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God, why are you unfair? por Andorea

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Notas del capitulo:

 

 H

God, Why are you unfair?

Autor: Andorea

Rating: T

Todo nombre y personaje a sido inventado, casualidades con la realidad solo son eso, casualidades.

 

El frío le llenaba todo el cuerpo,  él y su primogénita había ido a un lugar cubierto por una extensa y –al parecer- capa de nieve; cerca de una carretera y una arboleda, no sabría con exactitud en que parte estaba. Aun así,  le emocionaba la idea de jugar con ella, de hecho podría decir que era la primera vez que podía ver tal maravilla de paisaje, le agradaba el pensamiento que sostenía en ese tris.

Su madre y él seguro que se divertían, desde que su papá no quiso estar más con ella se había vuelto  distante con él. Al parecer todo estaba resuelto, ¿habían venido aquí a jugar cierto? ¿Eso se hacía en la nieve, cierto? Las películas americanas que había visto en televisión mostraban eso.

 Sin embargo… él ya no sabía cuánto tiempo estar ahí, no era como lo había imaginado, pero en lo único que abarcaba en su mente era que su mamá no tardaba en llegar y tenía que esperarla tal y como le había indicado.

Dakota, tú eres un buen niño, tienes que esperarme aquí, no te tienes que mover hasta que venga, si no lo haces, no te querré más, no me tienes que seguir ¿vale? Confío en ti, se buen niño.- tenía presente la voz de su madre en su cabeza, el tenía que obedecer, a sus cortos seis años  le habían enseñado que si desobedecía pasarían cosas malas.

En que ya había tardado.

No, él esperaría, el tenía que esperar…

La nieve empezó a caer con más fuerza, sus piernas titiritaban, la gruesa ropa de invierno no era lo suficientemente gruesa para que le calentara.

-Hey…- Volteó a ver quien pertenecía a ese extraño acento- Hace frío ¿no quieres venir con nosotros a un lugar más calientito?- un niño mayor que él, seguramente uno o dos años de diferencia, su cabello era de un castaño cenizo, sus grandes ojos de color gris.

-N-No p-puedo- dijo entre tartamudeos gracias al frío.

-Pero te vas a congelar aquí.

-M-Mi mamá n-no t-tarda en llegar-gar.

- Hm… ¿pero no llevas un buen rato aquí?- preguntó

-N-No s-sé-

-¡Nathan, come here, now! -Una voz femenina gritaba a lo lejos, no reconoció exactamente qué idioma estaba hablando, pero si alcanzo a mirarla a la mujer a distancia.

-Me tengo que ir, al parecer ya nos vamos de nuevo a casa, ¿segura que no quieres venir con nosotros?- Dakota negó con su cabeza.

El de ojos grises ante la atenta mirada del otro, se comenzó a quitar la bufanda roja que traía consigo y se la fue colocando en el cuello.

-Que llegue pronto tu mamá, Merry Christmas pretty bunny! - le dijo para después salir corriendo hacía dirección de un automóvil color azul.

Dakota se despidió con su mano alzada, se acomodó bien la bufanda recién obsequiada, le ayudó a calentarse un poco más.

El auto dónde el niño venía ya se había ido, a él le gruñó el estómago. Tenía hambre.

No podía buscar comida, tenía que esperar.

Esperó.

Esperó.

Esperó.

¿Por qué su madre no venía?

El cielo comenzaba a tornarse oscuro, un fuerte dolor de cabeza le invadió, era el no haber comido, seguro.

Sacó una de sus manos de una de sus bolsas de su chamarra, por accidente se le cayó una moneda.

Se agachó a recogerla y al momento de levantarse, un fuerte mareo se le presentó, cayó, por una extraña causa, no se podía levantar, no sentía sus piernas, ni sus brazos. Estaba completamente entumecido.

La nieve seguía cayendo, la desesperación llenó al pequeño, no podía salir de ahí, se sentía cómo una tortuga sobre su caparazón. Tenía miedo, cada vez la capa de nieve que caía sobre sí se volvía más gruesa, la respiración se le estaba cortando, pánico, pedía por que alguien viniese y le sacara de ahí.

-Ayuda- pensaba fuertemente.

