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Amor inmortal por Na Na

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Notas del fanfic:

Dedicado a Yule :3 Que ya me cambió el nombre

Y, también a todas las amantes del OnHyun :)

Notas del capitulo:

Escuchen esta canción mientras leen :)

 

http://www.youtube.com/watch?v=ZxHtJ621sP8

 

 

 

 Las calamidades de la noche, o yakas, son creaciones de Naoki Hisaya. Y los personajes involucrados se pertenecen a ellos mismos.

 

La primera vez que JongHyun vio a JinKi fue un día viernes.

Llovía.

El invierno estaba cerca y ese día JongHyun quería salir con sus amigos. Tenía catorce años y no contaba con que la lluvia arruinaría sus planes. Su madre le recomendó que leyera, que le había dejado un nuevo libro en la mesa de su habitación. Y JongHyun, sin más que hacer tomó el libro y se sentó en la silla al lado de su ventana.


El golpe de las gotas chocando contra el cristal lo distraían un poco, y no quería leer, así que cerró el libro colocándolo en su regazo, y apoyó su cabeza en su mano mirando a través de la ventana.

Y lo vio. Un hombre vestido completamente de negro caminando bajo la lluvia sin preocupación. Sus manos estaban en sus bolsillos, y algunos mechones castaños se pegaban a su frente.
JongHyun se preguntó si no temía enfermarse. Y por qué sonreía mientras caminaba. Quizá era de esas personas a las que les gusta la lluvia. No lo dejó de observar hasta cuando el hombre viró en la esquina.

Y la situación se repitió durante los tres días seguidos de lluvia.
Mientras lo observaba se preguntaba si era nuevo en el barrio, ya que no lo había visto antes. Entonces se lo preguntó a su madre en la cena.

— No, no hay nadie nuevo en el barrio. ¿Por qué lo preguntas?

JongHyun le explicó que había visto a un hombre caminar bajo la lluvia y su rostro no le parecía conocido.

— Quizá sólo se olvidó la sombrilla —le comentó su madre restándole importancia al asunto.

— ¿Por cuatro días seguidos?

La mujer se quedó callada. Le dijo que comiera y que no se inmiscuyera en asuntos que no debe.

Cambió de tema al no saber la respuesta, o no saber qué decir. Cambió de tema al igual que cuando le preguntaba si extrañaba a su padre, fallecido hace tres años; al igual que lo hacía cuando le preguntaba si era feliz.

Cuando la lluvia cesó y los días soleados vinieron aquel hombre no había vuelto a aparecer. Así, JongHyun dejó de pensar en él.

Empero al año siguiente pasó lo mismo, y al siguiente igual, y al siguiente. Y ese año, con la edad de diecisiete años y con la curiosidad comiéndolo vivo, decidió preguntarle porqué caminaba bajo la lluvia.

Salió de casa con una sombrilla, y caminó al lado del hombre cubriéndolo.

El hombre, que se había presentado como JinKi, dijo que le gustaba la lluvia. Y que, qué mejor manera de disfrutarla que caminando bajo ella.

— Y, ¿no te da miedo enfermarte? —a pesar de parecer mayor, lo empezó a tratar de manera informal hasta que el otro le dijera lo contrario. Claro que no debía ser así, pero era un adolescente en la mejor etapa de su vida.

La risa del hombre lo hizo pensar en que probablemente debía tratarlo de manera formal. O quizá haya dicho algo malo. De cualquier manera, sonrió de escucharlo reír. Su risa era... Dulce.

"¿Acaso es posible decir que una risa es dulce?", pensó.

— No me enfermaré —dijo encogiéndose de hombros mientras una sonrisa asaltaba sus labios.

Y a JongHyun le gustó mucho esa sonrisa.

Y cuando dejó de maravillarse por los ojos marrones de JinKi, notó que no sabía a dónde se dirigía.

— ¿A dónde vamos? —cuestionó al verse lejos de casa.

—Ya que me has protegido de la lluvia, te invitaré un café o un pastel. O lo que gustes —finalizó con una sonrisa.

Y JongHyun asintió siguiendo al mayor.

Recordó entrar en una cafetería casi vacía, con música de fondo, y ser atendido por un joven rubio de facciones delicadas. Y JinKi ordenó por él.

Al principio se enojó, pero cuando vio la tarta de chocolate pronto se le olvidó.

 

*****

 

Era un día fresco cuando JinKi lo visitó en casa después de casi dos meses de ausencia. JongHyun no lo notó, pero JinKi sólo salía en días en los que el sol no estaba presente. Y el sol era importante para JinKi. Demasiado en realidad.

Cuando Jong lo dejó entrar en casa, JinKi le llevaba un presente. Era una bufanda, nada extraordinario. Pero le dijo que se la daba a cambio de que saliera a caminar con él. Y Jong aceptó sin dudar.

