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Entre Libros y Estantes por HarukaChan

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
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Notas del fanfic:

*Todos los personajes del fanfic son creados por mí

 

*Si tienen algún consejo pueden dejar su review nwn eso va tanto para críticas positivas como negativas

 

*Es el primer fanfic que escribo, normalmente hago solo one shots.

 

*Espero les guste nwn

Notas del capitulo:

*Todos los personales son creados por mí nwn 

 

*Todas las críticas son bienvenidas~ 

 

*Espero poder leer sus review para saber que les ha parecido~ 

Ichiku se encontraba sentado en su estudio, escribiendo su tan esperado libro mientras recostada en sus piernas se encontraba una iguana albina de ojos rojos; su nombre era Ikki y era la mascota del joven escritor, también su compañero en toda esa loca “fama” que lo rodeaba. En esos momentos el chico tenía sus orbes naranjas fijos en la pantalla de la portátil. El sonido de la puerta del estudio lo molestó un poco y de inmediato guardó sus avances en el escrito para apagarlo. Al voltear se encontró con una joven de cabellos rojos hasta la cintura y unos ojos verde esmeralda, era su “manager” por así decirlo-

 

-Mm… ¿Qué ocurre Saki? –preguntó el escritor desde su silla, empezando a acariciar la cabeza de su querida mascota. Su voz era fría y seria pues le molestaba enormemente que lo interrumpieran cuando estaba concentrado en sus cosas. La iguana lo miró susurrándole un: “qué molestia” a lo cual el albino asintió. Su mascota no era un animal normal ni mucho menos, pero Ichiku tampoco era “normal” debido a sus ojos era capaz de ver espíritus desde niño lo que lo ayudaba mucho en su profesión.

La pelirroja lo miró y suspiró un poco, su “representado” parecía más el villano de una película pero en vez de un gato persa blanco tenía una iguana albina muy rara en su especie- te solicitan para investigar una casa, el propietario asegura que ocurren cosas muy extrañas y quieren que vayas para verificar. Si el caso es real quieren que contactes a alguien para que los ayude con su problema –aquella chica no parecía superar los veinticinco años, pero daba la impresión de ser una profesional.

“Ahora te creen caza fantasmas  Ichi” comentó totalmente tranquila la  iguana, sin moverse de la posición en la que ya se encontraba. Le era gracioso que su dueño tuviera que tratar con casos que no tenían nada que ver con lo que él hacía: escribir.

-Pues eso parece Ikki, pero bueno, está bien Saki iré ahora mismo. Tengo que seguir con mi libro, aunque cuando se trata de este tipo de peticiones es mejor no negarse, puedo sacarle provecho para mi próximo trabajo literario –dijo con total naturalidad, la pelirroja ya se había acostumbrado a ver al albino hablar con su mascota aunque ella no pudiera escucharlos.

-Muy bien, entonces les avisaré que vas en camino. Intenta no llamar la atención cuando salgas, sería una molestia que tus fans se enteraran del trabajo de medio tiempo que tienes –la joven se dirigió con calma hacia la sala para buscar el celular y devolverle la llamada al propietario que estaba encantado con la rápida respuesta que le había dado.

Ichiku se levantó, bajando primero a Ikki para dejarlo sobre el suelo- ¿Quieres ir? –le preguntó a su mascota para recibir una negación como respuesta, lo que hizo que el albino suspirara. Normalmente prefería salir en compañía de la iguana, pero tampoco lo obligaba a acompañarlo. Se dirigió a la sala para tomar sus lentes oscuros y su abrigo; en esa época hacía mucho frío en Inglaterra.

 

El albino se dispuso a salir de su departamento para dirigirse al ascensor y bajar hasta la planta baja, dónde se metió las manos en los bolsillos antes de salir del edificio. A pesar de que era invierno llevaba lentes de sol debido al color de sus orbes, prefería no ser criticado por ellos ni alabado pues para él aquel color había sido una maldición durante su infancia. Tomó el camino corto hacia la dirección que tenía anotada en su celular, pasando por un parque. Por un momento se distrajo y sintió el choque de algo duro contra él, al volver a voltear notó que era un chico de estatura baja. Tenía el cabello de color negro azulado y unos enormes orbes azul claro.

