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Fresas con chocolate para Cupido por HitchNoDanna

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Notas del capitulo:

Hola, hola, fanseses! He aquí vengo con mi sexto trabajo de Junjou Romantica (sí, tengo que actualizar los demás fics, ya lo sé, ya lo sé), con motivo del Día de San Valentin. Esta la primera vez que abordo el tema en un fanfic, esta vez no he usado previamente a los personajes de Naruto.


Aclaraciones y advertencias: No se apegará a la mitología grecorromana, sólo he utilizado los nombres de Eros y Anteros, la historia de ellos será totalmente diferente. Quise hacerlo así porque se me hace muy choteada la temática que se viene manejando en muchos fanfics, en los que normalmente uno de los personajes le tiene una sorpresa o regalo especial al otro y cosas así. Sin embargo tampoco me voy a poner a desdeñar esta fecha porque creo que algunos lectores se sentirían atacados, y eso es lo que menos quiero. Además yo todavía creo en el concepto del amor (okay, eso sonó un poco cursi, XD). Por otra parte quise subirlo antes porque va a tener más de un capítulo, aunque no será tan extenso como la mayoría de mis fics. Habrá O.o.C, participación de OC's, muerte de personajes, etc., pero trataré de no restarle protagonismo a la pareja Romantica, de quienes tratará este fic. Por último, esta vez las partes de cada capítulo llevan nombre.


Sin más qué decir por el momento, disfruten de este primer capítulo.


Disclaymer: Junjou Romantica no me pertenece, de lo contrario no estaría poniendo este disclaymer, XD.

»Fresas con chocolate para Cupido«



I.- Meses previos al 14 de Febrero


Podía oírse el ruido de las teclas golpeadas con rapidez, para luego detenerse y aparecer en una pantalla de plasma gigante los resultados de su búsqueda. El recinto estaba casi a oscuras, excepto por la luz generada por las pantallas y botones de su súper-computadora, y por ello apenas si se apreciaban sus juveniles facciones bajo unos mechones negros.


–Al fin te encontré –musitó sin despegar su azulina mirada de una imagen en particular– eres tú… no puedo equivocarme –el sonido de unos tacones lo alertó de la presencia de alguien, pero no se inmutó ni un ápice, ya le conocía– Teresa…

–Ordene usted, señor –respondió una voz femenina.

–Reúne al comité, diles que ya lo he encontrado… ellos ya saben de qué hablo.

–Hai… ¿se le ofrece algo más, señor?

–Sí… tómate la tarde y ponte bella. Después de esto iremos a cenar al restaurante que te prometí.

–H-hai –farfulló ella tímidamente.


Un rato más tarde se encontraban siete entes, todos con trajes ejecutivos y alas blancas. Lo relevante de ello era que seis de ellos parecieran representar el arcoíris, pues el color de cabello y ojos de cada uno era precisamente uno de los colores del arcoíris.


–Como ya les habrá informado mi secretaria, los he reunido aquí para anunciarles que al fin lo he encontrado… se trata de un habitante de la Tierra, él se llama…

–¡Un mortal no puede…! –increpó un pelirrojo que aparentaba unos 16 años.

–Un mortal no puede hacer el trabajo de un dios y blah, blah, blah… –interrumpió el pelinegro con parsimonia– Ya lo has dicho hasta el cansancio, pero sabes que no está en discusión.

–Bien –gruñó el otro, aun contrariado.

–¿De quién se trata? –inquirió un pelinaranjo de unos 17 años.

–Bueno, en estas carpetas –dijo, mostrando unas carpetas blancas con varios papeles que previamente Teresa dispuso– encontrarán toda la información. Lo hallé apenas esta mañana.

–¡¿Es en serio?! –exclamó con desdén una mujer de cabello azul, que aparentaba unos 18 años, observando la fotografía– ¡Esto tiene que ser una broma! Por cierto, de muy mal gusto.

–¡Moo! –se quejó en un puchero una bonita rubia de unos 19 años– ¡Yo lo quiero! ¡Es demasiado lindo como para que tú lo tengas!

–Sí, pero yo lo vi primero –respondió el pelinegro de los ojos azules.

–¿Estás seguro? –preguntó un joven peliverde de unos 20 años– Lo veo un poco ingenuo y timorato.

–Por eso lo elegí… alguien así es capaz de hacer el trabajo sin cuestionarme.

–Eso lo explica –murmuró el pelirrojo, no del todo convencido.

–¿No crees que es muy joven para esto? –inquirió con preocupación una joven de unos 21 años, de larga cabellera violeta– Prácticamente le estás quitando su oportunidad.

–Lo sé, pero el tiempo se viene encima…

–¿Y no hay alguien más? –inquirió el peliverde.

–No… él es el único que puede remplazarme.

–¿Y cuándo pretendes empezar con su entrenamiento? –preguntó la rubia.

–Hoy mismo.

–¡¿Tan pronto?! –exclamaron todos, el pelinegro asintió.

–Saben que los médicos no me dieron mucho tiempo antes de… ya saben, por eso es preciso iniciar hoy mismo.

–Pero ¿y si no lo logra? –preguntó la peliazul con preocupación.

–Tiene que hacerlo, por eso los he reunido a todos. Necesitaré que cada uno lo entrene en un ramo diferente lo más rápido posible, así cuando llegue ese día, estará listo y podré retirarme en paz… ¿puedo contar con ustedes?

–¡Hai! –respondieron los otros seis al unísono.