Durante los dos meses que JinKi desapareció, mantenían contacto por teléfono. Así que no había desaparecido por completo. No como JongHyun sentía. 

Y en esos dos meses que se habían comunicado, una confianza creció sin que ellos lo notaran. Una confianza que no deseaban romper, aunque no fueran concientes. Y una confianza por la cual JinKi le contaría lo que era. Lo llevó a un parque y lo hizo sentarse en una banca. JongHyun Tenía un milkshake en las manos.

— Jong —ya se hablaban por sobrenombres, así que el aludido hizo un sonido dando a entender que lo escuchaba —. Jong, yo... Yo estoy... Tengo algo importante que decirte.

JongHyun se asustó un poco. Dejó su milkshake de lado y lo miró. Lo miró con los ojos más comprensivos que pudo. Y JinKi estuvo a punto de no decirle nada. Pero le había costado dos días decidirse y no se echaría para atrás.

— ¿Crees en lo sobrenatural? Por ejemplo, ¿la magia? —Jong asintió.

Y el silencio reinó entre ellos. Jong estaba confuso ante la pregunta de JinKi. ¿Eso era lo que quería decirle? JinKi por otra parte, aún dudaba. Temía que el menor dejara de hablarle, o lo despreciara. 

— Soy un yaka —dijo, quitándose un peso de encima. Luego, al ver la cara confusa del menor, se echó a reír sutilmente —. Soy una calamidad de la noche. Tenemos algunos poderes.

— ¿Cómo cuáles?

— ¿Cómo cuáles? —repitió la pregunta. Eso no se lo esperaba.
Vio directo a los ojos de JongHyun y encontró curiosidad en ellos. No había rencor, odio o algún tipo de desprecio. Y amó ver sus ojos.

— Como, ah... Podemos sanarnos rápido si nos lastimamos. Tenemos gran fuerza física...

— ¿Gran fuerza física? —interrumpió JongHyun. Tomó el brazo de JinKi y lo sacudió un poco —. ¿Estás seguro de tener ese poder?

JinKi lo miró con fingida indignación y luego rieron. Las cosas estaban saliendo mejor de lo esperado.

— No me interrumpas —siguió escuchando a Jong reír y él sólo sonreía.

Le gustaba su risa, sus ojos, cuando sonreía, el color de su cabello, su nariz, su personalidad... Le gustaba él. Y por eso no quiso perderlo. Por eso decidió decirle quien era. O mejor dicho, lo que era.

Y, luego, le explicó por qué le gustaban los días de lluvia.

— El sol me hace daño. Es lo único que puede lastimarme. Por eso salgo en días nublados o con lluvia.

JongHyun lo meditó por un momento. JinKi quedó en silencio tratando de dejarlo asimilar tanta información. Cuando pareció haber entendido, hizo más preguntas.

— ¿Envejeces? —JinKi negó con la cabeza —. ¿Siempre has sido uno o?...

— No. Yo morí hace como un siglo. Fui asesinado y un yaka me convirtió en uno de ellos.

— ¿Por qué?

— Dijo que tenía toda una vida por delante, y por eso lo hizo. Ahora tengo toda la eternidad.

JongHyun percibió la tristeza en su voz y, sin que se lo pidiera, lo abrazó para reconfortarlo.

Y funcionó.

 

*****

 

 

Cuando llegó a casa investigó más acerca de los yakas.
No estaba seguro si habría información de ellos, pero debía intentarlo. Y sí había. Tenía suerte.

Confirmó todo lo que JinKi le dijo (de manera ordenada, claro) y supo algo más. 

—Un yaka es la encarnación de la agonía y del dolor humano por lo que tales criaturas están destinadas a estar siempre a solas —lo leyó en voz alta, y bajando su tono cada vez más hasta ser casi un susurro.

Y, por un momento, sintió pena de JinKi.

 

*****

 

 

—Te amo —y no lo creía.

Ya habían pasado cinco meses desde que Jong sabía lo que era JinKi, así que se habían empezado a ver en las noches. Todas las noches.

Hablaban en casa, en un parque, o salían a disfrutar de la noche. Y eso había hecho que los sentimientos hacia el otro crecieran.

Y el primero en decirlos había sido JinKi.

Estaban sentados en la parte trasera de la casa. El cielo estrellado y un par de cervezas frías los acompañaban.

— ¿Qué dices? —JongHyun se reprendió mentalmente por cómo sonó eso.

— Que te amo —JinKi miraba al frente sin enfocar su vista en algo —. Pero si no me correspondes está bien —y le dio un sorbo a su botella.

Ni la sonrisa de Cheshire era tan grande como la de Jong. Se sentía feliz de ser correspondido, y se mordió el labio de los nervios.

