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Si la vida me diera otra oportunidad por Ikumi-chan

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Notas del fanfic:

hi!!! Una vez más con una fic Yuri ^w^

Espero les guste.

Notas del capitulo:

Este fic es una historia alternativa a un escrito que ya tengo de años, y que ahora voy editando. La original es hetero y un poco más larga ¬¬ mientras iba editandola (o mejor dicho reescribiendo) se me ocurrió pensar en si no hubiera tanto odio en medio... y si por lo contrario los personajes mencionados se amen mucho, más allá del vínculo que tienen y así surgió el fic :3

disfrutenlo!!

En aquella ciudad alejada del mundo, independiente de las normas, de las costumbres, de los valores que rigen a otros; un lugar apartado del resto del mundo que vive y duerme; aquel terreno era la utopía adaptada de acuerdo a los anhelos egoístas de un hombre engañado por el destino.


En una desolada porción de tierra, vasta en extensión, con unos jardines que se deslumbraban a pesar de la estación, ahí dos niñas convivían, ambas compartían cada lujo por igual: Patricia era la mayor, la primogénita y adorada en demasía por su padre que complacía cualquier capricho que le solicitará, sin embargo no era una niña de caprichos obstinados, había heredado de su padre el color de cabello un rubio claro que le acompañaba a la claridad de su piel delicada, sus ojos azules le contrastaban un poco el rostro que magnificaba una belleza angelical, era una niña inteligente y astuta pero seria y fría; por otro lado la menor Ailyn difería en sus rasgos, su cabellos eran oscuros con un leve tono indescifrable, su piel era pálida al igual que su hermana pero carecía de ese brillo, sus ojos eran claros pero de un incierto color que se perdía entre un celeste claro o un gris; le caracterizaba la ingenuidad que a pesar de todas las noticias repentinas que en sus pocos años había recibido no le cambiaba, seguía inocente y no gozaba de virtud alguna que fuera beneficiosa, porque su inocencia era la condena en su destino.


La historia de esa ciudad tan peculiar se la conocían ambas, porque ambas eran parte de esa historia desde un comienzo, del origen de esa que ahora llamaba ciudad maldita, mil veces maldita…


 


Hace 7 años había nacido su hermana menor, “supuesta hermana”, nunca supo cuando o donde fue dada a luz, ni siquiera pudo ver a su madre encinta pues pasó meses de su embarazo ausente, y según lo explicado por su padre es que ella había optado por ser cuidada por su propia familia, pero la expresión dubitativa, esos muchos momentos de cavilaciones que tenía su amado padre le había hecho sospechar de que algo malo pasaba; y había acertado, lo supo tiempo después, Ailyn no era su hermana, solo tenían el nexo materno que las unía pero por lo demás eran extrañas, cuanto odio a su madre le albergó al enterarse de ello, amaba a su padre y cualquier afrenta a él era una hacía ella, las posteriores acciones de su madre por recuperar el cariño de su hija solo hizo que ella superará los límites de ese repudio que le tenía, por lo que no sufrió cuando la mujer fue asesinada. Pero ese odio se transmitió y a quien iba dirigido era esta vez a su pequeña media hermana, que aún era un bebe. Su padre le había pedido que fuera amable con la niña, no por compasión, solidaridad o un cariño fraterno, sino para guardar las apariencias que era el único medio que tenía el hombre para salir del hoyo en que la historia del asesinato le había sumido, pues muchos pensaban en él como el culpable, y él no quería esa culpa, nunca había amado a esa mujer con la que se casó, se alegraba de su muerte pero no quería que esta su felicidad le sirviera de indicio para ser responsabilizado por un hecho que no merecía la pena pagar.


En los años juntas Patricia había ignorado a la pequeña, su indiferencia era clara, si la niña se aproximaba al salón salía avivadamente con un bufido de irritación, mirando por debajo a la otra; si estaba descansando en el jardín y Ailyn se le acercaba con una invitación para jugar, la mayor le lanzaba una mirada fulminante para rehusarse a cumplir el capricho o sencillamente aceptaba pero el desgano lo exponía plenamente. A la hora de la comida, la pequeña insistía pegarse a la mayor, poniendo su silla lo más próximo posible, pero la mayor la recorría, no le tomaba en cuenta ni para agradecer por la comida… y así entre una repulsión paternal disfrazada de indiferencia los años habían transcurrido…


...


