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Invisible por Vincent Galicia

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Notas del fanfic:

Como ya dije es un futuro alternativo, los personajes no me pertenecen pero agradezco a Shungiku Nakamura por crearlos jaja.

Notas del capitulo:

Ya escribí mucho jaja, disfruten.

 <<No me importa ser invisible si así puedo estar junto a ti. >> Fue lo que pensé en aquel momento en que, nuevamente, no deseabas verme más, hemos sido tan egoístas que simplemente terminamos por hartarnos el uno del otro ¿No?

 

Hiroki se dejó caer en su silla dentro de la oficina que correspondía a su materia, por primera vez en el día su ceño parecía el de una persona normal, sin presión, sin fruncir… se sentía relajado, aunque no podría decir el motivo. Dejó que su espalda se acomodará en el respaldo de la cómoda silla y permitió a su cabeza caer sin defensa hacía atrás. Hacía mucho tiempo que no se relajaba, demasiado tiempo, nueve meses para ser preciso.

Ahora podía recordar aquellos ojos azules pertenecientes a su antiguo amante sin derramar una sola lágrima. Se podría decir que había llegado a un punto de confort en donde los recuerdos le hacían tanto daño como una mosca posándose en la ventana frente a él.

No diría por ningún motivo que había dejado de amarlo, eso no era posible, seis años juntos no se tirarían a la basura así de fácil, los “te quiero”, los besos, las caricias, incluso los libros, ya no eran lo mismo a pesar de ser su pasión. Ahora se sentía con el valor de gritar en todo lo alto que amaba a Nowaki, pero, era demasiado tarde y lo sabía, se haría responsable por su falta de interés en el momento y por su egoísmo sin fin, ahora, tendría que cargar con la tortura de no verlo, aunque eso era preferible a verlo con alguien más.

 

-            Éramos novios – dijo en voz alta sabiéndose a solas, cerró los ojos y en la oscuridad de su mente apareció aquel rostro – siempre esperando que regresará directamente a mí – una sonrisa melancólica se dibujó en su rostro – era lógico que un día se cansaría de ello ¿no?

-            Pues vaya que sí – la voz de You se dejó escuchar desde la puerta de la oficina. Hiroki se incorporó de manera precipitada haciendo caer algunos papeles de su escritorio, el castaño no daba crédito al maldito momento en que había entrado – de hecho es muy lógico – pronuncio dejando escapar un hilillo de humo desde los labios.

-            ¿Qué demonios hace aquí profesor?

-            Compartimos oficina ¿lo olvidas? – el humo del cigarro invadía una pequeña área alrededor del alto profesor.

-            Me refiero a que a esta hora tiene clase ¿No? – el ceño de Hiroki había vuelto a su habitual estado - ¿acaso se está saltando las horas? – el castaño llevo sus dedos por instinto a las cienes y comenzó a masajear ligeramente.

-            Ah eso, olvide los exámenes – Miyagi mostró una hermosa sonrisa – regreso en un rato “honey”.

 

El castaño se había acostumbrado a las extrañezas de su compañero de oficina, todos los días sonriente, excepto aquellos en los que el joven Shinobu hacía algún desfiguro, días que de verdad disfrutaba. Hiroki relajo los hombros y dejó escapar un ligero suspiro, se acuclillo y recogió los escasos papeles que habían caído. Se permitió mirar por la ventana y sonrió al ver el cielo, tenía ese toque, esos colores: verde, azul y blanco, sonrió para sí y tomo su teléfono móvil, en la pantalla apareció un nombre que hizo que sus ojos parecieran felices: Usami Akihiko, marco y coloco el móvil entre la mejilla y el hombro manteniendo sus manos ocupadas en arreglar los papeles. Del otro lado del móvil el tono común de espera dejo paso a una voz profunda y hermosa.

 

-            ¿Hiroki? – la voz de Usami, sutil como siempre, parecía recelosa.

-            Ah… – titubeo un momento como si hubiera olvidado para que llamaba – Akihiko, disculpa… ¿te molesto?

-            No – algunos ruidos de parte de su interlocutor le dijeron lo contrario, se escuchaba que algunas cosas habían caído al suelo – maldición.

-            ¿Akihiko? – Hiroki dejo los papeles a un lado y tomo el móvil en sus manos - ¿Está todo bien?