 

-Ten más cuidado, deberías ver por dónde vas –anunció el albino aun sabiendo que él iba distraído. Se rascó la nuca cuando el chico se le quedó mirando como si hubiese visto un fantasma, por lo que ladeó un poco el rostro frunciendo el ceño. Le parecía grosero que lo viera de esa forma tan “despectiva” a su parecer.

-¿eh…? Oh… sí… Disculpe no ha sido mi intención… -por un momento el pelinegro estaba dudando ¿Sería de verdad él?- e… ¿Eres Ichiku Ushiromi? –preguntó con algo de vergüenza, pues era un gran fan de los libros de ese albino. Puede nadie de allí se percatara, pero estaba seguro que esa actitud tan “arrogante” debía ser de su ídolo.

-Sí, lo soy. ¿Tienes algún asunto pendiente conmigo? –dijo con total desagrado, no era demasiado sociable e incluso con sus fans no mostraba ser comprensivo o siquiera amable.

El pequeño pelinegro negó rápidamente y no pudo evitar sonreírle, siempre había deseado conocer a su escritor favorito en persona, pero nunca hubiese imaginado que se lo encontraría en la calle- ¿eh? N…No, para nada. Soy un gran fan suyo –el chico sonrió ampliamente, era demasiado bueno para creerlo por las buenas.

-Mmm…-se acercó al pelinegro y se agachó levemente para poder mirarlo de frente, ciertamente tenía unos lindos rasgos y además parecía tener algo “interesante” a su parecer. El albino pensaba que si algo ocurría tenía que haber una razón detrás de ello por lo que sacó una tarjeta de su bolsillo y se la tendió- Ten, ahora estoy ocupado pero puedes ir a mi departamento en la noche. Hasta luego –en cuanto el chico la tomó no tardó en seguir su camino, sin darle tiempo para responder.

-¿Eh?... ¡¿Eh?! –el chico aún estaba en shock pero luego agitó su cabeza de lado a lado, aquello era demasiado genial para ser cierto aunque no negaría que el hombre que admiraba parecía tener un carácter horrible. Dejó escapar un suspiró y guardó la tarjeta en el bolsillo de su pantalón- Ichiku es increíble… -sus mejillas empezaron a teñirse de un color rosa pálido, había quedado enganchado con solo verlo.

 

El albino continuo caminando por el parque, observando de reojo como los niños y sus padres jugaban entre ellos, cosa que para él era extraña.  La brisa fría soplaba empezaba a hacerse más  fuerte, ocasionando que el escritor metiera las manos en los bolsillos de su abrigo. Luego de unos minutos llegó a una mansión de dos pisos, el terreno estaba rodeado por una cerca de mármol acompañando el estilo griego de aquel hogar. No tardó en tocar el timbre qué resonó tanto afuera como adentro.

 

Ichiku se cruzó de brazos, suspirando un poco pues debía mentalizarse para poder actuar de manera “profesional”, mostrándose medianamente amable. Un hombre de unos 40 años le abrió la puerta, por la ropa que éste llevaba parecía ser el mayordomo de la casa qué al abrir la reja lo recibió con un: “Buenos días señor Ushiromi, el señor Reisha lo está esperando. Por favor acompáñeme”- Buenos días. Sí, ya lo sigo –el mayordomo avanzó y el escritor caminó detrás de él con total tranquilidad e indiferencia. Al entrar a la casa pudo notar que estaba llena de cuadros antiguos y estatuas de diferentes materiales. Fue guiado a través de un pasillo hasta una pequeña sala, dónde un señor canoso lo esperaba sentado en el sillón.

