Prólogo
En un mundo donde la ira es lo único que te mantiene vivo. Donde dar tu vida es poco. Donde ver el cielo cada mañana, se vuelve un regalo divino pero a la vez algo detestable; sabiendo que viendo el círculo ardiente ascender, era un día más de estar enclaustrado entre aquellas murallas. Entre aquella enorme “jaula” de piedra y madera. ¿Cuántos años el miedo albergó los corazones? ¿Cuántas vidas se perdieron? ¿Cuántas?
Aquel día en que la humanidad rememoró la consecuencia de vivir dentro de una “jaula”, marcó a la humanidad misma, incluso a aquellos tres inocentes niños que tan solo querían ver el exterior.
Sueños prohibidos.
La muerte se respiraba por todo el lugar; el miedo y la podredumbre estaban en la atmósfera. Polvo. Carne. Sangre. Cascajos. Rocas. Lágrimas. Gritos de auxilio. Muertos. Mutilados. Titanes. Todo aquello componía a Shiganshina, la ciudad que vio la destrucción y el infierno en su máxima expresión. Otra vez eran presas de titanes y de ellos mismos, por su cobardía y desconfianza. Mucho quedó atrás, muchos perdieron la poca esperanza y tranquilidad que habían logrado instaurar en sus frágiles corazones.
Apetitivos. Eso, eran. De nueva cuenta.
“Yo los mataré a todos.” Fueron las exactas palabras, que dijo un niño de apenas diez años con un recuerdo que se volvería herida por el resto de su vida. Sus amigos en lágrimas estaban, pero seguían a su lado. Seguían con la convicción de que estar juntos, era una buena idea. Sus lazos se estrecharon después de entrar en las tropas, donde pusieron a prueba sus habilidades y su determinación. Nuevos compañeros conocieron, una “nueva” vida estaban iniciando.
Tropas de Reclutas N° 104.
Aquellos que alguna vez fueron niños de Shiganshina, se graduaron; dos de ellos quedaron entre los diez mejores. Con orgullo, el joven Eren Jaeger, sonreía. Por fin, podría cumplir su promesa que se hizo cinco años atrás: matar a todos y cada uno de los titanes, pero…
¿Qué pasaría si resulta que eres lo que más odias, Eren? ¿Qué pasaría si…te enamoras?
Debes saber que...a pesar de que este mundo, inundado de muerte, guarda un tesoro que sólo en tú corazón encontrarás. ¿No deseas ver a la humanidad, libre de toda atadura, libre de sus miedos, libre de la muerte que acecha constantemente en aquellas fauces tan asquerosas, libre de toda culpa pasada, libre de la incesante incertidumbre de cuándo ser devorado? ¿No quieres liberarla?
Eren, vive como debe ser. Lucha por tus ideales y no dejes pasar las oportunidades que se te presenten. Dale una oportunidad al amor. No te ciegues. No te desprecies.
Cadetes del escuadrón N° 104, demuestren de qué están hechos. Vivan para después contarlo. Impresiónense de sí mismos. Dense una oportunidad para conocerse y dejar los prejuicios atrás. Permanezcan juntos y vean de lo que son capaces.
Busquen sus alas perdidas.
Tómenlas.
Únanse a ellas.
Y vuelen tan alto como se los permitan.
Conozcan a qué sabe la libertad de alma y cuerpo.
¿Ya las encontraron?
¿No?
Entonces, ¿dónde están sus alas?