No lo podía creer. No podía creer que estaba viajando en el metro, un sábado, con cincuenta grados de temperatura sólo porque Miku la había llamado unos minutos antes. Le había pedido, no, casi rogado y a punto de echarse a llorar que fuera a ayudarla. No le dio ningún detalle, solamente le dijo el lugar donde estaba en ese momento. Y apenas Luka escuchó que se trataba de una convención de animé se le revolvió el estómago. No le gustaba ese tipo de cosas públicas, tan llenas de gente que invadía su espacio personal. Pero como Miku sonaba tan desesperada decidió ir a ayudarla. Además, era Miku quien la necesitaba, no cualquier persona.
Al llegar la encontró al instante, gracias a las indicaciones de la chica. Estaba afuera del edificio, con una gran caja celeste con ojos encima, estirando los brazos en el aire para que Luka la viera. Ella le había dicho que iba a estar disfrazada de BMO. Claro, Miku Hatsune era fanática de Hora de Aventura. Y era sólo por eso que Luka conocía los personajes.
La pelirosa se acercó a ella y la saludó, haciendo sobresaltar a Miku. Se dio cuenta de inmediato de cuál era el problema.
- Miku… No le hiciste agujeros a la caja para poder mirar…
Se escuchó un pequeño sollozo del otro lado del cartón. Luka sonrió sin pensarlo.
- ¿Quieres que le haga unos agujeros?
- ¡No! Eso arruinaría el traje
- Es una caja… Y está mal pintada
Era verdad. El café asomaba por entre el celeste en algunas partes y además el rostro de BMO estaba torcido. Luka se preguntó si le había costado mucho esfuerzo hacer ese disfraz.
- Luka… ¿P-podrías guiarme por la convención? -, dijo muy bajito y tendiéndole la mano.
La voz de Miku sonó sumamente tierna en los oídos de la chica, que ya había olvidado el calor infernal que hacía, que era sábado y que estaba afuera de una convención. Su mente quedó en blanco.
- C-claro, Miku -, dijo tomando su mano al fin.
No pudo evitar sonrojarse.
Su trabajo consistía en acompañarla adentro, evitar que se perdiera o se estrellara con una pared y buscar a Rin. Las dos habían acordado que se encontrarían en la convención y la recorrerían juntas. Miku le había dicho a Luka que apenas la hallaran se podía ir si quería. La chica pelirosa ya no estaba muy segura de querer irse, pero aceptó. Sin embargo cuando entraron al lugar su deseo de marcharse comenzó a cobrar fuerza. Dentro la temperatura se había multiplicado por mil, además estaba repleto de personas en trajes extraños. Encontrar a Rin iba a ser una verdadera aventura.
Habían pasado diez minutos y Miku no dejaba de quejarse porque quería ver lo que había afuera. Luka le había repetido un montón de veces que ella podía hacerle unos agujeros e incluso le dijo que se quitara el traje, pero la pequeña se negaba. Llegó un punto en el que Luka estuvo a punto de soltarle la mano y salir corriendo. La voz de Miku la sacó de sus pensamientos.
- No puedo quitármelo
- ¿Por qué?
- Es que… tengo un brazo atascado en el cartón
Luka la miró un segundo. Además de todas las imperfecciones del traje el agujero para el brazo derecho era más pequeño que el izquierdo, según lo que Miku le explicó.
- Yo te ayudaré a quitártelo -, dijo Luka arrastrándola a un baño.
Entonces la chica rubia apareció en su campo de visión. Rin había llegado. Era su momento para irse de ahí. Se detuvo en seco. Miku le preguntó qué pasaba pero ella no contestó. Lo pensó un momento. Si ella se iba y Miku no se quitaba el traje, Rin tendría que tomarla de la mano por toda la convención. En cambio, si el traje desaparecía no era necesario que lo hicieran.
Entró al baño como un rayo antes de que Rin las viera. Iba a ayudarla con ese disfraz, porque Miku iba a morir de calor con él puesto todo el tiempo. Sólo por eso, el calor. Nada más.
- Con cuidado Luka, me duele el brazo…
- Sí, sí. No te preocupes
Tuvo que romper el cartón un poco para que la chica retirara el brazo. Entonces le quitó la caja de encima. Miku suspiró libre al fin y se sentó sobre los lavamanos. Llevaba puesta ropa bastante liviana. Una camiseta sin mangas y unos pantalones cortos. Luka volvió a sonrojarse. Se veía muy linda con esa ropa. Miku también se sonrojó al verla, abrazándola en el acto.
- Gracias -, le susurró.
Rin estaba un poco preocupada. Había tomado el transporte tarde y no había señales de Miku por ningún lado. Iba a llamarla por celular cuando la vio. Estaba saliendo del baño, con una caja celeste aplastada en una mano y en la otra sujetaba la mano de Luka. La rubia sonrió y fue a saludar. Al comentarles que estaban tomadas de la mano ambas enrojecieron, mirándose con asombro. Parecía como si no se hubieran dado cuenta.
Luka se despidió de las dos chicas en la entrada del edificio.
- Muchas gracias, Luka -, dijo Miku.
- No te preocupes… Pásalo bien. Oye…
- ¿Qué?
- Eh… Nada
La pelirosa dio media vuelta, pero antes de dar un paso escuchó su voz de nuevo, gritando con alegría.
- ¡Yo también te quiero, Luka!