Era 31 de diciembre y como la costumbre de todos los años, la familia se reunía a cenar, el punto de reunión era la casa de mis abuelos, todos los hijos preparaban algo para comer en la noche, al menos mi madre y mis tías se juntaban en la casa a hacer todo para la cena y los hombres arreglaban los desperfectos de la casa o hacían los mandados, o simplemente se sentaban en la sala de estar con unas botellas de cerveza para acompañar a su animada plática posiblemente de los resultados deportivos o la mierda de situación económica como decían ellos, en fin todo alejado del interés de sus hijos y el mío.
Yo al vivir lejos tengo que viajar más de ocho horas para llegar a casa de mis abuelos donde nos quedamos alojados por las vacaciones, por lo mismo no tengo buena relación con mis primos, a pesar que no distamos mucho en edad, ellos viven en su mundo y yo en el mío, ambos completamente diferentes, no congeniábamos, aunque no me molestaba, prefería estar solo, mientras tuviera mi música todo estaría bien.
En fin que la noche llegó y todo estaba listo, la casa lucía esplendida, las luces le daban un aspecto irreal de magia entre juguetes, dulces y música melosa propios de la fecha.
Las mujeres se veían esplendidas con sus vestidos y peinados para la ocasión y los hombres vestíamos de camisas y pantalones formales, zapatos lustrados y peinados lisos, o al menos la mayoría.
Mi cabello castaño estaba en ondulaciones que terminaban cubriendo parte de mi ojo izquierdo pero dejaba al descubierto las perforaciones de mi oreja, las cuales mi padre odiaba, una serie de cadenas y collares colgaban de mi cuello terminando cerca de los botones de mi camisa blanca abrochada hasta el pecho y cubierta por un chaleco negro, mis pantalones de cuero a juego con una cazadora y guantes igualmente negros.
Era vanidoso, y con toda razón, se lo atractivo que soy, y me gusta cuidar mi apariencia aunque muchos me llamen afeminado por eso y por maquillarme, realmente no me interesa, me gustaba el resultado que me daba el espejo.
Las bebidas no se hicieron esperar, inclusive yo alcancé, ya a mis veinte años me tenían que dejar de tratar como un niño, y aunque mis padres me vieron con mal gesto yo bebí, estaba aburrido mensajeando a mis amigos lejos, realmente estaba ausente de toda actividad familiar.
Se sirvió la cena y fue cuando lo vi llegar…
Akira…
Él es unos pocos años mayor que yo ¿Cuántos? No sé, nunca me he preocupado por saberlo, no sé realmente nada de él, ni de mis demás primos, pero él en particular siempre me ha llamado la atención.
Esa vida tan despreocupada que lleva, su personalidad entera es como un imán, su aura misteriosa, su timidez, su inteligencia y filosofía de la vida, todo en el me atraía, siempre le observé pero nunca me acerqué.
Su rubio cabello estaba levantado en una alta cresta, era raro verlo con el cabello de un solo color, esta vez de un rubio cenizo que me encantó, cargaba una playera de tirantes negra con estampado blanco, pantalones y zapatos negros y una cazadora blanca, sin olvidar del trapo en la nariz que siempre usa, yo digo que está acomplejado, aun así me gusta.
La cena se sirvió, rebanadas de pavo envinado con ensalada y un suflé de elote bañado en salsa de quien sabe qué, pero sabía delicioso y una copa de champagne para cada uno, todos platicaban animadamente, yo solo me limité a comer en silencio y rápido, quería alejarme pronto, ese ambiente no es algo placentero para mí, quiero a mi familia pero realmente me siento incomodo por la presencia de algunos miembros.
Sentí una mirada sobre mi persona, era como si vigilaran cada movimiento que hacía, aquello me tensaba, quería correr de allí, no soporto me vigilen pero no iba a parecer paranoico así que me hice el desentendido.
-Taka chan feliz año nuevo – dijo mi madre felizmente abrazándome con fuerza.
-Feliz año madre – le contesté correspondiendo su abrazo – te quiero.
No me había dado cuenta que ya habían dado las doce de la noche y yo apenas terminaba mi platillo el cual hice a un lado para abrazar y desearle lo mejor a cada uno de los presentes tal cual la tradición de cada año.
