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Cuando habla el corazón 2 por Mayura

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—Kei... —Julian dio un paso hacia él, conteniendo mal las lágrimas que ya comenzaban a abrasarle los ojos—. Kei.

 

—¿Qué crees que estás haciendo, niñato?

 

Los ojos de Kei lo atravesaron completamente y Julian contuvo la respiración, aturdido. Llevaba meses esperando, deseando que llegara ese momento, que realmente existiera, y ahora que sucedía, que Kei estaba frente a él, vivo, ni siquiera era capaz de decir nada, ni siquiera de contener las lágrimas. Era como si nada hubiera ocurrido, como si jamás hubiera existido ese lapsus de tiempo en el que le habían obligado a creer que Kei estaba muerto

 

—Kei... —repitió, incapaz de contener un sollozo.

 

—¿Que pasa? ¿Me vas a saltar que quieres abrazarme en medio de la calle? —soltó Kei burlón, sonriendo débilmente mientras dejaba caer el cigarrillo al suelo y lo apagaba con una de sus botas negras.

 

Julian siguió con la mirada los movimientos de Kei, en silencio y se limpió los ojos con la manga, notando la boca tan seca que no creía ser capaz de decir algo sin ponerse a llorar.

 

—Pensé... —dijo Julian tomando aire—. Creí... creí...

 

—¿Que había muerto?  —le ayudó Kei, mirándolo fijamente.

 

Julian sintió un nudo en el estómago y notó como la culpa le revolvía el cuerpo. Dio un paso hacia atrás y miró a Kei con aprensión. Era verdad. Kei estaba vivo, ¿y los demás? ¿Dónde estaban Oshi, Rykou y los demás? ¿Dónde estaba Kevin?

 

—¿Dónde están... los demás?

 

La expresión de Kei se ensombreció bruscamente y Julian se llevó una mano fuertemente apretada al pecho. Le costaba respirar y el miedo le consumía, pero no encontraba las palabras para decir lo siento, para explicar lo que había sucedido aquel día... No, no podía... no podía...

 

Y lo peor de todo era que la culpa se mezclaba con la felicidad de volver a verlo y eso hacía que se sintiera mucho peor. Las palabras de Kevin volvían a su cabeza y eso hacía que pensara en él, en aquel momento, en la manera en la que todo había ocurrido, en el miedo de perder al hombre que tenía delante, aquel sentimiento que le había estado consumiendo poco a poco.

 

Kei estaba vivo.

 

Julian se llevó una mano a la boca y se dio cuenta que respiraba con dificultad y que comenzaba a sudar con fuerza.

 

Incluso si Kei había regresado para matarle merecía la pena saber que había sobrevivido. Levantó la cabeza lentamente y se humedeció los labios antes de hablar.

 

—¿Kevin...?

 

Kei lo miró fijamente un momento y tras unos segundos en los que no dijo nada, se levantó lentamente, ajustándose la cazadora negra. Julian retrocedió instintivamente, encogiéndose asustado y vio inquieto como Kei lo observaba, aún en silencio.

 

—Ven conmigo.

 

Julian contuvo la respiración.

 

—¿A dónde?

 

            Kei comenzó a andar sin esperarlo.

           

            —A mi casa.

 

            Julian miró su espalda en silencio, con ansiedad. Kei no se giró para averiguar si lo seguía o no y Julian tuvo la inquietante sensación que Kei no esperaba que lo siguiera, sino que simplemente se lo estaba dejando a su decisión si seguirlo o no. Se mordió el labio con fuerza y comenzó a caminar deprisa tras sus pasos.

 

            Volver a casa de Kei era enervante. La casa tenía ese aspecto de un lugar que había estado mucho tiempo abandonado y cerrado. Motitas de polvo bailaban en el ambiente y Julian volvió a sentir ese desgarrador desasosiego. Estaba seguro de que aquel abandono no podía ser normal; Julian estaba convencido que hasta lo ocurrido en Rusia aquella casa había estado cuidada, o, al menos, alguien la hubiera preparado con antelación para que su dueño la recibiera inmaculada y cómoda.

 

            Julian miró la nuca de Kei y apretó con más fuerza el puño en su pecho. Le costaba respirar, la garganta le asfixiaba y creía que iba a desfallecer en cualquier momento.

