Capítulo 1: Llegando a casa.
Mi nombre es Allan Rowles, soy un chico de estatura normal, cabello rubio largo y ojos verdes, ahora les contaré el que pasó cuando regresé a casa de la abuela, y todo lo que me sucedió después de eso. Por cierto, veo el pasado.
Han pasado 10 años desde que me fui de aquí, me pregunto cuantas cosas han cambiado. Las calles siguen iguales, ya no están los mismos autos, algunas casas ya tienen diferentes colores, pero todo es prácticamente lo mismo.
Me detuve en frente de la casa que ha pertenecido a mi familia desde 1823, tiene amplias terrazas, todas sostenidas por las múltiples columnas de color blanco que le dan un toque elegante a la casa, todo eso junto a las molduras. En sí, toda la casa es de color blanco, ese color siempre ha sido, y ese siempre será.
Mi abuela murió hace poco menos de dos semanas, en la herencia nos dejó la casa a los cinco nietos, tres de ellos, mis primos, estaban de acuerdo en venderla, mientras que los otros dos, mi hermana y yo, nos negamos rotundamente, no planeabamos vender esa casa, había pertenecido a la familia por generaciones, yo tengo la mejor posición económica de los cinco, por no decir que soy millonario. Les compré su parte correspondiente a todos, a mi hermana se la compré con la promesa de no venderla.
Ahora soy el propietario completo de la casa.
Bajé de mi Ford Explorer blanca. Tenía mis enormes lentes de sol, de esos que mi familia denomina "de mosca" y observé la calle. Muchos recuerdos llegaron a mi cabeza en ese momento; mi madre, mi hermana y yo vivimos algún tiempo con mi abuela. Fue poco mas de año y medio, me encantaba vivir aquí, siempre había música en la casa, y siempre tuve gustos muy afines a los de mi abuela; juntos nos poníamos a bailar canciones de Glenn Miller en la sala, o veíamos películas en blanco y negro. Mi hermana jamás tuvo la facilidad de encajar con mis abuelos... bueno, mi abuelo murió cuando ella solo tenía 5 años, no pudo convivir mucho con ella, en cambio, mi abuela murió cuando ella tenía 19 por lo que si convivió con ella... mas nunca logró congeniar. Yo tengo 22 años.
Abrí la puerta de madera, dos tercios de esta eran cubiertos por un enorme cristal que tenía una cortina en el interior que no permitía las miradas curiosas al interior. La madera era obscura por lo que resaltaba con el resto de la casa que era blanca... como ya había dicho. Se dejó ver ante mi un largo pasillo que terminaba en un enorme arco y dejaba a la vista las escaleras, mas adelante de la puerta habían dos entradas, a la izquierda era la sala, a la derecha era el comedor, estas eran altas y en la parte superior tenían cristales en forma de adorno, porque para nada mas servían. Pasé a todas las habitaciones.
Todo seguía como ella lo había dejado, ahora todo estaba empolvado gracias a que mi abuela siempre dijo que no necesitaba ayuda para limpiar... quien diría que al estar limpiando arriba se caería y moriría.
Como siempre hago cada vez que estoy estresado o triste, me puse a limpiar. Sacudí todas las cosas que habían ahí, y cuando hube terminado, me di cuenta de que eran las cuatro de la mañana. Agotado subí a la habitación principal y me dormí, no sin antes darme un largo baño en la tina.
El sol alumbraba la habitación al entrar por las enormes ventanas de piso a techo, abrí los ojos lentamente. El lugar parecía brillar al momento en el que la luz chocaba con el blanco de las paredes. Bajé las escaleras e hice lo que siempre hago en esa casa; puse música. Coloqué el disco de Glenn Miller en honor a la abuela, la canción "In the mood" resonó por toda la casa parsimoniosamente. Eso me hizo recordar una de las enormes fiestas que ella acostumbraba hacer en la casa, mucha gente venía a esas fiestas y bailaban felices. Yo, como era un niño pequeño, solo observaba lo que hacían los mayores desde la escalera.
Salí de la casa para recoger el periódico que habían aventado por encima de la reja, me agaché para recojerlo y cuando me elevé nuevamente me encontré con una persona a la que en verdad no planeaba encontrarme. Del otro lado de la acera se encontraba el chico del que alguna vez estuve enamorado; ah, cierto, se me olvidó comentar, soy gay. Eso fue lo que afectó en demasía mi conexión con mi madre, hace poco más de 3 años que no hablamos por esa simple razón.