-            Si, lo lamento, algunas cosas resbalaron ¿vendrás?

-            Claro que sí – una amplia sonrisa se dibujó en su rostro – ¿no hay problema con la hora?

-            No, aquí te espero – la voz del escritor titubeo un momento – bueno… te dejo debo arreglar aún algunas cosas.

-            Bien, nos vemos en unas horas.

 

Kamijou cerró su móvil y se dispuso a guardar las cosas que no usaría en su siguiente clase, dejando fuera únicamente un libro de literatura clásica universal y una pequeña caja donde guardaba los gises. Se acomodó la camisa, la corbata, pretendió arreglar su cabello y salió de la oficina con el libro y la caja en las manos, el pasillo estaba libre, aún no llegaba el cambio de clase, pero prefería llegar temprano y evitar el tráfico de alumnos y personal. Llego al aula donde impartiría su última clase del día, en el interior aún se encontraban enrollados en una discusión sobre las diferencias de la literatura japonesa, se recargo ligeramente a un lado del marco de la puerta y cruzo los brazos a la espera del termino de clase. Parecía divertido al escuchar los argumentos tan bajos de su colega y a la par la de los alumnos, pero no se entrometería, sólo faltaban algunos minutos.

 

-            ¿Hiroki-sensei? – una voz dulce lo saco de sus pensamientos.

-            ¿Ah? – giro la vista hacía su derecha para encontrarse con el terror de sus clases, su entrecejo se frunció aún más – Kamijou-sensei… Kamijou – insistió en su apellido, el joven que lo había llamado era uno de sus estudiantes ¿su nombre?... Su nombre era Haruka Arikawa <<el nombre de una chica para un chico encantador sólo por fuera>> Hiroki se había empeñado con aquel chico, lo detestaba completamente, desde su dulce sonrisa hasta sus hermosos ojos verdes, era un caos contrastante con su cabello azabache y su piel morena.

-            Ya salen del aula Hiro-sensei – la mirada de Haruka estaba perdida mientras caminaba al interior del aula.

-            Tsh… - << ¿Hiro-sensei? ¿quién se cree? ¿quién le dio esas libertades? >> El ceño de Hiroki ahora estaba aún más fruncido.

 

Hiroki camino directamente al escritorio y colocó el libro con delicadeza en la superficie, del bolsillo de su camisa saco unos lentes de armazón delicado, se los acomodo y procedió a sentarse tras el escritorio, cuando levanto la mirada Haruka se había colocado justo frente a él y le sostenía la mirada como si deseará preguntar algo, para desgracia del profesor los demás estudiantes no habían tenido la bondad de aparecerse. Haruka dejo sus cosas sobre la barra de estudios y camino hacia el castaño, el joven había descuidado el arreglo de su uniforme y el cuarto botón de su camisa se había soltado mostrando un torso bien trabajado.

 

-            Hiro-sensei – las manos del chico se acomodaron en el escritorio.

-            Kamijou – Hiroki cruzo los brazos sobre su pecho y se dejó caer en el respaldo de la silla - ¿cuántas veces tengo que decírtelo?

-            No importa cuántas veces lo diga – Haruka rodeo el escritorio y se hinco a un lado de la silla de su profesor – Hiro-sensei ¿Qué debo hacer? – los ojos del chico parecían confundidos, pero no más que la confusión del castaño, que de un momento a otro no supo que hacer.

 

Haruka se incorporó en un movimiento rápido y apreso las manos de su profesor con las suyas, la reacción del castaño no llego a tiempo y un vertiginoso beso fue robado de sus labios, Hiroki no daba crédito a lo que estaba pasando, sus labios habían sido apresados por su estudiante, seguía sin reaccionar mientras sentía como la lengua del chico se aventuraba dentro de su boca. De repente forcejeo hasta soltarse del chico y se levantó de la silla haciendo que Haruka cayera al suelo. Se llevó el dorso de la mano a los labios y limpió los residuos de aquel beso, se quitó los lentes con una furia contenida y los lanzó a la cara de Haruka.

 

-            ¿Qué diantres te sucede? Es un colegio y soy tu profesor ¿Dónde está tu respeto?

