A mi amada Nicola.
Cuando tu te fuiste, yo quede destrozado, aunque sabía que este día llegaría, aunque nunca lo quise ver ahora esta aquí, estoy perdido sin saber que hacer, no puedo vivir con tu ausencia, el dolor me mata poco a poco y yo se que no le quiero vencer, me aferro a los recuerdo de nuestro pasado juntos, me aferro a tu recuerdo que vive en nuestro pequeño, que ya no es tan pequeño aunque se esfuerza por no serlo, pero por lo demás nada ha cambiado, salvo que tu no estas y yo ahora estoy solo, y el dolor de tu ausencia acabara venciendo.
Siempre temí ese día en que te fueras lo sabes ¿Verdad, Nicola? Siempre estuviste un paso por delante de mi, me arrepiento de tantas noches que te deje sola por cumplir con mi deber, pues agradecía el estar vivo para poder estar contigo, pero me centre tanto en demostrar mi agradecimiento cuando me permitieron vivir que me olvide de que tu eras humana y de que un día ya no estarías mas conmigo, porque aunque para mi estos 70 años no han sido nada, para ti fueron toda tu vida y yo fui egoísta y no supe verlo.
¿Vivías con ese miedo verdad? Pero aun así disfrutabas del día a día como si nada fuera a terminar nunca, porque nuestro tiempo nos pertenecía ya fuera mucho o poco era nuestro y aunque nunca fue suficiente lo vivimos lo mejor que pudimos, solo me arrepiento de no haber estado un poco mas contigo... solo un poquito, porque lo que para mi hubiera sido insignificante para ti hubiera sido un mundo ¿Verdad?
Se que me odiaras por lo que estoy a punto de hacer, nunca me perdonaras el dejar solo a Eru, pero se que estará bien, tiene una familia se que Gwendal le cuidará y evitara que cometa mis errores, y no hablo de enamorarme de una humana, sino de abandonar a un hijo y créeme que lo siento y te podría decir que lo quiero mas que a nada en este mundo, pero yo te quería demasiado.
Lo siento, pero necesito llenar el vacio que has dejado, necesito volver a verte
Hube.
Depositó suavemente la carta sobre la fría losa de la tumba, la había querido mas que a nada y ahora nada le quedaba, no encontraba fuerzas para seguir, ya no las encontraba ni en su propio hijo, por eso había tomado una decisión. Iría con ella, aunque eso significase abandonar su vida y a su hijo, porque en el fondo siempre había sido un egoísta y moriría siéndolo.
Lentamente saco un sobre de uno de sus bolsillos, sabía que una carta de disculpas para su hijo no sería suficiente, que le odiaría por el resto de sus días y se lo merecía, yo no buscaría nunca mas el perdón de sus actos, porque no lo merecía por lo que estaba a punto de hacer, pues el ya había tenido un segunda oportunidad y mas no le serían contendidas.
Sabía que no todo lo que le deseaba decir estaba allí escrito, porque no podía justificar ese horrible acto que iba a llevar a cabo, porque no había palabras sobre la superficie de la tierra que se ajustaran a lo que sentía, ese vació en su corazón era sin duda lo pero de todo.
Querido Eru.
No puedo escoger las palabras con las que decirte esto, pues no hay ninguna fácil, podría decirte que no me odies por lo que voy a hacer después de escribir esto pero no sería posible, porque lo harás, me odiaras, tampoco se con certeza si leerás esto o simplemente lo quemarás, romperás o esperaras a que mi muerte quede lejana para saber lo que quería decirte.
Quiero demasiado a tu madre como para vivir sin ella y aunque siempre me dijo que cuando ella se fuera buscara a alguien para ser feliz, no puedo, no encuentro a nadie capaz de llenar este vació que ha dejado en mi corazón, nunca me he arrepentido de haberla amado y siempre te he querido pero tengo que hacerlo porque el hecho de vivir con este dolor me supera, porque en el fondo soy débil.
