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El amor sin reglas por samuesselmo

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Notas del fanfic:

 Bueno, desde que empecé a escribir fics de KnB, nunca había hecho un Aokise, y sé que es una pareja muy querida. Desde mi punto de vista no es tan llamativa, pero no significa que me disguste. 

 Varios han dicho "Quiero que escribas a esta pareja", o en fanfics anteriores me topé con gente que exigían leerla, y como hacía otras parejas con estos personajes lo leían... Todo un tema.

 Yo había prometido escribir sobre ellos, y no me gusta dejar colgadas esas promesas, así que aquí está. 

 Es un One Shot, no muy largo... Pero es algo, es mi primer AoKise.

 El día de su cumpleaños llegó como tanto había esperado con los brazos abiertos. Pero la brillante y blanca sonrisa que tanto presumía esa mañana a todos en la mansión se esfumó. Lo único que esperaba de la mano de su padre eran joyas y objetos de gran valor. Ya tenía suficiente con que haya arreglado un matrimonio con el hijo mayor de otra familia de la alta sociedad, sin siquiera pedir su opinión. Y ahora, el único regalo que recibía era un esclavo. Tal vez era egoísta y superficial, pero si había algo que odiara más que su compromiso nupcial, era que tratasen a los esclavos como tales, simples objetos. Frunció el ceño al escuchar las palabras de su único padre, “aquí está tu regalo de cumpleaños, Ryouta”.

 No podía “deshacerse” de él, pero si tratarlo como una persona. Que alguien más sea extranjero, de color, no significaba  que no fueran seres humanos como ellos. No se podía hacer gran cosa, vivía en una sociedad racista, donde lo diferente era “malo” o valía menos que ellos mismo. Suspiró para no armar un escándalo en la casona, despidió a su padre y miró atento al empleado, no, menos que eso. Sólo les pagaban con comida y un techo donde vivir, no había justicia. Era más alto que él, a simple vista tenía brazos fuertes con una ancha espalda. A pesar de ser moreno, sus ojos eran azules, algo que no pasó por alto el rubio.

 —Soy Kise Ryouta –Se presentó sonriendo como amabilidad haciendo una pequeña reverencia. Miraba de pies a cabeza a aquel hombre. Había una gran diferencia entre él y Kise, éste último era un doncel proveniente de una familia con buena posición económica. Por ende, su cuerpo era mucho más delgado y refinado que el de un varón como el que tenía frente a sus ojos.

 —Aomine Daiki… amo Kise –Su voz era profunda, sorprendiendo al menor. Además, aquellos ojos azul electrizante lo hipnotizaban. Pero, volvió a la realidad apenas escuchó la palabra “amo”, obligándolo a fruncir el ceño nuevamente.

 —No soy tu amo –Dijo seguro y firme, cruzándose de brazos mientras levantaba su mentón. Exponiendo un delicado collar de diamantes que parecía brillar con la luz que radiaba el portador de éste.

 El moreno se quedó embobado ante el rubio, era mucho más bello de lo que pensaba. Recordaba que todos los demás sirvientes comentaban maravillas del hijo único del Señor Kise, pero no se comparaba con verlo con sus propios ojos. Su rostro era blanco, decorado por un par de ojos dorados que parecían dos pepitas de oro. De su cuerpo sólo podía apreciar la piel bien hidratada de sus manos, el resto estaba bajo sus ropas, como si fuese prohibido mirar más allá.

 Fue el primer día que se conocieron y ambo estaban enamorados. Sin enterarse se habían hecho amigos –y, tal vez algo más. Kise siempre hablaba de él con sus amigos, incluso éstos llegaron a tener sospechas sobre los sentimientos que radiaba ese par. Ellos eran el uno para el otro, Ryouta le había contado su vida entera y Daiki no se quedaba atrás. Ambos forjaron una fuerte relación, un día eran los más cercanos amigos, y al otro se amaban a espaldas del mundo.

 —Mi madre era africana –Relataba el moreno sin soltar la nívea mano entre sus largos dedos –y mi padre europeo. Pero él no se hizo cargo y nos abandonó.

 Estaban sentados frente a un rio que corría detrás de la gran mansión Kise, conversando como acostumbraban hacerlo. Lejos de los demás sirvientes, y en especial, lejos del padre de Ryouta.

 —Lo siento –Susurró con los ojos acuosos Ryouta. Se sentía triste y culpable, él le había preguntado el origen de los azulinos ojos del mayor y ahora estaba escuchando aquella historia.

