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Morir o Matar por Adid

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Notas del fanfic:

Creánme que me gustaría hacer algún comentario ingenioso, pero la verdad me estoy muriendo de sueño =_= 

Así que no me queda más que decir que, como siempre, espero de verdad que les guste

 

Para la Semana GaaLee

Notas del capitulo:

Los personajes perteneces a Masashi Kishimoto 

Por cierto, está inspirado en la cación Morir o Matar de Nacho Vegas, el nombre y el primer parrafo vivnen de ahí.

Los fragmentos en italica son falschbacks

Espero que no este demasiado raro o confuso. La verdad es que en este momento estoy más dormida que despierta XD 

 

Nuestras almas no conocen el reposo vida mía.

Pero si hay algo que es cierto que te quiero un mundo enero,

con su belleza y su fealdad.




La delgada figura del pelinegro se perfilaba tenuemente ante la poca iluminación de la habitación, dándole un aire de misterio e irrealidad.

 

Siempre era lo mismo. En el cuarto de algún motel barato, encerrados, como escondidos del mundo. Sin saber muy bien quién había dado el primer paso, ambos terminaban entregándose, entre sábanas percudidas, en un acto donde sus extremidades se enredaban entre sí a tal punto que era imposible saber a quién pertenecía cada cual. Donde sus alientos se mezclaban, y entre besos ardientes y desesperados parecían querer absorber el alma del otro. Sintiendo sus cuerpos fundirse entre el intenso calor que inundaba de pronto el lugar. Ahí entre besos, mordiscos, caricias y rasguños desfogan la culposa pasión que solo lograban apagar entre ellos.

 

Terminaban exhaustos y sudorosos pero completamente satisfechos, al menos por el momento. Se miraban a los ojos hasta que su respiración se hubiese normalizado un poco. Era entonces, cuando hubieran recuperado un poco el control sobre sí mismos, que el pelinegro se levantaba dandole la espalda al otro. Sentándose a la orilla de la cama, encorvado y cabizbajo. Y el pelirrojo observaba, aún recostado entre las sábanas ahora sucias, su silenciosa silueta, con la mirada clavada en su espalda.

 

En un silencio total, apenas roto por sus quedas respiraciones, ahogados entre el calor y el olor con el que sus actos anteriores habían llenado el pequeño cuarto.

 

-Esto no está bien.

 

Terminaría diciendo Rock Lee, aun sin voltear a verlo, con la voz tan queda que era apenas poco más que un murmullo. Y Gaara tal vez estaría de acuerdo, pero jamás lo expresaba. Simplemente dejaba que el silencio volviera a extenderse entre ellos. Después de un tiempo indefinido, minutos que parecen eternos, finalmente el pelirrojo se acercaría, tomaría con sus pálidas manos su hombro y sin ningún comentario los recostaría a ambos de nuevo contra el duro colchón. Y Lee se aferraría a él, escondiendo su cara en el cuello largo de su acompañante. No había necesidad de palabras. Nunca la había.

 

Se quedarían ahí, en brazos del otro, y arrullados por el ritmo de sus corazones esperarían a que la noche terminara. Y al llegar la mañana, y junto con ella el momento de separarse de nuevo, se levantarían, tomarían sus ropas y saldría cada quien con por su camino, bajo la muda promesa de que no se repetiría. Promesa que, ambos sabían, irremediablemente terminarían rompiendo.



***~~~***

 

-Vamos Gaara-kun, no fue tan malo.

 

La voz del pelinegro sonaba risueña mientras intentaba animar al otro, no podía disimular para nada el leve tono de diversión, ni el ligero toque de burla que acompañaba su sonrisa. Gaara solo se limitó a mirarlo feo, sin poder responder como quisiera debido a que sentía que si abría la boca iba a terminar por sucumbir a las intensas ganas de vomitar que trataba con todo su ser de reprimir. Aún no estaba seguro de cómo se las había arreglado Lee para convencerlo de subirse a ese artefacto infernal.

 

“Por favor Gaara-kun, es la atracción principal. La feria solo viene una vez al año. ¿Qué clase de persona viene y no se sube a la montaña rusa?”

 

Esos habían sido sus argumentos, los cuales, de haberse tratado de otra persona, no le hubiera costado nada mandar al carajo. Pero por alguna razón parecía incapaz de negarle algo a Lee. Así que cuando se dio cuenta estaba montado junto al pelinegro en un pequeño carrito que ascendía lentamente en una gigantesca armatoste de fierros y remaches oxidados. No fue una experiencia agradable, por un momento había sentido que sus órganos  saldrían expulsados por la boca entre la maraña de rápidas volteretas. Por suerte no había durado mucho, y había sido inmensamente feliz cuando, con pies temblorosos y el rostro con un ligero tono verdoso, había vuelto a pararse sobre el suelo firme.

 

Lee, por su parte lo había disfrutado bastante. Amaba las emociones fuertes. No había dejado de gritar en todo lo que duró su vuelta, pero a diferencia del pelirrojo, los suyos habían sido gritos de emoción y entusiasmo. Claro que se había preocupado cuando al bajar notó que Gaara se veía tan descompuesto, pero después de comprobar que no era nada grave eso solo había sumado diversión al asunto.