 

            —Kei… —farfulló débilmente, apoyando una mano en la pared para sostenerse.

 

            —¿Ahora haces deporte?

 

            Kei no se giró a mirarlo. Seguía mirando la casa, cada detalle de ella y cada movimiento débil de su cuerpo hacia uno u otro lugar hacía que Julian se sintiera aún peor. ¿Por qué Kei tenía esa actitud? Había algo extraño en él… Era como si algo le faltase.

           

            Cuando finalmente Kei se giró hacia él y lo miró, Julian sintió cómo las lágrimas se deslizaban por su mejilla. Sabía que una disculpa no arreglaría las cosas, lo sabía, pero ni siquiera tenía las fuerzas para decir lo siento.

 

            —Parece que mucho no está haciendo por ti el gimnasio —dijo Kei sin emoción.

 

            Julian abrió la boca varias veces pero no salió ningún ruido de su garganta excepto un gargajeo extraño.

 

            —Te lo dije en más de una ocasión —continuó Kei, acercándose hasta él. Julian retrocedió rápidamente, notando como el asa de la mochila se desprendía de su hombro y caía al suelo antes de que Kei lo agarrara del brazo para impedir que huyera—. Si quieres decir algo, dilo.

 

            Julian intentó soltarse, pero la mano de Kei seguía siendo igual de fuerte, igual de poderosa y Julian terminó cediendo, manteniendo la cabeza baja, clavada en las puntas de las botas del chico rubio.

 

            —Lo siento… —sollozó con voz débil—. Lo siento…

 

            Y no creía que nunca algo le hubiera echo sentirse tan mal, tan miserable…

 

            —¿Lo sientes? —La voz dura de Kei lo atravesó con un latigazo y se mantuvo inmóvil—. Tal vez hubiera sido mejor que no abrieras la boca para decir algo así.

 

            Julian tragó con dificultad y notó como los dedos de Kei se clavaban en su cabello y le obligaban a levantar la cabeza. Los ojos negros de Kei eran tan fríos que asustaban, pero en esa frialdad se entremezclaba el dolor y el cansancio.

 

            —Pensé que… —trató de decir, de buscar unas palabras capaces de explicar lo sucedido—. Aquel día yo…

 

            Julian enmudeció de pronto. Los ojos de Kei seguían fijos en los suyos, sus dedos entrelazados fuertemente en su cabello y el rostro de Kei, aquel rostro con el que había estado soñando cada noche, en el que había pensado cada minuto de su vigilia estaba frente a él, a pocos centímetros de distancia… ¿qué iba a decirle? ¿De verdad iba a tener el valor de decirle que lo perdonara después de haber cometido aquel error al marcharse aquel día de la casa, que su egoísmo había hecho que mataran a Kevin, que su debilidad era la que había hecho que todo aquello sucediera? ¿Podía decirle que sentía ser la causa del dolor que estaba soportando en ese momento, aquella que se leía en sus ojos y pedirle perdón por eso…? ¿Podía pedir perdón por haberlo traicionado?

 

            Sintió como las lágrimas volvían a abrasarle los ojos y se mordió los labios con fuerza.

 

            —Nunca quise que pasara eso… —musitó apretando los puños con tanta fuerza para poder sentir el dolor en la piel.

           

            —Fue lo mejor que pudiste hacer.

 

            Julian abrió mucho los ojos y miró a Kei, sorprendido. Sentía el calor de las lagrimas al deslizarse por su rostro pero no las prestó atención.

           

            —¿Lo… mejor?

 

            —Sí —Kei suspiró y cerró un momento los ojos, un gesto que hizo que Julian volviera a encogerse—. Si aquel día no te hubieras ido como lo hiciste, no hubiera sido capaz de protegerte.

           

            Julian sintió una punzada; una punzada de terror, de comprensión, un atisbo de lucidez que era aún peor que todo lo que había sentido en ese momento. No necesitaba disculparse porque Kei no lo sabía; no sabía que había sido él quien lo había delatado, quien había dejado morir a Kevin aquel día… No necesitaba decirlo… pero si no lo hacía, ¿en qué lo convertiría aquello?

