Había terminado de actualizar su J-Web. Había tenido mil y un dudas acerca de si debía felicitarlo por su cumpleaños o no, aunque todavía faltara un día para eso. Sabía que no iba a poder aguantar hasta las doce de la noche y enviarle un mensaje. Los párpados se le caían, sabía que no iba a poder lograrlo.
- Al demonio - Impulsado por un sentimiento que no pudo definir, se levantó del sillón donde estaba acostado, se puso un abrigo, puesto que pese a estar en primavera, la noche seguía siendo un poco fresca, y salió de su departamento.
Tacchon, feliz cumpleaños.
Le pidió que escribiera eso a la mujer que lo atendió en la pastelería, sobre la pequeña placa de chocolate que decoraría el pastel con cobertura también de chocolate, frutillas y crema. Una vez el pastel fue colocado en una caja y debidamente envuelto, se dirigió con pasos rápidos a su automóvil y se puso en marcha al departamento del chico del cumpleaños.
Se detuvo frente al edificio y esperó a que se cumplieran las doce. Faltaban cinco minutos, pero no podía aguantarlo más. De nuevo refunfuñando, salió del vehículo y entró al complejo de edificios, para abordar el ascensor que lo llevaría al décimo piso. El camino hasta el departamento de Tadayoshi le pareció eterno en aquel momento. Golpeó la puerta varias veces hasta que se dignó a tocar el timbre todavía más veces. Frunció el ceño y dejó su dedo índice pegado al portero eléctrico. Creyó oír un estrepitoso sonido proveniente de dentro del departamento, por lo que dejó en paz al portero. No pasaron más de dos minutos hasta que finalmente la puerta se abrió. Al otro lado, lo recibió Tadayoshi bostezando con una visible expresión de haber sido recién despertado.
- ¿Ryo-chan? - Preguntó, restregándose los ojos -. ¿Qué haces aquí?
- Feliz cumpleaños - Le dijo el aludido. Su oyente examinó la hora en su reloj de muñeca y sonrió -. Son las doce en punto. Pero, es raro en ti que hagas cosas como estas - Agregó, rascándose la cabeza.
- ¿No me vas a hacer pasar? Más que primavera, creo que el invierno aún no se ha ido.
- Ahhhh... Lo siento - Se disculpó el muchacho, haciéndose a un lado para dejar pasar a su invitado, mientras encendía las luces del lugar -. ¿Trajiste pastel? - Preguntó Tadayoshi, todavía un poco somnoliento.
- No iba a venir con las manos vacías - Dijo Ryo -. Además, sé cuánto te gustan las cosas dulces.
- Gracias - Dijo el aludido, poniendo un poco de agua en la cafetera -. ¿Café está bien?
- Por mí, no hay problema - Respondió el mayor -. ¿Recién llegas?
- Llegué hace un rato. Pensé en irme a duchar, pero creo que mejor lo haré mañana. Bueno..., hoy... cuando me levante...
- ¿Estás durmiendo bien? - Volvió a preguntarle Ryo sacando una pelusa del cabello de su compañero de grupo.
- Creo que sí - Respondió suavemente el muchacho, cruzándose de brazos y apoyando su cabeza sobre el hombro de Ryo, quien podía sentir su cintura sobre su brazo, al haberlo dejado al borde de la mesada donde ambos estaban apoyados.
Los minutos pasaron y ambos se quedaron viendo el café cayendo de a gotas desde la cafetera hasta que toda el agua terminó volviéndose café.
- Oye, Ohkura, ya está el café. Ohkura - Lo llamó Ryo, pero se dio cuenta que Tadayoshi se había quedado dormido, apoyado sobre su cuerpo. Eso le dio mucha ternura. Dudó acerca de cómo demonios llevarlo a su cuarto, hasta que prefirió hacerlo agarrándolo de la cintura y arrastrar sus pies hasta aquel lugar. Se notaba que había estado durmiendo mal y que amaba dormir, ya que en ningún momento se despertó. Después de arroparlo apropiadamente, se sentó a su lado y admiró su pacífico rostro dormido -. ¿Por qué eres tan lindo...? - Preguntó en voz baja, picando una de sus mejillas con su dedo índice -. Tan lindo - Afirmó, acercándose a él y dándole un suave beso en los labios. Debido a aquel contacto, Tadayoshi se movió, murmurando luego, algo entre sueños.
- Ryo-chan...
- Creo que... tendré que esperar otro año más para decírtelo, ¿no, Tacchon? - Sonrió el mayor, acariciando los cabellos de Tadayoshi con suavidad. Acto seguido, suspiró y se levantó de la cama, saliendo de la habitación y apagando la luz antes de salir. Guardó el pastel en la heladera para que no se echara a perder y dejó una pequeña nota sobre la misma.
Si no hubiera sido porque se acordó de poner la alarma para el otro día, se hubiera quedado dormido. Tenía el tiempo casi justo, pero su mente no pudo olvidar el pastel que no había alcanzado a probar a la madrugada. Mientras el café se calentaba y sus dedos tipeaban un mensaje de disculpa para Ryo, al abrir el refrigerador, vio una nota sobre la caja del pastel. Dejó su teléfono sobre la mesada y lo leyó.
"Había algo que quería decirte. Hace años que quiero hacerlo, pero, quizás demasiado cobarde. No, en realidad, lo soy, soy tan cobarde que esperé a que estuvieras dormido para darte un indicio. ¿Puedes esperar hasta el año que viene para saberlo? Que tengas un buen día."
Tadayoshi sonrió, borró el mensaje que estaba por enviar y, en cambio, hizo una llamada telefónica.
- "¿Diga?"
- No estaba dormido.
- "¿Eh?"
- Anoche... no estaba dormido.
- "¿Y bien...?"
- Te lo diré... para tu cumpleaños - Respondió Tadayoshi, sonriendo -. Mi respuesta la sabrás el día de tu cumpleaños, Ryo-chan.
- "¿Por qué me vas a hacer esperar tanto?"
- Échale la culpa a tu cobardía. Además..., será divertido, creo.
- "Maldito."
- Debo irme. Llego tarde.
- "No me digas que no vas a comer un pedazo de pastel... Eso sería raro..."
- Siempre hay un tiempo extra para eso.
- "Ya veo. Entonces..., que tengas un buen día."
- Igualmente - Una vez cortó la llamada, Tadayoshi se quedó pensativo, con su teléfono debajo de su mentón -. Yo también te amo, Ryo-chan. Yo también te amo.