El agua bendita ya no puede ayudarte
Verás, he tenido que incendiar tu reino
Y no hay ríos ni lagos pueden apagar el fuego
Voy a subir las apuestas, voy a quemarte.
– Florence and The Machine: Seven Devils.
La luz de la luna se filtró entre las cortinas transparentes en forma de zarcillos cambiantes sobre la pareja que se encontraba en la gran cama, resaltando los ángulos de sus cuerpos mientras yacían acurrucados juntos. Las cortinas se movían gentilmente con la brisa proveniente de la ventana abierta, el aire cálido. Sabanas delgadas y frescas a la mitad de los cuerpos de la pareja para así tomar ventaja de la brisa la cual era la única forma de refrescar el cuarto después de un día abrasador, el calor aún permanecía incluso en la noche.
Hubo un susurro de sabanas cuando el más alto de los dos se movió mientras dormía, abriendo los ojos con confusión cansina ante la razón que lo había despertado. Movió uno de sus codos bajo sí mismo, sentándose un poco, el movimiento despertando al chico en sus brazos.
Baekhyun resopló, separándose un poco del otro y abriendo sus ojos. “¿Qué?” murmuró, dándole a Chanyeol una mirada funesta antes de que sus ojos se cerraran de nuevo, relajándose en la cama.
“No sé,” dijo Chanyeol, frunciendo su frente en confusión. Se incorporó plenamente, estirando su mano y encendiendo la lámpara en la mesita de noche con un toque de sus dedos. A su lado, Baekhyun rodó sobre su pecho y hundió su cabeza en la almohada, tratando de evadir el brillo suave de la bailante luz naranja proveniente de la lámpara. Sus símbolos plateados de Shifter, en forma de estrella y adheridos a sus dedos y muñecas por delicados hilos, tintinearon suavemente con el movimiento, atrapando la luz, el sonido hizo que Chanyeol se diera cuenta que se había despertado porque el lugar estaba muy callado.
Él miró hacia la ventana y vio cómo las cortinas estaban quietas, dejando de moverse con la briza ya que las ventanas habían sido cerradas. Fijó su mirada por unos segundos mientras su cansado cerebro trataba de descifrar qué era lo importante acerca de la ventana cerrada. Entonces, sudor rodó en la parte trasera de su cuello, y él no estaba seguro del por qué, si por el aumento repentino de la temperatura o por el hecho de que definitivamente ya no estaban solos.
Puso una mano sobre el hombro de Baekhyun, listo para despertarlo con una sacudida, y con su mano libre encendió la lámpara que colgaba del techo. El cuarto iluminándose repentinamente con grandes cantidades de luz naranja que molestaron a Baekhyun, y Chanyeol casi no pudo registrar a los tres hombres, vestidos de negro, antes de que se aproximaran hacía él. Uno de ellos logró acercarse a la cama antes de que los pinchazos de calor en las puntas de los dedos de Chanyeol se hicieran siquiera tangibles. Le pegaron en la cabeza con algo que no pudo ver, pero que resonó en su cráneo como plomo, y se desplomó, cayéndose de la cama con las sabanas enredadas alrededor de él. Escuchó a Baekhyun gritar pero era incapaz de concentrarse en el sonido lo suficiente para descifrar las palabras. Las sombras de los hombres se movieron sobre ellos, sus formas borrosas por la oscuridad y el parpadeo de las llamas pero el sonido de Baekhyun gritando de dolor fue capaz de traerlo de vuelta a la realidad lo suficiente para arremeter con el calor latente en sus manos. Los pinchazos se convirtieron en un látigo, alzándose y azotando un lado de uno de los hombres, haciendo que sus túnicas negras ardieran en una llamarada rápida y con un calor sobrenatural.
La sensación de su poder lo trajo a tierra, viniendo en sí por los sonidos del hombre que gritaba mientras corría alrededor de la habitación, el olor a carne quemada, fuerte y nítido en la nariz de Chanyeol. Levantó la cabeza justo a tiempo para ver cómo Baekhyun se lanzaba por la ventana, fragmentos de vidrio esparciéndose como diamantes reflejados a la luz de la luna.
Chanyeol escuchó los gritos de un hombre, y miró como caía al piso quemado, como un tembloroso bulto; el dolor de ser dejado atrás empezando a florecer rápidamente cuando volvieron a pegarle en la cabeza, esta vez sin sentir dolor alguno.