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La ventana por KuroNeko_Saa

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Notas del fanfic:

En respuesta al desafió Nervermore.

 

Notas del capitulo:

Buenas~ 

 

Bien, acá les dejo mi respuesta al desafió. Es el primero al que entro así que espero que les parezca interesante. 

La lluvia caía lentamente aquella tarde de otoño. Un cumpleaños más se estaba celebrado en honor al miembro más pequeño de la familia. Los adultos se encontraban en el comedor principal de aquella antigua casa; que no por ser antigua dejaba de ser lujosa, al contrario, el estilo victoriano que está tenía le daba un toque un tanto peculiar para el país en el que vivían.

 

Conversando sobre política y mofándose de las personas que menos tienen, los adultos —ignorando el hecho de que a lo lejos se escuchaba el caer de relámpagos—, no le daban importancia a que sus preciados hijos se encontraran en el patio de aquella casa jugando bajando la lluvia. Aquellos niños preocupados únicamente por ver quién era el que más dinero tenía, no tenían el mínimo interés a lo que el festejado se encontraba haciendo.

 

El festejado de nombre Takanori Matsumoto se encontraba observando fijamente hacia la ventana del segundo piso, que por un extraño motivo —donde la misma familia desconocía—, era la única que tenía vista hacía aquel patio. Esa peculiar ventana era la causante de un sinfín de relatos que la servidumbre de la casa contaba desde que la familia Matsumoto había llegado a vivir en el lugar.

 

Una de esas historias es la que más había “cautivado” al cumpleañero, la historia era de la extraña desaparición del joven Akira. La señora encargada de la cocina relataba que antes de que llegaran los Matsumoto a la casa, vivía una de las familias más adineradas de Japón, pero aun siendo de las más adineradas eran de las más misteriosas. La familia constaba de tres miembros; El Sr. y la Sra. Suzuki y el único heredero a toda la fortuna Akira.

 

El joven Akira —como le nombraba la servidumbre— era un tanto diferente y especial a cualquiera de los jóvenes de su edad. Él no tenía amigos, todos decían que no estaba del todo cuerdo y no estaban tan mal al pensar aquello. Akira se la pasaba encerrado en su habitación, no hablaba con nadie de la familia, comía poco y en ocasiones llegaba a dormir únicamente por dos horas, ya que según él, alguien lo observaba y le hablaba todas las noches.  

 

Akira tenía una extraña manía de conservar objetos a los que él consideraba que eran valiosos. Dichos objetos podían ser desde un simple broche hasta un animal. Al tener esas piezas él se consideraba único y especial. Sus padres al percatarse de esa extraña fijación que tenía su hijo, le ordenaban a la servidumbre a vigilar que ni uno de los animales que tenía llegara a apestar toda la casa.

 

 

Como era de esperarse cada día que pasaba Akira presentaba un comportamiento cada vez más extraño, esto por su puesto alteraba a los Sres.  Suzuki, porque ¿Qué iba a decir la sociedad de su único heredero?  Por esa razón es que decidieron dejar encerrado al joven Akira en el olvido de su habitación, con la única compañía de sus alucinaciones y sus objetos preciados.

 

Una noche en la que los Sres. Suzuki salieron a una cena a la que asistían todas las personas de la alta sociedad en donde alardeaban de sus riquezas, Akira desapareció. Buscando por todas partes a su hijo, la familia Suzuki nunca lo encontró. Al revisar la habitación en la que lo tenían encerrado, los oficiales se percataron de las condiciones en la que lo mantenían y debido a esto culparon a la familia de la desaparición de Akira. Tal noticia conmociono a la sociedad por varias semanas, puesto que era una de las familias más importantes; tiempo después la noticia quedo en el olvido al igual que el joven Akira.

 

Varios años después la casa fue comprada por la familia Matsumoto, sin conocer lo que había sucedido en el lugar. La historia era sin dudar alguna la favorita de Takanori, él se sentía tan identificado con el joven Akira que inclusive llego a sentir una especie de atracción, pero más que atracción era una obsesión. Él quería saber todo acerca de Akira, su principal duda era el por qué decían que había desparecido, si siempre se encontraba observándolo desde la ventana de aquella habitación olvidada.

 

—Takanori, ¿qué estás viendo? —le pregunto uno de los invitados distrayéndolo por un momento.

