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Notas del capitulo:

¡Hola! Aquí vuelvo con un nuevo capítulo... que ADVIERTO... también es cortito e introductorio (sólo que éste es de Hana)

Al igual que cap anterior, debo destacar que Slam Dunk NO ME PERTENECE, como tampoco lo hacen los personajes o equipos que nombro durante la historia... Todo es por mera entretención...

Antes de comenzar, este capítulo va dedicado a Momo (Anonimo) Gracias por tu comentario :D y por tu apoyo!!

 II. Prodigio

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JAV

Editado 09/09/2014

 

“¿Necesitarás esto?” Preguntó un chico de cabello engominado. Entre sus manos extendía unos pantalones de baño de color rojo brillante (podrían cegar a cualquiera) mientras observaba a su amigo, quien metía y metía ropa en una pequeña maleta negra y gran bolso azul.

 

“¡Nyayay!, no seas tonto Yohei. Este genio no va de vacaciones... El gordito me dijo que visitara a los equipos para ver qué tal son... Aunque...aghh... si en uno de ellos está ese maldito de Rukawa, dudo que sean muy buenos... ¡Ja! me rogarán que me quede cuando vean mis increíbles habilidades al lado de un jugador de tan baja categoría como ese dormilón Nyahahahahah” Respondió con su particular voz mientras se imaginaba a los jugadores sin rostro de la universidad donde iba echando a patadas a un Rukawa con orejas y cola de zorro.

 

Mito simplemente rió con las ocurrencias del pelirrojo.

 

“Estoy seguro de que quedarán deslumbrados con tu genialidad, amigo” Golpeándole la espalda a Sakuragi (no importa si lo hacía fuerte o despacio, ese mono nunca lo sentía), el chico de menor estatura observó distraído la pequeña habitación del más alto.

A Yohei algunas veces le costaba digerir que todo esto estaba pasando. Que su querido amigo de la infancia, con quien compartió inolvidables momentos, con quien venció cientos de peleas, por quien se rompió la espalda trabajando junto al resto de los chicos para ir a verlo jugar en las tres nacionales, ahora iba a Norteamérica. Sabía que ahora sólo iría a conocer las universidades (a pedido del profesor Anzai) pero Mito estaba seguro (tal y como sabía que el color del cabello de Hanamichi era falso) que Sakuragi estaba destinado a ser grande.

 

Si sólo el pelirrojo se hubiese esforzado un poco más en sus estudios durante sus últimos dos años de preparatoria, probablemente este viaje lo hubiese hecho junto con Rukawa el año pasado. Sin embargo, su propia flojera y comodidad le estancaron en Kanagawa por un tiempo más. Y aunque sonara egoísta, Yohei y los chicos de la Gundam lo agradecían, porque les permitió conservar a su amigo un poco más.

El pelirrojo les regaló (sin verdadera intención) el lujo de poder compartir todos juntos su primer año de universidad, sus primeras aventuras y infelicidades como chicos universitarios.

 

“Oi, Yohei, ¿me vas a ayudar o no? Hasta el gordo Takamiya sería más útil que tu” Hanamichi interrumpió con molestia al ver que no podía cerrar la maldita maleta. Tiró todo su peso sobre ella, pero la testaruda no cedía ni un centímetro. “...¡Argh! Maleta barata. ¿Dónde compraron esta porquería?”

 

“Hanamichi” Mito dijo suspirando. Acercándose a su amigo, tomó a la susodicha y la abrió de par en par. “La estás llenando de puras estupideces. ¿Para que llevas parcas y abrigos si allá están en verano? Además, aun te faltan tus Tenis, artículos de limpieza, ropa interior, toallas…”

 

“¡Es tu culpa Yohei! ¿Cómo se supone qué este genio sepa que llevar si nunca ha viajado fuera del país?... ¡Sh! Te llamo para que me ayudes-“

 

“Mejor dicho, que te haga la maleta”

 

“¡Uy, pero que considerado, amigo! Yo estaré abajo comiendo algo, este talentoso debe alimentarse apropiadamente si quiere continuar siendo una estrella…”  Interrumpió riendo, al mismo tiempo que salía casi corriendo de la habitación.

 

“¡Ohe! ¡Hanamichi!... Ugh, siempre hace lo mismo” Mito suspiró derrotado al tiempo que miraba la ropa tirada y mal distribuida por todo el cuarto.

 

Esto será largo, pensó antes de inclinarse y comenzar a recolectar las prendas en la maleta y en algunos cajones.

