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Anabantha por ChizuruTakachan

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Notas del fanfic:

 

¡Muero de pena porque no entendí el desafío! *se arrastra por el suelo*. Hace dos días me di cuenta de eso y pues aquí el resutado. 

Había encontrado un alma caritativa que me beteara el fic, pero es obvio que ya no tuve tiempo de hacerlo, así que ¡mil disculpas al doble! 

Notas del capitulo:

 

Los parrafos en cursiva y negrita, son la letra de la canción "Anabantha" de la banda del mismo nombre. Sólo el último parrafo, es de otra canción, que aunque es de la misma banda, no recuerdo el nombre. 

 

ANABANTHA es el nombre de uno de los muchísimos ángeles que existe. 

 

 

Anabantha sueña en mi interior 
Mirando rostros de dolor 



 

 

 

Frío…

 

Ese cuerpo pequeñito temblaba a causa de las inclemencias del tiempo, el invierno había comenzado, a pesar de ya estar acostumbrado a la baja temperatura de ese cuarto al que él conocía como hogar, era inevitable que sus dientes castañearan conforme la madrugada avanzaba.

 

— Acércate… Sólo escucho tus quejidos.

—¿Tú nunca me dejaras, verdad?

—No. Yo sólo vivo por ti…

 

 

Anabantha llora al corazón 
De un niño que quedo sin voz                        

 

 

 

Los tiempos siempre son difíciles conforme las personas crecen, pero es aún más difícil cuando sólo eres un muchachito débil y huérfano.

 

Yuu por el contrario, era un joven físicamente fuerte, de rostro bonito y mirada profunda. Trabajaba arduamente desde casi niño debido a ser huérfano también, su único problema era cargar con su primo Taka-chan. Takanori era un niño delicado, tanto física como anímicamente y de salud, callado al grado que todo mundo pensara era mudo, poseedor de unos hermosos ojitos grises que  a quien miraba fijo, parecía denudarle el alma.

 

Los padres de ambos chicos murieron a causa de una epidemia en la antigua hacienda donde vivían. Yuu por mero instinto cogió lo poco que tenían y a su primo para huir, antes de que todo el lugar fuera incinerado con el fin de no propagar la plaga. El miedo recorría ambos cuerpecitos, pero sólo Yuu parecía expresarlo. Llegaron a un pueblo cercano antes del anochecer, no podían pedir descanso en alguna posada del lugar, eran notoriamente hijos de campesinos, nadie ayudaría a dos chicos aparentemente sin un centavo en que caerse muertos.

 

Por fortuna o desgracia para ambos, Takanori casi es arrollado por un carruaje que aunque estruendoso su andar, el pequeño en su ensimismamiento no hizo nada por quitarse del camino, dando como resultado un escalofriante grito.

 

—¡TAKA-CHAN!

 

La gente salió de sus hogares ante el escándalo armado. El caballo relinchaba y el pequeño Takanori temblaba hecho bolita casi debajo de los cascos del animal. Los tripulantes salieron asustados del interior del carruaje. Entre maldiciones, alegatos y un par de niños abrazados entre sí, Yuu les hizo saber que se habían perdido al separarse de sus familias, por supuesto omitiendo la desgracia en la que habían fallecido, ya que serian objeto de destierro.

 

Habían pasado poco más de 6 años de aquel trágico día. Gracias al alma caritativa de la madre que retenía entre sus brazos a su hijo asustado, la suerte de estos pequeños cambio, ahora eran unos sirvientes más al servicio de la familia rica del pueblo. Yuu ahora pasaba los 16 años de edad, Takanori 14, aunque su apariencia parecía de un chiquillo de unos 11 años cumplidos. No existían los sueños en ellos, no había un cuento que les prometiera un porvenir benevolente. Sólo el cuerpo cansado de Yuu y el frágil calor que le brindaba el cuerpecito de su primo.

 

Por las noches tras haberse aseado y alistado para dormir, contaban estrellas, pero lo que más le gustaba al pequeño era escuchar esos ruidos extraños que en la hacienda se hacían presentes. Todos rumoraban que eran almas penando, muchos aseguraban haberlos visto rondar por la obscuridad y haber sentido que sus almas casi salían de sus cuerpos. Yuu era un chico valiente, pero nunca dejaba que su pequeño saliera por las noches. ¡Él más que nadie era frágil y propenso a ser devorado por los demonios hambrientos!

