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La oscura Tierra de las Maravillas por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Bueeeno! Aquí estoy con el segundo capítulo de este especial de Hatter x Cheshire. Espero que les guste n_n Porfis estén atentos a la ortografía, ya lo revise una vez y noté algunos errores, pero podrían haber más escondidos para que ustedes, querubines los encuentren :p xD(Debería revisarlo dos veces e.e) 

Bueno :P Espero que les guste n_n

Un abrazo!

« Capítulo 2: ''Propuesta'' »


Me vi encerrado en esa gran carpa de colores nuevamente. Sentado en una silla vieja con las manos atadas por mi malvado padre. El olor a incienso y velas ahogaban mi pequeña garganta y me costaba respirar. Una pareja entraba esta vez, sosteniendo a un recién nacido en sus brazos. Intenté escabullirme  derritiéndome sobre la silla, pensando que así podría evitar que me viesen.
 
- ¡¿A dónde vas, mocoso?!- Mi padre me jalaba por el cabello y me levantaba bruscamente. Soltó las cuerdas de mis manos cuando la pareja llegó frente a mí y se sentó sobre unas sillas que estaban alrededor de la pequeña mesa con manteles blancos y la esfera de cristal en medio, para darle más dramatismo a toda esa parafernalia.

El hombre que no se separaba de mi lado, retiró el cabello que cubría mi ojo izquierdo para dejar a relucir aquel que contrastaba del todo con la oscuridad de mi orbe derecho. Verde, brillante, como el de un gato brillando en la oscuridad. La pareja soltó un grito de asombro al verlo. Intenté cubrirlo nuevamente,  lo que había visto no me había gustado.

Ellos…se veían tan felices por el bebé. No quería ser yo el que echase a perder todo.

- ¿Y…?- El padre del menor habló mientras se sobaba las manos, esperando mi respuesta.

- N-No puedo…yo- Intenté balbucear, recibí un golpe a mano abierta tras la nuca.

- ¡Habla ya, muchacho! ¡Para algo nos pagan!-  Fijé la mirada otra vez en el bebé que la rubia sostenía entre sus brazos, intentando buscar algo, algo que me indicara que estaba equivocado.

Pero no, todo estaba completamente negro alrededor de esa pobre y desdichada criatura.

El gran ‘’don’’, como le llamaban algunos, que poseía en mi ojo izquierdo era el de poder ver el interior de las personas. Veía si estaban enfermos, dónde, si estaban tristes o dichosos, si estaban enamorados y si ese amor les correspondía, incluso podía ver el momento en que iban a morir.

Pero en este bebé, solo veía oscuridad cubriéndole.

- A él…él va…- ¿Cómo demonios iba a explicarle un chico de cuatro años a unos padres que su bebé iba a morir? Mis manos temblaron y mi cuerpo también ante la penetrante mirada de mi padre atravesándome –Su hijo…su hijo va a…-
- ¡Lucas!-
El grito de la mujer sacudiendo al bebé me indicó que había sido demasiado tarde - ¡Lucas! ¡Lucas!- Las lágrimas comenzaron a asomar, a medida que su respiración se aceleraba y el maquillaje comenzaba a correr como cataratas en sus mejillas - ¡Oh, Philiphe! ¡El bebé no reacciona!- El padre intentó socorrerlo, mientras lo sacudía levemente y buscaba calor en su cuerpo, que yo había dejado de ver hace mucho ya. Lloraba desconsoladamente. Mi padre me fulminó con la mirada mientras más personas entraban a la pequeña carpa y se llevaban a la chica junto a su bebé ya muerto.

Recibí una fuerte bofetada.

- ¡Esto es tu culpa!- Exclamó apenas, con la voz completamente quebrada, como si el aire le faltase mientras clavaba sus pupilas en las mías, odiándome. El padre estaba completamente enfurecido y era entendible, incluso para un niño.

Pero no era mi culpa.

- ¡Tú y ese ojo maldito tenéis la culpa!-  Salió del lugar completamente destrozado, obviamente sin pagar.

Recibí otra cachetada, esta vez más fuerte. No sabía a dolor y tristeza, como la anterior.

- ¡Niño estúpido!- Mi padre me golpeaba con fuerza - ¡Por tu culpa no nos han pagado!- ¿En serio le preocupaba eso? ¡Un bebé acababa de morir frente a sus ojos!

- P-Pero, papá…- Intenté decir aferrándome a su chaqueta para intentar abrazarle. Qué pudiera ver cuándo una persona iba a morir no significaba que no sintiera dolor cada vez que veía una hacerlo, necesitaba contención.