— JinKi —el aludido giro su rostro hacia él y un beso lo recibió.
Sentir los labios del menor sobre los suyos era una sensación que no podía describir.

Y fue cuando recordó que aún era humano.

 

*****

 

Y ahora, casi ocho años después, aún seguían juntos. Vivían en un pequeño apartamento y les era suficiente.

— Amor, he llegado —cerró la puerta, colgó la chaqueta y la bufanda en el perchero y fue recibido con un beso del menor.

— ¿Cómo te fue? ¿La bigotuda se limitó a tocar el piano? —hizo una mueca de desagrado.

— No le digas así a Jessica. Ella sólo hace su trabajo.

— ¿Le pagan para coquetearte? ¡Vaya! —regresó a la cocina, le sirvió una taza de té a JinKi y se la dio.

Desde hace unos años que vivían juntos.

La madre de Jong había conseguido novio, y se había casado. Eso ocurrió después de tres años de que Jong conoció a JinKi.

JongHyun quería darles privacidad y como ya tenía una relación con JinKi, se mudaron juntos. Su madre dudó un poco, pero luego lo dejó ir. Era lo mejor.

Así que, ahí estaban. Con una copa de vino en sus manos sentados en el sofá de la sala. Y conversaban. Y luego bebían otra copa. Luego conversaban y reían. Y otra copa. Y se besaban. Las copas yacían en la mesa central, y sus manos paseaban por el cuerpo del otro, con caricias tímidas, como si fuese la primera vez. Con besos dulces y lentos disfrutando del momento.

JinKi se recostó sobre Jong, con una rodilla entre sus piernas. Lo besaba despacio, hasta que se separó y se levantó, haciendo lo mismo con Jong. Tomó su mano y caminaron hasta la habitación. JinKi cerró la puerta sin soltar su mano. Ni siquiera se molestó en encender las luces.

Puso a Jong a su frente, de espaldas a la cama matrimonial que compartían. Y acunó su rostro con sus manos. Y fundió sus labios en un beso de esos que te desarman por completo, pero que te mantienen a flote.

Jong puso sus manos en los codos de JinKi correspondiendo el beso. Y así, caminaron lento hacia la cama.
JinKi puso una mano en la cintura de Jong haciéndolo recostar suavemente sobre el colchón, y tomaron la misma posición del sofá.

JinKi aún se sorprendía que Jong se estremeciera cuando acariciaba su abdomen. Y luego lo creyó normal cuando se estremeció por sus manos.

Cuando los labios de JinKi se dirigieron al cuello del menor, y sus ropas desaparecieron de a poco, besó cada parte de Jong con tanta delicadeza como si temiera que se rompiera; como si se le fuera la vida en ello.

Los suspiros y las respiraciones agitadas era todo lo que se escuchaba en aquella habitación. Y algunos gemidos cuando movían sus caderas sobre el otro.

JinKi preparó a Jong y luego se unió a él. Le gustaba ser uno con Jong. Como si, por un instante, no existieran nada más que ellos dos; como si fuesen dos piezas de un rompecabezas encajando a la perfección.

La danza que empezaron fue acompañada de la melodía más hermosa que escucharon alguna vez. Y no querían detenerse.

Nunca.

Cuando JinKi dio con el punto de placer de Jong, este no pudo evitar gemir alto. Y a JinKi no le importó porque le gustaba escucharlo. Le encantaba escuchar su nombre salir de sus labios en esas circunstancias.

Levantó su rostro para ver el rostro de Jong. Y, cuando se miraron fijamente a los ojos, cada uno se prometió a sí mismo que sólo en aquellos ojos deseaban perderse; que sólo en aquellos ojos deseaban reflejarse.

Un beso selló aquella promesa y la mano de JinKi tocó el miembro de Jong. Y otro gemido salió de la boca del menor.
JinKi movía su mano al ritmo de sus estocadas: sin prisa, con suavidad. Un ritmo que los ponía al borde la locura. Ahogaban sus gemidos en la boca del otro, de vez en cuando.

Hasta que el clímax llegó.

Se sentían como si una ola de placer los consumiera. Como si sus cuerpos pertenecieran al universo.

Se sentían infinitos.

Con delicadeza JinKi salió del menor recostándose a su lado, haciendo que él apoyase su cabeza en su pecho, mientras calmaban sus respiraciones.

Cuando la respiración de Jong fue acompasada JinKi notó que estaba dormido. Lo cubrió un poco más con las frazadas y lo abrazó pegándolo a él.

Y al verlo dormido pensó que él no era inmortal. De hecho lo recordó. Suspiró resignado. No quería perderlo. No quería dejarlo nunca. Pero convertirlo en yaka era muy egoísta y hacer que él fuera humano era difícil.

— Encontraré la manera —susurró.

Besó sus cabellos y acarició sus brazos. Y dejó que Morfeo los acurrucara en sus brazos.


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