Mi vecino buscaba de donde provenía la música que en algún momento había escuchado antes, elevó la vista hacia la casa y pasó... nuestras miradas se encontraron, jamás pude olvidar sus ojos grises. El era guapo en verdad, ojos grises, cabello negro, piel blanca y con un cuerpo de infarto... por desgracia... era un maldito que antes me engañó. Elevó la mano derecha en señal de saludo, hice lo mismo. Comenzó a caminar hacia mí, yo no tenía planes de hablar con el por lo que me dí la vuelta y me metí a la casa, le dí una última mirada después de subir las escaleras hacia la puerta de entrada. Se había quedado a la mitad de la calle. Espero en verdad que lo atropellen.
Al cerrar la puerta me comenzé a marear, esa nunca fue una buena señal, todo se obscureció. Al despertar me encontré en el mismo lugar donde me desmayé, solo que volví a 10 años atrás. Estaba un pequeño yo de 12 años caminando por el largo pasillo hacia la puerta, mi madre y mi abuela charlaban animadamente en la sala mientras mi hermana jugaba con sus muñecas. Abrí la puerta y salí de la casa, afuera me encontré con mi vecino de en ese entonces 13 años, era igual de guapo que ahora. Nos fuimos a jugar. En la noche nos ví regresar caminando por la acera, el se detuvo en la reja de la casa y me tomó del brazo. Veía todo esto atentamente. Se acercó a mi y me plantó un beso enorme en la boca al que dudosamente correspondí. El niño entró a la casa y cerró la puerta. Todo se volvió borroso y obscuro, después, volví a la realidad.
Me molestaba tanto que me pasara eso, en verdad pensaba tener controlados esas regresiones que me daban. Tomaba pastillas para eso, pero al parecer ya no hacían tanto efecto como antes; el problema con mis regresiones, era que podían pasar en cualquier lado, en el super mercado, mientras me baño, o incluso mientras conduzco. Tengo que hablar con mi doctor. Muchas veces las regresiones no las tengo en mi mismo cuerpo, muchas veces son en el cuerpo de otros o simplemente soy un espectador de las cosas que pasan. Pero solo en lugares donde estoy.
Me preparé el desayuno y me salí al jardín para tomarlo, el pasto ya estaba algo largo, tendría que mandar a cortarlo, pero de ahí en fuera, todo estaba en perfectas condiciones. Observé mi camioneta estacionada a un lado del cobertizo.
Terminé de desayunar, lavé mis platos y decidí subir para darme una ducha. Mientras subía las escaleras, pasó nuevamente. Todo se volvió borroso.
Abrí los ojos nuevamente, me encontraba atrás de un hombre que vestía de negro completamente, tenía el cabello negro y lacio, traté de verle la cara pero mis pies no se podían mover. Entonces la escuché.
-¿que estás haciendo aquí?- era mi abuela... se escuchaba preocupada.
-tu bien sabes que estoy haciendo aquí- el hombre tenía la voz ronca. Traté de tomar su hombro pero al hacerlo mi mano lo atravesó, ninguno de los dos estaba en cuenta de eso.
-entonces vete, porque mi respuesta es la misma que la última vez, no te voy a decir a donde se fue mi nieto-
-no te pases de lista conmigo anciana, dime donde está-
-jamás te diré donde está Allan, lo tengo que librar de la escoria de gente como tú-
-te lo repetiré una vez mas, dime donde está-
-no te lo diré-
El se abalanzó sobre mi abuela, la tomó de los brazos cubiertos por un sweater de color beige y comenzó a forcejear con ella. El cabello café canoso que ella tenía se movía descontroladamente. Se comenzaron a mover por esa parte de la casa, el empujaba a ella y ella luchaba por no caer al suelo.
-¡dime!-
-¡vete de mi casa ahora mismo!- se detuvo el hombre.
-respuesta equivocada- La jaló hacia el balcón que daba al inicio de las escaleras y la sentó en el barandál.
-dime-
-vete al infierno-
El empujó los brazos de la mujer hacia atrás dejándola caer. Lo único que pude escuchar al no poder moverme fue un ruido seco. El hombre comenzó a chiflar la canción "Twisted nerve" de Bernard Herrman mientras bajaba las escaleras y se quitaba los guantes negros que llevaba.
Finalmente recuperé mi movilidad y corrí hacia el balcón, en la parte de abajo se veía el cuerpo de mi abuela tirado en el suelo en medio de un charco de sangre que poco a poco comenzaba a crecer. El hombre la observó por unos segundos y después salió de la casa. Todo se obscureció nuevamente, cuando desperté nuevamente me encontraba recostado en las escaleras con un horrible dolor en el brazo que tenía contra el escalón. Mas eso no importaba.
-Alguien la mató... y me busca a mí-