II.- Días previos al 14 de Febrero


La vida en la Tierra transcurría un poco movida: las grandes tiendas se pintaban de rojo y rosa, los chocolates, flores –sobre todo rosas–, peluches, globos, entre otras cosas, hacían alusión a la fecha que estaba por llegar: 14 de Febrero. Asimismo los enamorados se preparaban para celebrarlo con fiestas, intercambio de tarjetas y regalos, cenas románticas en restaurantes lujosos, declaraciones de amor, peticiones de matrimonio, viajes a la playa… en fin, todo era color de rosa para los enamorados, excepto para aquellos cuyo corazón debía cargar con el dolor que deja un amor que cerró los ojos para nunca volverlos a abrir, o en el peor de los casos, un amor unilateral.


Este último era el caso del novelista Usami Akihiko, cuyo corazón pertenecía a su amigo y amor secreto Takahashi Takahiro. Lamentablemente éste último ya salía con una mujer llamada Kajiwara Manami, desde el San Valentín pasado; algo simplona a su gusto, pero al final de cuentas su novia. Justo esas fechas terminaban por dejarle el mismo mal sabor que aquel suceso en su momento, y por ello se encontraba encerrado en su apartamento como cada año, para no tener que salir a la calle y ver a las parejas de enamorados tomadas de las manos, ni la hipocresía ni las segundas intenciones ocultas en una caja de chocolates y un ramo de rosas, y mucho menos tener que lidiar con las admiradoras que le enviaban tales obsequios aun cuando no le gustaban los dulces. Incluso había desconectado la línea telefónica, pues seguramente su escandalosa editora y/o su molesto jefe le harían ir a algún evento o dar una firma de sus libros.


Terminaba de fumar su decimoquinto cigarrillo cuando escuchó algo golpeando su ventana. Le extrañó que pudieran tocar, considerando que vivía en el pent-house en el último piso del edificio. Intrigado se asomó por la ventana, para toparse con una bonita golondrina cuyas plumas negras como azabache brillaban bajo los rayos de mediodía, y que al parecer le miraba fijamente. Se levantó cabreado y se dirigió hacia la golondrina.


–¡Fuera de aquí! –decía el escritor intentando asustarla con sus manos.


Pero el ave seguía allí, picoteando el cristal y mirando al escritor. El peliplata se acercó más al animal, pero eso no lo asusto. Hizo un gesto como que la iba a coger, pero eso tampoco funcionó.


–¿Pero qué...? ¡Maldita sea! ¡Que te vayas, joder!


Pensó que el animal tendría hambre, por lo que tal vez si le ofrecía algo, se iría. Se dirigió a la cocina por un pan y en cuanto abrió la ventana el ave entró y devoró el pan como si no hubiera mañana. Se disponía a echarla, pero notó que sus plumas adquirían un brillo mucho más intenso hasta casi cegarlo, y luego éste se apagaba para dejar ver a un hombre que aparentaba tener menos de 20 años, de cabellera negro-azulada y unos profundos ojos color escarlata, contrastes con la piel blanca como espuma del mar, resaltando sus bellísimas facciones varoniles.


–Akihiko Usami ¿cierto? –inquirió con voz grave aquel ente, dejando sorprendido al novelista, quien sólo asintió con la cabeza– Muchas gracias por tu amabilidad… como pago por tu buena acción, te concederé un deseo.

–Hmp –soltó una risita irónica el peliplata– Tengo dinero de sobra, admiradores por montones, atractivo y además mucha fama… ¿Qué podrías darme que no tenga ya?

–Al responsable de tu sufrimiento.

–¿Qué?

–Seguramente habrás escuchado en algún lado… un niño alado y armado con arco y flechas que son disparadas a dioses y humanos, provocando que se enamoren profundamente.

–Hmp, que estupidez…

–Por supuesto que existe, ustedes los mortales le conocen como Cupido, o Eros…

–Sí, claro –dijo el escritor, sarcástico– y yo soy el Conejo de Pascua.

–Está bien, Akihiko-kun, no tienes que creerme si no quieres, pero… –el pelinegro dibujó una sonrisa un poco siniestra, pero que no inmutó al escritor– toma en cuenta que así como yo existo, él también lo hace.

–¿Y quién me asegura que tú no eres una ilusión? –Akihiko parecía intrigado.

–Ustedes los humanos son tan cerrados de mente a veces –suspiró, entre despreocupado y escéptico– En fin, yo venía a ofrecerte venganza por tu amor no correspondido… pero bueno, veo que Takahiro-kun no te interesa tanto como afirmas –le dio la espalda al escritor, como si fuera a irse– Me voy.

–¡Espera! –pero para satisfacción suya, el ojivioleta lo detuvo– ¿Cómo lo sabes?

–Yo soy conocido por ustedes como Anteros, que significa…

–Amor correspondido… –Usami estaba cayendo en lo que fuera que tramase aquél ente.

–Así es, y como tal conozco todo de aquellos cuyo amor no ha sido bien correspondido. En fin, como podrás intuir, mi hermano fue el que te lanzó la flecha con el nombre de Takahiro-kun, pero a él no le lanzó la tuya, sino la de Manami… lo que te ofrezco es corregir ese error de mi hermano…

–¿Qué es lo que quieres a cambio? –Akihiko ya había caído.

–Su cabeza… ayúdame a obtener su cabeza y a cambio tu amor será correspondido ¿Qué dices?

–Acepto.



CONTINUARÁ…

Notas finales:

Bueno, pues de esto va la historia. Como ya he dicho en otros fics, aunque no me deprimo si no me dan reviews, sí me gustaría saber su opinión respecto a la trama, y si creen que merece ser continuado. Que tengan un bonito fin de semana, chaito.


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