 

.

 

.

 

“¿Tienes todo? ¿Estás seguro?” Una mujer rodeando los 40 años, agarraba con ímpetu uno de los poderosos y músculos brazos de su único retoño. Su pelo castaño estaba tomado en un elegante moño, mientras que sus ojos marrones miraban con aprensión a su chiquillo (o bueno, ya no tan chiquito)

 

“Si, si. Ya  te dije que este talentoso deportista es capaz de empacar todo. ¿No es así, amigo?” El pelirrojo miró con una sonrisa Yohei caminando junto al tumulto de gente que venía a despedir al ruidoso chico. Mito negó con la cabeza mientras reía.

 

“Así es, Sakuragi-san. Hanamichi empacó todo lo necesario. Incluido esos calzoncillos con pequeñas pelotas de baloncesto que le regaló la navidad pasada” Todos los presentes estallaron en carcajadas, incluida la madre del mencionado, que intentó controlar su risotada para no molestar más  a su hijo. Hanamichi, en cambio, antes de explotar, se puso igual de colorado que sus cabellos. Volteó a su amigo y lo agarró con fuerza de las solapas de su camiseta.

 

“¡¿Qué te pasa Yohei?! ¡Mal amigo! ¡¿Cómo se te ocurre ventilar mis intimidades?! ¡Acaso este genio no puede tener ropa interior deportiva!” Clamó a viva voz llamando la atención del resto de los transeúntes del aeropuerto. Su escandaloso dialogo sólo vio término cuando estampó contra Mito un cabezazo mortal.  

 

Mientras Yohei se recuperaba de la muerte de muchas de sus neuronas, el resto de la Gundam, el mismo Hanamichi, su madre y Haruko, continuaron avanzando hasta la puerta designada del pelirrojo. Esa misma mañana se había despedido del profesor Anzai, momento que el gordito aprovechó para explicarle todo sobre el vuelo: dónde tendría que ir, cuánto se demoraría, qué hacer cuando llegase al aeropuerto de EE.UU; además de lo anterior, le había dado serias instrucciones de qué observar en cada uno de los equipos a visitar para tomar una mejor decisión (Hanamichi había presumido que su talentosa memoria recordaría todo, mientras que atrás de ellos Mito apuntaba todo en una pequeña libreta que dejó a disponibilidad del proclamado genio).

 

“¡Hay, mamá! Pero que exagerada, si no me voy para siempre” Alegó Hanamichi al sentir el apretado abrazo de su madre en su cintura. La mujer, mucho más baja que su hijo, lloraba hasta el alma en la camiseta limpia (hasta ahora) del pelirrojo.

 

Aunque Sakuragi desease llorar la gota gorda en aquellos momentos, sabía que los desgraciados de sus amigos no lo dejarían ver otro día de luz si se ponía en plan mamón, asique, como pudo se tragó las penas y apretó de vuelta a su progenitora.

 

“Este genio volverá pronto, ya verás. Te traeré cientos de regalos y de esos recuerditos que muestran en la tele” La mujer rió por la tonterías que salían de esa gran boca que sus genes le habían dado. Apretándole bien fuerte una última vez, golpeó suavemente su estómago para dar espacio al resto de los holgazanes y Haruko que esperaban con respeto atrás.  

 

“Te deseamos lo mejor, amigo” Noma dijo en su pose habitual, medio inclinado y con ambas manos en sus bolsillos, sin embargo una nostálgica sonrisa se asomaba bajo su prominente bigote.

 

“Enséñales a esos americanos quién es Hanamichi Sakuragi” Acotó Ookus con un puño en alto y apretado.

 

“Y no olvides ir a esos extraños centros de comida que muestran en la tele” Takamiya dijo sobándose su estómago, que como era de esperarse, retumbó en protesta por falta de alimento (el resto de los presentes rieron).

 

“Escríbenos o llámanos en cuento llegues. Con los chicos ya tenemos el dinero para costearlo” Yohei, con un rojo y prominente chichón en la frente, se paró frente a su amigo con una sonrisa en el rostro.

 

“Chicos…” Sakuragi, con inmensas lágrimas cayéndole por las mejillas, se abalanzó a la panda de inútiles. Todos se quejaron del peso, especialmente Noma que quedó bajo Takamiya. “¡Mamita!” Gritó Hanamichi al tiempo que se levantaba del tumulto de cuerpos y carne para tirarse contra su madre y levantarla por los aires (si ya tenía lagrimas, mejor aprovecharlas)

 

“Dale otro ángulo Hanamichi” Cuando el pelirrojo volteó, vio a Takamiya con cámara en mano y al resto de los jóvenes con manos en la boca intentando aguantar las risas.