En su prisión blanca, en su soledad Ailyn extrañaba la casona en que había crecido sus primeros años, el jardín por el que corría, cada habitación que recorría sin límites, ese era el único mundo que había conocido, pero esas memorias eran lejanas, había procurado en tantos años concentrarse en mantenerlas vivas con una esperanza vivaz e ingenua, sin embargo los años no pasan en vano, y esa luz moría en su interior, echada en ese lecho de sábanas blancas con ese atuendo tan peculiar que cambiaba a medida que su cuerpo crecía, ahora era una señorita, diez años no pasan como sin nada, sus indescifrables ojos expresaban la tristeza de sus recuerdos, era su pasado, todo un pasado que creía en la felicidad, ¿Cómo se quebró el cristal de su destino? –se preguntaba mientras se acomodaba de costado encogiéndose y abrazándose a si misma, sabía cuando todo empezó a ser una pesadilla, pero esa era su realidad y lo anterior que conocía, que vivía solo una mentira… cerró los ojos y rememoró cada palabra saliendo de esos desagradables hombres mientras se reían, brindaban sus logros; muchos diálogos que proferían le eran incomprensible pero una idea estaba clara en su mente: ella era la bastarda, la recogida solo por la piedad del que llamaba padre, su sangre era impura… meses después su ya perturbado espíritu, que giraba en torno a esas confesiones, recibía un segundo golpe, la aseveración de todo lo expuesto pero de labios de su “padre”, le habló suave pero su mirada siempre había sido distinta, esa cansada expresión, como si ella fuere la carga más pesada que el hombre delante suyo debía soportar… aún recostada abrió los ojos y llevó su mano al dije del collar que llevaba, un contorno plateado que traía incrustado fuertemente un zafiro, unas lágrima cayeron a la almohada donde reposaba su cabeza… era una carga y al final ese hombre se había logrado deshacer de ella mandándola al convento, era libre de su mundo pero ella no quería la libertad si eso significaba haberse pasado día a día extrañando su hogar y por sobre todo a la hermana que nunca la quiso, pero no tenía porque, tenia muy en cuenta que era su culpa que su familia decayera, que su hermana quedará sin madre, que su padre tuviera que dividir sus privilegios con una bastarda, pero en el fondo con anhelo siempre había querido que le prestase atención, que le dijera que la quería como ella lo hacía… su mente ahora vagaba en como sería la mayor, desde el día que partió de la mano de su supuesto padre hacía el convento no le había visto más, la última imagen de su adorada hermana era como ella miraba tras la puerta entreabierta divertida, con una sonrisa maliciosa, pasándose la mano por cada mechón rubio que estaba suelto de ese moño que se hacía para salir a jugar…


...


Ajetreada en el papeleo del día, no se quejaba, era parte de sus obligaciones como la primogénita y única hija, además pasar tiempo con su padre le caía de maravilla, amaba a ese hombre que la cuidaba, la mimaba, la quería con un amor exclusivo de padre… todo iba como debía ser a diario, diez años pasan rápido y ella había cambiado demasiado, un poco de esa frustración, la indignación, el odio y esos malos sentimientos que le rodeaban cuando era niña se habían ido a descansar para siempre a miles de kilómetros, “así sea” rezó los primeros años para que la peste que podría su alma no apareciera, y dios había cumplido con ella porque en dos años se había olvidado de la efigie de esa molestia, apenas y la recordaba cuando las más grandes autoridades en sus visitas a su padre se la mencionaban; después de todo para ella no había razones para recordarla… Pasado ocho años había hecho un hallazgo un retrato en colores sepia, maltratado por el tiempo y el polvo, en especial por lo último, era de la mujer que odiaba, sentada tranquilamente, posando sin intención para ser retratada con un jardín de flores haciéndole compañía sonreía sincera y sus ojos brillaban; hace tiempo que en su mente no pasaba su madre, incluso podría asegurar que si alguien pedía descripción de ella, no podría atinar ni un solo rasgo, pero ahí la prueba de la efigie de esa mujer bella reavivaba sus escasas memorias. Pasó con indiferencia un primer vistazo de la imagen, pero algo dentro le impulso a darle una segunda inspección, entonces bordeó con sus dedos ese cabello oscuro y algo en su mente le hizo pensar en su hermanastra, la pequeña que ahora tendría 16, ¿Cómo sería?... a ella siempre le habían dicho que tenía un parecido increíble con su padre en casi todas las facciones de su rostro, su cabello rubio, sus ojos azules y esa forma que tomó su faz aunque con esos femeninos rasgos… pero ¿y Ailyn? era otra, ¿sería como la mujer del retrato? ¿una viva versión de su madre?... rompió la imagen y la tiró dejando que el viento se llevará los últimos vestigios de esa historia, no quería pensar en ello más, lo que fuera Ailyn o lo que sería no le concernía y ni un retrato ni miles serían capaces de quebrar su tranquilidad…


