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Cada paso me aleja de ti por AndromedaShunL

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Notas del fanfic:

Un one-shot en el que Legolas abandona la Tierra Media y con ello el lecho donde yace Aragorn, aquel del que siglos atrás se enamoró y al que nunca podrá olvidar.

Notas del capitulo:

Espero que les guste, es lo primero que publico en esta categoría, después de bastante tiempo teniéndolo en mente ^^.

Los personajes pertenecen y siempre pertenecerán a Tolkien.

Recuerdo aquella vez que caminamos juntos por todo el mundo. Que recorrimos senderos ocultos y vimos cosas que la mayoría jamás soñaron ver.
    

    Descubrimos lugares maravillosos y a la vez consumidos por el rencor y la oscuridad de la época. Pero yo era feliz. Yo era feliz porque estaba a tu lado. Y tú eras lo único que me importaba. Pero todo el mundo sabe que lo bueno se hace de rogar y, encima, se termina pronto. ¿Por qué iba a ser yo una excepción?
    

    No puedo más que morir una y otra vez por dentro al pensar que cada paso que doy ahora me aleja más y más de tu cuerpo inerte. Aunque sabes, o al menos me gustaría que supieras, que tu recuerdo me acompañará allá a donde vaya, siempre, aún después de tanto tiempo de haberte perdido. Aún después de todo el silencio que he padecido por no quererte contar la verdad. Y es que la verdad a veces no es el mejor camino, pero tampoco la solución.
    

    Y la solución que quise para mí fue la soledad, la desesperación, la tristeza. El aguantar las ganas de llorar cada vez que te veía con ella, cada vez que me hablabas de ella y de lo feliz que érais juntos. Y ahora que tú no estás en este mundo, la has dejado sola, como a mí, como a todos.
    

    Y me alejan de lo último que quedaba de ti aquí. O quizá me alejo yo para intentar dejar de sufrir por un fantasma de siglos de antigüedad. Pero no te puedo olvidar. Así pasen los milenios que mi corazón seguirá suspirando cada noche en que las estrellas me devuelvan tu recuerdo.
    

    El esfuerzo que me supuso abandonar mi hogar para meterme de lleno en la Guerra del Anillo, no es ni la mitad de lo que tuve que afrontar para despedirme de ti hace ya días. Puede que hasta me atasen con cuerdas para llevarme fuera de allí, no me acuerdo de cómo lo consiguieron. Tampoco recuerdo cuánto tiempo estuve llorando sobre tu lecho de muerte, susurrando palabras sin sentido sobre tu lápida, rogando a los dioses quedarme contigo eternamente. Suplicando que alguien me llevase a tu vera, pues yo no tuve valor para hacerlo, y no creo que lo consiga nunca.
    

    La eternidad sin ti se convertirá en el castigo más macabro que apenas podré soportar.
    

    Es cierto, lo sé, muchos me lo han dicho: no te desanimes, el mundo es muy grande, encontrarás a otro. No llores, Legolas, no sufras, yo te quiero. Quédate conmigo y olvídalo a él; no te pertenece, nunca lo hizo, pero yo puedo hacerte feliz. Y nunca dudé de sus palabras ni de sus propósitos, pero nadie podría ocupar un espacio cargado de tristezas y suspiros. Por mucho que lo intenté, jamás fui capaz de olvidarte. Cada acto que ejercía, cada baile entre las sábanas, no hacían más que agrandar mi sentimiento de culpa al pensar que te estaba traicionando. ¡Tonto de mí! ¿Cómo traicionar a alguien que nunca ha sido tuyo? ¿Por qué sentirse culpable por intentar olvidar el pasado? Pero yo soy así, y por mucho que me esforcé, no fui quien a hacerme cambiar.
    

    Las noches me las paso en vela cantando viejas canciones de tu tiempo. Canciones que te oí cantar alguna vez y que se me quedaron grabadas con tinta. Canciones de antiguos reyes, de amores de cientos de años, de desdicha, de alegría, de lluvia y de sol. ¡Qué más da cuáles sean! Lo importante es que las cantabas tú.
    