 

—Veo lo que siempre he querido ver —contesto fijando su vista una vez más en aquella ventana—, lo que siempre he querido tener.

 

—Oye, es verdad que en esa habitación desapareció alguien —pregunto por curiosidad otro de los invitados contemplando por un momento la ventana.

 

—Akira no desapareció. Él aún sigue en la casa, ahora mismo nos está observando —sonrió mostrándoles lo feliz que se encontraba, a la vez que señalaba en dirección al segundo piso de la casa.

 

Los invitados confundidos pero sobre todo sintiendo temor ante aquella sonrisa decidieron que era hora de entrar a la casa. Nos les gustaba mucho la compañía de Takanori, para ellos él estaba loco. Poco le importo a Takanori el que se fueran, mientras más solo se encontrara él estaba mejor. Él entendía como se llegó a sentir Akira, por esta razón quería estar con él. Quería verlo por completo.

 

Una vez que todos los invitados partieron a sus respectivos hogares y que  los empleados domésticos habían terminado de limpiar, Takanori fijo su rumbo a la habitación del segundo piso en donde se encontraba aquella famosa ventana. Al llegar a esta entro  lentamente, disfrutando cada segundo que pasaba.

 

— ¿Porqué es que nunca me había atrevido a conocerte? —Se preguntaba dando una respuesta inmediata a su cuestionamiento— Porque hasta hoy me has invitado, no es verdad… Akira  —contesto sonriendo de medio lado a la persona para frente a él.

 

—Pensé que nadie más conocía mi nombre. Takanori es tu nombre si no me equivoco —pregunto acercándose al anteriormente mencionado. 

 

—Estas en lo correcto —contesto de forma rápida, mirándolo a los ojos.

 

Al fin tenía el placer de ver a quien quería ver, y no solo eso, ahora lo tenía a escasos centímetros de distancia. Todo parecía ser un sueño, un sueño que con anhelo siempre había esperado.

 

— ¿Quieres saber algo Taka-chan?, Puedo llamarte así, verdad —y más que una pregunta era un afirmación, a la cual Takanori solo pudo contestar afirmando con la cabeza.

 

Takanori se sentía intranquilo, a pesar de que había esperado por mucho tiempo el encuentro con Akira, sabía que algo malo estaba a punto de  suceder pero por un desconocido motivo, no podía dejar de ver esos ojos que más que mostrar calidez, estaban llenos de rencor.

 

— ¿De dónde proviene ese olor? —pregunto moviéndose hacia atrás, con la respiración agitada, tratando de salir de aquella habitación, ahora y con más razón sabía que algo andaba mal.

 

Ignorando la pregunta, Akira acerco su cuerpo al del otro, inmovilizándolo contra la pared, inclinando su cabeza lentamente hasta que su boca quedara a la altura de su oído le susurró.

 

— Me gusta coleccionar objetos valiosos, y tú sin lugar a dudas eres uno de ellos.

 

La lluvia seguía cayendo pero ahora con más fuerza. Lo último que puedo observar Takanori fue la siniestra sonrisa de aquel que había sido su obsesión. A la mañana siguiente los empleados de la casa Matsumoto notaron la ausencia del menor. Buscándolo por varios días sin tener un solo rastro de él, decidieron darlo por desaparecido. Poco tiempo después la familia Matsumoto se mudó de la casa la cual estuvo en venta por varios años, hasta que una nueva familia decidió comprarla.

 

— Mira Shima, al fin encontramos nuestro nuevo hogar, y sabes qué es lo mejor —pregunto cierto pelinegro acercándose a su pareja.

 

—Lo mejor es que podremos tener sexo sin que nadie nos interrumpa —contesto el mencionado abrazando al otro por la cintura.

 

—Sí, pero aparte de eso, lo mejor es que en este lugar cuentan que desaparecieron dos personas y que nunca más los volvieron a encontrar. Sería emocionante poder saber más de Akira y Takanori.

 

—Yuu, ¿Quién es Akira y Takanori? —miro a su pareja frunciendo el ceño.

 

—Son los dos chicos que desaparecieron. Y ahora mi querido Shima, que tal si vamos a conocer nuestra habitación —menciono a su pareja, mordiendo el lóbulo de su oído— Me dijo la amable Sra. que nos vendió la casa y la que me contó la historia que tiene una hermosa ventana con vista al patio.

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer, son bienvenidas todas las criticas. 


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