Solo una noticia podía hacerlo, o más bien pudo alterarla en su momento, arreglaba los primeros papeles para empezar con su labor, revisarlos y ver el visto bueno o en su defecto una solución a los mismos, como descanso se desató su larga cabellera rubia para amarrarla como lo hacía en un moño elegante y unos mechones flotando delante con gracia, era como presumía “un peinado que atraía la suerte” aunque hace años había olvidado porque lo era, pero no acababa de peinarlo cuando su padre le llegó con el anuncio, la sorpresa le llevó a dejar lo que hacía y sus cabellos cayeron esparcidos por la espalda y parte de sus hombros; “Ailyn volverá, la recogeré hoy” las cuestionantes no se esperaron, pidió explicaciones, pero su padre le devolvió las preguntas sin respuestas, solamente decía que confiará en él, por ultimó le lanzó una sonrisa maliciosa y de sus labios “… esta vez no es compasión y puedes comportarte como quieras con ella”


Pero ese gesto en lugar de darle esa fiabilidad, le introdujo conjeturas que temía fueran la nítida realidad que había cubierto bajo el velo del afecto a su padre, pero había poco que pensar en contra de él, se regaño mentalmente por dudar de su integro padre, aunque lo dijera, el traer de vuelta a Ailyn era solo simbolo de una caridad desmedida de parte suya…


Abrumada por la anticipada sorpresa que recibiría, retornó del trabajo y pasó el umbral de casa, dentro unos empleados se movían en los quehaceres habituales, saludó a todos, no escuchó más ruido que los pasos de ellos, supuso que aún su padre no había arribado, sino otro sería el recibimiento, entonces decidió acomodarse en el sillón más ancho de la sala para esperar, una vez ahí se sobresaltó al vislumbrarla, cabello lacio y negro medianamente largo recogido en una coleta a un costado, un rostro que en años le había compensado esa falta de brillo y sumado su palidez, sus hermosos ojos resplandeciendo ese color misterioso que a primera vista siempre le habían parecido grises y desagradables, pero que parecían ahora unos celestes extremadamente claros con un toque gris que le recordaba mañanas serenas previas a las lluvias que solía disfrutar,esas pupilas eran fascinantes ocultas bajo unas largas pestañas y esos labios que se alargaban para esbozar una sonrisa de alegría. Un abrazó súbito advino, sintió la calidez de ese cuerpo, su cabeza le llegaba apenas a los hombros, era realmente pequeña y añadiéndole esos rasgos, seguía viendo a la niña de siete años que había visto partir… Ailyn no había cambiado en nada – se dijo- inocente, ingenua, tan estúpida como la recordaba, con esa desbordante sonrisa, ¿Cómo si hubiera razón para darla? … se apartó de ella de golpe, mostrándole que no sentía regocijo alguno de verla de nuevo. ¿De nuevo aquí? Con lo bien que iban nuestras vidas” le dijo agriamente dándole la espalda, subiendo las escaleras hacia su habitación, Ailyn mudó esa alegría a una hiriente tristeza, sabía que pasaría… pero en el fondo tenía esa escueta esperanza que terminaba por ahogarse…