    Recuerdo aquella última vez que pasamos juntos. Yo no sabía que ibas a morir tan pronto. Nunca había imaginado que serías capaz de irte de mi lado, dejando en soledad a mi alma y a todo aquello por lo que tanto habías luchado. Pero así fue, y tenía que suceder, y tenías que agrandar mi vacío. Pero no te puedo echar la culpa. De todas formas, eres un hombre, y aunque no quería aceptarlo, no ibas a estar ahí hasta el fin de los días. No ibas a venir a Valinor conmigo, con ella. Sabías que tarde o temprano nos abandonarías, pero aún así no dejabas de sonreir como si nada más en el mundo te importase más que la Dama Arwen y tus amigos.
    

    Sí, siempre fui tu amigo y, aunque no me disgustaba, seguramente tú sabías que quería ser algo más. Mis ojos me delataban. Mis amaneceres con la nariz y las mejillas sonrojadas de tanto llorar por ti. Lo sabías, estoy seguro, pero no quisiste darte cuenta de hasta dónde llegaba mi obsesión. Me preguntabas qué tal estaba y me dabas una palmadita en la espalda, tratando de animarme por algo que no tenías muy claro qué era, pero que intuías.
    

    Aragorn, hijo de Arathorn y heredero de Isildur. Rey de Gondor y Salvador de la Tierra Media, reza la fría lápida que te cubre. Y nunca podré borrar esa inscripción de mi cabeza. Me ha acompañado todas las veces que he ido a hacerte una visita para hablar contigo, para contarte cosas. Para revelarte los secretos que en vida no tuve el valor de decirte.
    

    ¿Por qué te moriste? ¿por qué? ¿Por qué no puedes vivir eternamente aquí, conmigo? ¿Es que acaso querías irte tan pronto? ¿Es que querías dejarla sola con su tormento? ¿Pero no te diste cuenta de cómo te miraba? ¿Cómo pudiste ser tan tonto? Oh, Aragorn, tantos momentos que compartimos juntos, y no viste en mis ojos que me moría por tenerte a mi lado. Tantas aventuras y tantos caminos recorridos y no me conociste lo suficiente como para darte cuenta de ello.
    

    Y tengo miedo, mucho miedo de lo que pase ahora. ¿Qué haré sin ti? ¿Seré capaz de vivir ahora que no estás? Aunque todos estos años no te he tenido, al menos estabas ahí para verte sonreir. Pero ahora... ahora no podré volver a mirarte a los ojos. No podré volver a sentir tu respiración en el aire, tus palabras en el viento y tus manos en mi espalda.
    

    Sí, es verdad. Me quedará tu recuerdo, pero, oh, Aragorn, también tengo miedo a olvidarte. ¿Qué será de mí cuando eso pase? ¿Crees que mi mente querrá borrarte para siempre? Yo no quiero que eso suceda. No quiero pasar ni una sola noche sin pensarte, aunque me haga daño, aunque a cada segundo se me clave un puñal en el pecho y se acumulen hasta que no quede un trozo de mí sin dañar.
    

    Pero es demasiado tarde ya para pedirte que vuelvas, cogerte de las manos y no soltarte jamás.
    

    Y cada paso que doy me aleja cada vez más de ti.
    

    Veo con tristeza, bajo la capucha, la silueta de la Dama Arwen que avanza con la mirada perdida entre las hojas del otoño. No volvió a hablar apenas con nadie desde que te fuiste de su lado, y no la culpo. Hemos hecho los mismos gestos desde entonces. Hemos suspirado las mismas miles de veces y hemos soñado con tu presencia todas las noches.
    

    Supongo que lo único que nos queda es consumirnos por el recuerdo de tu vida. Y es que entraste en nuestros corazones perforándolo con fuerza, sellando heridas y volviéndolas a abrir al marcharte. Pero es el destino que nos toca vivir ahora, y con un poco de esperanza trataré de hacer frente a lo que me aguarda al otro lado de las aguas. Quizás algún día, cuando piense en ti, se asomará a mis labios una sonrisa en vez de lágrimas a mis ojos.
    

    Quizás algún día... por ahora, me toca vivir muriendo.

Notas finales:

Espero que os haya gustado y, si es así, comentadlo, jaja. Y si no, pues acepto críticas de todo tipo mientras sean constructivas, sobre todo ahora con este al ser la primera vez que escribo sobre Esdla.

¡Muchas gracias por leer!


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