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El cuarto de Geminis por Whitekaat

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Notas del fanfic:

Bueno quiero decir que soy nuevo en el Fandom, y creo que no habia visto antes algo de esta pareja  yo sòlo quiero contribuir, espero que les guste, trato de mantener las personalidades de cada personaje lo mas parecida, por lo que si ven algo que no esta bien ruego me avisen y claro que le den una oportunidad al fic.

 

Notas del capitulo:

Bueno espero les guste, este es el primer capìtulo, y queria saber si alguien tiene el tiempo y el cariño de ser mi beta-amigo/a, ojala recibir aunque sea un review, para saber si esta bien o no, saludos.

CAPÌTULO I

PRECIO

Ya estaban vivos todos y cada uno de los caballeros dorados, la época de traición, luchas, engaños, mentiras y poder habían quedado atrás para la mayoría de los habitantes del santuario ya que la mente de los dorados intentaba suprimir cada amargo momento con el fin de poder llevar una completa armonía con sus pares, era un pacto silencioso que se había tomado sin haberse acordadazo previamente.

 

Los santos Vivian en sus casas correspondientes, un aire puro se podía respirar en cada rincón de los dominios de la Diosa Atenea, se podría decir que casi todo había vuelto a la normalidad pero ese “casi” era el que marcaba la diferencia, la casa de Sagitario al igual que las demás se encontraba habitada y en la casa de Géminis no habría un habitante, si no dos hombres completamente iguales desde ahora.

 

Atenea en su benevolencia debido a los crímenes cometidos se le había negado la resurrección inmediata del guerrero que portaba la armadura de Géminis ex patriarca del santuario, pero tras un año entero de reflexión se le dio la oportunidad de volver a pisar la tierra de los vivos pero esto tenia un precio el cual debía pagar.

 

—Saga de Géminis, se te otorga nuevamente la vida pero se removerá tu poder cósmico, no volverás a portar la armadura de la tercera casa jamás, y no podrás abandonar nunca el santuario­­­— Las palabras de la Diosa retumbaron por toda su cabeza y la palabra “ironía” se posaba como un bloque de cemento sobre su cráneo. Sentimientos encontrados lo abordaban se encontraba agradecido por la nueva oportunidad, una oportunidad que se le daba para redimirse por todos los pecados cometidos hacia sus pares, pero el ya no poseer su cosmos lo dejaba un sabor amargo en la boca el cual seria muy difícil de quitar.

 

­­­— Si, mi señora Atenea­­­— Se arrodillo frente a ella mirando hacia el suelo, esta singular ocasión no se repetiría dos veces, debía cambiar, debía redimirse, debía hacer que las acciones que realizara de ahora en adelante opacaran todo los recuerdos y las tragedias anteriores.

Era una nuevo comienzo en todo aspecto, la perdida de sus poderes solo les era conocido a él y a la reencarnación de la Diosa, nadie se podía enterar de su actual condición esa era el secreto que guardaría hasta el final, no por orgullo, si no mas bien como un instinto protector.

 

Se avecinaba una tormenta, eso claro estaba para él, el santuario entero no lo recibiría con los brazos abiertos aclamándolo como el gran patriarca y caballero dorado que una vez fue, sólo Saori era capaz de dar aquel perdón tan sincero, pero el corazón bondadoso de la Diosa de la sabiduría no lo poseían todos y eso Saga lo sabia muy bien.

 

La disculpa, el arrepentimiento y la reflexión serian sus pilares el cual le permitirían estar ahí entre los demás santos, se estaba preparando mentalmente para todo, cada flecha que le tiraran la sacaría de su cuerpo y no se dejaría abatir, y con la palabra flecha solo una persona se le cruzo por la mente la cual hasta ahora se encontraba en la cima de la mayor  de sus culpas “Aioros”, seguramente él seria el punto critico en todo el proceso.

No sabia realmente como iría reaccionar el caballero de Sagitario, se planteaba desde los malos escenarios en los cuales el caballero del arco se vengaba de él hasta escenarios mucho peores aun, Aioros de Sagitario había  sido su amigo y compañero, él mismo, el autoproclamado justo y correcto caballero de la constelación de los gemelos lo había traicionado solamente por interferir en sus planes de conseguir el poder absoluto.

 

Saga de Géminis tenía mucho que pensar y demasiadas cosas por las cuales debía arrepentirse y pedir perdón, Saga el ex caballero dorado de Géminis debía comenzar de nuevo, renacería y esta vez tal vez tendría que aprender a caminar de una manera diferente.