 

—¡Aaaaaaahhh…!

 

El lamento fémino rompió el silencio, los ojitos grises destellaron en la obscuridad y unos brazos le oprimieron contra el cuerpo ajeno.

 

 

 

Su risa no se escuchara 
Si no encuentra su identidad 
En mil espejos buscara 
Hasta llegar a su final

 

 

 

Mientras Yuu trabajaba su jornada en el campo, Takanori al ser evidentemente frágil, laboraba llevando recados de la Señora de la casa. Por esos días tenía mucho ajetreo ya que el hijo menor de la familia, regresaba del internado en el cuál pasaba prácticamente todo el año. Sin darse cuenta, Takanori caminaba presuroso de la cocina de los empleados rumbo a la casona, para dar lo que él esperaba era el último recado del día.

 

El viento soplaba tanto que su delgado cabello le cubría la cara casi en su totalidad, su cuerpecito temblaba, el delgado abrigo que poseía era insuficiente. Un escalofrío le recorrió el cuerpo haciéndole voltear hacia atrás esperando encontrar a alguien, pero el camino recorrido estaba vacío. Sólo el viento soplando y sus pasos presurosos rompían el silencio. El relincho de los caballos se hizo escuchar, Takanori dio un respingo abriendo sus ojitos grises mirando hacia todos lados, unos pasos firmes se hicieron presentes, Takanori corrió hasta adentrarse en la casona con la garganta seca y dolida. Mientras esperaba recuperar el aliento, prestó atención a los sonidos notando que los pasos no se escuchaban más.

 

Cansado, se dispuso a entregar el recado y dirigirse a su dormitorio, más al llegar a la habitación de su patrona, pudo ver a la mujer desnuda, con apenas una bata de encajes abierta cubriendo su cuerpo. Sus pechos ligeramente caídos se asomaban de la tela, sus caderas regordetas daban forma a los pliegues y su abundante vello púbico daba un pequeño color a la trasparencia que le “cubría”. La mujer se miraba frente al espejo de gran ornamenta, pasando un paño húmedo sobre su piel y haciendo muecas extrañas al tacto de éste. Takanori dio un pasito atrás y golpeó la puerta con poca fuerza, tras un suave: “pase”. Takanori se adentro con la mirada gacha.

 

—Señora… Dicen las cocineras que tendrán todo listo para mañana, pero que sólo falta la orden del patrón para que se disponga de los cerdos.

—Takanori… ¿Te parezco vieja? —La mujer fijó su vista en el chico, levantando su rostro de la quijada para poder mirarlo a los ojos. —Tienes unos ojos muy bellos, me recuerdan un poco a los de mi hijo. —Pasó su delicada mano por el rostro del menor, haciendo que temblara con desconfianza. —Recuerdo que a tu edad yo no era tan frágil y delicada como lo eres tú. Es extraño que siendo un hijo de nadie, tengas una belleza tan peculiar… Ten cuidado Taka-chan, en la obscuridad nadie podría distinguirte de una chica y podrías correr graves peligros. —A paso seguro se dirigió al clóset abriéndolo y sacando una capa, la extendió y con gracia se la colocó al menor abrochando el par de botones bajo su barbilla. —El invierno ha llegado, abrígate bien para que no le vuelvas a dar un susto a tu primo como el invierno anterior. Te obsequio esta capa, es mi favorita.

 

Takanori corrió hacia su cuarto, al tiempo que el frío le lastimaba el rostro. Apenas cruzar la puerta, Yuu le abrazaba posesivamente, recorriendo con sus manos ásperas el delicado cuerpo para asegurarse que estaba en perfectas condiciones.

 

—¿Dónde estabas?

—Con la Señora…

—Shhh… Vamos a cenar.

 

Desde que llegaron a la hacienda ambos comían en su cuartito asignado. Pasaban la mayor parte del tiempo ahí, al grado de preferir acarrear agua en baldes para asearse en su habitación, y no hacerlo en el baño comunitario de los empleados. Yuu no quería que nadie mirara a su pequeñito, Yuu sabía que muchos miraban con otros ojos al menor.