Unas manos rozaron mi cintura atrapándola, me fijé que era Akira quien me abrazó y le correspondí.
-Feliz año primo –apenas le dije y el colocó su cabeza entre mi cuello y mi hombro dejándome sentir su respiración acelerándome el pulso.
-Feliz año Taka chan – susurró y sacó la lengua recorriendo con ella un poco de mi piel haciéndome tensar, eso se había sentido delicioso.
Me separé de él sonrojado, una sonrisa traviesa era lo que tenía en los labios orgulloso de su travesura.
Después de terminar de saludar a todos entré a la casa pues estábamos en el patio frontal, todos estaban encantados mirando los fuegos pirotécnicos que iluminaban el oscuro cielo con miles de luces de colores, pero yo no quería verlos, yo debía calmarme después de la jugarreta de Akira.
Entré al baño mojándome el rostro, mi maquillaje era anti agua tan efectivo, tanto como costoso, así me gustaba, todo estaba normal, cuando me vi al espejo solo tenía las mejillas sonrojadas.
-Vanidoso –escuché a mis espaldas mientras abrían la puerta.
-Mal educado – le contesté dándome cuenta al instante que era Akira quien entraba y volvía a cerrar colocando el seguro que yo había olvidado – ¿no te han enseñado a tocar antes?
- Solo quería ver si mi lindo primito estaba bien –se acercó lentamente a mí, yo por instinto me hice hacia atrás chocando con la pared fría.
-Estoy bien ¿uno no puede cagar en paz? –le contesté con falsa seguridad mirándolo indignado.
-Pero que boquita, y luego te atreves a decirme a mi mal educado – su sonrisa se ensanchó colocando ambas manos a los lados de mi cabeza dejándome acorralado con su cuerpo.
-Salte o gritaré – le amenacé intentando empujarlo, intento inútil pues él me superaba en altura y fuerza, su fuerte pecho no se movía ni un poco.
-Hazlo – me retó.
Por supuesto que gritaría, aquella situación me estaba alterando, pero al abrir la boca sus labios chocaron ferozmente con los míos y su lengua invadía mi boca rozando todo a su paso.
Delicioso…
Me opuse cuanto pude pero esa traviesa lengua me hizo estragos el pensamiento y solo lo dejé hacer usando mi lengua en contra ataque en busca de dominarlo, pero solo conseguí que sus labios me succionaran haciéndome suspirar, mordía mis labios y volvía a mi lengua juntándolas en calientes movimientos que me hacían salivar hasta que ambos sentimos como el aire nos escaseaba, nos lo habíamos robado pero eso no nos importó, suspiramos y volvimos a tomarnos, ahora mis manos rodearon su cuello y el me abrazaba de nuevo por la cintura comiéndonos las bocas con hambre.
Sus labios eran exquisitos y besaba con maestría que podía hacerme temblar las piernas, pero él me sostenía y yo tampoco tenía planeado separarme de él-
Es tu primo
Aquel pensamiento mi hizo enderezarme y separarme de él, era cierto, Akira es mi familia, llevamos la misma sangre en las venas, no podía hacer eso con él, no podía sentir un deseo ardiente por su cuerpo, no debía.
Pero quería…
Lo alejé de mi boqueando por el aire faltante, el me miró extrañado.
-¿Qué te pasa? No podemos hacer esto –le regañe en voz baja, si alguien me escuchaba podíamos estar muertos.
-Te gustó y a mí también, no le veo nada de malo.
-¿Nada de malo? Por favor, ¡somos familia! No debemos.
-¡Cállate! Ni que te fuera a embarazar o algo así – tomó mi mano y la llevó a su entrepierna.
Lo sentí duro y grueso, tal a como yo estaba, no me pude contener y lo masajeaba con fuerza arrancándole un gemido bajo.
-Tú lo provocaste, y veo que también estas ansioso – canturreó tomando mi sexo entre su mano masajeando al ritmo que yo había impuesto, ambos suspiramos, ambos lo deseamos.
Al diablo la cordura, mi mano libre le atrajo del cuello volviéndolo a besar, luego podría darme cachetadas por lo que hice, pero mi primo me ponía y yo a él, quería sentirlo, quería mucho más con él.