La convivencia pasó a ser la misma, padre e hija salían juntos a cumplir con sus deberes y  Ailyn era confinada a su habitación, tenía estrictamente prohibido salir, y esta vez la restricción incluía el jardín y habitaciones con excepción de la sala y la cocina, el resto estaba vetado. Mientras los días transcurrían se preguntó si fue un error aceptar volver, aunque no era necesario que aceptará, ella había sido arrastrada de vuelta a esa otra cárcel por el mero antojo de su “padre”. Lo que menos quería era ser una carga, y afectar más a la persona que en esos diez años había sido la única importante para estar en cada pensamiento, su hermanastra: Patricia.


***---***---***---***---***---*** 


Un día se había atrevido a solicitar el permiso de su padre para recorrer el jardín, no tardaría mucho y por supuesto no intentaría desobedecer en ver más allá, aún así, su petición le había correspondido una negativa y los ataques del hombre liberado de su cordura, le había gritado por primera vez de tal forma que el arrepentimiento en su interior acrecentaba no solo en el hecho de estar de nuevo en casa, sino también en el hecho de existir… había visto a Patricia ser testigo de la escena sin conmoverse en lo absoluto mientras Ailyn era destrozada con palabras hasta caer sobre sus rodillas y llorar amargamente… pero todo eso ella ya se lo esperaba…       


Cerciorándose que las luces de las habitaciones contiguas estuvieran apagadas, Ailyn bajo con cuidado de su habitación ubicado en el primer piso, pasó el marco de la inmensa ventana y maniobrando para no caer daba pasos de costado hasta llegar al árbol próximo que en su ausencia había crecido descomunalmente, se aferró a el para bajar torpemente impulsándose solo con la fuerza de sus piernas, nunca había desobedecido y menos cometido tal hazaña que le costó raspones, ropa rasgada y las manos astilladas, pero poco importó ese dolor al sentir el viento soplarle, recorrer con ese frío cada centímetro de su piel, era la libertad -se aseguró- y comenzó a dar pasos lentos guiados por la escasa luz de la puerta principal.


- ¿Qué haces aquí? Mi padre no te dio permiso para salir – reclamó una voz de la nada, Ailyn viró asustada para ver quien la reprendía cob voz templada resonar, frente a ella apareció el porte de su querida hermana, y aunque su primera sensación fue la ilusión de tenerla ahí pronto cayo en cuenta que ahí finalizaba su breve aventura …esa era su restricción, el límite de su libertad…tembló por el frío y por algo dentro que le revolvía todo; ladeó la cabeza intimidada por la persona con quien había soñado casi todas noches, con la que añoraba ver, y cuya memoria difusa empañada de esa solitaria melancolía en su anterior prisión, era todo para ella- Poner esa cara no arregla nada –reprochó-


- Patricia ¿podrías tratar de quererme algún día? –soltó la pregunta al cielo con un precedido suspiro de anhelo fervoroso, la respuesta no tardó: un suspiro de molestía y el sonido de unos pasos alejándose y retornando al interior de casa-


¿Quererla? –se preguntó Patricia al cerrar la puerta principal dejando atrás a su ilusa hermanastra- juraría que habría dado de carcajadas por lo pretendido por la menor, como querer a una persona que había odiado toda su vida, sin embargo ni una risa se le había escapado, en vez esa pregunta la hizo caer en una reflexión; y esa noche, algo que consideró alguna vez una pesadilla se convirtió en algo que no le causaba ya ese malestar: su pequeña hermana, su delicada e ingenua hermana; era eso al final, al menos compartían parte de su sangre… parpadeó antes de caer dormida


… la rodeaba con sus delgados brazos, aspiraba su aroma, notaba el tinte especial que su lúgubre cabello tenía; sus pupilas de cerca con una impresionante claridad que le permitía verse a sí misma reflejada, en ella se veía, en Ailyn se reflejaba… y el peso de ese pasado desaparecía, la sombra del repudio se levantaba, unas cadenas caían como si antes de verla hubiera sido presa, no, esa no era la sensación de esas livianas ataduras; era más bien como si fuera parte de un juego como una muñeca que esperaba el movimiento que quisiera darle su dueño; pero en los cristalinos ojos que le sonreían entrecerrados se extraviaba y al fin una comodidad plena la llenaba; se acercó a esa acuosa vista a contemplar más y ese cálido halito le envolvía, soplando en su rostro, y sabía que ella hacía lo mismo, se daba cuenta de su respiración anormal, de su estremecimiento y como su pecho iba descompasandose...