-            Entonces… ¿Está bien si es fuera del colegio? – los ojos verdes de Haruka se habían tornado serios - ¿Está bien si cambio de profesor? ¿Está bien si pierdo todo respeto? – Haruka se levantó y sacudió el polvo de sus pantalones, se acercó a Hiroki y lo miro a los ojos – De ese modo… ¿Estaría bien profesor?

-            ¿En qué estás pensando Arikawa?

-            Hiro-sensei, yo sólo quiero… - Haruka se acercó unos pasos a Hiroki, pero se detuvo en seco al escuchar el barullo proveniente del pasillo, giro la cabeza hacia la puerta y miro entrar a varios de sus compañeros de clase, miro en derredor y encontró los lentes de su profesor, se dirigió a ellos y los recogió rápidamente – sólo quiero regresarle lo que merece sensei.

 

Hiroki trago saliva, no tenía idea de a qué se refería Arikawa, lo siguió con la mirada hasta que el joven tomo asiento, se colocó las gafas y miro a los chicos que habían llegado al aula, en un abrir y cerrar de ojos todos habían llegado, era como si Arikawa lo hubiese planeado todo. Bajó la mirada y tomó el libro de la superficie de la mesa, lo abrió al azar, dejó escapar un suspiro ligero y cerró el libro haciendo un ruido exagerado, se quitó las gafas y levanto la mirada.

 

-            Lo… lo lamento, retomaremos la lección la próxima clase, pueden irse.

 

Hiroki dio inmediatamente media vuelta y se apresuró a salir del aula, parecía que el día se le había volcado por completo. Se dirigió a su oficina, abrió la puerta y entro de forma fluida sin tomar en cuenta a su colega, tomó una pequeña maleta café y se la colocó al hombro, retomó camino y salió de la oficina ante la atónita mirada de Miyagi.

El castaño había decidido que era demasiado para un solo día, se dirigió a su piso apenas salir de la universidad, al llegar, arrojo la maleta al sofá y camino a la ducha aflojándose la corbata, desabrochando uno a uno los botones de su camisa, se soltó el cinturón, desabotono sus pantalones y se despojó de toda la ropa para entrar al agua fría. El contacto con el agua hizo que un ligero gemido saliera de entre sus labios, cerró los ojos y permitió que su cuerpo se acostumbrará a la temperatura, se abrazó a si mismo haciendo que el agua se acumulará en su pecho. Aquel mocoso había perturbado su recién adquirida tranquilidad. Un simple mocoso, parecía tener suerte con aquellos niñatos que, a simple vista, sólo tenían un capricho más a cumplir.

Al salir de la ducha, sintió que el cansancio lo abordaba, sus parpados se sintieron más pesados de lo común, giro la vista hacía el reloj en la pared y miró la hora, aún le quedaba un poco de tiempo antes de ir a casa del escritor, medito la idea de dormir un momento, pero la desecho en minutos al sentir que no despertaría a tiempo. Camino hasta el armario y busco algo que ponerse, opto por una camisa de manga larga negra y unos pantalones en el mismo color, se los coloco encima y abrocho perfectamente todos y cada uno de los botones de su atuendo, se dirigió al espejo  más cercano y se miró. Sintió que los nueve meses lejos de su antiguo amante habían pesado en su figura, había adelgazado y sus rasgos parecían más afilados. Una de sus manos viajo por instinto hacía su cara, mirando en el espejo el tacto sobre su mejilla. Cerró los ojos intentando despejar su mente, se dijo a sí mismo que todo debía continuar.

 

-            Espabila Hiroki – se reprendió a sí mismo. – Es hora.

 

Al abrir la puerta principal se encontró con la luz baja de la tarde, con los colores rojizos inundando los cielos y con las últimas aves volando a sus nidos. Camino uniéndose a los transeúntes normales de la tarde, frente a él caminaba una pareja de ancianos, aquellos viejos habían llamado su atención desde el día que se había mudado al lugar, la primera vez que los había visto aquellas personas caminaban tomadas de las manos para entrar en su pequeño piso, y cada tarde era exactamente la misma postal; aquellos ancianos parecían haber nacido con las manos unidas y de la misma manera pensaban morir: juntos. Paso de largo junto a ellos con una sonrisa tonta dibujada en los labios, de alguna manera esa era una imagen de lo que todos consideraban “amor eterno” y vaya que iba con ellos.