 

“¡Agh! ¡Idiotas! Malos amigos, ¡Cómo se les ocurre arruinar el especial momento de este genio!” Después de cuatro cabezazos mortales, Sakuragi se volvió a Haruko, que esperaba paciente su turno cerca de la puerta. La madre del pelirrojo se encontraba lloriqueando un poco más alejada, entendiendo que su hijo necesitaba de aquella despedida.

 

“Siempre supe que este día llegaría, Hanamichi-kun” El rostro del más alto se coloreó con el halago y con la sonrisa suave en el otro rostro.

 

Quizás durante el último tiempo las cosas no habían estado muy bien entre ellos (con eso de él confesándose y ella rechazándolo), pero Sakuragi aun sentía ese vuelco en el corazón cada vez que le miraba o escuchaba. Sakuragi todavía deseaba verla reír, compartir a su lado, y que ella le animara a él; sólo a él. Haruko, fue después de todo, la gran persona que le motivó durante la preparatoria y el baloncesto. Con sus ánimos y buenos consejos es que él creció y quiso superarse. Si él estaba aquí el día de hoy, era en gran parte por Haruko Akagi.

 

“Hay, pero Haruko-san, qué cosas dices, si este genio sólo hizo lo mínimo Nyahahah” Con el rostro sonrojado y una de sus manos rascando su cuello, Hanamichi inclinó un tanto el rostro para mirar mejor al de la jovencita. “...Es gracias a ti que estoy aquí, Haruko-san” Quizás estaba enterrando su propia tumba al decir aquellas cursis palabras, pero no dejaban de ser ciertas para él.

 

Le debía algo muy grande a la muchacha que ahora lloraba y se mordía los labios para retener (probablemente) un gritito.

 

“Hanamichi…” Haruko susurró antes de abrazar bien fuerte al paralizado chico frente a él. ¿Esto es un sueño? se preguntó al ser sentir las cálidas y pequeñas manos en su espalda. Casi por inercia él le correspondió el gesto. Si hubiese estado en sus cabales, lo más probable es que ahora estaría tirado y desmayado de la impresión. “… Lo siento” Haruko murmuró que sólo é le escuchara. Quizás para los curiosos que hubiesen alcanzado a oír aquello, creerían que la joven se disculpaba por arruinarle la camisa, pero Hanamichi sabía mejor; muchos podrían tacharlo de obtuso, lento e incluso estúpido, pero él conocía a la perfección el significado tras aquellas palabras. No, Haruko-san; no te disculpes por no sentir lo mismo, quería decirle, pero habían demasiados testigos. “...Te deseo lo mejor; lo mejor en todo…” Dicho aquello, la pequeña Akagi se alejó del rígido cuerpo de su compañero, no sin antes regalarle la más grande sonrisa que había visto en el rostro de la joven (que incluso no menguaba con las enormes lágrimas cayéndole por las mejillas sonrojadas)

 

Luego de repetir el ciclo por última vez (más abrazos, más llantos y más cabezazos mortales) Sakuragi fue capaz de pasar por la puerta. Desde ese momento, estaba solo hasta que llegase a Norteamérica.

 

Sería una mentira decir que no estaba nervioso, pero también sería una blasfemia sugerir que el pelirrojo se encontraba en una esquina lloriqueando y asustado. Estamos hablando de Hanamichi Sakuragi, después de todo.

 

Un Hanamichi que entró al avión como Pedro por su casa [14], haciendo ruido e insultando a las personas que hacían taco en el pasillo, ganándose inmediatamente el odio y desagrado del staff del avión. Muchos de ellos le pidieron innumerables veces que bajara la voz, pero él contestó más fuerte:

 

“¡¿Cómo que me calle?! ¡Quién te crees para callar a este talentoso deportista! ¿Acaso no sabes quién soy? ¡Soy el mejor jugador de Japón! ¡Ya verás empleado de cuarta! ¡Me verás en televisión y reconocerás a este genio del baloncesto…!” Fue necesario traer incluso al capitán del avión para tranquilizar al ruidoso y violento muchacho.

 

Le trajeron jugo, comida y revistas mientras que el pelirrojo destellaba de felicidad (como a un pequeño niño).