 

-Ne, Gaara-kun. ¿A dónde vamos ahora? - Preguntó, una vez Gaara se viera más recuperado. Aún era temprano y había muchas atracciones que no habían visitado.

 

-A donde tú  quieras Lee. - Siempre dejaba que fuera el pelinegro el que eligiera a dónde dirigirse, después de todo, si estaba ahí en primer lugar era por la insistencia de éste. Además Gaara siempre estaba dispuesto a seguir al pelinegro, aunque terminará sufriendo las consecuencias, el poder ver la sonrisa de Lee hacía que todo valiera la pena.

 

-Solo, por favor, no más juegos mecánicos por un rato. -

 

Bueno, de vez en cuando ameritaba  pedir un poco de consideración. No creía ser capaz de soportar otra ronda de giros y velocidades extremas.

 

Lee no pudo evitar sonreír ante la petición, pero no se manifestó en contra. Miró a su alrededor tratando de decidir el mejor lugar para continuar su divertida noche. Sus ojos brillaron al toparse con algo lo suficientemente interesante.

 

-Gaara-kun, entremos ahí. -

 

Dijo entusiasmado señalando una pequeña carpa, como de circo pero mucho más pequeña. Afuera tenía un enorme letrero colorido y brillante donde se podía leer las palabras “Madame Marlen, adivina ” y abajo, con letras algo más pequeñas, la frase “¿te atreves a conocer tu destino?” retaba a las personas a adentrarse en el lugar, de fondo una gran bola de cristal dibujada.

 

El pelirrojo levantó una de sus inexistentes cejas, pero asintió con la cabeza. De inmediato sintió a Lee tomarlo del brazo para después arrastrarlo hacia el lugar. No creía nada en esas cosas, pero bueno, siempre podría ser divertido lo que una vieja loca tuviera que decirle.



***~~~***



Gaara pestañeó repetidas veces tratando despejar su cabeza. El recuerdo lo había asaltado de pronto sin que pudiera explicarse el porqué. Hacía años que no había pensado en eso. Lee y él habían sido muy jóvenes en ese entonces, apenas rozando la pubertad, con aún muchos vestigios de la infancia que no terminaban de dejar a tras.

 

Esa época en la que las preocupaciones eran pocas y ser feliz era tan fácil. Su vida nunca fue sencilla, incluso a esa temprana edad había tenido ya que enfrentarse a muchas situaciones difíciles. Pero tenía a Lee. Lee era su amigo, el único que tenía, por cierto. El cómo había nacido esa amistad no lo tenía muy claro. Solo sabía que aquel niño pelinegro había sido el único que no lo había abandonado, a pesar de que lo mucho que lo dañó tratando de alejarlo, como lo hacía con cuanta gente se acercara a él. Siempre había sido rechazado por lo que no se fiaba de nadie ni le interesa acercarse a nadie.

 

Pero con Lee había sido diferente. A pesar de que no tenían mucho en común, casi nada de hecho, de alguna manera su inocencia y alegría habían terminado por ganarse su confianza. Y con el pasar del tiempo, su cariño. Y habían sido precisamente sus primeros años juntos los más felices y tranquilos.  

 

Desgraciadamente con los años fue llegando la edad adulta, y junto con ella decisiones que habían recalcado  sus diferencias al separar de manera tan drástica sus caminos.

 

Lee era un chico honesto y trabajador, quizás no demasiado brillante pero sin con la convicción de que para alcanzar logros se necesitaba una gran fuerza de voluntad y una disposición al trabajo duro. Así pues había dedicado su vida a sus estudios, asegurándose una carrera y con ello un trabajo, quizás aburrido, pero honrado.

 

Gaara por su parte era alguien extremadamente inteligente y habilidoso, quien habría tenido un futuro brillante de haber seguido un camino honesto, como el de Lee. Pero eso nunca estuvo en sus intereses. Asuntos familiares y malas compañías lo había llevado por un mal camino, donde la poca inocencia que conservaba terminado de perecer. Donde había conocido el miedo y donde sus manos habían terminado manchadas de sangre. Un mundo donde sobrevivir otro día era un logro tremendo y la mayor parte del tiempo muy difícil de conseguir.

 

A pesar de todo, nunca fue capaz de alejarse de Lee. El pelinegro estaba al tanto del rumbo que había tomado su vida. Por supuesto que no estaba de acuerdo, e infinidad de veces intentó regresarlo al “buen camino. Muchas veces le rogó que dejara ese mundo, que regresaran a lo de antes, que se quedara con él. Pero, a pesar de que lo que le proponía el pelinegro era sin duda atrayente, no era una opción para él. No había forma de que pudiera salir en ese abismo en el que había caído.

 

Su amistad con el  pelinegro con el tiempo se había convertido en algo más. No le había costado mucho darse cuenta de que se había terminado enamorando de Lee, y uno de los días más felices de su vida, que eran pocos pero muy valiosos y todos tenían que ver con Lee, había sido cuando el pelinegro lo había aceptado, haciéndole saber que era correspondido.

 

Se habían convertido en amantes desde entonces. No podía evitar sentirse culpable, porque sabía que no merecía el amor de Lee. Así como Lee no se merecía todo lo que lo hacía sufrir. El pelinegro se merecía una vida tranquila, un amante cuya vida no fuera un peligro constante para ambos. Pero solo pensar en Lee estando con alguien más le hacía hervir la sangre.