 

***º***

 

La noticia de que el santo de Géminis estaba nuevamente con vida se esparció rápidamente por las doce casas, la noticia trajo consigo el desconcierto, escepticismo, desconfianza y en un caso particular rabia total.

 

El geminiano atravesó las nueve casas con la cabeza en alto recibiendo las miradas críticas y una que otra media sonrisa, la cual respondió sin decir palabra alguna.

 

El camino hasta el templo de los gemelos era largo eran nueve casas antes de llegar a la propia, al pasar por el primer templo vio apoyado contra las columnas con su característica rosa al caballero de piscis quien sólo le sonrío y guiño el ojo mientras pasaba por el lugar.

Los otros templos no fueron muy diferentes el gélido caballero de Acuario lo mira pasar sin ninguna expresión en especial, sin palabras, solo pestañeos, su cara y personalidad no cambiaban pensó Saga, ni una nueva guerra santa podrían cambiar aquel rostro del caballero de Acuario.

 

Capricornio no abandonó su templo la noticia la daría la Diosa Atenea si fuese realmente necesario y él esperaría ese anuncio tranquilamente desde el interior de si casa.

 

Ahí estaba a escasos metros de él, la casa del arquero, se sentía extraño, ese sentimiento de arrepentimiento, se posaba en su garganta y en su pecho, era una sensación desagradable, pero mas que por el templo era por si mismo, el arquero era su cruz, tenia una sensación extraña al pasar por ahí, había una presencia que le advertía furia, ira y enojo, tuvo que pausar su caminar por unos cuantos momentos y recuperar su tranquilidad, exhaló aire hasta que sus pulmones estuvieran completamente llenos, se sentía pesado, magullado y adolorido, pero bien sabia que el no era exactamente la victima de aquella engorrosa historia.

 

Sin mas preámbulos caminó paso a paso bajando las escaleras del santuario hasta pasar frente a las grandes columnas, esperaba no ver al guerrero de Sagitario, pero a pesar de haber perdido su cosmos podía sentir claramente esa aura iracunda que emanaba la entrada del templo del arquero.

 

Saga pasó pesadamente sus saliva y dio vuelta su cara,  y sus miradas se encontraron, tan parecidas pero eran diferentes, aquel sujeto apoyado sobre las columnas no era Aioros, pero la intensidad de su mirada era comparable y hasta mas fuerte que la de él, era el hermano ya no tan pequeño perteneciente a la quinta casa zodiacal, Aioria de Leo. Lo miraba fijamente con odio, rencor y desprecio claramente el caballero de la armadura de Leo odiaba a Saga y tenia más de una razón para hacerlo.

 

El león dio el primer paso en su dirección y toda su piel se erizo, el segundo paso lo hizo temblar y mientras mas avanzaba, el miedo recorría sus venas como veneno amenazándolo con acabar con su vida, de un momento a otro la mirada verdosa se posaba sobre sus ojos azules casi sin parpadear, el fuego, aquel elemento que se le asociaba al león era evidente, furioso, destructor,  impetuosos como un incendio, así veía Saga al León dorado, como un fuego avasallador que amenazaba con quemarlo vivo.

 

Estaba a escasos centímetros de él, se apreciaba aquella tensión, esa ira, la mandíbula tensa y los dientes rechinantes del castaño, pero el ex santo de Géminis nunca bajó su rostro, mas bien, se mantuvo erguido, estoico, se mantuvo sereno esperando cualquier movimiento del chico que se encontraba frente a él, ya no tenia el plus de su cosmos, por primera vez y probablemente en toda su vida se encontraba preso de un miedo que le erizaba hasta la punta de sus añiles cabellos, pero se defendería, no había duda en ello.

 

Respondería frente a cualquier golpe aunque eso le costara su nueva vida probablemente, ahora era sólo  un humano, sin poder, frágil pero al mismo tiempo no era débil, pues el no se sentía de tal manera, no  había razón para sentirse de aquella manera, su cosmos no creaba su fuerza y Saga lo tenia completamente claro.

 

—No vuelvas a aparecer por aquí, Saga— Era una amenaza, una muy clara y aterradora amenaza, su nombre había sido pronunciado con tanto rencor que hasta dolía de alguna manera. No tenia claro si aquella “violenta” intervención era obra del hermano mayor o una maniobra de protección del hermano menor, Saga no lo sabia y era muy astuto para saber que no era el momento de averiguarlo ni indagar sobre aquello. Sólo cerro sus azules ojos y asintió con su cabeza, no había por que hablar, entendía el mensaje y ya no soportaba estar frente a aquella retadora mirada.