 

            Sacudió la cabeza con fuerza, sintiendo el dolor que la mano de Kei ejercía sobre su cuero cabelludo al hacerlo.

 

            —Kevin dijo… —sollozó, sintiendo que se desgarraba al ver la expresión que puso Kei en ese momento al mencionar a Kevin—. Él dijo… —¿Qué Kei lo quería? —. Perdóname.

 

            Las piernas de Julian cedieron lentamente y él no hizo nada para evitarlo. Todo su cuerpo se convulsionaba con los sollozos.

 

            —Es suficiente, Julian —La sola mención de su nombre hizo que Julian se estremeciera, pero fue la mano de kei quien lo sujetó con firmeza, rodeándole la cintura y lo atrajo despacio hacia su cuerpo—. Por una vez reconozco que hiciste algo bien.

           

            Julian volvió a sacudir la cabeza y Kei puso los ojos en blanco.

 

            —Oh, vale. Se me había olvidado lo frustrante que es hablar contigo —Apretó aún con más fuerza de su pelo y acercó sus labios a los de Julian, besándolo casi con ferocidad mientras lo empujaba contra la pared.

 

            Julian respondió tímidamente, sobrecogido y conmocionado y cuando Kei se apartó y lo soltó, cayó al suelo, deslizándose `por la pared hasta quedar sentado en el suelo a los pies de Kei. Lentamente se llevó una mano a los labios, incapaz de razonar, incluso cuando aún sentía la piel de la cara húmeda y echó la cabeza hacia atrás, asustado cuando Kei se acuclilló a su lado y se golpeó la nuca contra la pared, haciendo que Kei enarcara una ceja y sonriera burlón.

 

            —¿Vas a dejar de llorar de una vez? Es una manera un poco desagradable de dar la bienvenida a tu amo.

 

            Julian parpadeó confuso y asintió débilmente con la cabeza.

 

            —Eh… sí…

 

            Era incapaz de mirar fijamente a los ojos a Kei y desvió la mirada, clavándola en el suelo a la derecha de los pies de Kei, notando como si piel ya no sólo estaba húmeda, sino también roja y ardía.

 

            —Eso está mucho mejor —Kei se levantó y se dio la vuelta—. Tengo muchas cosas que hacer aho…

 

            Julian se aferró al pantalón de Kei, aún incapaz de levantar la mirada para mirarlo a los ojos, pero sintió como la mirada de Kei sí se clavaba en él.

 

            —Necesito que me lo digas.

 

            Sí. Necesitaba oírlo; necesitaba que por fin alguien pudiera explicarle lo que había ocurrido aquel día.

 

            —¿Que te diga el qué?

 

            La voz de Kei volvió a sonar dura y Julian se encogió pero no fue capaz de soltar el pantalón.

 

            Necesitaba que se lo dijera.

 

            —Lo de aquel día… en Rusia…

 

            Se le trabó la voz y cerró rápidamente la boca para ahogar un sollozo. Kei guardó silencio un momento y tan solo se movió para girarse completamente hacia él, sin agacharse.

 

            —¿Qué quieres saber? —siseó con aspereza, haciendo que Julian sintiera la dentera con la que lo dijo.

 

            —Todo —musitó en un hilo de voz, notando como comenzaba a tiritar.

 

            Necesitaba saber en el asesino que se había convertido.

           

Notas finales:

Al fin capitulo 1 de CHEC 2.... posiblemente cambie algo del capitulo porque no me ha gsutado como ha quedado y no tengo más tiempo de arreglarlo que me voy ya y prometí que lo subiría antes de irme ^_^ (los que entrais en facebook ya sabeis xD)

 

Muchas gracias por leer y por todos vuestros comentarios ^_^

Teneis dibujos de CHEC y las otras historias ne facebook y blog (están mejor para ver sin buscar en facebook XDD)

 

Quiero dedicar este capitulo a Mitsukebe o Sawa-Sawa, que poco a poco creo que nos estamos haciendo buenas amigas :) Y muchas gracias por todos esos increibles dibujos ^_^

 

https://www.facebook.com/pages/Mayura/294130544045735

 

http://mayuura.blogspot.com.es/

 


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