Se despertó asustada por el sueño, por lo vívido que había sido, un escalofrío le había atravesado todo el cuerpo, se sintió extraña, le temblaban las manos y en el resto de días evadió dirigirle la mirada a la menor; aunque esto no soluciono nada y en las noches por mucho que durante la luz del día la viera, en sus sueños la recordaba perfecta y era hipnotizada por su figura hasta extraviarse a sí misma, no era más esa Patricia de la niñez, de la adolescencia y la de su propia juventud; era diferente… pasó semanas eludiéndola con éxito, más lo no planificado ya había dado curso en su vida, se dejó tentar entonces, y una nueva costumbre se había creado: pasaba oculta entre los pilares caminar a la joven de cabellos oscuros, la veía dormir en la madrugada antes de alistarse ella misma para salir al trabajo; incluso un par de veces había entablado una conversación, breves pero que había sacado en la otra una sonrisa preciosa y el embeleso en Patricia había sido mayor, ahora se sentía auténticamente hechizada.


Su padre fue el primero en notar el cambio en el trato, y antes de que continuará le habló seriamente, como todos en la ciudad sabía que Ailyn… y la historia se contaba nuevamente… pero lo que aún le faltaba descubrir era que esa presencia insignificante no era como cualquiera, ese cuerpo pequeño y de una complexión medianamente delgada guardaba un poder, no uno manifiesto no obstante esto no significaba que no lo tuviera, esa joven tenía el mayor poder, el cual era capaz de acabar con el orden en que esa ciudad iba, y domesticada como lo había logrado su padre podía provocar la sumisión, pero esos detalles no debían salir a la luz espontáneamente, por lo que esto tenía un disfraz en el que ocultarse …“una maldición”… así había ordenado su padre y amigos que llamarán al suceso que se daba, a eso por el cual las desgracias se avecinaban cuando esa muchacha estaba cerca y lograba conmover, cuando obtenía que se le tuviera pena, que se le creyera y se le quisiera… Ailyn era la maldición de la ciudad… y se lo recalcó a viva voz que Patricia estaba yendo por el camino errado… y si no retornaba su vida caería en la tragedia...


Sin embargo la advertencia no le bastó para que su conciencia acatará la orden de separarse de Ailyn y dejará las cosas como habían estado, ella con su odio por siempre, no, eso era algo que no podía lograr fácilmente en ese punto, no se veía a si misma volviendo a arremeter con indiferencia en contra de una criatura que amaba con cada mes que pasaba, y aunque la llamarán “una maldición” para ella era un ser inocente y sensible… quizás una víctima más del destino...


Un año o menos había pasado antes de que ambas se acercarán como hermanas, incluso más que dos personas unidas por un nexo de familiaridad, mantenían las apariencias y estaba siempre presente el recato en sus encuentros furtivos, Patricia pensaba en la locura que cometía debido a su hermana: desobedecer a su padre esperandi despierta con ansias hasta la medianoche hasta que su pequeña hermana saltará el marco de su ventana. Lo primero que hacía entonces era regañarle por ese riesgo que se tomaba, luego le preguntaba si había llegado bien y después esa amena rutina que compartían, hablando hasta que oían los sonidos de los empleados alistándose para preparar el desayuno. Ailyn era una joven de poco mundo, rescataba absolutamente todo, hasta el mínimo acontecimiento, en cambio Patricia tenía tanto que relatarle que a veces se pensaba dos veces lo que diría para omitir algunos episodios de su vida que abrirían un herida que iba cicatrizando...


“¿Podrías tratar de quererme algún día?”


