombros-. Minho te ama demasiado como para no apoyarte en esto. No tienes de que preocuparte.

-       Minho no quiere hijos.

Le dice casi llorando y tapándose más la cara porque no quería que le viera así. Y él que le va a decir. Taemin está destruido y las palabras está claro que sobran porque nada parece consolarlo. Nada que no sea Choi y justamente, ese era el maldito problema.

A veces la llegada de los bebés arreglaban problemas, pero en este caso, justo en este en donde todo debía ser perfecto, estaba ocurriendo lo contrario.

Y eso, le exasperaba, mucho. Porque sabía desde ya que la culpa no era del menor.

-       ¿Él te dijo eso?

Taemin asiente rápido y a él le dan ganas de levantarse e ir a matarlo. Imagina las peores escenas en donde el menor salía llorando por lo idiota e imbécil y estúpido que era su novio. Y podía seguir tratándolo mal psicológicamente, pero lamentablemente las palabras se acababan.

-       ¿Y qué mierda le pasa? –explota-. ¿Cuándo va a sentar cabeza de que ya tiene más de treinta? ¿cree que su cara no envejecerá acaso? Lo mataré. A golpes. Lo obligaré a ser feo.

-       Noooo, hyung –Taemin le mira con los ojos aguados, soltando un puchero tras otro-. Mi bebé no puede quedarse sin padre.

¿Cómo alguien no iba a quererlo si era así?

Key está seguro que le está asfixiando cuando le abraza y le importa en lo más mínimo, sin querer soltarlo. Le hace cariño en el cabello y le aprieta desde los hombros hasta que le oye sorbetear la nariz y los ojos tan aguados que está seguro que se largará a llorar.

Y no lo soportará. Está seguro.

-       Yo… -suspira-. No sé como sentirme. Si tan solo Minho no fuera tan tonto…

Pero lo que más le enojaba no era Taemin ni el bebé, era Minho con todas sus letras. Al menor no le importaba ser padre con apenas veintidós años ni se mostraba preocupado por todo lo que le pasaría, solo se seguía preocupando por el imbécil de su novio que ni siquiera había sido capaz de acompañarlo porque siempre tenía demasiado trabajo.

Espero te desmayes, Choi de mierda.

-       Nació y morirá así. Y lamentablemente te enamoraste de él así.

-       ¿Cómo se lo diré, hyung?

Sus palabras cada vez suenan más ahogadas y su corazón cada vez más disparado. Ya no le importa que la gente le mire ni que se fijen en él por lo extraño que se veía, no le importaba siquiera lo que podían llegar a pensar de él. Solo enreda sus dedos una y otra vez en su cabello, desesperándose y buscando alguna forma de calmarse.

Alguna maldita forma de asumir que todo iría bien y no sería tan trágico como pensaba. Pero el solo hecho de recordar a Minho hablando sobre la idea de los hijos, le colocaba la piel de gallina y le daban demasiadas ganas de llorar. Minho era el novio más perfecto que podía existir, pero justo cuando lo necesitaba, se transformaba en el más idiota.

En el más infantil e inmaduro.

-       Tienes que decírselo rápido. Tiene que entenderlo, quiera o no. Es culpa de ambos y no es una desgracia. Minho es baboso por los niños, solo que odia admitirlo. Te aseguro que si hay una persona que cuidaría bien a un hijo entre él, Jonghyun y yo, sin duda Minho nos ganaría a patadas.

-       Pero tengo miedo, hyung –solloza-. Tengo miedo de todo lo que se viene.

De enfrentarlo. De pensar que el problema no era el bebé en sí sino que todo se trataba del maldito problema de la edad y esa mierda que siempre hacía sentir mal a Minho. Que más que odiar que tuviera un bebé dentro, odiara el hecho de que justo él estuviera esperándolo.

La persona menos indicada. La más infantil.

Si se ponía a pensar, probablemente hasta le encontraría razón. Y por eso mismo evitaba hacerlo.

-       Tienes que ser fuerte, Taeminnie, ahora vives por dos.

Y eso era lo peor.

Que ni siquiera estaba seguro de cómo se hacía eso.

**

Apenas entró al departamento, corrió al baño a vomitar lo poco que había comido ese día. Lloró más de lo necesario sobre la taza y se miró frente al espejo, por largos minutos hasta encontrar algo que tuviera distinto.

Pero no había nada en él aún. Seguía siendo el mismo Taemin de siempre, estaba seguro de eso. No había algo que le delatara ni que le hiciera ver embarazado.

Dios. Le era difícil incluso decir la palabra.

Sin embargo cuando sale por el pasillo y ve hacia el final, observa a Minho sosteniendo los papeles que él mismo se había encargado de dejar sobre la mesa, mientras corría.

Pero no quería que los leyera. Al menos no hoy.

Camina rápido, apareciéndose frente a él y ganándose una sonrisa que no supo como corresponder.

-       ¿Qué haces?

-       Estaba intentando ver que tienes. Me vine antes porque estaba preocupado.

Gracias Minho. No sabes lo feliz que me pone eso.