 

Lee era suyo y solo suyo. Era egoísta, y también malvado, pero no le era posible alejarse de lo único por lo que sentía que valía la pena vivir. Siempre terminaba buscandolo.

 

Ya el mismo pelinegro se había dado cuenta que, estando con él, no le esperaba más que sufrimiento, incluso había intentado alejarse de él en varias ocasiones. Terminar con su relación de una vez por todas. Pero no era algo que durara demasiado, porque apenas volvía a buscarlo, el pelinegro terminaba sucumbiendo ante él. Se resistía, eso sí, al punto de que muchas veces había tenido que usar la fuerza  para volver a acercarse, pero en fin, sabía que si de verdad quisiera detenerlo no le costaría trabajo lograrlo, en cambio siempre terminaba derritiéndose entre sus brazos y correspondiendo a sus besos, aunque después se arrepintiera e intentara alejarse de nuevo.

 

-¡¡Aquí estas Gaara-san!!

 

Escuchó una voz que le provocó una punzada de dolor en la cabeza debido a su tono agudo y a que fue dicho directamente en su oreja, haciéndolo salir de sus pensamientos. Sintió un par de delicados brazos abrazarlo por detrás de su cuello al tiempo que un par de redondos pechos se apretaban contra su espalda.

 

-Sari.

 

Fue su saludo mitad regaño con el que recibió a la chica que le era imposible no reconocer aun sin haber visto su cara. Con un movimiento que intentó que fuera lo menos brusco posible, aunque no lo logró del todo, se sacudió a la chica de encima. No tenía ningún interés de hablar con nadie, especialmente no con ella. Había comenzado ya a alejarse cuando la chica volvió a hablar.

 

-Ne, Gaara-san, tengo un mensaje importante. - Dijo haciendo un puchero infantil, no muy contenta con la indiferencia del otro. Aunque la verdad, era esa actitud una de las cosas que más le gustaban de ese pelirrojo.

 

Gaara se detuvo volviendo ligeramente la cabeza hacia ella para hacerle saber que la estaba escuchando. Sari sonrió cuando vio que había conseguido su atención.

 

-Habrá una reunión importante esta noche - Informó con un tono alegre, dándose importancia- En el lugar de siempre a la misma hora. Parece ser un trato importante con Orochimaru-sama.

 

Terminó de hablar con una gran sonrisa. Gaara sintió levemente disponiéndose a continuar su camino, sin dar ninguna otra señal de haber recibido el mensaje. Su rostro había adquirido un gesto más serio, incluso, del habitual. Los tratos con Orochimaru normalmente terminaban mal, o de menos con grandes conflictos y derramamientos de sangre. No eran algo que debieran tomarse a la ligera.

 

Sari simplemente lo vio alejarse. Suspirando levemente. Ese chico de verdad la volvía loca.

 

***~~~***

 

Lo primero que habían  notado al entrar en aquella carpa, después de haber pagado la cuota requerida a aquel tipo raro y algo perturbador que cobraba en la entrada; fue que el lugar era bastante tétrico.

 

Estaba muy oscuro y tenía un fuerte olor a humedad e incienso que les provocó algo de nauseas, de por si el pelirrojo no estaba aún del todo recuperado. La poca luz que había provenía de  varias velas dispuestas por la estancia y algunas series de luces, como con las que se adorna en navidad pero más tenues, que colgaban del techo. Había un montón de artilugios raros sobre pequeños estantes dispuestos por todo el lugar. En el centro una pequeña mesa redonda con un gran mantel rojo oscuro que arrastraba hasta el suelo, y sobre éste una gran bola de cristal llena de lo que parecía humo blanco.

 

Los chicos observaban todo con curiosidad. Lee con asombro y Gaara con algo de fastidio. Sin embargo no había nadie más el lugar.

 

-¿Hola?

 

Preguntó suavemente el pelinegro para llamar la atención de su anfitriona, haciéndole saber que tenía clientes. Gaara esperaba que no demorara demasiado.  Después de todo habían pagado por entrar ahí

 

-Bienvenidos mis niños- Dijo de pronto una voz susurrante de mujer haciéndoles pegar un pequeño salto-  a la casa de Madame Marlene.

 

Terminó, apareciendo dramáticamente desde la parte de atrás de la carpa y posicionándose junto a la mesa de la bola de cristal.  

 

Era una mujer de mediana edad con algo de sobrepeso; ropas gitanas, holgadas y con infinidad de colguijes por todas partes. Un paliacate con varias hileras de monedas doradas cubría su cabeza. Usaba también un maquillaje demasiado cargado. Sin embargo su mirada parecía dulce, y bajo toda su estrafalaria indumentaria se adivinaba cierta belleza.

 

-El destino ha traído hasta mí un par de tortolos, me parece. - Dijo con la misma voz misteriosa.- Una hermosa pareja debo decir.

 

Las palabras de la gitana provocaron que el rostro de Lee se volviera de un rojo furioso. Gaara apenas se inmutó, pero tampoco es que el comentario le hubiera molestado.

 

-N...no...nosotros no… ¡Se equivoca!- Había reclamado Lee nerviosismo y lleno de vergüenza, su cara era todo un poema. Gaara considero que tan solo por eso, haber entrado al lugar había valido cada centavo.