No busco que me entiendas ni que me comprendas, y mucho menos tu perdón, si has de perdonarme quiero que sea porque tu lo decides sin que yo te lo pida, siento dejar este peso sobre tus hombros y no me cabe duda de que llegaras lejos, lo se porque eres tan fuerte como tu madre, se que lucharas por lo que quieres y nunca dejaras que nada te detenga no dejas de sonreír y cometerás locuras pero acertaras, porque ella también lo hacía y me alegro de que así sea, me alegro de que te parezcas a ella y no a mi.
Lo diré una vez mas, siento dejarte solo sin padre, pero nunca vas a estar solo, sabes que Gwendal te apoyara en todo, al igual que el Maou, Gunter o Conrad, porque lo han hecho siempre y sin su consejo yo habría estado mas perdido aún, después de todo esto lo estoy haciendo solo y no es la mejor de las ideas y no estoy orgulloso de ello,
Te quiero, y quiero que lo tengas presente.
Hube
Volvió a guardar la carta en el sobre y luego en el bolsillo miro por ultima vez la lapida de su esposa y pidió una vez mas disculpas, desenvaino su espada, estaba preparado para acabar con todo ya no tenia ni dudas ni remordimiento, había tomado una decisión y no iba a cambiarla a pesar de saber que era un error, nadie podía detenerle.
Empuño la espada con mas fuerza que nunca, no dudaría a la hora de poner fin a su vida, vacía desde que perdió a Nicola, le dolían los nudillos de apretar con fuerza su espada y cuando estaba a punto de terminar con todo, un mano le detuvo, al sentir el tacto de una mano sobre su hombro, al darse cuenta de que había sido descubierto bajo su espada, aun con determinación pues solo había sido una interrupción, pero no había aplacado su determinación.
– No puedes hacerlo Hube – Dijo una voz a sus espaldas – No puedes y no vas ha hacerlo, porque si no vas a detenerte tu solo voy a ser yo el que te detenga, no te lo permitiré, no te dejare que continúes con esta tontería.
– Que ironía, hace algún tiempo habrías sido tu mismo es que me hubiera matado, o me equivoco Gwendal –Dijo mientras se giraba hacia su interlocutor – O acaso ya no te acuerdas de lo que hice por aquel entonces.
– Y tu nunca te as preguntado porque nunca lo hice, porque siempre te amenace pero nunca puse fin a tu vida – Dijo sin dejar de mirar a los ojos de Hube, reflejando el dolor que sentía. – Nunca lo sospechaste, nunca pensaste porque te mande a buscar la mateki en vez de matarte cuando provocaste esa masacre, en la que participó mi propio hermano, a cualquier otro lo habría matado por menos, pero a ti no.
– A que te refieres... –Susurro
– A que siempre he tenido que ocultar lo que siento o quiero, poque siempre me he sentido avergonzado de lo que siento, por ti – Confeso el general de Shin Makoku – Te amo, Hube, por eso te desterré, porque tenia miedo de lo que sentía por ti, pero esos mismos sentimientos eran lo que no me permitían matarte y luego cuando regresaste ella, vino contigo y una parte de mi se alegro, porque sabia que eso me permitiría mantenerme alejado, podría olvidarte, pero ahora que ella ya no esta y tu estabas a punto de hacer esta locura, poco me importaba ya lo que los demás dijeran porque si te fueras, me acabarías arrastrando contigo –Dijo Gwendal mientras de acercaba mas a Hube. – Te quiero y te necesito, aquí conmigo y Eru también te necesita... –Finalizo, con su voz como un susurro.
Hube pudo ver en Gwendal algo que jamás hubiera imagino, un lagrima... una lagrima estaba recorrido la mejilla de Gwendal, todo lo que había dicho era cierto, entonces soltó su espada, y con ella callo su determinación, acarició dulcemente la mejilla del general y luego lo besó, siendo correspondido. Se separó lentamente de él, ahora ya no sentía ese vacio que lo había impulsado a la muerte, ahora abrazado a él, sentía que volvía a estar completo.