Medito la idea de caminar hasta el lujoso piso del escritor, pero lo reconsidero tomando en cuenta lo pesada que fue la tarde e hizo la parada a un taxi que pasaba por la avenida, subió en él y le dijo la dirección al chofer, este asintió y puso en marcha el automóvil.

Las luces artificiales comenzaban a ganar terreno a la oscuridad latente de la tarde, su mirada se dirigió a la ventanilla para poder observar el recorrido, necesitaba “algo” en que distraerse para no caer dormido con la comodidad del auto y el arrullo del motor. Para su fortuna la vivienda del escritor no se encontraba demasiado lejos, el taxi llego en menos de treinta minutos aparcándose en un solo movimiento a lado de la acera, Hiroki salió del auto después de pagar y cerró la puerta tras de sí. Su mirada viajo a lo alto del edificio frente a él para después entrar fluidamente al mismo. En el interior llamo al elevador y espero un momento antes de que las puertas platinadas se abrieran frente a él, entró, las puertas comenzaron a cerrarse, pero antes de que aquello pasara un hombre corrió hacia el ascensor.

 

-            ¡¡¡Espere por favor!!! – el hombre parecía haberse quedado sin aliento, Hiroki pulso un botón para hacer que el elevador detuviera el cierre de puertas – muchas gracias – el desconocido era un hombre de su estatura, muy apuesto a su manera.

-            No hay de que – Hiroki quitó la mano del pequeño botón y permitió al otro hombre pulsar el número del piso al que iba.

-            De verdad salvaste mi vida, o cuando menos parte de mi relación – bromeo aquel chico – olvide algo importante en mi piso – sonrió de manera amable como esperando empatía, cosa que no se le daba nada bien al castaño.

-            … - Hiroki se limitó a asentir de manera “amable” y mirar de nuevo hacía las puertas cerradas.

-            Bien, que tenga buena noche – el desconocido sonrió y se despidió al llegar al sexto piso, salió sin esperar respuesta y continuo corriendo.

 

Hiroki se despidió con la mano en alto, pero sin decir palabra. Al llegar al último piso el elevador se detuvo nuevamente, el castaño salió del mismo y camino hacia la puerta del escritor, se plantó delante y por unos segundos sólo contemplo la mirilla de la puerta; su mano viajo al timbre y presiono el botón, respiro hondo y entonces, la puerta se abrió. Un chico castaño de ojos verdes se encontraba al otro lado del umbral con una sonrisa en los labios.

 

-            Sensei, bienvenido – el chico se hizo a un lado – pase por favor.

-            Hola Misaki – una sonrisa ligera adorno los labios del profesor, aquel chico siempre era tan propio, tan diferente al escritor, apenas podía creer que aquellos dos habían vívido tanto tiempo juntos.

-            ¿Qué tal su día sensei? – Misaki conversaba como buen anfitrión, pero, esa no era una pregunta que desearía contestar.

-            ¡¡Hiroki!! – el escritor lo había salvado de responder – que bueno que llegaste – una sonrisa hermosa adornaba aquel rostro perfecto, el cabello grisáceo lucía despeinado, pero, raramente perfecto.

 

Pensar en ese momento que aquel guapo escritor había sido su “primer amor” era, de alguna forma, divertido. En el salón principal se encontraban dos personas, un hombre y un niño; al hombre fue fácil reconocerlo, era Takahiro el antiguo amor de Usami mientras que el niño, no tenía idea de quien era.

 

-            Oh, sensei no conoce al hijo de mi hermano ¿cierto? – Misaki se adelantó y tomó al niño de la mano – este es Mahiro – el chico se encargó de las presentaciones – Mahiro, este es Hiroki Kamijou sensei – el niño sonrió e hizo una ligera reverencia en dirección a Hiroki.

-            Mucho gusto Kamijou sensei – el niño sonrió.

-            Lo mismo digo Mahiro-chan – una sonrisa amable se dibujó en su rostro.

-            Hiroki – Usami se acercó al profesor y lo abrazo por el hombro – ven conmigo.

 

Hiroki fue arrastrado por el escritor hacía los sillones dejando atrás a Mahiro y Misaki.

 

-            Kamijou ¿cierto? – la sonrisa de Takahiro era solemne y amable.