 

-!Oh! Disculpame querido, pero es que ambos tienen una aura tan compatible. Están hechos el uno para el otro.

 

Explicó la mujer. La cara de Lee subió un par de tonos más de rojo, si eso era posible.

 

-Y bien, diganme sobre qué han venido a consultarme. ¿Pasado?¿presente?¿futuro? Les diré cualquier cosa que quieran saber - Dijo con cara de suficiencia esperando que sus jóvenes clientes preguntran algo.

 

-mmmh… pues..-

 

Lee se llevó el puño al mentón en actitud pensativa, no muy seguro de lo que podría preguntar. Cuando sugirió entrar con la adivina no tenía un tema en específico que quisiera consultar, solo había pensado que sería divertido.

 

-¿Tienes algo en mente, Gaara-kun? - Preguntó  a su compañero dirigiendo hacia él  su mirada, pero el pelirrojo solo se encogió de hombros y le lanzó una mirada que parecía decir “no me habrás traído aquí para nada ¿cierto?”

 

El pelinegro regresó su atención a la mujer y sonrió levemente.

 

-Entonces quiero saber qué nos depara el futuro a Gaara-kun y a mí. ¿Verdad que nuestra amistad va durar años y años?¿Para siempre?

 

La mujer sonrió ante la pregunta y se dispuso a consultar su bola de cristal, pasando sus manos por un lado y otro, como acariciandola pero sin llegar a tocarla realmente. El humo que había dentro comenzó a moverse al ritmo de sus manos y a cambiar de color tomando diversas tonalidades, hasta que se fue volviendo más y más oscuro y terminó completamente negro y tan espeso que parecía que la herramienta de adivinación se había convertido en una bola de boliche.

 

-¡Ooohhh!!-  Exclamó impresionado Lee ante el efecto.

 

Sin embargo la sonrisa de la mujer había ido desapareciendo a medida que cambiaba el humo y en su lugar su ceño (coronado con una pequeña gema pegada a su frente) se había ido frunciendo hasta que su entrecejo  y la comisura de sus labios quedaron totalmente tensos. Cuando terminó llevó una de sus manos a su boca ahogando un pequeño gritó. Como si hubiera visto algo terrible.

 

-¿Qué? ¿Qué pasa? - Preguntó Lee con apremio. Quería saber lo que aquella cosa había deparado para él y su querido amigo.

 

-Mis niños…- La voz de la mujer había adquirido un tono de preocupación y dramatismo. Hizo una pausa larguísima. Lee estuvo a punto de apurarla de nuevo pero entonces la dama continuó.  

 

-Su amistad sin duda será duradera. Pero … estará salpicada de tragedia y horror. Su lazo se irá haciendo cada vez más fuerte pero a su vez su relación será cada vez más oscura. Hasta que …. uno de los dos termine matando al otro, o muriendo a causa de otro. Si continúan juntos …  no hay manera de que su final sea feliz.

 

El ambiente se había vuelto muy pesado de repente. Y el lugar parecía más oscuro e incómodo que cuando llegaron. Después de un rato de incómodo silencio, agradecieron a la mujer por sus servicios  sin comentar nada más, salieron de la carpa. Ella solo terminó por advertirles que no echaran en saco roto su advertencia. Pero apenas si la escucharon, apresurados como estaban en salir de ahí lo antes posible.

 

Cuando finalmente llegaron al exterior por un momento se quedaron aturdidos por la cantidad de luces, movimiento, personas y sonidos que los rodeaban y que dentro de la carpa habían quedado totalmente amortiguados. Caminaron sin mirar atrás. Y no fue hasta que estuvieron bastante lejos de la carpa de la adivina que se atrevieron a mirarse el uno a otro.

 

Sus ojos se encontraron. Por un momento brilló en ambos lo que parecía  un pequeño dejo de preocupación pero solo duró un instante, antes de que ambos estallaran en carcajadas. Comenzó como unas risitas nerviosas pero terminaron teniendo que doblarse por la mitad agarrándose el estómago que parecía querer estallarles por tanto esfuerzo. Limpiándose algunas lagrimillas de sus ojos finalmente fueron recuperándose.

 

-Esa mujer no podía estar más loca. - Exclamó el pelirrojo con el pálido rostro un poco sonrojado de tanto reír.

 

-Ja, ja Gaara-kun no seas cruel, solo hacía su trabajo. - Lee también estaba bastante sonrojado y con el cabello un poco revuelto.

 

Habiéndose recompuesto quedaron en silencio durante otro buen rato.

 

-¿Sabes? - Habló por fin Lee mirando hacia las luces que adornaban la rueda de la fortuna que estaba algunos metros delante de ellos. - Si tú  eres el que me mata no creo que sea tan malo morir, solo asegurate de que no duela mucho.

 

Terminó haciendo un pequeño guiño hacia el pelirrojo quien sonrió a su vez, uniéndose a la broma.

 

-Lo mismo te digo.

 

El resto de la noche lo pasaron vagando por la feria, comiendo tanta chuchería encontraban a su paso, ganando algunos premios  y, para sufrimiento de Gaara, subiendo a un par de juegos extremos más.

 

Sin embargo, a pesar de que hicieron un gran esfuerzo por tomarlas como una mera broma, las palabras la gitana quedaron grabadas a fuego en su mente.