 

¡Hay, pero que buen servicio! Ellos si saben como tratar a un genio como yo… ¿Ah? ¿Qué es esto?, se preguntó hojeando algunas de las revistas que las azafatas le habían entregado; una de ellas proyectaba en la portada a un conocido jugador de la NBA (que Hanamichi había visto en algunos partidos de la tele).

 

Un poco aburrido y curioso, decidió mirar en su interior. Leyó unos cuantos artículos, pero su atención no fue ganada hasta que llegó a una sección especial dedicada a la Asociación Nacional de Universidades Deportivas (NCAA) más específicamente, la parte que hablaba de baloncesto. Aunque Sakuragi ahora se proclamaba un férreo amante de aquel deporte, aun así (por su extrovertida y activa personalidad) no era mucho de ver partidos de la NBA o leer demasiado de ello; por supuesto de vez en cuando viajaba con alguno de los chicos de su Gundam o de otras escuelas y veía partidos y encuentros en los demás distritos (ya que siempre le provocaba un placentero cosquilleo en el cuerpo), pero no era del tipo de personas que podría pasar horas y horas frente al televisor (cosa distinta es Pachinko, arcade y otros videojuegos)

 

En uno de los artículos se hablaba de las universidades que probablemente la romperían la próxima conferencia. Se hablaba además de nuevos jugadores, de recambio de entrenadores o directivos y algunas estadísticas de juego. Sakuragi no pudo evitar un estremecimiento cuando notó que todas las universidades que le habían ofrecido beca, se encontraban entre las mejores catalogadas.

 

Bueno, por supuesto... si soy un genio nyahhahah… Pero su siempre clara seguridad y fanfarronería no empapaban sus pensamientos.

 

Ahora sí que estaba un poco alterado.

 

Su risa nerviosa (que estaba espantando a las personas cerca de él) terminó abruptamente cuando leyó sobre los Tar Heels de North Carolina.

 

¡Agh! Ese maldito zorro… ya le ensenaré a ese engreído quién es el mejor… la universidad sólo lo llamó porque este genio estaba pasando por un declive en su excelente racha académica… ¡eso es!, si yo hubiese estado bien, ni siquiera lo hubieran considerado…

 

Pretendió retener la risa con una mano sobre sus labios cuando leyó que el renombrado equipo había perdido hacía poco más de un semana contra su más grande rival, Duke. No obstante, no pudo retener más las carcajadas cuando, al leer la nómina de jugadores en el partido, no vislumbró por ninguna parte a Rukawa.

 

Nyahahaha, ¡Es tan malo que ni siquiera lo ponen de suplente! Nyaahahahhaha. Por supuesto aquellas risas no sólo quedaron en su mente, por lo que muchos de los pasajeros (por no decir todos) le observaban con disgustados ojos.

 

“Pero que escandaloso”

 

“Que chico más desagradable”

 

“¡Hay! ¡Pero de qué están hablando! Este genio les dará su merecido…” El resto del vuelo no distó mucho de aquellos momentos; y todos los pasajeros viajaron sabiendo con seguridad que, si no estuviesen en un avión, hace ya horas hubiesen lanzado a ese ruidoso pelirrojo a los aires.

 

.

 

.

 

Hanamichi Sakuragi miraba con confusión la pequeña libreta entre sus manos (Bendito seas Yohei Mito) intentando ubicarse entre los pasos que allí se encontraban transcritos. Según lo que ella señalaba, luego de bajarse del avión debía ir a buscar su maleta.

 

¿Y a dónde…? Se preguntó rascándose la cabeza.

 

De la nada, una ampolleta pareció encenderse sobre él.

 

Pretendiendo normalidad en sus movimientos, hizo lo más obvio del mundo: seguir a la masa. Se felicitó con una carcajada cuando llegó al área donde una gran máquina exponía las maletas. El pelirrojo no tardó en encontrar su pequeña maleta negra y un gran bolso azul. Los tomó sin problemas, y continuó siguiendo a la masa.

 

Luego de traspasar una gran puerta corrediza, se encontró con un tumulto de gente mirando medios desesperados, ansiosos, extasiados y nerviosos a su dirección (no a él, sino a las puertas).

 

Revisando una vez más la libreta, se encontró con que ahora debía buscar a ese tal Dan. Por pura suerte había visto una fotografía casi reciente del hombre; de la misma edad del gordito, el sujeto se mantenía en mejor forma, excepto por sus inevitables cabellos canos y arrugas en el rostro.

