Bromance
CAPITULO 1: Un comienzo no tan bueno
Ya faltaba casi media hora Para llegar a Purén, una pequeña ciudad ubicada en la parte centro-sur de Chile, yo nací y crecí ahí hasta que me tuve que ir, porque yo no podía seguir ahí, por muchos motivos que ahora no pueden saber. Bueno, me mude a Santiago, fui a la universidad, conocí a una chica grandiosa llamada Silvia, nos volvimos parejas dos días después de conocernos, pero no duramos más de una semana, por circunstancias extrañas ahora somos los mejores amigos del mundo, y en este momento está sentada a mi lado acompañándome en mi viaje, vuelvo a mi pueblo natal por hechos desastrosos, ayer, sábado 15 de enero a horas de la madrugada falleció mi abuelo, cuando me llamo mi madre realmente me sorprendí, ese viejo estaba hecho de hierro, parecía imposible que llegara este momento, voy a extrañar a ese cascarrabias.
-¿En qué piensas?- Silvia poso su mano izquierda en mi hombro.
-En mi abuelo- la mire buscando consuelo en su mirada de avellana.
-odio ver esos tiernos y grandes ojos verdes tuyos tan rojos- con esas palabras logro sacarme una pequeña sonrisa, Silvia comenzó a jugar con mis cabellos castaños, era una manía de ella, durante el resto del viaje permanecimos en silencio.
Cuando llegamos a la estación de buses, ahí estaba mi madre con los brazos abiertos, yo corrí hacia ella para darle el abrazo de su vida, ella estaba muy hermosa, usaba la típica melena castaña y una blusa anticuada que le asentaba tanto.
-Dios santo, Fernando, no lo puedo creer, el señor Domingo…- Su voz se trabo mientras que unas lagrimas comenzaron a brotar de sus grandes ojos y yo solo la abrasé con más fuerza.
-Lose mamá… lose…
-Lo siento Fernando- se limpio las lagrimas con la manga de su blusa- ¿y me vas a presentar a tu amiga?
- oh si- ya se me había olvidado que venía con Silvia, con la mano le hice señas para que se acercara.
-Mucho gusto señora Claudia- se besaron las mejillas.
-El gusto es mío…
-Silvia, me llamo Silvia
-Bueno, será mejor que nos vallamos rápido para la casa- todos asentimos.
Al momento de llegar a la entrada de mi antigua casa, a mi mente vinieron muchos recuerdos y me invadió la nostalgia, me quede parado apreciando la estructura de la casa que estaba completamente cubierta por madera barnizada, era de tres pisos.
-¡Fer!- Silvia me saco de mi trance cuando chasqueó sus dedos frente a mi cara, yo la mire algo atontado. Entramos a la casa y caminamos por un largo pasillo en cuyas paredes estaba repleto de retratos de personas que ni conozco y cosas extravagantes que mi mamá siempre compra cada vez que sale.
-tía Claudia, al fin llego- una figura apareció desde el final del pasillo, a cada paso se notaba mas esos movimientos tan delicados que yo tanto conozco, su cabello rubio completamente lacio que le llegaba un poco mas debajo de sus hombros, sus ojos grandes y verdes, a pesar de tanto tiempo seguía siendo baja.
-Tanto tiempo sin verte prima mia- solo cuando hable ella noto nuestra presencia, en seguida una sonrisa se dibujo en su hermoso rostro y se abalanzó hacia mi abrazándome con tanta fuerza que casi me quedo sin aire- si me sigues apretando así van a tener que preparar otro ataúd.
- jajaja está bien- me soltó en seguida.
- Después si quieren se saludan todo lo que quieran, pero ahora vayan a dejar sus maletas a sus habitaciones, Silvia cariño yo te mostrare tu cuarto, sígueme por favor.
-Ok- Silvia siguió a mi madre por las escaleras.
-Pero bueno Fer, anda a tu cuarto- dijo mamá.
- Si- asentí y levante mi maleta y me dirigí al segundo piso.
Subí las escaleras, camine por el pasillo. Abrí la puerta y me adentre en mi habitación, seguía igual a la última vez que estuve aquí. Deje mi maleta al lado de la cama, busque en el closet una toalla, después de aquel largo viaje me merecía una ducha, Salí de mi cuarto y camine hasta el final del pasillo donde estaba el baño, abrí la puerta, entre, estaba con la cabeza gacha pero al instante en que levante mi vista pude notar que el baño estaba ocupado, frente a mi estaba un hombre desnudo, y totalmente desnudo, llevaba su hombría al aire, sentí como la sangre hervía en mis mejillas.
- ¡mierda, lo siento!- Salí lo más rápido del baño
Continuara...