-            Un gusto Takahiro-san – Hiroki realizó una reverencia frente a él para después sonreír en dirección al escritor << ¿ya no lo amas? >> quiso preguntar, pero en lugar de ello se sentó y comenzó una plática burda con aquel hombre que era la razón de su único encuentro con el escritor. Usami se mantenía a un lado con una taza de café en la mano derecha y un cigarrillo en la izquierda, Mahiro se había unido a la plática sentándose a un lado de su padre mientras Misaki salía de la cocina con algunos bocadillos.

 

La tarde se había esfumado dando paso a una noche calurosa, Mahiro se había retirado a la habitación de huéspedes, era apenas un niño. Los cuatro hombres habían comenzado a parlotear incoherencias gracias al cambio de bebidas que se había realizado; el olor dulzón del alcohol inundaba la estancia mientras las risas se volvían el idioma que predominaba la “plática”.

La borrachera se había adueñado de todos, en especial del pobre Misaki, que parecía no tener resistencia alguna, la somnolencia de sus palabras era evidente mientras aseguraba una y otra vez a Takahiro que no tenía problemas en vivir con Usami, que de hecho lo quería; aquellas palabras resultaron hermosas a oídos de Usami puesto que sus ojos violeta tenían un destello inusual.

 

-            Creo que es hora de llevar a Misaki a su habitación – Usami se levantó y dejó su copa sobre la mesa de centro.

-            ¿Qué? Pero si estoy perfectamente – el chico castaño se levantó demasiado rápido provocándose un mareo que amenazó con tirarlo al piso, lo cual habría sucedido de no ser por la rápida reacción del escritor que lo tomó por los hombros para después pasar su mano por la pequeña cintura de Misaki.

-            Ya regreso – Usami se llevó a Misaki.

 

Hiroki mostro una sonrisa ligera que mostraba diversión ante las reacciones del chico, el castaño se llevó la copa a los labios y dejó que la bebida calentará su garganta.

 

-            No sé qué haré el día en que Akihiko decida casarse – dijo en voz alta el hombre de anteojos.

-            ¿Cómo? – la mirada castaña se dirigió a Takahiro.

-            Eso, que el día que Akihiko decida casarse… no sé si Misaki desee ir a mi casa o decida vivir solo.

-            No creo que Akihiko decida casarse en algún punto de su vida – el castaño beso su copa para simular que bebía.

-            ¿Cómo? – ahora el que parecía confundido era Takahiro – No deseo que Akihiko viva solo una eternidad.

-            Él tampoco desea vivir solo… él no vive solo.

-            Sé que no vive solo, pero no es lo mismo – Takahiro dio un trago a su bebida.

-            Ellos saben lo que hacen – Hiroki sonrió en dirección al confundido hermano mayor de Misaki y ahí termino la “conversación”.

 

Akihiko regreso unos minutos después desabrochando los primeros botones de su camisa y arreglando disimuladamente su cabello.

 

-            Misaki se quedó dormido.

-            ¿Diciendo que aún podía beber? – aventuro el profesor con una sonrisa sarcástica en los labios.

-            Exactamente.

-            Creo que es hora de retirarme – Hiroki se levantó dejando el vaso de su bebida sobre la mesa.

-            ¿Ahora? ¿No te quedarás? Es muy tarde.

-            Tomaré un taxi no te preocupes Akihiko.

-            Espera yo te llevo – Usami tomó su saco y se lo colocó encima de los hombros.

-            ¿Y dejarás sólo a Takahiro? – sonrió y le dio una palmada en el hombro – deja de ser tan amable conmigo, nos vemos después.

 

Akihiko acompaño a Hiroki hasta la puerta del elevador.

 

-            Nos vemos después Hiroki.

-            Nos vemos Akihiko.

 

Hiroki se despidió con la mano en alto mientras las puertas del elevador se cerraban frente a su cara. La estancia en casa del escritor había sido hasta cierto punto reconfortante, por todo ese tiempo no se había puesto a pensar en su estudiante precoz, esa molestia de ojos verdes.