Taemin le quita los papeles de la mano de golpe y retrocede casi ofendido.

-       ¿No podías solo preguntarme a mi?

Por lo visto, hubiese sido mucho mejor.

Minho le mira con el ceño fruncido sin entender qué le ocurría, quedando con las manos en el aire por unos segundos antes de volver a bajarlas.

-       ¿Qué te pasa? No estaba haciendo nada malo. Solo quería saber, Taemin.

Pero no le responde. Solo dobla los papeles tal como estaban antes y se da media vuelta, dejándolo con el mismo vacío y la misma preocupación que antes.

O había tenido un pésimo día o realmente estaba mal porque nunca le había respondido de esa forma ni había actuado de esa manera.

-       ¿Y? –le dice fuerte cuando le ve que empieza a caminar-. ¿Qué tienes?

-       Anemia, ¿no lo leíste?

-       No, me lo quitaste de las manos. No sé si lo notaste.

-       Tampoco era necesario que lo leyeras, Minho.

Minho. No era hyung, ni apodos que le daba vergüenza repetir, pero que de todas formas se escapaban de sus labios. Era Minho a secas. Minho de una forma que le hace sentir que está dolido y que está enojado y no quiere hablar.

Con nadie. Menos con él.

-       ¿Te compraste las pastillas? –vuelve a insistir para que no se fuera-. Puedo ir por ellas a la farmacia.

-       No será necesario.

-       ¿Por qué te derivaron a un ginecólogo?

Y nuevamente no le responde. Vuelve a dejar los papeles sobre la mesa y ahora camina hacia el refrigerador, sacando una botella de leche y tomándosela, dándole la espalda.

¿Tan enojado estaba porque no le había acompañado?

-       Me encanta hablar solo.

-       No sé, Minho –se voltea, dejando la botella de golpe sobre la mesa-. No sé, rutina, que sé yo.

-       ¿Quieres que te acompañe?

-       ¿Para qué? ¿para que el día anterior me digas que no puedes porque tienes mucho trabajo? –bufa-. Prefiero ir solo, Minho.

Era eso. Siempre lo supo.

Era algo que tenía asumido desde hace tiempo y que provocaría que tuvieran una pelea, como la de ahora, y que tendría que quedarse callado porque tendría la culpa y solo tendría que asumir. Pero Taemin está tan enojado que cuando camina hacia el sillón, le pega en el hombro, a propósito, y se cruza de piernas, sentándose y pegando su vista en un punto cualquiera de la pared.

Estaba demasiado enojado para que fuera solo eso. Debía haber algo más.

Piensa en cada error que pudo haber hecho y cree que no fue ninguno. No perdió nada y no olvidó nada. O eso creía. Incluso le había comprado sus golosinas favoritas.

-       ¿Crees que me gusta quedarme en el trabajo hasta tarde, Taemin? ¿crees que lo hago por elección? Odio que te pongas así. Mejor haz como que no vi tus papeles y fin.

-       Sí –vuelve a bufar, irónico-. Mejor, mucho mejor.

Pero el tema no era sobre las toallas sucias o sobre sus golosinas o sobre cualquier error que pudo tener, era sobre algo más. Algo con más peso que sabía que le había dolido.

(Pero que a él más que molestarle, le sorprendía).

-       Todo esto es por lo que dije la semana pasada, ¿cierto? Por lo de los hijos, es eso.

-       No, no es eso.

A él no le podía mentir. Sabía perfectamente como se tornaba su rostro cuando lo hacía. Sus mejillas enrojecían de forma mínima y cruzaba sus dedos entre sí, de esa misma forma que estaba haciendo ahora.

-       ¿Entonces qué? –le pregunta, pensando que quizás esta vez podía estar equivocado-. Debiste haberme dicho que querías que estuviera más en la casa si se trataba de eso.

-       Lo siento, desde hoy trataré de decir lo que me pasa.

En el momento en que Minho se sentó junto a él, Taemin supo que había perdido la batalla. Que no podría seguir enojado con él y que no se contendría si le tocaba. Menos si le besaba, lo cual hizo apenas lo tuvo en frente.

Minho le suplica perdón y él no se resiste más de dos segundos. De hecho le deja recostar su cabeza sobre sus piernas y le acaricia con cuidado el cabello.

Pero si el mayor no fuese tan despistado, habría notado que Taemin no reía con él cuando veían una película que parecía ser cómica. No suelta carcajadas cuando él lo hace, sino que solo le acaricia como si no fuera mañana.

Si Minho no fuera así de despistado, habría notado que Taemin lloró por un instante. Que las lágrimas cayeron por sus mejillas y que él intentaba quitarlas rápido sin que pudiera verlas.

Pero Minho no vio ninguna. Ni una maldita lágrima que le indicara que era lo que andaba mal. Solo reía divertido, tomando las manos de Taemin para que le volvieran a acariciar, cuando las dejaba descansar sobre su cuerpo, casi como si estuviera acariciando su propio abdomen.

Notas finales:

Que les pareci? les gusto? continuamos? esperamos sus comentarios.


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