***~~~***

 

El celular sonó por milésima vez sobre la mesita de noche, su vibración provocando que se deslizara unos cuantos centímetros sobre la superficie.

 

Lee estaba sentado en el suelo, en una de las esquinas de su habitación. Con la espalda apoyada contra la pared y las piernas encogidas sobre su pecho, observaba cómo el aparato brillaba y bailaba cada vez que entraba una nueva llamada.

 

Gaara llevaba varios días buscándolo, como sabía que pasaría tarde o temprano. No importaba cuantas veces se mudara ni cuantas veces cambiará su numero de celular, el pelirrojo siempre terminaba encontrándolo.

 

Lee estaba cansado, estaba harto de todo eso. LLevaba muchísimos años  con Gaara. Lo amaba, estaba seguro de eso. Pero a qué precio tenía que vivir su amor. Con el tiempo Gaara se había ido haciendo más y más frío, y más solitario también. Su sola presencia imponía.

 

Muchos de sus conocidos le había aconsejado que se alejara de él. Que nada bueno podía salir de relacionarse con alguien como el pelirrojo. Pero Lee no los había escuchado nunca. No le importaba lo que los demás pudieran pensar. Gaara con él siempre había sido dulce, más de lo que jamás fue ni sería con nadie. Él podía ver en el pelirrojo la personas maravillosa que realmente era.

 

Pero con el pasar del tiempo se dio cuenta de Gaara se hundía más y más en ese mundo tan terrible y peligroso en el que se había metido. Y por más que había intentado, no había logrado sacarlo de ahí. Gaara se merecía  ser feliz. Ambos lo merecían. Pero no parecía dispuesto a hacer nada al respecto para intentarlo.

 

Y si había decidido alejarse del pelirrojo no había sido por los consejos vanos de sus amigos. Sino porque él mismo se había dado cuenta de que no sería capaz de aguantar por más tiempo esa situación.

 

Tenía miedo y no por sí mismo, aunque su relación ciertamente lo ponía en constante e inminente peligro, sino por el mismo Gaara. Esa preocupación constante, ese nudo en el estómago que parecía haberse vuelto perpetuo. Todas esas cosas que amenazaban con terminar con su cordura.

 

Sabía muy bien lo que Gaara hacía, lo encontraba ruin y terriblemente desagradable, y aun así no podía evitar alegrarse siempre que lo veía regresar. A pesar de saber que había terminado ya con incontables vidas, algunas de ellas de inocentes que nada había hecho para merecer esa clase de final. “Así es esto”  le había dicho alguna vez y él silenciosamente lo había aceptado.

 

Eso era otra cosa que lo atemorizaba, la forma tan fácil en que el pelirrojo lograba que aceptara asuntos que él por su naturaleza, por su moralidad, debían reprobar rotundamente. No le importaba quién tuviera que morir siempre y cuando Gaara siguiera sano y salvo.

 

Pero Gaara no había permitido que se alejara de él, frustrando cada intento. Y Lee se reprochaba por ser tan débil. Por amar tanto a ese demonio de cabello rojisimo  y hermosos ojos verdes, al que a pesar de todo y de tener tantas pruebas de lo contrario había sido incapaz dejar de verlo como un ángel, su ángel.

 

No podía soportarlo más. No podía, tenía que acabar con eso antes de volverse loco, más loco de lo que estaba ya.

 

El teléfono volvió a sonar y él se llevó las manos a la cabeza con total frustración.

 

-Basta- Susurró al objeto inanimado balanceándose ligeramente hacia atrás y hacia adelante

 

- Dejame en paz….

 

El sonido seguía una y otra vez.

 

-Por favor



***~~~***



Gaara hizo una mueca cuando una voz alegre le invitó a dejar un mensaje de voz por enésima vez. Lee se negaba a contestar. No era la primera vez que algo así ocurría. Pero ¡demonios! De verdad tenía la urgencia de verlo. Sabía de sobra que lo mejor que podía hacer por Lee era dejarlo seguir con su vida, pero sencillamente era incapaz de hacerlo. Por eso había encontrado solo una solución.

 

Su respiración se había vuelto pesada. Si eso seguía así no tendría más remedio que ir a buscarlo personalmente. Necesitaba verlo antes de…



***~~~***

 

Abrir la puerta había resultado realmente fácil. No en balde había había sobrevivido hasta entonces, sus habilidades no eran nada que debería menospreciarse.  

 

Lo más silenciosamente que pudo se adentró en la habitación a oscuras. Lee estaba recostado en su cama, sobre las sábanas, como si sólo se hubiera dejado caer como sea, sin molestarse en acomodarse.

 

Dormía profundamente, con obvias marcas de haber llorado intensamente hasta quedar dormido. Abrazaba un pequeño oso de peluche que Gaara reconoció de inmediato como un regalo suyo de hace muchísimos años. Sonrió ante eso. Acarició con el dorso de la mano su mejilla siguiendo uno de los secos y salados caminos que las lágrimas habían dejado sobre su rostro.