Su mano se colaba dentro de mi pantalón y la mía desabrochaba el suyo, estaba apretado en mi vientre bajo, mi pantalón no era el indicado para esa intromisión, en cambio el suyo se cayó fácilmente cuando tiré de él.
Sonrió entre el beso y se separó, tomó mi cabeza con su mano empujándome hacia abajo, sabía lo que quería pero le mire fingiendo inocencia, acarició mi mejilla empujando sus caderas a rostro, ese pedazo de carne que sobre salía en sus bóxer negros se veía tentador, bajé el elástico liberándolo, era perfecto, ni tan grande pero tampoco pequeño, las venas que lo adornaban se veían curiosas, delineé una con la yema de mi dedo índice haciendo saltar a su pene, me reí levemente y el me miró con odio el cual se deshizo cuando lo tome y lamí la punta rosadita sintiendo su aroma natural fundirme el cerebro.
Le lamía con si un helado estuviera saboreando, el me sostenía de los cabellos suspirando quedamente, hasta que me introduje todo su sexo a la boca haciéndolo jadear, su espalda se curvó y sus caderas se hicieron hacía adelante provocándome una arcada.
-Ruki~
Gemía mi apodo en voz baja mientras yo chupaba su falo con fuerza, moviendo mi cabeza rítmicamente, jugaba con su glande y con la lengua abría el prepucio y lo jalaba haciendo que volviera a cubrirlo, lo sentía temblar cuando hacía eso.
Mis dientes rozaban su piel sin lastimarlo y el mordía sus labios para no hacer ruido que nos delatara, aunque los sonidos de los chupeteos que le daba ya hacían peligrosa nuestra estancia, al menos para alguien que tuviera buen oído.
La ventaja fue que pusieron música bastante fuerte, mientras yo lo sentía temblar cada vez más sabía que no tardaría en correrse, succionaba fuertemente de su pene, haciéndolo jadear, pero cuando su respiración se hizo más rápida anunciándome su final, me detuve y me alejé dejándolo ofendido al cortarle el orgasmo.
Negué con la cabeza divirtiéndome de sus gestos de enfado, me desabroché el pantalón bajándolo como pude hasta mis tobillos al igual que mi ropa interior mostrando mi erección que comenzaba a molestarme, lo necesitaba.
Necesitaba su pene en mi interior, quería sentirlo invadirme, él controlaba su respiración hasta normalizarse, mirando atento mis actos, era la misma sensación que en la mesa, sonreí sintiéndome deseado.
Me di un azote con la mano en mi nalga y puse las manos en la caja del inodoro formando con mi cuerpo un ángulo recto exhibiendo mi trasero ante Akira quien se relamió al verme dejando su ropa en el suelo.
Colocó ambas manos en mis glúteos enterrando sus uñas separándolas, haciendo que mi sensible orificio sintiera el frio propio del clima natural, pero mi cuerpo parecía estar a punto de ebullición.
-joder – sisee al sentir el placer que me provocaba y mi cuerpo saltó al sentir la lengua de mi primo colarse entre mis nalgas probando mi entrada.
Escuché su risa traviesa y seguía lamiendo a su gusto, yo intentaba no moverme demasiado pero aquello era delicioso, sentía que me abría y yo jadeaba quedamente, pero unos dedos me interrumpieron, los cuales lamí en toda su extensión los tres dígitos de manera sugerente hasta que él lo sintió suficiente y empezó a introducir uno de sus dedos.
La incomodidad de mi interior me hizo jadear, no precisamente de placer pero aun así me empezaba a gustar como movía su dedo y el otro se hacía espacio para entrar abriéndose como su fueran tijeras, cerré los ojos intentando ignorar el dolor cada vez más delicioso, me gustaba y quería que él lo notara así que moví mi trasero hacía atrás sintiéndolo más en mi interior.
Reprimí un jadeo mordiéndome el labio inferior mi respiración agitada delataba que estaba más que excitado, Akira igual se sentía apurado, movía sus dedos con fiereza y yo me movía en dirección contraria.
Me sentí vacío un momento mientras volvía a agarrarme de los glúteos, su dedo se deslizó en mi trasero haciéndome vibrar, mi entrada la sentía dilatarse y contraerse ansiosa por lo que venía, lo sentía ardiendo.