 

Como era de esperarse, la Señora no dejó a su hijo en paz más que para lo necesario. Takanori esperaba fuera de la habitación de la mujer a que le diera alguna orden. Los días le dieron lo mismo, ya que él siempre estaba ensimismado sin notar a la gente que laboraba en la casa.

 

—Takanori, llévale esto a mi hijo.

 

Con un movimiento de cabeza, tomo el paquete entre sus pequeñas manos y se encaminó a final del pasillo, donde se encontraba la habitación indicada. Un suave golpecito anunció su llegada, y un “pase” por una voz profunda le hizo entrar.

 

—La Señora le manda esto Señorito…

 

El pequeño rubio dio unos pasos ligeros hacía el interior, mirando de reojo su entorno. Apenas llegar a una mesa cercana, colocó el paquete. Unos ojos verdes no le quitaban la vista de encima, con solo verlo entrar sintió una curiosidad hacía esa pequeña criatura, a paso veloz se acercó sujetando al chico del hombro, sin obtener una mirada del más pequeño.

 

—¿Cómo te llamas?

—Ta-Takanori…

 

El menor evadía mirar a la cara al alto pelinegro, mordió ligeramente su labio inferior cosa que le dio un chispazo extraño al otro. Fue guiado hacía la luz de la ventana donde el mayor le sujeto el rostro firmemente.

 

—En verdad que eres extraño… Mírame a los ojos Takanori. —El niño apretó sus parpados al igual que sus labios. —¡Dije que me mires!

 

Takanori los abrió lentamente, una capa de lágrimas bordeaba sus ojos claros. El pelinegro sonrió al notar un brillo extraño en ese gris mirar, ahora la boquita destensada le brindaba un toque aún más peculiar.

 

—Madre no se equivoco al protegerte…

 

Apenas fue soltado Takanori corrió asustado hacía su dormitorio. Yuu se preocupó al llegar y encontrar a su primo envuelto en sus frazadas con la mirada perdida. Takanori todo hacía en automático, y durante días no asistió a su patrona en sus labores. Takanori estaba enfermo…

 

 

 

 

Anabantha sueña en mi interior 
Mirando rostros de dolor 

 

 

 

—Yuu…

—¿Mmmm…?

—Me está llamando… ¡Tengo miedo Yuu-chan!

 

Los susurros eran lo único que se escuchaba en esa pequeña habitación. Yuu se despertó mirando a su alrededor. Se escuchaba el fuerte viento golpear la pequeña ventana, abrazó el cuerpecito a su lado tratando de apaciguar su angustia.

 

—Es sólo el viento Taka-chan.

—Es él… me está llamando y no quiero que me vuelva a tocar. ¡Me da miedo tenerle cerca!

—¡¿Quién te tocó Takanori?! —El moreno se sentó de golpe zarandeando al menor. —¡¿Cuándo?!

—El Señorito… cuando la Señora me envió a su habitación… no me soltaba el rostro y me dio mucho miedo. Me está llamando y se burla de ti.

 

Yuu sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo. Unos golpes se escucharon en la ventana haciéndolos dar un salto. Abrazados como estaban, giraron sus rostros hacía ésta para ser testigos de cómo la ventana se rompía en pedazos.

 

—Es él… No quiere que estés cerca de mí…

—¿Qué más te dice Taka?

—Dice… Dice que pronto… Pronto estaré en su cama…

 

 

 

 

Anabantha llora al corazón 
De un niño que quedo sin voz                       

 

 

 

 

Yuu llevaba días pensando en los cambios de humor de Taka-chan. Algunas veces mientras comían estaba igual que siempre, pero de un momento a otro se paralizaba y se aferraba a su cuerpo. Por lo general, era durante las noches que el rubio decía escuchar esa voz. Como hoy…

 

 

—¿A dónde vas Takanori? —Yuu iba llegando de su jornada cuando descubrió al rubiecito a punto de salir.

—Hoy es la noche Yuu-chan. Si no voy te lastimaran…

—¡Estás loco Takanori! Nadie te pide que hagas nada.

 

Yuu estaba agotado. Habían sido días muy difíciles con esas ideas que su primo poseía, este día le habían hecho trabajar hasta el anochecer, y escuchar a su pequeño le hizo colapsar. Takanori le miró con los ojos muy abiertos, sus manos apretaron la capa que le envolvía y guardó silencio. La voz le decía que debía guardar silencio…

 

 

 

Su risa no se escuchara 
Si no encuentra su identidad 

 

 

 

 

—Voy por la cena.