El anciano se levantó con una sonrisa amable, se notaba que cargaba con las experiencias de muchos años- Me alegra que haya contestado a mi petición tan rápido, ¿se le ofrece un poco de té? Quisiera contarle sobre las cosas ocurridas durante estos días en la casa –anunció el hombre, teniendo un asentimiento como respuesta del albino, por lo que le hizo una seña al mayordomo y éste se retiró a la cocina.

Pronto el joven escritor tomó asiento, justo después que lo hiciera el mayor, para poder discutir sobre las situaciones que lo habían llevado hasta aquel lugar- Bueno señor Reisha, cuénteme sobre lo que ha ocasionado que usted me llame aquí –el albino en ningún momento se quitó las gafas, pues Saki se encargaba de informarle a los clientes que él no se las quitaba hasta el momento que fuese necesario realizar el “chequeo” de la propiedad.

Antes de contestar el anciano se frotó suavemente el tabique de su nariz, como si la montura de sus anteojos le estuviera molestando un poco. Dejó escapar un suave suspiro- entenderá que no es fácil para un hombre hablar de éste tipo de cosas, pero… Creo que usted es mi última opción para no abandonar esta casa. Sé que solo hace el análisis de la situación, pero sé que conoce personas expertas en el área de lo sobrenatural –vio como el joven volvía a asentir y recordó que se estaba alejando del tema principal- Todo comenzó con sonidos de pasos que se escuchaban por toda la casa, después golpes… Cuadros  y esculturas que se caen de forma extraña…Ha sido bastante horrible.

El albino se quedó pensativo, analizando cada una de las palabras del anciano mientras con total tranquilidad se quitaba las gafas de sol, dejando ver su particular color de ojos naranja- Por el tipo de cosas parece que estamos ante el espíritu de un niño, normalmente hacen bromas por lo que las pisadas es algo que no concuerda, pero para asegurarme quisiera que me diera un recorrido –comentó en voz totalmente serena, estaba acostumbrado a hacer esas cosas.

-Muy bien… Entonces el té lo dejaremos para cuando terminemos –el señor Reisha no tardó en levantarse de su asiento y esperó a que Ichiku también lo hiciera antes de empezar a caminar hacia una de las puertas que daba hacia el pasillo. El anciano se notaba algo tenso, después de todo quería mantener aquel incidente como algo confidencial.

-Lléveme por los lugares donde haya más actividad paranormal, cuando regresemos a la sala le explicaré con calma la conclusión a la que llegue –vio como el propietario asentía y se dispuso a seguirlo, primero pasaron por los pasillos donde se escucharon los pasos. No podía dejar de ver las huellas en las paredes visibles solo para él. Se tensó un poco pues era obvio que allí había algo, aunque se iba a guardar sus comentarios para el final.

 

El recorrido continúo por varios lugares de la mansión, incluso por aquellos donde no había ocurrido nada todavía pero qué a petición del albino, debían ser examinados, eso incluyendo el enorme jardín. Durante el recorrido no había ocurrido nada fuera de lo normal, pero ya el escritor sabía a qué se debía y no estaba preocupado en ningún sentido, sencillamente había llegado a la conclusión de que los espíritus que habitaban en ese hogar no eran malignos, por lo que un exorcismo y unas cuantas oraciones servirían. Cuando por fin regresaron a la sala, ambos se sentaron para que el escritor diera su opinión.

 

-A continuación le explicaré lo que vi… Efectivamente usted tiene fantasmas viviendo aquí, para ser más específico hay dos en especial que son los que han estado  manifestándose a través de los poltergeist, es decir, fenómenos paranormales como ruidos, objetos en movimiento e incluso apariciones. La buena noticia es que ninguno de los espíritus es maligno, por lo que hoy mismo me pondré en contacto con un amigo para que venga mañana en la mañana –anunció con total tranquilidad, estaba seguro que al dueño no le importaba quiénes eran los entes que allí rondaban, pero a él si le importaban de cierta manera.