 

Pasó a través del grupo de gente sin vislumbrar ni un halito del sujeto. Su 1.90 [15] le permitía tener una mejor visibilidad, pero al parecer el viejo aun no llegaba. ¡Agh! ¿Es que acaso se olvidó de este gran genio? ¡Maldito viejo! Cuando lo vea me encargaré que nunca más olvide a este talentoso jugador…  

 

“¡Sh! ¿y ahora qué hago?” Murmuró mirando de un lado al otro. En la libreta los pasos de la sección de "Aeropuerto" terminaban con el tal Dan, asique no tenía ni idea que hacer ahora que el tipo no aparecía. ¿Debería llamar al gordito? ¿O quizás tomar un taxi y pedir un hotel? Y con qué dinero lo pago… Sólo había traído lo suficiente para comprar chucherías, comer quizás un par de veces afuera y gastos varios, pero NO para sobrevivir solo durante un mes.

 

“¡Ah! Estúpido anciano senil…” Se quejó antes de comenzar otra vez su búsqueda. Quizás el viejo estaba por ahí perdido, buscándolo también.

 

Se sintieron como horas los minutos en que bajó y subió por los pisos y pasillos del aeropuerto. Entró a pequeñas tiendas, espió en los baños públicos, incluso salió para ver si estaba aparcado esperándolo; pero nada. El tipo no aparecía. Con un poco de desesperación retomó su primer camino, pensando que quizás su vuelo había llegado muy pronto y que ahora el viejo estaría esperando en la parte de llegada.

 

“Lo voy a matar cuando lo vea…” Gruñó con un aura oscura (las personas se abrían a su paso, y los que estaban cerca, casi huyeron). Pero como lo supuso, nada. Ni rastros del tipo. Miró a ambos lados, encontrando por el rabillo del ojo una expendedora de bebidas.

 

Bueno, esperando no se moriría de sed. Avanzando hacia la máquina con pereza, comenzó a buscar en su bolso algunas monedas o billetes (el gordito antes le había sugerido que fuese a una casa de cambio [16]). Metió el billete y eligió el brebaje.

 

Al tomar el primer sorbo, cayó en cuenta de la banca que estaba junto a la susodicha máquina. Ahí se encontraba un tipo (a juzgar por su altura y ropa) durmiendo a pata suelta [17].  Hanamichi deseó por unos momentos poder hacer lo mismo. Ya que, sin importar las horas que estuvo metido en el avión, no fue capaz de cerrar los ojos en ningún momento (los nervios no le dejaron; cosa que Sakuragi ni muerto admitiría). Él en realidad nunca había sido una persona particularmente dormilona; mucha energía corría por sus venas. No como su  ex compañero de equipo. Sh, ese zorro… se dormía hasta parado… pensó observando distraídamente los cabellos negros del individuo sentado/dormido. Sus manos pálidas estaban cruzadas sobre los brazos y sus gruesos labios estaban fruncidos. Se notaba bastante alto... y en forma...

 

Hanamichi frunció el ceño. Ese tipo se le hacía demasiado familiar. Pero… por qué… Sin poder aguantar la curiosidad, comenzó a acercarse al bulto tirado sobre la banca. Bajó y subió la cabeza intentando hallar alguna familiaridad, hasta que…

 

“¡Tu! ¡Maldito Rukawa! ¡¿Qué crees qué haces aquí?!” El recién mencionado despertó sorpresivamente con el alarido.

 

En circunstancias normales Kaede golpearía a cualquiera que se hubiese atrevido a aquella impertinencia, pero al escuchar esa chillona voz y palabras, se abstuvo de cualquier acción. Pelear con este idiota no sirve de nada, pensó mientras se ponía de pie.  Hanamichi continuaba apuntándole y acusándole entre grito sobre "espionaje". 

 

Rukawa simplemente subió los hombros y empezó a caminar hacia la salida. Conocía lo suficiente al pelirrojo como para saber que el tonto le seguiría sólo para seguir gritándole.