- ¡Suéltame! ¡Monstruo!- El hombre me dio un brusco empujón y me lanzó al suelo. Intenté sujetarme a su pantalón. Desde arriba, él dirigió sus ojos avellanas a los míos, estaba furioso. Me dio una brusca patada, para alejarme de él.

-Hoy no cenarás…- Dijo fríamente antes de salir de la carpa. Me reincorporé con dificultad y me senté en un rincón, abrazando mis piernas y comencé a llorar.

- ¡Amo Hatter!- Un grito me sacó de mis sueños. Abrí los ojos, desconcertado ante la mirada curiosa de Helena. Estaba sudando, y temblando, mientras sentía mi mandíbula apretada y mi respiración era irregular. Suspiré hondo intentando recobrar el aliento, tan solo había sido una pesadilla.

- Ha sido un mal sueño…-
Afirmó ella cubriendo mis manos en las suyas, ese gesto siempre me calmaba.

- Hace años que no tenía una pesadilla…- Susurré apenas, extrañado.

- No es para menos…- Se sentó sobre la cama y quitó con un pañuelo el sudor de mi frente. Sonrió con esa amable mueca de sus labios rosáceos y el simpático gesto de los ojos castaños, que siempre parecían estar felices.

- Después de lo que pasó ayer…debería estar afectado-

¿Qué paso ayer?


(Flashback)


- ¡Dios mío! ¡Nathan!-
La rubia platino se acercaba rápidamente a mí e intentaba levantarme del piso. La aparté con un brazo mientras me reincorporaba, aún sin dejar de mirar fulminantemente a aquel hombre que me había golpeado, pero no por haberlo hecho conmigo, si no por haber dejado a esa pobre e inocente criatura en el piso, temblando.

- ¡Lo siento señor!- Exclamó el robusto hombre, nervioso, haciéndome reverencias una y otra vez  como si se estuviese inclinando ante el emperador mismo. Me puse de pie en el momento que un chiquillo de unos nueve años se acercó rápidamente a tomar a ‘’It’’ para devolverlo a su jaula ¿Qué hacía alguien tan joven trabajando en un circo?

- ¡Eres un idiota!- Exclamé molesto mientras lo levantaba de la camisa y lo elevaba algunos centímetros del suelo. El hombre tragó saliva.  

- ¡Deténganse, deténganse amigos!- George llegaba para intentar calmar los ánimos, pero ya era demasiado tarde. Lancé al suelo bruscamente al robusto domador cuando me di cuenta que ‘’It’’ estaba ya dentro de su jaula y era atendido por el muchacho que había llegado a su auxilio anteriormente.

Di la vuelta, molesto y me dirigí a la salida ante los murmullos curiosos del resto de los invitados.

- ¡Espera! ¡Espera, Nathan!- Elizabeth llegaba hasta mí con sus hermosos ojos violeta cubiertos de lágrimas, aferrándose a mi brazo. Me detuve.

- ¿Qué quieres, Lizz?- La llamé como cuándo éramos pequeños. Sonrió.

- ¡No puedes irte! ¡Te iba a anunciar como mi novio!- Guardé silencio.

- Pensé que te gustaría mi sorpresa…- Dijo haciendo un puchero mientras sus mejillas pálidas como el alba se sonrojaban.

- Pues tu sorpresa fue un asco…- Murmuré secamente apartando la mirada.

- ¡P-Pero!- Exclamó algo más molesta - ¡¿Por qué te preocupan tantos esos monstruos!?- La embestí contra una pared y di un puñetazo en ella, dejando un pequeño agujero, justo al lado de su cabeza, acorralándola con ambos brazos. Aproximé mi rostro al suyo, tanto que nuestra respiraciones se mezclaron.

- No vuelvas a llamarles monstruos…- Sentencié cuando sus labios estaban a punto de rozar los míos. Me aparté súbitamente y me dirigí a la puerta. Sentí como se quedó en su lugar, sollozando.

- ¡Quiero que todos se vayan!- Gritó furiosa antes de que atravesara el umbral.

- Yo solo quiero a Nathan….- Musitó entre lágrimas, pero pude oírla.

Me subí al carruaje.


(Fin del Flashback)


- Ah sí….lo recuerdo - 
Dije poniéndome de pie y encaminándome a la cocina para preparar café. Hoy era domingo y ese día solía darles dinero a mis empleados para que salieran a la ciudad a divertirse. Helena era la única que se quedaba junto a mí.  