-¡Oh! Eso es maravilloso, muchas gracias joven Ichiku… No sabe cuánto le agradezco que haya venido –el anciano obviamente era sincero y realmente le parecía impresionante la rapidez con la que aquel joven albino había dado con el problema. El mayordomo no tardó en servirles el té, por lo que cuando el joven escritor empezó a beberlo sonrió- espero que sea de su agrado…

-¿Eh? Pues sí, está muy bueno… El té negro no es muy común aquí –comentó el joven antes de dedicarse a beber el té con calma, cuando terminó dejó la taza sobre la mesa antes de volver a colocarse las gafas de sol. Ciertamente aquel trabajo lo beneficiaría en un futuro- Debo retirarme, señor Reisha, ha sido todo un placer ayudarle –el mayordomo lo escoltó hasta la salida, después de que el anciano se hubiese despedido.

 

Ichiku no tardó en avisarle a Saki de la situación y de inmediato le pidió que contactara con un sacerdote para que fuera a la casa a lo cual ella accedió con total calma. Iba a pedírselo a un antiguo compañero que trabajaba con él en ese tipo de casos, pero decidió que no era necesario molestarlo por espíritus pacíficos. El albino disfrutaba de caminar cuando no eran distancia demasiado largas, le agradaba sentir la suave brisa acariciar su cabello y su rostro. No tardó más que unos 20 minutos en llegar a su departamento, al cual entró con total indiferencia, hasta que su mascota lo recibió.

 

-Has tardado mucho Ichi, me muero de hambre. Saki olvidó ponerme comida de nuevo –anunció la iguana desde el suelo y con la cabeza levantada hacia su amo. Tenía el ceño muy levemente fruncido pues no le agradaba tener que esperar para alimentarse.

-¿Eh? ¿Otra vez? Lo siento Ikki, ya voy a darte comida –con calma el albino guindo el abrigo y se quitó los lentes con cuidado, para dirigirse a la cocina. No tardó en servirle verduras frescas en un plato para perros a su mascota, poco después se sentó en una de las sillas del comedor, sin quiarle la vista de encima a Ikki- En un rato debe venir un chico con el que me cruce… Tenía algo muy interesante…

La iguana se había dispuesto a comer con total normalidad, dando varios movimientos de cabeza para tragar la lechuga y las zanahorias. No podía quejarse de nada, pues vivía como si fuese un “rey”- Mmm… Por interesante imagino que debes referirte a que podría servirte como asistente ¿no? –miró de reojo a su amo, para continuar comiendo con tranquilidad.

-Pues estás en lo correcto, pero depende… Si es capaz de escucharte hablar entonces no hay que ni pensarlo, sino, es que mi vista me ha engañado por completo –comentó con una leve sonrisa, sabiendo que sus presentimientos casi nunca fallaban. El ruido del timbre lo alertó y miró de reojo a su mascota: “te lo dije” susurró el albino, antes de levantarse y caminar hacia la entrada, abriendo la puerta con calma- Parece que no eres tan tonto como pareces, no te perdiste.

-¿eh? –el pequeño pelinegro frunció el ceño ¿a qué venía eso?- pues no, es realmente fácil llegar –miró que el albino le daba paso y no tardó en entrar, observando todo con total curiosidad, después de todo estaba en el departamento de su escritor favorito- por cierto… ¿Por qué me invitaste a venir? Según he oído sueles ser muy… Mm… ¿Territorial?... Bueno no creo que esa sea la palabra adecuada…

-Porque estoy buscando un asistente y vi algo en ti que me interesó, eso es todo. Y pues, no cualquiera puede entrar a mi hogar –No tardó en caminar hacia la sala con total tranquilidad, el pelinegro parecía no haberse sorprendido por el color de sus orbes por lo que ya sabía que había tomado una decisión interesante. Se sentó con tranquilidad mientras se estiraba un poco.

-¿Eh? ¿Yo? –se sorprendió bastante ante ello, pues nunca en su vida se había considerado alguien interesante. Nunca lo habían llamado de esa manera y que la primera persona que se lo dijera fuese el albino le daba mucha felicidad. Se sonrojó un poco y asintió suavemente- No tengo ningún problema en serlo, en realidad estaba buscando un trabajo a medio tiempo… ¡Oh! Lo había olvidado completamente, soy Alexander Marker, puedes llamarme Alex –se rascó levemente la nuca, pues había olvidado por completo que debía presentarse.