 

Sus puños se mantenían totalmente tensos no sabiendo si era de rabia o nerviosismo, quería que el caballero de Leo se alejara y terminara de una vez con aquella intromisión, no iba ser bien recibido en las casas de Leo y Sagitario, y probablemente en muchas más y se mantendría alejado de todos si ese era la mejor forma de convivir.

 

Aioria chasqueo su lengua, infló aun mas su pecho, sus hombros y espalda se ensancharon, creando la ilusión de ser mas fuerte y mas poderoso, como un león demostrando superioridad y dominio del territorio frente a otro, su mirada aun se posaba en Saga receloso lanzándole cuchillos con sus parpadeos.

 

Lo minutos parecían eternos aquel encuentro de miradas había durado mas de lo necesario, por  lo tanto fue el primero en dar la vuelta, sabia que el orgullo de Aioria no le permitirá irse antes así que Saga fue el primero en voltear y alejarse del templo de Sagitario esperando nunca mas volver a tocar ese terreno que de ahora en adelante  estaría prohibido probablemente por toda la eternidad.

 

Lo primero al salir de la vista de los dominios de la novena casa fue suspirar pesadamente ese corto periodo y el mínimo cruce de palabras lo había dejado exhausto sin ganas de seguir avanzando por los peldaños del santuario, pero atravesar las casa era al única manera de llegar a la propia y sabia que dentro de aquella casa probablemente se encontraría con algo peor que Sagitario y Leo junto, su idéntico lo estaría esperando y quizás no de la mejor manera.

 

***º***

 

Al pasar por la casa de Escorpio se llevo una sorpresa que realmente no espera, un enérgico Milo lo saludaba con un abrazo rompiendo con el espacio personal del gemelo, su bienvenida fue efusiva y corta, Saga sólo lo miraba con un tono de extrañeza en sus ojos no sabia que esperar realmente, quizás había pasado ileso por la casa de Aioros pero tal vez su retorno se vería interrumpido por Milo de Escorpio.

 

—Vamos Saga, ¿Que significa ese rostro? — El caballero tenia una sonrisa totalmente burlona, no planeaba nada malo contra el recién llegado sólo quería divertirse un rato ya que no había nada interesante en el santuario esos últimos días, debía aprovechar esta pequeña oportunidad de molestar un poco al gemelo, el cual aun seguía erguido parpadeando analizando cada movimiento que daba.

 

— Esta bien pronto tendremos tiempo de hablar más a gusto — Diciendo esto el caballero de Escorpio empujo ligeramente al geminiano hacia las escaleras, saga aun escéptico frente a todo comenzó a avanzar, esa era la oportunidad perfecta para escapar y llegar rápidamente a su templo, el cual probablemente ya no le pertenecía del todo.

 

— Piensa rápido— Una manzana pasó a ras de sus azules cabellos, sólo pudo ver el color rojo pasar frente a sus ojos, no sintió la manzana venir en ningún momento, de echo incluso no logró ver la manzana en las manos de Milo cuando lo saludó, sus reflejos de persona normal bastaron para esquivarla, rogaba que el caballero no se hubiese dado cuenta de su actual situación, ya que seria un total desastre si es que alguien notara que Saga de Géminis había perdido su cosmos, seria cordero de sacrificio de los caballeros.

 

Desde la casa de Escorpio en adelante no ocurrió absolutamente nada, nadie salio de sus templos a recibirlo y realmente agradecía aquello, no soportaría lidiar con otro Aioria ni otro extraño Milo ya que su mente debía descansar para el peor de todo Kanon de Géminis.

 

La tercera casa se erguía en la montaña imponente, tan alta y grande como la recordaba y ahí justo en la entrada caminando hacia él con un ligera sonrisa, su hermano gemelo Kanon.

­­­

—Bienvenido nuevamente, hermanito­­­— Fuera de todo pronostico Kanon al verlo lo abrazó y le entrego una calida mirada, al verlo tan sonriente se sintió sucio, asqueado de si mismo, cada respiro propio que daba le recordaba las horribles fechorías que había cometido en un pasado, pero algo raro había en todo eso, no podía bajar la guardia no en ese momento, conocía a Kanon tanto como a él mismo, seguramente algo debía tener preparado para él.


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