 

Se veía tan pacífico. Tan hermoso. Sentándose al borde de la cama, con todo el cuidado del mundo, tratando de no despertarle, se dispuso a observarlo. Le hubiera gustado que estuviera despierto, pero así estaba bien.  Pronto tendría que salir en una empresa muy peligrosa. No sabía si regresaría con vida, pero después de todo era algo que nunca podía saberse. Y siempre tenía la necesidad de ver a Lee antes de salir en situaciones como aquella, sin saber si sería la última vez.

 

La diferencia en esta vez era la certeza de esto último. Lo había decidido, dejaría libre a Lee, lo dejaría libre para que rehiciera su vida, para que alcanzara la paz y la felicidad que él sencillamente no podía darle. Sin embargo, sin Lee su propia vida no tenía ya ningún sentido.

 

Esa noche sería su última misión.

 

-¿Gaara?

 

Lee había despertado a pesar de sus esfuerzos por evitar que lo hiciera. Intentó incorporarse pero el pelirrojo no se lo permitió.

 

-Shhhh…

 

Susurró tocando levemente sus labios con el dedo índice.

 

-¿Qué pasa?

 

Aún estaba algo adormilado, pero eso no evitó que se sorprendiera de encontrarse a Gaara ahí en su habitación, aunque este hecho no lo sorprendía tanto como el toque tan ligero del pelirrojo. Normalmente era mucho más brusco, algo que el pelinegro debía aceptar, no sin cierta vergüenza, le encantaba.

 

Gaara tomó una de sus manos y la acercó a sus labios para besar sus nudillos.

 

-Perdoname, Lee. No volveré a molestarte.

 

Lee no entendía nada. Maldijo el haber decidido tomar esas pastillas para conciliar el sueño. Pronto volvió a quedar dormido. El pelirrojo observó cómo volvía a cerrar los ojos para ya no volver a abrirlos. Sonrió enternecido. Besó ligeramente los suaves labios de su pelinegro.

 

Murmurando un quedo adiós, salió por donde había entrado, dirigiéndose al que esperaba fuera su último destino.



***~~~***

 

Lee despertó varias horas más tarde. Se levantó de golpe sin importarle el dolor de cabeza que esto le provocó. Sentía un sudor frío recorrerlo ¿había sido un sueño? Esa sensación desagradable y pesada en su pecho le decía que no. Tomó su celular de la mesita de noche encendiendolo, pues lo había apagado para que dejara de sonar. Era apenas poco más de las dos de la mañana.

 

Irónicamente, después de todo lo que había hecho para evitarlo, intentó contactar al pelirrojo, pero ¡oh sorpresa! Gaara tenía el celular apagado.

 

Tenía un horrible presentimiento. Tomó su chaqueta y salió a la calle. No sabía por dónde debía buscar a Gaara, pero tenía una pequeña idea, y la única razón de esto es que el pelirrojo le había advertido una infinidad de veces que jamás debía pasearse por ese lugar. Especialmente de noche.

 

Tomó un taxi, la horrible presión en el pecho parecía acrecentarse cada vez más a medida que pasaba el tiempo.



***~~~***



Tal como lo había  predicho aquella misión había terminado en una horrible masacre. Por todos lados había tiroteos, la sangre corría por todas partes. Una neblina de caos y una confusión lo inundaba todo. La mayor parte del movimiento se había desplazado hacia la parte de atrás de las bodegas, pero él se había quedado en la retaguardia. Disparandole a cada cosa que se moviera.

 

Casi había acabado con todos sus enemigos, de una manera aburridamente sencilla. Si bien había decidido que moriría en ese enfrentamiento eso no significaba que le pondría las cosas fáciles a sus contrincantes, aunque la ineptitud de éstos era de verdad decepcionante.   

 

De pronto algo que captó por el rabillo del ojo llamó su atención.

 

No podía ser cierto. ¿Era una broma? Por un momento pensó que su mente le estaba haciendo una jugada. Pero no.

 

Ese que se acercaba por el muelle …

 

¡ERA LEE!

 

Su respiración se enganchó en su pecho ¿qué demonios hacía Lee ahí?

 

De inmediato corrió hacia él. El pelinegro pareció aliviado de encontrarlo y también se apresuró a donde él estaba.

 

-¡Gaara!

 

-¡¡¿QUÉ DEMONIOS HACES AQUÍ, LEE?!! ¡¿Es que te has vuelto loco?!

 

-Gaara .. yo

 

-¡Tienes que salir de aquí! ¡Este lugar es muy peligroso!

 

No le dió tiempo de explicarse. Iba a tomarlo del brazo para arrastrarlo fuera de ahí. Pero en eso un fuerte sonido rompió el aire. Lee lanzó un aullido de dolor al tiempo que se tomaba su brazo izquierdo con el derecho. La manga de su chaqueta pronto empapandose de sangre.

 

Fue todo como en cámara lenta. Gaara volteó inmediatamente hacia el lugar de donde había llegado el disparo, acribillando a plomazos a aquel que se había atrevido a herir a su Lee.

 

Uno, dos, tres, hasta cuatro disparos. Y aun así a aquel sujeto le alcanzó la vida para lanzar un último disparo, que esta vez logró dar en el blanco al que llevaba apuntando toda la noche.

 

Gaara sintió el doloroso impacto en su pecho, impulsando su cuerpo  hacia atrás. El arma resbaló de sus manos y fue a dar a varios metros de distancia



***~~~***



-¡¡GAARAAAAAA!!

