Yo soy alguien principalmente feliz, más allá de mi incapacidad por ver, era feliz con las cinco letras en mayúscula si era posible. Nunca tuve complicación alguna en el instituto especial al cual acudía pero desde que mi familia tuvo un problema, uno muy grave, económicamente, tuve que arreglármelas como podía en un instituto normal, sin quien me guiara más que mi bastón.
Tuve algunos problemas para desplazarme por ahí, pero luego de reconocer el recorrido de mis clases, como estaban ubicados los casilleros y todo eso pude pasearme por el instituto muy bien. No voy a mentir, muchas personas eran buenas y me ayudaban de vez en cuando, pero voy a admitir que soy cabeza dura, porque me gusta hacer todo por mi cuenta, no quiero sentirme más inútil de lo, que de por sí, ya era.
Entablaba charla con quien se me acercaba, tampoco tenía un problema mental, podía socializar como cualquier chico de diesiciete años pero claramente con mis propias limitaciones. No era alguien que podía confiar en otra persona ciegamente pero más allá de ello estaba profundamente agradecida de que en ese instituto hubiera gente tan bien portada y que comprendiera mi situación, pero como gente buena también está el villano, si es que se le puede decir así, había personas que de plano me ignoraba, ellos creían que no sentía su presencia, pues no ver hizo desarrollar este tipo de percepción además de oír mejor que la persona con capacidad visual. Nunca me agredieron de una forma que me hiciera sentir mal, a veces lo intentaban pero yo me ponía a pensar y buscaba alguna excusa de porque ellos actuaban de esa manera conmigo.
Había uno, no se su aspecto, su nombre ni qué año y ciclo asiste, solo sé que siempre que pasa a mi lado, o por el contrario y yo lo hago, su aura es demasiado sombría para mí.
— ¿Qué haces Taeminnie? — La voz era demasiado conocida para mí.
— Key hyung — Sonreí del lado de dónde esa voz provenía, mi derecha para ser más precisos. — Estaba pensando, nada importante.
— Bien ¿te sientes bien? — Me preguntó mientras me acariciaba el cabello.
— Si ¿Por qué lo dices?
— Pues, tenías una expresión muy difícil de leer, sabes que te conozco más que otros y me preocupe mucho.
— La verdad estoy bien solo que muy cansado, no tuve tiempo de dormir anoche y es así hace dos noches consecutivas.
— Sabía que algo andaba mal contigo — Chasqueo su lengua, si pudiera verlo sabría que, indudablemente, había puesto un rostro de desconformidad ante mi declaración.
— No quiero preocuparlo, además… usted tiene sus propios problemas.
— Babé, si tengo mis problemas y los quiero comparar con los tuyos no son nada, dejame ayudarte… ¿Qué es lo que te preocupa?
— No es lo que me preocupa hyung… es que creo que debería internarme en algún hospital.
— ¿Por qué dices eso? — Su voz era sorpresa pura.
— No quiero causar problemas, es bastante que no pueda ayudar a mis padres, no puedo hacer nada más allá de lo habitual sin estar vigilado por alguien.
— Taemin, aunque estuvieras capacitado ¿te crees que tus padres te dejarían ayudarlos? — Escuché una silla moverse, imaginaba que el estaba sentado a mi lado o algo similar.
— Pero…
— Vamos Taemin, deja de ahogarte en un vaso de agua. No quiero que te deprimas por que pienses así ¿No eres Taemin? ¿El chico burbujeante del cual todo el instituto habla?
— No soy asi hyung.
— Claro que sí, a pesar de tus dificultades siempre regalas una bonita sonrisa a cualquiera, sin importar su procedencia. Ultimamente la sociedad es amarga y fría, quien es guapo y tiene una gran posición económica reinan pero tu, tu haces sentir bien a todos sin importar su apariencia física y saldo en la cuenta bancaria de sus padres. Eres genial.
Hice una mueca de disgusto, algo que también me incomodaba eran los halagos ¿Qué podría contestar cuando decían eso de mi?
— Quita esa mueca, vamos sonríe para mi — Dijo Kibum mientras acariciaba mi mejilla.
Inflé mis mofletes y negué levemente, como el niño caprichudo que era.
— Vamos… yo se que quieres… yo se que quieres — Empezó a delinear mi mandibula hasta llegar a mi cuello.
Empecé a reir, el muy bien sabia que era propenso a tener cosquillas en todos lados.
De repente el cambio de tema.
— Minnie… — Dijo mientras tomaba mi mano, siempre hacíamos eso, me sentía comodo y sabía que no se iba a ir, mi más grande miedo era que el me ignorara. — Como sabes odio estar solo en mi casa ¿no? — Asentí — Mis padres no van a estar y me preguntaba si después del instituto podemos hacer una de nuestras reuniones… podemos hacer lo que quieras, realmente no me interesa.
— ¿Enserio?
— Sí, hace mucho que no podemos pasar tiempo de calidad y lo sabes.
— Sip, ¿podrías teclearle a mis padres? — Sonreí — Sabes que se preocuparán si no les aviso antes.
— De acuerdo — Sentí el sonido de unas teclas marcándose, era un sonido muy bonito, cada tecla tenía su propia tonada, a lo cual, se me era fácil saber cuál oprimía y que letra seleccionaba según las veces que ese pitido se reproducía.
“Señora Kim, su hijo se quedará en mi casa. No se preocupe. Atentamente; Kibum”
Luego de unos minutos su timbre de respuestas había sonado.
— Dijo que está bien pero que tomes tus medicinas antes de las tres.
— Sí, yo nunca lo olvido hyung — Hice una v con mis dedos mientras sonreía.
— Bueno, te dejo Minnie, si tu profesor me ve aquí lo más seguro es que me corra y arme un lío, así que… nos vemos, vendré por ti en unas horas— Dijo dejando un beso en mi cabeza.
— Si hyung… adiós — Me acomodé en mi asiento mientras que el profesor empezaba a hablar explicando diversas cosas. Yo no tenía la oportunidad de escribir, por lo que en la hora de clase el profesor pedía absoluto silencio para así yo poder grabar con un, que valga la redundancia, un grabador de sonidos.