Trató de estirar sus piernas, no pudo, como milagro pudo estirar su brazo izquierdo, trató de quitar la nieve pero la inconsciencia le llenó. No le fue mucha la diferencia  de estar atrapado a no estar consiente, era igual. Oscuro.

Negro.

Él ya no podía hacer nada.

Pasos gruesos venían a su auxilio, habían visto un guante purpura sobresalir de todo el camino blanco. La dichosa persona pensaba lo peor, no se equivoco mucho, tomó el  cuerpo pequeño del niño, su castaño cabello estaba lleno de nieve, sacudió un poco y salió disparado hacía con otra persona.

*~-.-.-.-.-(|.|.|)-.-.-.-.-~*-.-.-.-.-(|.|.|)-.-.-.-.-~*

 

Se sentía en movimiento, posiblemente en un auto, podría confirmarlo pero sus párpados se sentían pesados para poder abrirlos, estaba más calientito, eso era seguro. Se sentía más ligero.

-¡A quién se le ocurre abandonar a semejante criatura! Noah, eso es crueldad, ¿qué vamos hacer?-  escuchaba la voz de un hombre, no era una voz más bien suave, acunante, ante todo eso se escuchaba enojado.

- Chris, No sé, por el momento hay que llevarlo a nuestra casa y después a un…-

-¡Jamás! No quiero dejarlo a su suerte, y-yo no quiero…-

Trató de moverse, pero sus extremidades le dolían.

-Ah- salió de sus labios, apenas audible, abrió los ojos lentamente y vio un par de miradas sobre él.

Se sintió nervioso ante la atenta mirada de ambos, se había detenido. Sí, confirmo sus sospechas, estaba en un auto.

El chico del copiloto se cambió de asiento, justo a su lado y el auto continúo su andar.

-Cariño, ¿te duele algo?- la sonrisa que  el mayor le daba era amistosa.- No te haré nada ¿vale?

Sus ojos eran algo similares a los suyos solo que los del mayor eran más verdes, eran como turquesa mientras los suyos eran azules apenas rozando ese color. Un azul muy suave a comparación del chispeante azul del mayor.

Trató de hablar pero no podía, así que con mucho esfuerzo apunto a sus piernas y brazos.

-Iremos con un médico para que te revise ¿cómo te llamas amor?-

Trató de hablar otra vez, pero simplemente el sonido de su boca no salía, bajó la mirada al no poder.

-Ah, perdón, no te quería hacer sentir mal, ¿eres mudo  cariño?- preguntó sin dejar de sonreír.

Sabía que significaba eso, negó con la cabeza, la sonrisa del muchacho comenzó hacerse pequeña.

-¿Tú garganta te duele?- apuntó a su cuello señalando la parte.

Puso su mano en la parte mencionada, trato de hablar pero no, no sentía ningún dolor, negó con la cabeza.

La curva del marco avainillado del muchacho se hizo una línea plana por un momento para después curvarse animadamente.

-Pequeño, yo soy una persona que ayuda a los niños como tú, me gustan que los niños sonrían y sean felices  ¿pasó algo, cierto? No te voy hacer nada, pero me gustaría que contestes mis preguntas- dijo- ¿Podrías responderlas, por favor?

Afirmó

-Muchas gracias amor,  ¿Tus papás te hicieron algo?-

Negó con la cabeza.

-Nadie va saber nada, solo será entre nosotros dos, repito ¿tus papás te hicieron algo?- volvió a preguntar

Volvió a negar.

-Vale, ¿Sabes dónde están tus papis cariño?-

Negó.

-Gracias cariño, eres un buen niño por contestar mis preguntas, más tarde continuaremos ¿si?-

Negó.

-¿Qué cosa pequeño? Qué no, ¿no te gusta que te pregunte?- preguntó un poco intranquilo

Comenzó a lagrimear ante la atenta mirada del joven.

-Creo que se refiere a lo que dijiste antes de eso- dijo el conductor, tenía la voz más gruesa pero sin llegar a ser terrorífica. El oji turquesa meditó un poco.

- Te refieres a ser un niño bueno ¿Es eso mi amor? Tú eres un niño bueno ¿por qué no lo serías?-

Negó, llorando más desmesuradamente, sintió un par de brazos tomarle.