 —Era una mujer muy fuerte, hasta que llegó el día en que nos separaron –Iba a continuar hablando, pero al escuchar los sollozos a su lado se detuvo y miró con preocupación a su amante –No llores –Ordenó abrazando de la estrecha cintura al menor.

 —Perdón… -Con las mangas de su comisa se secó las lágrimas. Últimamente se había sentido más sensible que de costumbre, pero el de ojos azules sabía cómo sacarle una sonrisa, aunque, de alguna manera, algo atrevida.

 —Esta noche a tu cuarto –Murmuró mordiendo la oreja del rubio, robándole un pequeño jadeo ante la sorpresa.

 —¡Eres todo un caso, Aominecchi! –Exclamó poniéndose de pie mientras limpiaba sus ajustados pantalones –Primero me hablas de tu madre y ahora de tener sexo…

 Daiki se limitó a reír, siguiendo los pasos de su pareja. Caminando por un sendero, ahora no tan pegados el uno del otro, debido que se acercaban a la mansión. Continuaron charlando, y a momentos, Aomine dejaba salir algún comentario obsceno que hacía enojar al rubio.

 —Mañana voy a llevar mi carta de protesta al diario –Una gran seguridad brillaba en los dorados ojos de Kise. Pues después de mucho tiempo había terminado en concreto su ensayo contra el racismo, con el fin de cambiar el mundo, pero tenía un pequeño problema.

 —Mañana tienes que cenar con tu marido –Lo interrumpió el de ojos azules, bajando de la nube de ensueños al menor, ganándose un puchero de éste.

 —¡Él no es mi marido, no quiero casarme con Haizaki!

 Y así, nuevamente empezaban los chistes y juegos que sólo ellos conocían. Sin embargo, eso era algo que sólo ellos creían. La mansión era grande, y los sirvientes estaban por todos lados, no era raro que alguien viera al sirviente del hijo del Señor Kise entrar sin tocar al cuarto de éste. Y tampoco pasaban por alto los gemidos y ruidos eróticas que provenían de allí.

 No estaba de más decirlo, se amaban. Compartían sus alientos, el sudor de sus cuerpos, cada pequeño roce. Compartían la fortuna de estar juntos. Sus suspiros siempre iban a la par y chocaban con la piel ajena. Las leves sonrisas que se regalaban mientras se miraban a los ojos, mientras que Daiki acariciaba las lampiñas piernas.

 —Aominecchi, creo que estoy embarazado…

 Pero no todo color rosa.

 Todo cambió de improviso cuando la puerta de esa habitación fue abierta escandalosamente. Ryouta se asustó al ver a su padre allí parado, estaba realmente enojado, con los brazos cruzados ladeó la cabeza mirando al par de sirvientes robustos que hacían de guardias. Se habían llevado a Aomine, y Ryouta además de recibir un golpe de su padre junto a un insulto, sintió roto el corazón.

 No era partidario a las reglas, mucho menos en ese momento. No dudó ni un segundo en buscar a Daiki antes que el Sol saliera por las colinas del éste. No quería que llegara el mañana para que lo fusilaran. Escapar no era fácil, pero el chantaje sí. Sin mirar atrás pareja tabú, en ese entonces, se ocultó en lo más profundo del bosque, a pocos kilómetros de un humilde pueblo.

 Vivieron en una pequeña cabaña, tuvieron todos los hijos que quisieron sin escuchar las palabras “reglas”. Tal vez no era el momento de hacer pública su carta de protesta, no todavía. Quería escribir su historia, demostrarle al mundo que el amor lo podía todo, que iba más allá del color de piel.

 —Ryouta, los niños duermen –Susurró contra su oído el moreno.

 —Ya voy… -Respondió dejando la pluma de lado para atender a su pareja -¿Crees que deba agregarle más detalles a la carta?

 —¿Quieres decirle al mundo cómo tenemos sexo?

 —No.

 Pensativo firmó las hojas, sonriendo en el proceso. No hacía faltan los detalles de su pequeña vida, la cual, para Kise Ryouta, había empezado desde el día en que conoció a aquella persona. El inicio de una vida nueva, comienza cuando uno se enamora. No hay reglas, no hay límites. Sólo amor.

 Kise Ryouta

Notas finales:

 Espero que les haya gustado. Va dedicado a los amantes de AoKise, que sé que son muchos!

 Y espero recibir sus RW, en especial de la gente que tanto me pedía un Aokise... Me alegraría leer su opinión.

 Sé que no he estado escribiendo últimamente... pero tengo trabajos, exámenes...etc. Aún sigo publicitando éste Fanfic: Los cinco guardianes

(Pronto lo continuaré...) Muchas gracias por leer!

 By Selmo


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