- Conozco ahora la respuesta… ese día llegó imperceptible, no intenté quererte, en realidad te quiero…   


***---***---***---***---***---***


Pero ¿acaso podían ir en contra del orden establecido? ni juntas alcanzarían lo que ansiaban, y eso por lo menos a Ailyn siempre le quedaba en claro, su padre le había repetido eso antes de regresar y en las visitas que le hacía al convento, ella era solo un objeto que debía dominarse, no merecía ser feliz, no merecía poseer ningún sentimiento; su vida era la pintada por su padre, un aislamiento permanente hasta que el mismo determinará su destino, ella misma estaba en manos de ese hombre sin remedio, sin escape, no había ninguno… ni en su mente estaba tranquila, menos ahora que descubría lo mucho que quería a su hermana, y la reciprocidad de ella; había pedido que la quisiese pero a ratos se arrepentía de que su pedido haya sido respondido, cuando la amenaza apuntaba a ese alguien especial, temía que su padre cumpliera la advertencia para luego mencionarle con malicia que se le había aconsejado pero ella no aprendía…


...


No necesitaba palabras para darse cuenta que su hija le había tomado no solo aprecio a la bastarda, sino algo más por esas miradas cómplices que últimamente se daban entre si, y por si sobraban los pronunciamientos, ahí tenía a su hija a su lado suplicándole levante el castigo a la pequeña, rogándole por su libertad, abogando para que ese destino que había planeado darle se descartará. Pero ni la vista inundada de esperanza, ni esas muecas de ternura, ni la hija que amaba y la medida que tomase para convencerlo, nada lo haría cambiar… Porque sabía que si soltaba la mano de Ailyn, el futuro no existía al menos para él…


- Ailyn es el resultado de una traición, un fruto que no debía darse jamás, un error en el mundo… Una existencia como esa no puede vivir igual que los otros seres…-dijo irritado cortando los ruegos de la mayor-


- Eso es cruel, padre. Ella es un ser humano, sufre como cualquiera lo haría en su situación, yo tengo mucha pena por su suerte. Si dejará que sea libre, eso le pido, por ejemplo  empezar por dejarla caminar por la ciudad no le vendría mal.


- Hija, has sido conmovida por ese corrupto ser, pero eso no merece ni un ápice de preocupación… -se levantó mirando por encima a la joven y el tono de voz había cambiado al digno de una reprimenda severa-


- ¿La dejarás así, como un adorno de casa, encerrada entre paredes? ¿Por siempre? –cuestiono incorporándose-


- ¿Te parece injusto? –inquirió retadoramente presumiendo a que iba dirigido ese dialogo, su niña había torcido su camino, ahora estaba de lado de la menor, en su contra, y no le quedaba más alternativa que aplicar medidas para acallar sus sospechas-


- No se si sería injusto, tu siempre me dijiste que ella destruyó la familia, pero originalmente lo hizo mamá, no Ailyn, no obstante su existencia ha sido una molestia constante. Aún así yo… Yo… -lo que su interior le decía era que clamará por una defensa para la menor, pero su cabeza se ponía alerta y le pasaba el dato de los riesgos, defenderla por mucho que la quisiera era declararle la contra a su padre y eso podría ser la imprudencia más grande de su vida, lo intuía- Yo no tengo nada que ver con esto, haga lo que mejor vea padre… si quiere ponerle de penitencia quedarse atrapada aquí, hágalo, si algún día se cansa y decidí darle libertad, désela…


- ¿Esa es la aceptación de tu parte sobre las decisiones que tomé sobre Ailyn? – le interrogó comprobando que lo dicho no fuera palabras para eludirlo- ¿Y si decidiera cumplir el deseo que pedías a diario por muchos años y acabará con su sufrimiento… con su existencia? Así continuaríamos nuestras vidas sin problemas… como siempre me pediste


- Hágalo, ella es su recogida hija… y nada le prohíbe hacer lo que quiera con ella –mantuvo la templanza al decirlo, con una voz que procuraba estar firme, pero por dentro se desmoronaba, una compresión incomoda le agitaba el pecho, sentía como si una ardiente tortura le consumiera por dentro, y al darse cuenta que la mencionada, fruto de la discordia, había estado oyendo la discusión, terminó por destruir esa falsa actitud... viendo los ojos acuosos de Ailyn… su expresión de dolor... le había prometido que pasearían juntas por la ciudad y le mostraría esos sitios que desconocía pero… la petición había terminado mal, y… ella le había escuchado diciendo que daba su consentimiento a los maltratos que advendrían. Su cuerpo se encogió aún más por la congoja del arrepentimiento, dio unos pasos lentos hacía ella al principio para no levantar sospechas mientras más se alejaba del salón aceleraba más sus pasos siguiendo el rastro de la menor que corria sin cautela…  