 

El grito de Lee debió haberse escuchado a kilómetros. No podía creer lo que veían sus ojos. El cuerpo del pelirrojo caía directo hacia el suelo y habría impactado contra éste de no ser porque el pelinegro alcanzó a sujetarlo, suavizando su caída. Ignorando el terrible dolor en su brazo izquierdo que había sido rozado con una de las balas anteriores,  recostó a Gaara en el suelo. Una espesa mancha de sangre se fue extiendo debajo de ellos.

 

-No Gaara, no ¡por favor!

 

LLoraba tratando en vano de detener la hemorragia. Daba ligeras palmaditas en sus mejillas tratando de que no perdiera  la conciencia.

 

-Quedate conmigo, Gaara. Por favor, quédate conmigo.

 

A lo lejos comenzaron a escucharse varias sirenas de policía que parecían acercarse, silenciando el sonido de los tiroteos que aún permanecían. Seguramente ahora todas las ratas regresarían a su escondite.  A Lee no podía importarle menos. Aún luchaba por ayudar a Gaara.

 

El pelirrojo fijó en él sus ojos verdes que parecían desenfocarse. Cómo si se debatiera entre la conciencia y la inconsciencia.

 

Pareció que hubiera querido decir algo, pero de su boca lo único que salió fue un borbotón de sangre.



***~~~***



Su visión se había enrojecido y el dolor en su pecho ardía horriblemente. No era la primera vez que recibía un disparo, pero nunca nada se había sentido como se sentía en ese momento. Había escuchado apenas a Lee gritando su nombre, pero un fuerte zumbido se había instalado en sus orejas atenuando considerablemente cualquier otro sonido.

 

Podía ver a Lee, estaba llorando. Lo había hecho llorar de nuevo. Parecía estar diciendo algo pero no podía escuchar que era.

 

¿Ese era su final?

 

Dicen que cuando es la hora de la muerte uno recuerda toda su vida. Y su mente en ese momento se estaba llenando de imágenes de Lee. Desde aquellas en que eran unos chiquillos soñadores hasta la noche anterior cuando lo había visto dormir. Sin ningún orden aparente, solo una imagen tras otras. Se dió cuenta de que sin importar lo terrible que haya podido ser si vida, con gusto la viviría una y mil veces más con tal de poder ver  a Lee sonreir. Con todo lo bueno y todo lo malo, su relación había sido lo más precioso que había tenido jamás.

 

Observó al Lee lloroso que lo miraba con desesperación, tratando de enfocarlo, esperando que ese fuera el real, sentía su mente ir y venir. Susurró un “te amo” aunque no pudo estar seguro de que haya podido pronunciar de verdad las palabras.

 

Después sintió la oscuridad tragandoselo.

 

Y el dolor desapareció.

 

.

.

.

.












~~**EPÍLOGO**~~




Despertó y lo primero que notó fue que se encontraba en una habitación tan blanca que lastimaba sus ojos. Un fuerte olor a desinfectante le provocó picor en la nariz. Al intentar moverse se dio cuenta de que varias capas de vendaje le rodeaban el pecho, limitando su  movimiento

 

¿Dónde estaba? ¿Qué  había pasado?

 

No entendía nada. Y no podía recordar nada. Su  mente entera era un revoltijo, e intentar aclararlo le producía un dolor de cabeza.

 

-Por fin despiertas.

 

Miró hacia dónde venía la voz y descubrió a una mujer joven y elegante, vistiendo una inmaculada bata blanca y con un portapapeles en una mano. Su cabello era rosado, este hecho le llamó un poco la atención pero no le dió importancia.

 

-Me alegra. - Su voz era suave y amable.- Habías comenzado a asustarnos.

 

Se acercó a revisar los monitores a los que estaba conectado.

 

-Todo parece estar bien. - Dijo con una suave sonrisa - . Alguien se va a poner muy contento.

 

-¿Alguien? - Gaara sintió su garganta reseca y dolorida, como si hubiese pasado muchísimo tiempo sin hablar.

 

-Sí. Tu novio. Se llama Lee ¿No es cierto? Ha venido a verte todos los día. - Señaló un jarrón con flores frescas que descansaba en la mesita junto a su cama.

 

¡Lee!

 

De pronto lo recordó todo. El tiroteo, Lee apareciendo en medio de todo. Los disparos. ¡Lee estaba herido!

 

-¿Dónde está Lee? ¿Está bien?

 

-Cálmate, no es bueno que te alteres.- Se apresuró a indicar la médica- Lee esta bien.- Lo tranquilizó.- Lo suyo no fue tan grave, apenas un pequeño rozón. Nada comparado contigo, tuviste suerte, un poco más y no la cuentas.

 

Gaara ya no la escuchaba. Lee estaba bien. Pero no podía estar tranquilo, tenía que verlo.

 

-Espero que esto les enseñe a no salir a dar paseitos tan noche y en lugares tan peligrosos. - Regañó la doctora con aire maternal.

 

-¿Eh?- Preguntó Gaara distraídamente, no sabía a qué se refería y por el momento no le interesaba, solo podía pensar en Lee.

 

-Lee ya se encargó de  explicarle todo a la policía. Pero seguramente querrán interrogarte a ti también, ahora que has despertado.

 

Gaara la miró confundido. Pero ella siguió sonriendo.