 

“¡Rukawa! ¡Cómo te atreves a ignorar a este genio! Te pregunté que haces aquí… ¿acaso tu equipo te envió a espiarme?... Ah, pero este talentoso jugador no se dejará engaña-“

 

“Ya cállate, tonto” Uff... pero que extraño era volver a decir esas palabras después de casi un año. Kaede no pudo evitar volver un poco la mirada hacia su ex compañero de equipo. Hanamichi Sakuragi continuaba siendo, en esencia, el mismo monstruo pelirrojo de la preparatoria. Su cabello rojo, a diferencia del segundo y tercer año, estaba rapado. (El pelinegro se preguntó distraídamente si el tarado había vuelto a perder un partido [18]). Lo notó, también, ligeramente más alto, aunque quizás podía ser sólo su error por no verlo hace ya tiempo. Su piel continuaba igual de bronceada, y su boca igual de grande que el océano. 

 

“¡Oye, estúpido! ¿Dónde está el viejo Dan? ¿Y a dónde vas tu?” Hanamichi, corriendo se puso a la altura de su ex compañero, que con las manos metidas en sus bolsillos caminaba a Dios-sabe-dónde. El pelirrojo pensó brevemente que quizás debería volver al aeropuerto y buscar de nuevo al anciano, pero la idea de seguir gritándole a ese zorro era demasiado atractiva.

 

“Él no viene; y vamos a mi casa” Rukawa se preguntó por la obvia confusión y desconocimiento del pelirrojo.

 

¿Acaso no le dijeron…?

 

“¡¿Qué?!” No, no lo hicieron. “¡¿Cómo que voy a tu casa?! ¡¿Estás loco?! Yo no iré a ninguna parte contigo. Prefiero morir antes que-“

 

“El profesor Anzai se lo pidió a Dan. No lo hago por gusto, retrasado.” La verdad es que no tenía ni idea si el profesor efectivamente le había pedido que él (Rukawa) hospedara a Sakuragi, pero supuso que hacerle creer eso al mono le tranquilizaría un poco. “...Ahora, apúrate, que mi mamá está esperando” Hace horas, en realidad… Con eso de quedarse dormido mientras esperaba la llegada del  vuelo de ese idiota.

 

“¡Estás mintiendo, zorro apestoso! El gordito ni siquiera te mencionó... Apuesto a que ya se olvidó de ti Nyaahahahah… Pero, por supuesto, cómo podría acordarse de un jugador de tan baja categoría como la tuya…” Rukawa ni siquiera se inmutaba con las estupideces que salían de esa boca. Era extraño, pero a pesar de no haberlas escuchado por meses, parecía como si fuese ayer que estaban peleando en la duela de la escuela por el balón.

 

“Cállate, tarado…”

 

Los insultos entre ellos se daban de manera natural. Los golpes y violencia física fueron algo que comenzó a desaparecer gradualmente, hasta que ya en el tercer año de preparatoria, las únicas instancias en la que rozaban el cuerpo, era por correr demasiado cerca en la cancha o por estar demasiado cerca en alguna jugada. Cosa que secretamente Rukawa agradeció, pues a pesar de su enorme fuerza, nadie podía negar que Sakuragi pateaba traseros cuando se trataba de peleas (no por nada fue el único que pudo hacerle frente a Tetsuo [19])

 

Después de caminar por unos minutos (en los que Hanamichi continuó despotricando contra el pelinegro), escucharon cerca de ellos un bocinazo. Kaede inmediatamente reconoció el auto de su madre, por lo que se encaminó hacia ella. El pelirrojo, a pesar de los alegatos e insultos, aun así partió junto al basquetbolista. Un pequeño automóvil azul se encontraba aparcado entre otro montón de vehículos; Rukawa se subió sin decir una palabra en el asiento delantero, mientras que Sakuragi se situó en los de atrás.

 

“¡Mamá Rukawa!” Kaede se estremeció involuntariamente al escuchar el sobrenombre que había elegido el pelirrojo para su madre. No había sido para nada divertido oírlo de esa ruidosa boca la primera vez; razón por la que el pelinegro le había pedido (exigido con golpe incluido) que dejasa de hacerlo, pero Hanamichi siendo Hanamichi, no hizo caso de las amenazas y continuó con el estúpido nombrecito. Su madre, por otro lado, parecía encantada con que un amigo de su hijo hiciera aparición, asique nunca mencionó nada respecto al tema. Ahora mismo, por ejemplo, simplemente rió y volteó hacia el alborotador chico.

 

“Sakuragi-kun, cuánto tiempo… ¡Pero mírate!, que guapo estás…”Mamá, no le des cuerda, pensó Kaede mientras suspiraba.

 

Hanamichi, rojo hasta las orejas por el halago, comenzó a reír con su escandalosa carcajada y, como siempre, a fanfarronear y presumir de sus supuestas habilidades de genio. Para el martirio del pelinegro, su madre parecía animar al pelirrojo para que hablara y continuara con su vomito de palabras, por lo que el viaje de ida a casa, no fue pasa nada placentero.