El albino sencillamente suspiró, aquel joven tenía más energía de la que pensaba- Aún no he decidido que serás tú, todo depende de la prueba que te haré en unos minutos. Cuéntame algo de ti Alex, estoy seguro que ya sabes bastante de mí –sabía perfectamente que debía esperar un poco a que Ikki terminará de comer y descansara un poco para moverse nuevamente.

-Está bien… -estaba algo ansioso pues no sabía qué clase de prueba le iba a dar el albino para poder convertirse en su asistente, aunque seguramente no sería nada fácil. Pensó  un poco en las palabras del escritor y empezó a preguntarse si éste lo veía como uno de esos fans acosadores, lo que hizo que dejara escapar un suspiro- tengo 18 años, me gradúe de la universidad hace un mes pues tengo memoria fotográfica… -No estaba seguro de sí eso era de ayuda, pero quería decir lo más importante- actualmente estoy buscando un trabajo de medio tiempo mientras hago las prácticas de filosofía…

-Mm… Bueno eso es interesante, no conozco muchas personas con ese don, pero ser inteligente no es la gran cosa. Los seres humanos somos así, no tiene caso el tener un don que no se utilice de la manera correcta –anunció con calma y suspiró un poco al escuchar un: “estoy listo” desde la otra habitación. La iguana se acercaba hacia el albino, no sin antes darle un vistazo de reojo al pelinegro a su lado que parecía estar perplejo.

El pequeño pelinegro bajó la mirada para ver al reptil- ¡¿Eh?! ¡¿Acaba de hablar, verdad?! –se levantó de repente, apuntando a la iguana como de si esperara que le afirmaran que no estaba loco.

-Has silencio, acabo de comer y no me gusta la gente escandalosa –le recriminó la iguana mientras era alzada por su amo y depositada en las piernas de éste- parece que no te equivocaste Ichi… Él realmente puede escucharme, esto es muy raro… -comentó mientras movía su serpenteante cola de un lado a otro.

-Ya lo escuchaste, siéntate –el albino tenía una sonrisa arrogante en su rostro, pues como había predicho ese joven pelinegro tenía algo especial. Cuando éste se sentó el albino asintió como dándole a entender que estaba de acuerdo- muy bien, has pasado la prueba a partir de ahora serás mi asistente. Te pagaré lo mismo que a mi manager así que firma esto –de entre los cojines del sillón sacó un papel qué efectivamente era el contrato y lo dejó sobre la mesa- tomate el tiempo de leerlo y luego firma.

El joven no entendía nada de lo que estaba ocurriendo ¿por qué esa iguana estaba hablando? ¿Y por qué el albino la trataba con tanta amabilidad? Cuando el contrato estuvo sobre la mesa suspiró levemente y lo tomó para dedicarse a leerlo con total calma. No era la gran cosa, pero había una regla resaltada con un marcador negro: “Lo que ocurra cuando estés a mi servicio debe ser totalmente confidencial (sí la regla es rota, no me hago responsable por lo que ocurra)”. Le pareció un poco raro, pero de inmediato sacó su bolígrafo y firmó el contrato- está listo, pero creo que antes debes explicarme algunas cosas.

-¿Qué eres demasiado pequeño para tu edad? –comentó la iguana mientras lo miraba, parecía más un niño de 16 qué uno de 18 pero sabía que los humanos tenían un metabolismo diferente al de los reptiles como él- Yo soy Ikki y soy la mascota de Ichi, tengo 25 años y fui rescatada por él de un laboratorio. Vio cómo el pelinegro fruncía el ceño, seguramente su comentario le había molestado.