Dentro del elevador la música de ambientación sonaba monótona y hasta cierto punto molesta; llego a la planta baja del edificio y las puertas del elevador se abrieron lentamente, su mirada instintivamente al frente encontró una escena que jamás esperaría ver: en el lobby se encontraba aquel hombre que había corrido hacía el elevador en cuanto llego y a su lado estaba el hombre al que amaba, los ojos azules que eran el mar donde se había ahogado por más de seis años ahora miraban en otra dirección, pensó fervientemente que los meses de práctica viendo su rostro en un millón de fotos le daría la firmeza para verlo una vez más y después seguir, pero no fue así, verlo con alguien más con una sonrisa que lo apartaba a un punto de su pasado, tan lejos de él, le destrozaba. Pensando en lo egoísta que era al querer pedir que lo sacará de ese abismo, porque aquello simplemente no lo resistiría.

Aquel hombre que permanecía a su lado se levantó de puntillas para plantar un beso ligero en los labios del moreno que lo recibió con un abrazo. El beso culmino con una sonrisa tímida por parte de ambos hombres, Hiroki simplemente no sabía qué hacer, su mirada seguía prendida de aquella pareja y su cuerpo se había paralizado. El hombre se alejó de Nowaki para ir hacía los buzones de recepción y el moreno se quedó esperando en la pequeña sala, relajó los hombros y se dispuso a sentarse, al darse la vuelta para acomodarse en el asiento su mirada se cruzó con la de profesor como por descuido, aquello saco de su ensimismamiento a Hiroki que levanto la mano en su habitual saludo y dejo escapar una sonrisa sardónica que no sentía para después dar media vuelta y caminar hacía la puerta.

La salida había sido perfecta, sin caminar más rápido de lo normal, pero, en cuanto las puertas se cerraron a sus espaldas, corrió. No había tomado una dirección concreta sólo pensaba en alejarse, tratar de dejar atrás aquello… tratar.

Se detuvo en seco cuando imagino que estaría lo suficientemente lejos, sus pulmones pedían a gritos un poco de aire, ardían. Sus ojos se habían cansado con el viento contra ellos, comenzaba a llorar. Se dejó caer en una banca cercana, dejo que sus pulmones tomarán todo el aire que necesitaban, dejó que las lágrimas corrieran sin importarle las miradas curiosas, dejo que su corazón muriera un poco y deseo con todas sus fuerzas una oportunidad más.

 

-            ¿Sensei? – la voz se escuchó a su lado - ¿Hiro-sensei? – Hiroki levanto la mirada y frente a él aquellos ojos verdes resplandecían ante la oscuridad.

-            Arikawa – el castaño enjugo las lágrimas con el puño de su camisa - ¿qué haces… - la pregunta quedó inconclusa en el aire, Haruka había tomado entre sus brazos a su profesor y no estaba a discusión el soltarlo.

-            Hiro-sensei – Hiroki no supo explicar el porqué,  pero sus brazos se enredaron en la espalda de su estudiante hundiendo el rostro en su pecho.

 

Haruka se deshizo del abrazo para poder mirar el rostro de Hiroki, estaba lloroso y sonrojado, era una escena que no esperaba ver del demonio Kamijou, pero igual anhelaba descubrir nuevas facetas de aquel demonio, porque sin entenderlo se había enamorado de él. El moreno decidió que no podía esperar más, sus manos apresaron el rostro del castaño y un beso fue plantado en sus labios. Hiroki se sentía débil, no tenía fuerzas ni para apartarse de él, se había rendido mientras la lengua de Haruka invadía el interior de su boca haciendo suyo cada rincón. Las lágrimas se habían detenido, era la segunda vez que paraba de llorar de aquel modo.

 

-            Sensei no dejaba de llorar, así que me las apañe para que se detuviera – Haruka sonrió – Sensei… - la voz de Haruka volvía a ser sería como había sido en el salón de clases – Sé que soy joven y con poca estabilidad en todos los sentidos, no puedo prometerte nada, porque sé perfectamente que puedo causarte daños de los que no me doy cuenta, también comprendo que buscas cosas diferentes y que estás en todo tu derecho de rechazarme, pero lo que sí puedo asegurarte es que te amo y que haré todo lo posible por dibujar una sonrisa en ese rostro que a veces parece tan antipático.

Notas finales:

Espero que lo hayan disfrutado para así poder continuar, tengo una vaga idea de lo que sigue pero sus comentarios siempre son bienvenidos.


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