 

.

 

.

 

“¡Maldito Rukawa! ¡Ten más cuidado!” Alegó Hanamichi al recibir bruscamente unas mantas sobre su rostro.

 

Después de cenar todos en familia, incluido el padre de Rukawa (que milagrosamente había llegado temprano), los chicos decidieron ir a descansar. Ya era tarde y ambos no habían dormido demasiado.

 

Kaede, antes de ir al aeropuerto con su madre, había tenido clases y entrenamiento, por lo que su cuerpo ahora protestaba para reposar. Hanamichi, por otro lado, estaba ahora sufriendo las consecuencias de acumular el estrés y los nervios de los días anteriores. Sabía que debía llamar a su madre y a los chicos para hacerles saber sobre su llegada a salvo, pero también su cuerpo estaba llorando por apagarse unos momentos.

 

Por aquellas razones es que Sakuragi se encontraba curioseando ahora en el cuarto de invitados que se había preparado para él, y por la que Rukawa se había asomado para pasarle (tirarle con violencia) las frazadas de la cama. 

 

“Imbécil” Murmuró el pelinegro antes de partir hacia su propia habitación. Mañana sería un día pesado. Era sábado por lo que no tendría clases, pero aun así tenía entrenamiento en la tarde (como preparación para el partido que se acercaba el próximo miércoles), y en las mañanas él acostumbraba ir a jugar y practicar en la cancha pública cerca de su casa. Se supone que tendría que cargar con el grandísimo torpe por todos lados, pero él no era el niñero de nadie, asique sí Sakuragi quería ver o aprender algo...

 

Pues que él se las arregle...

 

Con ese último pensamiento, el llamado zorro se encaminó lentamente a su habitación, un poco desesperado por retomar el sueño.

 

Sakuragi, en cambio, se quedó sobre las mantas de su cama esperando por la somnolencia. Intentaba asimilar y hacerse la idea de que, primero, estaba por fin en Norteamérica: la casa dorada del baloncesto. Estaba aquí, después de casi tres años de soñarlo y desearlo con todas sus fuerzas; después de entrenar a diario y por horas, después de romperse la espalda en la universidad pública de Kanagawa para lograr una transferencia.

 

Bueno, es lógico… soy un genio después de todo… rió a viva voz antes de callar por un particular recuerdo que le vino a la mente; de una de esas tantas tardes que pasó con el gordito entrenando.

 

El profesor Anzai, a pesar de continuar con su profesión como entrenador del equipo de baloncesto de la escuela de Shohoku, se había abocado a Hanamichi y a sus crecientes habilidades. Cada tanto se reunían para que el profesor enseñara y entrenara especialmente al pelirrojo; detalle que Sakuragi no logró apreciar hasta hace poco, cuando se dio cuenta de que el viejo profesor no tenía ninguna obligación para con él, pero que aun así el antes denominado demonio de los cabellos blancos se tomaba sus buenas horas semanales para continuar entrenándole.

 

Fue en una de esas prácticas que Hanamichi, con la más pura confusión pintada en su rostro, le preguntó por ello:

 

“¿Por qué me estás entrenando, gordito? Si quieres jugar con este talentoso jugador sólo tienes que pedirlo Nyahahaha…” El profesor había reído junto con él, para después observarle con una sonrisa suave y casi tierna en su arrugado rostro. El pelirrojo le miró con la boca abierta y las facciones desconcertadas.

 

Por qué me está mirando así…

 

“¿Alguna vez te he hablado de Yazawa, Sakuragi?” Hanamichi gruñó un poco y le contestó bruscamente que sí.

 

A decir verdad, el profesor hace ya meses le había contado la historia de ese talentoso  jugador universitario, quien si hubiese sido más paciente, de seguro se hubiese convertido en el mejor basquetbolista de Japón. El pelirrojo, un poco cegado por la envidia en aquel entonces, no le había prestado mucha atención aquel relato, ahora, en cambio, un poco más maduro, un poco menos explosivo, y mucho más tolerante, se permitió escuchar la historia nuevamente, y no pudo evitar desear retroceder el tiempo para poder conocerle; para poder ver jugar a ese grandioso jugador que incluso dejó al profesor Anzai asombrado.