-Te anuncio que empezarás mañana, luego de que salgas de clases puedes venir aquí. Ya escuchaste a Ikki, así que no tendré la necesidad de presentarlos. Tú trabajo consiste en ayudarme a hacer lo que te pida, independientemente de lo que sea. Algunas veces debo hacer trabajo de campo y eso significa ir a lugares embrujados o dónde las personas piensan que habitan espíritus, claro está que esto debe quedar entre nosotros –explicó el albino antes de bajar a  su mascota y señalar a la puerta, para levantarse. Es todo por hoy…

-Está bien, estoy ansioso por trabajar contigo –anunció el pelinegro, antes de levantarse y caminar junto al albino hasta la puerta. Estaba seguro que iba a ser muy duro, tomando en cuenta la personalidad tan difícil que tenía el escritor y a eso tendría que sumarle la actitud de su insoportable mascota, ¿cómo se atrevía a decirle pequeño? Aún le faltaba crecer, eso era todo.

-Lo sé, no todos los fans tienen una oportunidad como está pero tú te la has ganado por ser especial, eso es todo… -abrió la puerta para dejar salir al pequeño pelinegro y éste bajó la mirada, como si hubiese dicho algo malo- Mm… -el ojiazul lo miró y el albino sin mostrar ninguna emoción se agachó, besando sus labios suavemente, para después relamerse- Mm… Creo que ahora me agradas más –recibió un empujón por parte del menor qué no tardó en salir corriendo.

-¿Quieres que renuncie tan pronto? –preguntó la iguana desde el piso, a lo que recibió un: “claro que no, puedo asegurarte que vendrá mañana”. Aquel tono arrogante de su amo lo tenía sin cuidado, a veces podía ser demasiado caprichoso con lo que quería- Si tú lo dices, aunque de igual manera si sigues de esa manera no aguantará mucho como asistente.

-Eso lo veremos Ikki… -sonrió ladinamente mientras cerraba la puerta y se agachaba a recoger a su querida mascota con suavidad. No podía negar que su atracción por las cosas interesante lo hacía perder la razón a veces, pero aquello lo había hecho con total intención- Vamos a tomar un baño Ikki, estoy cansado

 

Ichiku se retiró a su habitación junto con Ikki, sin preocuparse de las consecuencias que podrían ocasionar sus acciones. Entre tanto el pelinegro caminaba con las manos en los bolsillos de su abrigo marrón, tenía la mirada baja y estaba sonrojado, era evidente que aquello lo había tomado desprevenido en muchas formas. ¿Acaso el albino había pensado en sus sentimientos? Porque a su parecer era obvio que lo había hecho por puro capricho y eso lo hacía sentir de cierta forma preocupado. ¿Cómo podría trabajar con alguien que hacía lo que le daba la gana, cuando le daba la gana y sin importarle la opinión de los demás? Iba a ser demasiado complicado para él, pero no podía rendirse sin ni siquiera intentarlo.

 

-Es la oportunidad que he estado esperando desde hace mucho tiempo… Tal vez nunca vuelva a ocurrir, sin embargo sería un problema que yo me dejará llevar por este tipo de cosas… -susurró el pequeño pelinegro mientras se tocaba los labios con dos de sus dedos, de cierta manera podía sentir algo de calidez en aquel beso. Dejó escapar un suspiro, parecía haberse metido en la boca del lobo y no tenía la intención de escaparse…

 

Un encuentro inevitable podría traer cosas tanto malas como buenas, pero para Ichiku el encuentro con aquel pequeño pelinegro era el comienzo de algo muy interesante. ¿Sería capaz Alex de atravesar la coraza del albino y volverse alguien importante para él? ¿O terminaría huyendo al verse abrumado por la poderosa personalidad del ojinaranja y su mascota? Era algo que nadie podía predecir, pero inevitablemente aquella relación determinaría un punto importante en la vida de ambos… Después de todo el conjunto de situaciones que ocurrían durante la vida de una persona podían moldear una personalidad o incluso definir a una persona… En este caso ¿Qué ocurriría?...

 

 

 

 

Notas finales:

*Si tienen alguna sugerencia pueden hacerla nwn 

 

*Gracias por leer~ 


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