 

Takanori sólo asintió. Una vez que Yuu salió, escucho sus pasos alejarse sintiendo un dolor en el pecho, corrió hacia él jalándolo de su ropa desgastada y sucia. Los ojos de Yuu se abrieron, los labios del rubiecito estaban pegados a los suyos haciendo que se encorvara por ello. Yuu no supo de donde el instinto le hizo entreabrir sus labios y rozar con su lengua los labios ajenos, nunca había besado a nadie más y ahora algo en su interior le hacía acariciar la lengua pequeñita de su primo.

 

La mirada humedecida de Takanori destello a pesar de la obscuridad del pasillo. Se encamino de vuelta a su cuarto sin dejar de mirar hacia atrás, con una dulce sonrisa hacia el moreno. Yuu confiado siguió su camino hasta el comedor donde ya los demás empleados cenaban. Su sonrisa se borró al escuchar a algunos de ellos contar rumores.

 

—Yo lo vi mirando al mocoso… Dicen que lo embrujo…

—¿Crees que el chamaco es hijo de bruja?

—¿De qué otro modo si no? Muchos escucharon al Señorito gritarle al patrón que sería suyo. ¡Ese chamaco seguro es hijo del diablo!

 

Yuu regreso corriendo y casi tropezando a su dormitorio, abrió la puerta encontrándola completamente vacía. La desesperación se apoderó de su cuerpo, arrojó sus pocas pertenencias contra el muro. Se puso una de las mantas encima a modo de capa, y salió a buscar al pequeño, sabía que no podría estar muy lejos.

 

Takanori sólo siguió esa voz, camino hacia la parte posterior de la casona encontrando un cobertizo iluminado en su interior.

 

—¡Ya debería haber llegado! Voy por él…

—Shinji tranquilízate, cariño… es su destino.

—Padre despertara en cuestión de horas, no puedes pedirme que me tranquilice. ¡Sólo tengo esta noche para tenerlo!

—De tu padre me encargo yo. Recuerda con quien estás hablando, ahora por favor, no lo eches a perder por impulsivo. Taka-chan es frágil…

No por mucho tiempo…

 

Takanori les miro atento, enfocándose en el alto pelinegro que le esperaba con el torso desnudo. Shinji impulsivo le beso apasionadamente, mordiendo sus labios con desesperación. Las velas que alumbraban el sitio, se pagaron dejando todo en penumbras…

 

 

 

En mil espejos buscara 
Hasta llegar a su final
 

 

 

 

 

 

 

—Lo besaste… —Las velas si encendieron tan pronto Shinji susurro sobre mis labios. —¡Besaste al campesino! —Mi cuero cabelludo dolía, Shinji estaba furioso al notar otro sabor en mis labios, el sabor de Yuu en mí.

No… Takanori besó a Yuu. Yo sólo puedo sentirme atraído por tus besos… por tu cuerpo…

—Mi pequeño… ¿Quién eres tú en verdad? —Volvió a atacar mis labios con fiereza, justo como cada noche prometía hacerlo.

Ruki…

 

La música comenzó a oírse, un suave vals que prometía el ensueño en cada nota. Sus fuertes manos arrancando todo de mí, el éxtasis se mezclaba con los sonidos del cuerpo al que era poseedor, los rezos de la mujer que parió al demonio mismo.

 

Si… Shinji y yo estábamos predestinados a estar unidos.

 

 

 

Cuenta la leyenda que hay criaturas,

Que por las noches invocan a los muertos,

En un ritual secreto… 

 

 

 

 

Tora y Ruki estaban destinados a engendrar el mal…

 

Tora… él está aquí…

—Bebe su sangre.

—Taka-chan…

 

Los ojos profundos de aquel primo de la infancia, empañados en lágrimas al ver a su “inocente” amor embestido por aquel demonio de verde mirar. La risa loca de la madre que le hizo caer a mis pies.

 

Acércate…

—Taka… tú…

Shhh… Cierra los ojos Yuu. Sólo piensa en mí… piensa que tu pequeño Anabantha fui…

 

 

Y al tiempo que el demonio mismo quemaba mis entrañas, Yuu, mi pequeño Yuu moría al nosotros deleitarnos con su roja esencia… 


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