 

“Tu tienes mucho de él como jugador, Sakuragi…” Hanamichi le miró sorprendido por la aseveración. Un silencio expectante les envolvió, pero el pelirrojo no fue capaz de llenarlo con sus siempre presumidos y para nada agradables comentarios; su cerebro se detuvo paralizado. “… ambos son prodigios…” [20]

 

Prodigio… A decir verdad, en aquel momento no fue capaz de decir nada, principalmente porque no estaba muy seguro de qué significaba aquella palabra; no obstante cuando la buscó al llegar a casa (en la DRAE) se sonrojó del cuello hasta las orejas.

 

Alguien dadivoso… alguien extraordinario…

 

Muchos supondrían (por su escandalosa y vanidosa personalidad) que desde allí comenzó a gritarlo a los cuatro vientos o a publicarlo en televisión y en periódicos, pero la realidad fue distinta.

 

Esa palabra (esa maravillosa palabra) se quedó entre él y el gordito. Los entrenamientos entre ambos continuaron, por supuesto, y Sakuragi comenzó a albergar dentro sí un cariño especial, un calorcito extraño totalmente dedicado al anciano (no por nada habían compartido cumpleaños y festividades; hecho que Hanamichi refregaba en la cara de Mitsui siempre que podía). Él gordito era, después de todo, lo más cercano a un padre que había tenido en los últimos años.

 

Ya lo verás, gordito; este talentoso jugador te demostrará que yo soy incluso mejor que ese Yazawa… Riendo escandalosamente, cayó en cuenta que no había nadie a su alrededor que le golpeara en la nuca (lo que siempre hacía su madre cuando metía mucho ruido en la noche) o riera junto con él (como hacían los chicos de su Gundam)…

 

Cierto, estoy en la casa de ese apestoso zorro…

 

Quién hubiese adivinado que de todos los lugares de Norteamérica, el primer lugar al que arribaría sería la casa de ese pretencioso. Hanamichi comenzó a gruñir, pero inmediatamente se detuvo… Agh, no dejaré que ese maldito egoísta me arruine el viaje… Este genio vino a ver las universidades, y sólo eso haré… si en el camino compruebo que soy muuuchoo mejor que él y que le echen del equipo… ¡Bah! Pues será su culpa por no encontrarse al nivel de mis asombrosas habilidades… Nyahhahahaha… ¡siii!... estúpido zorro…

 

YO soy el prodigio, después de todo…

 

.

 

.

 


Continuará...

 

.

 

.

Notas finales:

¡¡¡Eso es todo!!!... LO SEEE... sé que casi no estoy diciendo nada, pero esperen!!, ya se viene la verdadera trama :).... en unos pocos días subiré el tercer cap...asiq tranqui...

Nos vemos luego :D!!

Al igual que el capitulo anterior, las aclaraciones:

[14] No sé como será en otros países, pero aquí en Chile, ella es una expresión popular que se refiere a la facilidad (casi rayando en desfachatez) de una persona al entrar o pasearse en casa o institución ajena.

[15] Como mencioné en el capítulo anterior, Sakuragi y Rukawa han crecido un centímetro.

[16] Aquí en Chile, es el nombre que reciben la tiendas que cambian dinero. Dólares por pesos, euros por dólares, viceversa y más.

[17] Expresión popular de mi país, para referirse al modo muuuuy cómodo de dormir.

[18] Para quienes no recuerdan, Shohoku perdió contra Kainan, y Sakuragi se corta su melena pelirroja culpándose, pues el punto que le dio la victoria al equipo de Maki, fue un pase erróneo de éste a un chico que, Sakuragi, creyó era gorila (Akagi)

[19] También para aquellos que no recuerdan, Hanamichi Sakuragi, fue el único capaz de hacerle frente al fiero luchador que llevó Mitsui al gimnasio cuando quería vengarse de Ryota. (Pelea entre los capítulos 24 y 25 del anime)

[20] No sé ustedes, pero yo siempre pensé que el “gordito” tenía una debilidad y favoritismo por nuestro pelirrojo; por ello, una de mis escenas favoritas y más conmovedoras de Slam Dunk, es aquella del manga, del Tomo 29, capítulo 252, páginas 18-19 y 20, cuando el gordito Anzai, luego de una jugada espacialmente extraordinaria de Hana, se coloca ambas en las cabeza y piensa: “Hey… Yazawa… lo viste?!... Hay un Prodigio aquí que puede superarte!!”...  N.d.A: Eso lo encuentro TwT horriblemente tiernooo


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