 

-No pienses en eso ahora. Trata de descansar. Aun faltan un par de horas para la hora de la visita. Podrás hablar con Lee entonces.

 

Se despidió aún con su gesto amable, excusándose pues aún tenía que revisar a los otros pacientes.

 

Gaara no pudo estar tranquilo. El que hubiese sobrevivido le parecía un milagro y aun no lo terminaba de creer. Más que eso, no podía dejar de pensar en Lee. Lo había protegido, no sólo ante la muerte que parecía tan inminente, sino que además no lo había entregado a la policía.

 

Le fue imposible volver a dormir. Un par de enfermeras lo había ayudado a incorporarse y ahora estaba sentado en su cama recargado en un par de almohadas. Miraba distraídamente la ventana. Le pareció escuchar unos pasos apresurados por el pasillo antes de que una voz sollozante se escuchara desde la puerta de la habitación

 

-¡Gaara!

 

Apenas había visto un borrón verde cuando el dueño de la voz se abalanzó sobre él, rodeandolo fuertemente con sus brazos, provocándole escozor en la herida. Un pequeño gemido de dolor escapó de sus labios, pero eso no le impidió devolver el abrazo. Besando la negra cabellera que ahora descansaba sobre su pecho. Lee levantó la mirada cuajada de lágrimas. Se acercó y depositó un millón de besos por toda su cara como si quisiera cerciorarse que de verdad estaba ahí y no era una ilusión.

 

-Lee, mi herida. - Dijo más en broma que en serio. Pero no tuvo que esforzarse mucho para que su voz sonara adolorida.

 

-¡Oh, Lo siento tanto!

 

Se disculpó de inmediato dispuesto a separarse pero el pelirrojo no se lo permitió. Lee no se quejó.

 

-Oh, Gaara, estaba tan asustado. Pensé que te había perdido.- Las lágrimas regresaron.- Yo solo…

 

Gaara lo calló con un beso. No necesitaban más palabras. Jamás las habían necesitado. Estuvieron abrazados durante un largo rato, acompañados por infinidad de besitos, alguno más profundos que otros. Una vez que se hubieron calmado, Lee le explicó brevemente lo que había pasado.

 

La policía había llegado al lugar, aunque la mayoría de los maleantes habían huido ya. Lee se las había arreglado para convencerlos de que eran una pareja que se encontraba ahí por casualidad. En el lugar equivocado y en el momento equivocado, esas habían sido sus palabras. No era un cuento que la policía se hubiera tragado fácilmente, pero al menos logró calmarlos por un rato. Por suerte, habían llamado rápidamente a la ambulancia para atenderlos.

 

Lo que más había temido era que para Gaara fuera demasiado tarde. Pero al final había logrado salvarlos a ambos. Su herida, por cierto, no había sido demasiado profunda y había sanado en poco tiempo, aunque aún tenía el brazo en cabestrillo, solo por seguridad. Gaara había estado inconsciente por una semana y media.

 

La explicación fue rápida y Lee apenas había tomado aire durante toda ella. Al terminar se quedaron en silencio por un buen rato, como queriendo asimilar todo lo que había pasado.

 

-Entonces, ¿Piensas seguir en eso?- Preguntó finalmente Lee.

 

-Tú sabes que sí. - Fue la simple contestación.

 

El pelinegro solo suspiró. Levantando la cabeza para observar el techo que de pronto parecía muy interesante.  

 

-Imaginé que dirías eso.

 

‘La verdad no sé quién es más estúpido, si tú por decidir eso…. o yo por tener la intención de aceptarte con todo y todo, y esperar los pocos momentos que estés dispuesto a darme.

 

Gaara lo observó sorprendido ante sus palabras. Lee finalmente lo había mirado y le regalaba un pequeña sonrisa. El pelinegro había llegado a esa conclusión al verlo debatiéndose entre la vida y la muerte. Cuando finalmente había tenido la oportunidad de separarse definitivamente del pelirrojo se dio cuenta de que sin él su vida sencillamente no tendría ningún valor. No solo necesitaba que Gaara viviera. Necesitaba estar con él. Tenerlo cerca.

 

Gaara sonrió a su vez.

 

-No será por siempre, Lee. No puedo salirme de esto en lo que estoy metido tan fácilmente, no sin ponerme o ponerte a ti en peligro, pero buscaré una forma. Lo prometo. Vamos a crear una nueva vida. Una tranquila, sin temores. Solo tú y yo.

 

Lee lo besó profundamente, sellando así sus promesas. No sabían si lograrían cumplir sus sueños. Así como tampoco sabían si las palabras que aquella gitana les había dicho al leerles el porvenir habían sido una predicción, o una mentira, o una maldición. No sabían si aún era posible que se cumpliera. No sabían cuánto más duraría.

 

El suyo no era un amor convencional, pero era amor al fin y al cabo. Eso era lo único que tenían claro, y eso era a lo que ambos se aferrarían.

 

OWARI

 
Notas finales:

Bueno, debo decir que quedó muchisimo más largo de lo que tenía planeado =_=

Me estoy cayendo de sueño, así que es probable que se me hayan ido un millón de errores. 

Como sea, espero que les haya gustado. Y que esten disfrutando tanto como yo de esta Semana GaaLee


Besitos >3<


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