- ¿Por qué? –Susurró entrecortada por los sollozos y escuchó como con esa voz suave un murmullo decía su nombre con dolor, atrás suyo Patricia apareció reponiendo su agitada respiración debido a la búsqueda- ¿Estas de acuerdo? Quiere decir que tu cariño de hace días era una farsa y…


- Te quiero en verdad –besó su frente con ternura- Te quiero ahora… -se acercó a su mejilla para besarla y hacer un recorrido hasta el borde de sus labios donde se detuvo separándose un poco para contemplar como su amada hermana se despedazaba en llanto, como ese enigmático color de sus ojos parecía derretirse en agolpadas lágrimas- Pero comprendes que no podemos, ni en el pasado, ni en nuestro presente, ni en el futuro; la vida ha trazado nuestros destinos sin consultarnos; ir en contra de lo establecido nunca traerá resultados exitosos… y menos para nosotras en este lugar…-pensó en cada palabra que pronunciaba, su mente se veía completamente iluminada, era cierto que no podrían ser felices nunca, en esa ciudad mil veces maldita y peor aun bajo las circunstancias en que habían nacido, eran parte del origen del orden de las cosas, o al menos lo era Ailyn-


- Caímos en la trampa del destino… y el sacrificio es este sentimiento… para mantenernos vivas aquí … -respondió calmando sus chillidos-


- Si… y no sabes cuanto sufro por no haber aprovechado al máximo el tiempo de nuestra infancia, cada minuto desgastado en ese insulso odio no valió la pena –sonrió con pesar y la abrazó, ese sería el último momento así pensó, desde ahora les convenía dejar eso, nada bueno vendría de sus sentimientos y como lo había enunciado Ailyn, debían sacrificar ese amor para vivir, con la única esperanza enfocada en un futuro alternativo en que el orden se quebrará y esa ciudad retornará al curso del mundo y entonces ellas tomadas de la mano mirarían hacía el horizonte juntas para siempre…- Debemos seguir… con nuestras vidas, no hay futuro en la muerte, esto puede ser solo un adiós momentáneo- le acarició con resignación la mejilla, sería la última vez en largo tiempo que sentiría esa piel, no sabía cuanto se tardaría en destruirse el mundo que conocía, la ciudad que la apresaba, talvés nunca sucediera o su padre se adelantará y castigará duramente a Ailyn con la muerte o alguien mejor llegará a sus vidas… ella no sabía lo que pasaría en el futuro, temía por las posibilidades pero creía con recelo que en un cúmulo de tragedias, una luz podía salvarlas.


Regresó al salón sin decir más, hoy iría a la acostumbrada fiesta de recibimiento  del año nuevo y debía estar preparada, la despedida era solo el inicio de su vida que volvía a su cauce… se pidió a si misma no olvidar que quería a su hermana como a ninguna otra persona y que velaría por ella aunque fuera en las sombras… pero quizás unos meses después olvidaría la promesa… Después de todo ella era otra marioneta del juego… transformado ser… cuyas últimas palabras conscientes había sido un adiós…  


...


-¿Otra oportunidad? ¿Podría la vida darnos una nueva oportunidad? –preguntaba a la brisa por último la joven de cabellos oscuros y pupilas misteriosas con voz debilitada, desapareciendo entre las crecidas hierbas del jardín… sabiendo que por los menos en su vida, unos sinceros meses había sido querida…

Notas finales:

Gracias por leer!

Oh debo aclarar que ambas en realidad si son hermanas, no solo de madre, sino de padre, solo que a ambas les hacen creer que solo son medias hermanas... y pues ellas nunca llegaran a saber la verdad...

Bueno se cuidan y nos vemos en otro fanfic

bye bye (^w^)/

 


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