-Sh, duerme necesitas descansar, ¿hablaremos sobre eso después, vale? Por ahora descansa.-

Comenzó a acunarle entre sus brazos, sentía los latidos del corazón del chico, no sabía como pero comenzaba a dormirse ante el arrullo.

-Tengo miedo saber lo que le han metido a la cabeza a este niño- era la voz del oji turquesa.

- Veremos más detalladamente en casa ¿sí? Cálmate un poco, no quiero que te exasperes en este día- dijo el mayor aparentemente- no hagas eso, sabes que soy débil ante eso-

Le miraba por el espejo retrovisor, un divertido puchero estaba en la cara del otro chico.

-A callar.

El mayor sonrió burlonamente. Esperaba llegar a casa, seguro les estaban esperando. La navidad era una fecha en dónde el solía reunirse con Chris y su familia, por razones personales no lo hacía con la propia, no por qué no quería simplemente no era muy bien recibido que digamos.

Una de esas razones tenía nombre y apellido.

Christopher Sandoval.

Él era su actual pareja y la que había mantenido por los últimos seis meses y se había forjado por una amistad de once años –en que los primeros de estos llegaron a odiarse, en que ¿del odio al amor solo hay un paso, no?-

Su mirada de un  color turquesa  llena de locura y dulzura lo tenía loco. Últimamente había cogido el hábito de acariciarle los semi rojizos cabellos que poseía, un hermoso color caoba que sin duda era envidiable, pero no solo era su aspecto si no su actitud, la ternura que desprendía cuando tenía niños alrededor, lo ponía celoso, la hiperactividad que presentaba cuando le gustaba algo, todo, no había algo que no le gustara de él, tenía por seguro que se había ganado la mejor joya.

Pero había algo que comenzaba a preocuparle, la fascinación de los niños que el peli caoba mantenía era un arma de doble filo, qué pasaría cuándo el quisiera tener hijos, no podía estar robándole el tiempo a todos los niños del vecindario y a sus familiares. Temía que le abandonase y le dejase por una mujer.

Si eso llegara a pasar, el estaría perdido, no era lo suficientemente atractivo para atraer otra persona, en que nunca lo haría, estaba locamente enamorado de su chico para estar con otra persona, aún así no se consideraba atractivo empezando por la parte mestiza que poseía, los ojos oscuros semi rasgados de su padre le habían sido heredados, junto con el cabello azabache de su madre, lo hacía ver anticuado, uno más del montón. Agradecía que Christopher fuese su pareja.

Christopher, no sabía que haría sin él, el incluso mataría por él.

En qué ahora, valla sorpresa se había llevado al hacer las compras, durante el trayecto de regreso a Chris le habían entrado ganas de ir al baño, al parecer no podría soportar por más tiempo y no tuvo de otra que parar ahí mismo.

Bajó del vehículo rápidamente y fue tras unos arbustos algo lejos.

No pasaron más de cinco minutos para que estuviera de vuelta, el frío le había espantado las ganas, estaba apunto de regañarle  por haberle obligado a detenerse. Pero  si es que su vista no le engañaba su atención se enfocaba  en algo pequeño.

Purpura, un guante ¿una persona?

-Hay alguien enterrado en la nieve- soltó sin meditar, apenas parpadeo cuando miraba a su chico correr hacía esa dirección, y si, un niño.

-Gracias al cielo, él esta vivo- dijo entre bocanadas

-Mételo al auto, adentro esta más caliente- Con cuidado deposito al niño en el asiento, le colocó el cinto de seguridad, cerró la puerta y se le quedó viendo un par de segundos, para después ir a la parte del copiloto, el regresó a su lugar y partió.

Sabía que significaba esa mirada y lo que llevaba consigo, al parecer el pequeño estaría con ellos todo ese día.

Posiblemente, posiblemente. Tener de  novio al peli caoba era tener muchas sorpresas.

 

 

FIN DEL PRÓLOGO.

 

Notas finales:

Bueno, este fue mi primer fic en sección de originales, aún no estoy muy segura del resultado, espero su opinión n.n

Se acepta de todo ~~

¡Gracias por leer!


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