Aún me sentía algo nervioso por lo de la noche anterior. Cualquiera hubiese dicho que mi reacción fue demasiado exagerada y puede que así lo fuera, pero…

Odiaba los circos.

Nací en uno de ellos y desde que cumplí los dos años me vi forzado a trabajar allí. ‘’El pequeño adivino’’ era mi nombre ‘’artístico’’. Mi padre, que también trabajaba allí como asistente me obligaba a ver la suerte de las personas, incluso las que yo no quería ver, si hacía un buen trabajo me alimentaba y en ocasiones me daba algo de beber. Pero si lo hacía mal, me quitaba todos esos lujos y me dejaba encerrado.

Justo como a las personas del circo de ayer.

Cuando estaba a punto de cumplir cinco años fui rescatado, por Adam Hatter. Al parecer los hombres del circo entablaron una pelea con sus hombres y eso les llevó a una gran batalla en medio de la pradera donde nos instalábamos, Adam ordenó quemar todas las carpas, un acto de crueldad para algunos, para mí, la salvación.

Recuerdo cuando le vi aparecer, yo estaba arrinconado, llorando, como siempre. Vestía elegantemente y llevaba un lindo sombrero de copa negro. Me tendió la mano mientras apartaba unos mechones de su cabello oscuro y me miraba con los dulces ojos marrones. Sonrió.

- Tú irás conmigo…- Dijo solamente y me llevó junto a él. Me adoptó bajo el apellido Hatter y me transformó en su único hijo. No tenía esposa y nunca necesité una madre. Él me alimentó, me cuido, me educó y me protegió durante todos esos años.

Hasta que murió…De una enfermedad crónica que tenía, de la cual no me enteré hasta ese día. Yo apenas tenía nueve años.

Le di un sorbo a la taza de café.

A pesar de haber estado tan solo algunos años juntos, Adam Hatter había sido el único padre para mí.

El sonido de la puerta resonó a lo lejos. Me dirigí hacia el salón.

- ¡Es-espere un momento!- Helena se escuchaba nerviosa - ¡El amo Hatter está!-

- ¿Qué pasa, Helena?-
Me quedé pasmado mirando la puerta. La figura delgada de Elizabeth me miraba con los ojos completamente abiertos. Yo apenas vestía unos pantalones y estaba a torso desnudo, además, no llevaba el parche en mi ojo izquierdo.

Llevé la mano instintivamente a él, para taparlo.

- L-Lizz… ¿Qué estás?- Traía el cabello suelto hasta los hombros y un vestido blanco con encajes que se camuflaba con su pálida piel y resaltaba los hermosos pechos. Se aproximó con una sonrisa esbozada en los labios carmines y cuando llegó frente a mí acarició mi pecho lascivamente mientras con la otra mano retiraba la mía que tenía sobre mi rostro, mirando con fascinación mi ojo izquierdo.

- Ya sé tú secreto- Soltó una risita burlona. Abrí la boca para hablar pero ella llevó su dedo índice a mis labios para callarme.

- Está bien…- Sonrió – No le diré a nadie…-

- De hecho…He venido a hacerte una propuesta…-

Retiró su dedo.

- ¿Qué es?- Pregunté mientras recibía la camisa que me daba Helena y comenzaba a vestirme.

- He hablado con el dueño del circo para que se queden unos días más. He visto lo mucho que te ha gustado ese gato, ‘’It’’- Abrí la boca para protestar pero ella volvió a callarme enseguida –El dueño me dijo que podría comprarlo, por varios millones por supuesto. Es su atracción más cara- Hizo una pausa al ver la leve sonrisa que asomó por mi rostro - Pero a cambio quiero que me des algo…-

- Podría comprarlo yo-
Interrumpí.

- Oh no, mi querido Nathan-  Una mueca asombrada se dibujó en mi rostro.

-El dueño me ha dicho que no te quiere cerca de su circo. Y que no te vendería a ‘’It’’ aunque con toneladas de oro puro le pagases…- Chasqueé la lengua. Me había pillado.

- ¿Qué quieres a cambio?- Pregunté apartándola algunos centímetros y cruzándome de brazos.

- Te quiero a ti…- Su dulce rostro se iluminó en una sonrisa, que a ratos podía verse algo siniestra – Compraré a ese gato y lo sacaré de ese apestoso lugar…A cambio de que tú te conviertas en mi esposo- 

Notas finales:

Uuuuuuuuuh!! :O Qué creen ustedes? Elizabeth se saldrá con la suya?? 

Dejen sus reviews :3 


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