-Akira… por favor – le llamé suplicante.
-¿Qué pasó Ru chan? ¿Quieres algo? – me preguntó con tono burlón.
-Por supuesto, quiero tenerte en mi interior – jadee sin vergüenza moviendo mi trasero hacia atrás por lo que recibí una nalgada.
-Que sucio eres primito, eso me gusta –apenas se calló sentí la punta de su pene entrar en mi interior haciéndome arquear la espalda por la extraña sensación.
Dolía, por supuesto que me dolía, pero igual me encantaba, sentía mi cuerpo estremecerse al paso que Akira entraba en mi interior, se sentía tan bien aquella presión en mi trasero que quería más, quería que me rompiera en dos y poco me importaba.
-Muévete Akira… muévete – jadeaba quedamente moviéndome contra su cuerpo buscando que él se introdujera con más rapidez, quería sentirme lleno de él.
Sus manos subían hasta mi cintura acariciándome, su dulzura me estaba enfermando, quería que fuera rudo y no tuviera compasión.
Salió de mi interior y bufé molesto, esto me estaba aburriendo, pero Akira se introdujo de golpe en mi interior haciendo temblar mis piernas, quise gritar pero no podía, solo un gemido ahogado salió de mi boca, así repitió la acción haciéndome retorcerme de placer.
Mis piernas se habían cansado y yo mismo me moví para que saliera de mi interior, le tomé de la mano sentándolo sobre la tapa del inodoro, quité mi pantalón haciéndolo a un lado y abrí mis piernas pasándolas a los costados del improvisado asiento empalándome de nuevo.
Las uñas de Akira se clavaron en mis caderas y yo subía y bajaba con fuerza en el falo de Akira jadeante por el placer, ambos suspirábamos de manera casi inaudible, nuestros alientos se mezclaban y amenazábamos con delatarnos con nuestros sonidos.
Parecía que pensó lo mismo que yo y ambos cortamos al poca distancia besándonos con dificultad por el movimiento de nuestros cuerpos, él subía y bajaba sus caderas contrario a como yo botaba en su sexo mientras me apoyaba abrazando el cuello de mi ahora amante.
Tomó con su mano mi hombría masturbándome con fuerza provocando que yo lo mordiera con fuerza, eso hizo que él reaccionara contra mí y se levantó saliendo húmedo de mi interior, lo vi gotear mientras me cargaba contra el lavabo, tuve que colocar la manos en la pared a los lados del espejo, hizo que mis piernas descansaran sobre la losa del lavabo pero mi trasero quedaba al aire, temí que el lavabo se fuera a romper, pero toda preocupación se alejó de mi cuando lo sentí entrar en mi cuerpo nuevamente chocando su pelvis a mi trasero.
El húmedo sonido de nuestros cuerpos chocar me enloquecía y excitaba en demasía, sus testículos me golpeaban y vaya que lo disfrutaba, por el espejo lo observé como boqueaba en busca de aire al igual que yo, veía el reflejo de ambos, el buscaba mirada y yo la suya en el espejo.
Gracias a mi gran flexibilidad abrí más las piernas dejando que mi sexo entrara en la loza, Akira me agarró fuertemente con un brazo y con su otra mano abrió el grifo dejando que el agua fría mojara directamente mi sexo.
-mmnhh… ¡Ah¡ ¡AAAAAAH! – Gemí alto corriéndome al sentir la fría corriente de agua sobre mi arqueándome hasta dejar apoyada mi cabeza en el hombro de Akira quien mordió mi hombro por sobre la ropa callando su orgasmo.
Me bajó del lavabo y me temblaron las piernas por lo que tuvo que sostenerme, su semen empezaba a salir de mi manchando mis piernas, él se agachó y lamió mis piernas, ya podía sostenerme.
-Salgamos, deben preguntarse dónde estamos –me dijo buscando su pantalón.
Solo asentí imitándolo, me vestí y salí primero, era cierto, mi madre me buscaba, se encontraba enojada, poco después volví a ver a mi primo quien igual fue regañado con la excusa que se supone que era una noche familiar.
Y vaya noche familiar~